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to malo. No participamos por completo de esta opinion; pero quede sentada y no tardaremos en ocuparnos de Lequeitio, considerado por algunos como un pequeño Gibraltar.

El tiempo seguia en tanto terrible y tenaz, haciendo más difíciles, si no imposibles, las combinaciones de Córdova, que dispuso se le incorporase Espartero, y que Ezpeleta se preparase para ocupar y fortificar á Valmaseda, renovando á la vez las órdenes para la evacuacion de Lequeitio, aunque manifestando al gobierno que, por tardía, juzgaba imposible la operacion. No era tarde, sin embargo, pero no estaba en su mano vencer los elementos que hasta en el mar impidieron la navegacion en quella costa peligrosa. Podia haberse hecho un esfuerzo; más era peligroso y costoso y no creia lo mereciese Lequeitio.

Lacy Evans fué nombrado por entonces general de la izquierda con l carácter y atribuciones de jefe superior de las tropas que mandaba Espartero. Esta eleccion hizo se resintiera éste: por no crear dificultades cultó noblemente su disgusto y dió á reconocer sin demora al nuevo efe. No le recibió con más favor la opinion pública, que juzgaba, y no lesacertadamente, que no podria tener de aquella lucha y del terreno, el onocimiento que un general español, y más Espartero que llevaba tres ños peleando en aquel país.

En este tiempo ocurrió un incidente que por lo caballeresco merece reerirse. Hallábase de parlamentario en el campo carlista don Fernando e Córdova, cuando á la vista del batallon de Guías concertó un desafio se obligó á batirlo con número igual de sus soldados. Al regresar y ar cuenta á su hermano el general en jefe, del reto, le autorizó para llearle á cabo, y le encargó repetir lo que ya habia enviado á decir al jefe arlista por algunos parlamentarios, á saber:

1.o «Que para demostrar á qué punto es superior nuestra caballería á de ustedes con trescientos caballos nuestros reta á quinientos lances escogidos entre todos los de vds.

2.o

>>Que con diez y seis batallones y cuatrocientos caballos, dará bala campal, á veinte de igual fuerza y quinientos caballos. 3.o » Que con veinte y cinco batallones de este ejército, con la fuerza reglamento, seiscientos caballos, y cuatro piezas rodadas, combatirá terreno igual y despejado á todas las fuerzas enemigas de la augusta na, que se encuentren en las cuatro provincias, las que segun afirn algunos oficiales de ustedes ascienden á cuarenta y un batallones, mil caballos con muchas piezas de artillería (1).»

O En esta carta dirigida á Elío desde Lizaso el 26 de febrero, añadia:

Dos son los objetos que en todo esto se propone. El primero: ver de acelerar el término de lucha, cuya prolongacion no es menos funesta para estas provincias, que para la nacion

TOMO II.

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A la carta de Elío contestó Cordova el 8, que ya se habia publicado la suya, lo cual sentia por el disgusto que pudiera causarle, que lo

à que todos pertenecemos, y á la cual, está haciendo aquella tan desgraciada, como para la humanidad, afligida de la mucha sangre que corre en este país, cuando el resto de la Europa goza de una paz octaviana. En evitar tales horrores, ambos beligerantes están interesados, pues, s como no es de preveer, vds. pudiesen llegar á triunfar, encontrarian los pueblos exaustos de brazos y recursos para conservar el lustre é independencia de esta antigua Monarquia: Segundo: fijar la opinion de la Europa entera sobre el verdadero mérito y valor de los engaños y suposiciones con que se les alucina, presentando vds. sus derrotas como triunfos, y los combates sostenidos de su parte con una inferioridad de fuerza respecto á la nuestra que no ha existido, sino en los boletines, que se circulan para reanimar sus parciales, ó desanimar á sus enemigos.

>>Tercero y último. Demostrar al mundo, del modo más evidente, sea que vds. acepten, sea que, como temo, vds. reusen este desafío, que las verdaderas causas que sostienen y amparan la rebelion de estas provincias, y la prolongacion de nuestra lucha, retardando solo su inevitable término, consisten en ventajas, accidentes, causas, y obstáculos, estraños al valor relativo de las tropas, y á la inteligencia y pericia de los jefes; en suma, que no reposan sino en la escesiva cautela, circunspeccion, prudencia, ó como quiera calificarse, con que ustedes se mantienen encaramados en sus elevadas é inaccesibles montañas, detrás de desfiladeros, reforzados con cercas y parapetos; montañas y desfiladeros cuya adquisicion tantas veces hecha para gloria y reputacion de este ejército nacional, ha demostrado, que no puede por mil causas, conducirse à un éxito definitivo; en vista de lo cual, y avaro de la sangre de sus soldados, el general de este ejército, desde que tiene el honor de dirigirlo, ha dado otro sistema y una direccion más cierta, prudente, é infalible à la guerra.

>>Yo deseo mucho, más que espero, que esta ocasion pueda conducir á acortar los padecimientos de nuestro país, y me tendria por muy feliz de haber contribuido à tan grande y dichoso resultado, como lo soy ya, por el honroso permiso, que con envidia de todos mis compañeros, me autoriza ȧ repetir y sustentar, que las armas de la reina de España son superiores en todos conceptos, á las de sus enemigos.

>>>Queda de usted atento y seguro servidor Q. B. S. M.-El coronel, ayudante de campo,Fernando Fernandez de Córdova.»>

«Señor don Fernando Fernandez de Córdova.-Irurzun 2 de marzo de 1836.-Muy señor mio: Destinado á alguna distancia de este pueblo, recibí la de vd. del 26 con mucho atraso, è inmediatamente me puse en marcha para cumplir como buen navarro y carlista mi promesa; mi promesa tal como yo la hice y supongo vd. no habrá olvidado, que trescientos Guias se batirian contra trescientos que vd. escogiera en su ejército, y esto es lo que repito, pues además de las razones que à vd. dí para no mezclar caballería, tengo la poderosa de no poder disponer de los cincuenta caballos sin permiso de mi general en jefe: como vd. me dice mandará los soldados de su ejército, yo le aseguro tendré el honor de dirigir á los valientes Guías el dia que marchen á éste combate: espero no nos ofrecerán grandes dificultades la eleccion de terreno y condiciones; una si exijo de vd. y creo que con toda justicia, y esta es la de que no dé a sa carta la publicidad que me manifiesta: su general de vd. es muy dueño de publicar todas las proposiciones que haga al mio, si así conviene á sus intereses, pero no de una carta que usted me escribe á mí y cuya publicacion me comprometeria con mi general, esto seria poco delicado y confio que persuadido vd. de esto mismo, no enviará las copias; pero si el mal estuviese hecho y efectivamente las hubiese vd. remitido á los diarios, espero tendrá vd. Ia bondad de avisármelo para que yo envie à mi general la carta de vd., en cuyo caso esperaré sus cr denes: pido á vd. que con la posible brevedad me haga saber sus intenciones, pero particu larmente si mi carta, es decir, la que vd. me dirigió, podrá aparecer en algun diario sin que sea posible el evitarlo, pues me seria muy desagradable que llegase á noticia del general en jefe por un períodico sin haberlo puesto yo en su conocimiento, y en este caso se dilataria bastante esta prueba que deseaba pasase como una funcion de puestos avanzados.-Aunque

abia hecho para responder así á todas las detractaciones que se le dirigian, y que sostenia sin alteracion el reto general.

No tuvo éste efecto.

ACCION DE ORDUÑA.

XVI.

Eguía remitió á don Cárlos la bandera que tenian las urbanas de Plencia y uno de sus uniformes, y le dió cuenta de los soldados, cabos 7 sargentos de la Guardia Real y otros cuerpos que se le habian pasado. Destruyó las fortificaciones de la villa y se puso en marcha para observar á Espartero; acantonando el 26 los cuerpos que mandaba entre esta oblacion y Munguía, en donde fijó su cuartel general, estableciéndose uego en Ochandiano. Levantóle el 28, se dirigió á Ceanuri y de aquí á firavalles, á donde llegó al amanecer del 29, poniéndose de acuerdo con 1 general La Torre, que mandaba cinco batallones y un escuadron.

Sabedor aquí de que algunas fuerzas procedentes de Vitoria habian pasado por Murguía y permanecian en Amurrio, resolvió atacarlas. Al legar á Areta tuvo aviso de que avanzaban sobre Luyando, y al ir á omar posiciones, supo era solo un reconocimiento lo que habian practiado, y que desde Amurrio marchaba parte de aquellas tropas á Ordua guiadas por Espartero, tomando otras la direccion de Arciniega.

Al comenzar el mes de marzo ocupaba el cuartel general de Esparteo á Berberana, desde donde se dirigió á practicar un reconocimiento obre Orduña, proponiéndose escarmentar al enemigo si le hallaba. Con ste objeto marchó á las siete y media de la mañana del 5, ordenando al rigadier don Isidro Alaix, protegiese la operacion con algunos batalloes, y á don Felipe Ribero siguiese á la llanura con la brigada de su nando.

Cerca de Orduña ocupaban los carlistas el mejor terreno y posicioes, y se propusieron impedir el paso por el camino real á sus contraños, á lo cual se aprestaron resueltos.

No lo estaba menos Espartero en desalojarles de sus puestos esco-idos, y al efecto destacó á dos compañías de cazadores, en tanto que, oniéndose á la cabeza de dos escuadrones de Húsares de la Prin

tengo la seguridad que vd. manifiesta, confio, sin embargo, que la bravura de los Guías reogerá en este dia un nuevo laurel que añadir á los que tan bizarramente ha ganado en esta Horiosa campaña y poder probar ȧ vd. toda la generosidad de que es capaz un enemigo e aprovecha esta ocasion para repetirse de vd. atento y seguro servidor Q. B. S. M. Joauin Elío.

cesa (1), bajaba al paso de trote el resto da la Peña. Espartero, apelando al amor propio de los húsares, hizo despertar en ellos el sentimiento de su propio valer, y poniéndoles en el llano frente á la caballería carlista, ordenó la carga á escape, y á él se lanzaron con sus valientes jefes Elío y Zabala y otros, hasta meterse en el pueblo, sufriendo á quema-ropa el fuego de los parapetados infantes. Pero resueltos á rehabilitar el honor del cuerpo, nada temian ya; se habian propuesto vencer ó morir, y vencieron. Y como si aun no hubieran dado bastantes pruebas de valor, como si no hubieran reparado anteriores faltas, Espartero, que ve que el enemigo se abrigaba en el pueblo de Orduña, se decide á penetrar en él, y lo hace con temeridad sin igual à la cabeza de unos cuantos húsares, mandados por su teniente don Gaspar Rodriguez.

Llegan á la plaza estos bravos, sufren en ella el fuego de medio batallon; pero tienen la suerte de no perder más que un caballo, y desalojan á los carlistas, que corren despavoridos en retirada por la puerta de Bilbao. Al estremo opuesto de la poblacion consiguen las armas liberales no menos ventajosos resultados, pasándoseles algunos enemigos.

El triunfo fué completo, debido principalmente á los húsares, que ostentaron desde entonces en el asta de su estandarte la corbata de San Fernando.

Sin descansar en Orduña regresaron las tropas á sus cantones, y á poco vencedores y vencidos ocupaban las mismas posiciones.

Los carlistas perdieron unos doscientos hombres entre muertos, heridos y prisioneros y seis cajas de guerra. La compañía de cazadores del batallon destinado á contener en Orduña á los liberales, se pasó á éstos; debiéndose á esta circunstancia el desaliento que se introdujo en el batallon y escuadron, que al mando de Arroyo, cubrian á Orduña.

Entre la pérdida que esperimentó Espartero, fué la más sentida la del coronel don Pedro Regalado Elío, asesinado por un prisionero que aun conservaba su fusil; y tanto la deploró Córdova, que para perpetuar su mérito, honrar su memoria y dar á su familia una prueba del aprecio en que le tenian sus compañeros, ordenó á Espartero dispusiese que

(1) Desde la derrota que en Fuenmayor hizo esperimentar Zumalacarregui à los húsares segun manifestamos en el tomo I, página 375, decayó tanto el ánimo de este cuerpo, que era objeto del mayor desprecio en todos los pueblos, llegando á tal punto, que Córdova mandó se retirase al interior por no ser útil en el ejército de operaciones. Al saberlo Espartero, y cuan do se dirigia justamente à operar á la izquierda de la línea, rogó á Córdova le concediera lle var consigo los húsares, y lo consiguió al fin para su gloria y la del cuerpo, porque à ellosse debe el triunfo de Orduña.

su division llevase luto por tres dias, y que mientras durase la campaña, el regimiento de Húsares de la Princesa, á cuyo frente murió, no pasase jamás revista de comisario sin que fuera Elío llamado por su grado, nombre y apellido, para que el primer húsar que formase respondiera en alta voz: Muerto en el campo del honor por la causa de la patria; pero despues de cubrir de gloria á las armas de este regimiento y al ejército del Norte en que servia voluntario. Al mismo tiempo disponia que el dia que Espartero señalase se le hicieran pomposas exequias fúnebres como á brigadier, costeadas por suscricion voluntaria de las planas mayores del arma de caballería del ejército, y se pusiese una lápida sobre su tumba con la inscripcion que los oficiales de húsares acordasen entre sí para honor de su nombre.

Así se hizo todo público en la órden general del ejército, que aplaudió ya á los húsares de la Princesa, desde entonces tan valientes como los demás cuerpos del ejército.

Espartero acantonó sus tropas en Berberana y Espejo, á causa de impedir el temporal nuevos movimientos.

OPERÁCIONES EN EL CENTRO É IZQUIERDA DE LAS LÍNEAS.

XVII.

Eguía trasladó á Ochandiano su cuartel general para observar desde allí á Córdova que se preparaba á atacar, á cuyo efecto dividió sus fuerzas en dos cuerpos que acometerian por Orduña y Murguía; replegándose despues y volviendo á la llanada, quedando solo alguna fuerza en observacion del último punto.

Un ataque general era para Córdova tan deseado como necesario á la situacion militar y política del momento; pero el enemigo, dice, le evitó siempre; y sin su consentimiento, repetia, era locura esperarle; porque no se ha dado ni se dará jamás con éxito un caso en esta guerra, añadia.

El dia 15 reconocia el campo medio atrincherado de Villarreal, detrás de cuyos parapetos se presentaban los carlistas; y no le pareció difícil ni dudosa su conquista; pero sí muy costosa, y el ataque, en su opinion, no ofrecia por entonces ningun objeto ni utilidad, á no hacerse preciso forzar el paso para socorrer á Bilbao, si como presumia era sitiado, en cuyo caso aseguraba al gobierno que le tomaria, bien fuese á viva fuerza ó sorprendiéndole, como hizo con el de Urbizu, y trataba de hacer con el de Guevara.

Al mismo tiempo dispuso aumentar las defensas de Bilbao á Portugalete, y el 16 hizo una falsa demostracion sobre su frente, al que acu

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