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Arlaban á Salinas, próximo él con los cuatro que tenia, á las fuerzas de Córdova acantonadas en Vitoria y pueblos inmediatos, decidido siempre á conservar sus posiciones, y aun å picar la retaguardia de su contrario si pronunciase movimiento, siguiendo á Espartero. Tan acertada fué esta disposicion, que no podia menos de producirle importantes resultados.

El 20 de marzo estableció Eguía su cuartel general en Llodio, donde tomó su tropa el descanso que tanto apetecia y necesitaba despues de la accion del 19. Desde Llodio se trasladó á Arrancudiaga el 23 del mismo, continuando su marcha el 24 para Ochandiano; pero el mal temporal que reinó aquel dia le obligó á detenerse en Ceanuri, donde espidió un bando para estrechar más el ya rigoroso bloqueo en que se tenia á las plazas y puntos fortificados de los liberales, y celebró pomposamente la fiesta de la Encarnacion en su dia 25. El 29 se hallaba con su cuartel en Escoriaza, y segun se habia propuesto, se dispuso á atacar la plaza fortificada de Lequeitio.

En tanto que tenian lugar estos encuentros formidables, no estaban ociosas las columnas de ambos ejércitos que desde los Alduides se estendian hasta cerca de Santander, siguiendo las líneas, y aun las que sediaban á San Sebastian y á Bilbao.

Sabe don Castor de Andechaga el 8 de enero en Sodupe, que unos loscientos cincuenta hombres de los que componian la guarnicion de Valmaseda, se hallaban en Zalla, y con casi igual fuerza marchó á este unto, dejando el resto de reserva en el anterior, á fin de coger entre os dos fuegos al enemigo. Proponíase, no solo batirlos, sino impelirles recolectasen las provisiones que necesitaban, para lo cual habia fectuado aquella salida, con intento de ir á San Juan de Arriba y Gorlejuela.

Más sospechando quizás los de Valmaseda su intento, se dirigieron apoderarse de la cumbre de Pincuergun, situada entre Gordejuela y 'alla, para sostener mejor su retidada. Pero era esta cumbre la posicion legida tambien precisamente por los carlistas, y unos y otros subieron ella por diferentes lados, encontrándose en la eminencia: trábase un hoque que se sostuvo por ambas partes con denuedo hasta la llegada de la reserva carlista, que hizo crítica la situacion de sus contrarios, preisados á ceder el campo con pérdida de hombres y provisiones, que quedaron en poder del vencedor, y unos diez y siete prisioneros, con que salió indemnizada la pequeña pérdida que tambien esperimentaron os de Andechaga.

Al estremo opuesto, el comandante general de Navarra, don Fransco García, participaba desde Estella el 23, que el coronel comandanè del 10. batallon de aquel reino le decia el 20 desde Olagüe, que en

:

aquel dia, la columna liberal de la ribera se habia movido al valle de Aezcoa emprendiendo él su movimiento desde Viscarret, para salir de acuerdo con Echarte y Cordeu, situado el primero en el Espinal, y el segundo en Zunzarren, al encuentro del enemigo. Más no siendo fácil la ejecucion de este plan, emprendió la marcha para Linzuain, adonde lle gó Cordeu, y tomando posiciones, sostuvieron la carga de una parte de la caballería contraria. Flanqueaba en tanto una columna de infantes el ala derecha de los carlistas, cuyos guias tuvieron que retirarse, quedando en posicion, algunas compañías de tiradores que se batieron bizarramente, «deteniendo al enemigo, dice el jefe carlista, por espacio de una hora, sin permitirle avanzar ni un paso; y habiendo estos valientes, continua, concluido sus municiones, quisieron arrojarse sobre e enemigo á la bayoneta, á la voz de viva Cárlos V.; pero se lo impedí al advertir que la columna del ala derecha trataba de cortarles, con lo que me dieron lugar para tomar otras posiciones más ventajosas, verificándolo con las cuatro compañías del 12.o batallon, al mando de su comandante don Aniceto Elao, que llegó á la sazon por haber recibido aviso de antemano.>>

No cejaron, sin embargo, los carlistas, en su empeño de molestar á la columna liberal, y en Cilbeti y otros puntos inmediatos sostuvieron porfiadas escaramuzas que no dejaron de causar alguna pérdida en las filas de la reina, sin que fuese igual la que esperimentaban las de don Cárlos, porque combatian en muchos puntos al abrigo de las defensas con que brindaba el terreno.

Las tropas liberales siguieron su marcha, y las carlistas se retiraron á pernoctar á Eugui, donde se hallaban otras cubriendo la Foz de Urtasum, para impedir que aquellas fuesen cortadas por aquel camino.

Casi al mismo tiempo procuraban impedir en el centro de la línea las incursiones que hacian los enemigos para proporcionarse recursos á conducirlos de uno á otro punto, verificándose choques como los de los altos de Marieta, Azua y Mendijur, sucedidos á poco de las ya referidas acciones de Arlaban: perdiéronse algunas provisiones, y quedaron prisioneros algunos ingleses, que fueron conducidos á Heredia para ser fusilados con arreglo á las órdenes de don Cárlos.

Don Juan Manuel Sarasa, que como comandante general de Vizcaya procuraba estrechar cuanto podia á los bilbainos, iba adelantando su cerco, aunque trabajosamente, por la contínua resistencia de los de la plaza, que impulsados por su ardimiento, y deseosos de libertarse de las vejaciones consiguientes, hacian contínuas salidas, ya á sorprender un puesto avanzado, ya á destruir un punto cualquiera fortificado.

Interesaba mucho á los bilbainos destruir las casas inmediatas a' puente nuevo de Bolueta, é hicieron el 9 de febrero una salida ocupar

do los altos del Morro y Ollargan, adelantándose parte de la fuerza hasta la confluencia de los dos caminos, desde donde tuvieron que retroceder los carlistas, que en vano trataron de oponérseles. Conocia Sarasa que el objeto de los liberales era incendiar las casas contiguas á dicho crucero, en las que se abrigaba la guerrilla permanente, destinada al puente nuevo de Bolueta, y mandó al punto reforzar la gente que allí tenia, al mismo tiempo que mandaba á otra tomar el alto que dominaba á Ollargan, trabándose, de consiguiente, una pequeña escaramuza que terminó con la retirada de los liberales, despues de haber prendido fueho á tres casas, con lo que dieron por conseguido su principal objeto.

Al dia siguiente hizo tambien otra salida la guarnicion de Bilbao, con el fin de reforzar los puntos avanzados, trabándose igualmente otra escaramuza casi en los mismos sitios que el dia anterior; pero sin que en una ni en otra fuese considerable la pérdida de ambos combatientes.

San Sebastian no se veia menos molestado que Bilbao, y en el mismo dia 10 hizo la guarnicion guiada por don Fermin Iriarte una salida tan impetuosa, que desconcertó la línea, infundiendo el espanto y el terror (1) en el primer batallon de Guipúzcoa que les hacia frente. Atacó al convento de San Bartolomé, molino de viento y caserío de Lugariz. Protegia este movimiento la artillería del castillo, de la muralla, y la de un bergantin y cuatro lanchas cañoneras desde la concha. La resistencia de los carlistas fué heróica: en todos partes se cruzaron las bayonetas, y en buen órden se retiraron hasta la arboleda y caserío de Cachola, donde se hicieron firmes. El oportuno auxilio que prestó el comandante general, aunque de soldados bisoños, y algunos, como los del 6.o de Guipuzcoa, armados con palos, reanimó á los que huian, quienes trataron de vengar su derrota, batiéndose como leones contra los de la plaza, que tornaron á la misma, escepto los que ocuparon San Bartolomé, habiendo producido y esperimentado bastantes bajas, y entre estas las sensibles de algunos oficiales, cuyo arrojo les costó la vida. Duró el combate unas seis horas, y fueron incendiados varios caseríos.

En otros puntos donde no habia que tomar la defensiva, tomábase por unos y otros la ofensiva, haciéndolo así en Navarra su comandante general don Francisco García, que sin bastantes fuerzas para provocar á las que ocupaban aquella parte de la línea, acechaba de contínuo los movimientos de pequeñas columnas ó de partidas que convoyaban provisiones, y les salia al encuentro, haciéndolo con buen éxito,el 19 cerca de Puente la Reina, donde casi á la vista de su guarnicion se apoderó

(1) Son palabras del mismo parte del jefe carlista Sagastibelza.

de sesenta y dos cargas de trigo y harina, que tuvieron que abandonar los que las custodiaban por salvar las demás y salvarse.

Don Pablo Sanz, y otros en la misma provincia, hacian de cuando en cuando iguales embestidas con más o menos fortuna; sin embargo de que, por sus buenas confidencias, salian por lo general á golpe seguro, y aprovechando especialmente la marcha de Córdova á Vitoria, cuyo suceso les proporcionó conseguir algunas ventajas sobre las guarniciones de algunos puntos, y especialmente sobre el batallon de Africa el 4 de marzo á las inmediaciones de Linzuain. Verificóse dias despues casi en este mismo sitio un encuentro con los argelinos, harto sangriento por el rigor con que unos y otros trataron á los prisioneros, que fueron degollados ó fusilados. Los carlistas alegaban para su crueldad la condicion de estranjeros y voluntarios, y estos la necesidad de las represalias. No daban así cuartel unos ni otros, llegando el caso de hacer los voluntarios por la reina, llamados peseteros, algunos prisioneros, y entregarlos á los franceses que los inmolaron en seguida.

Molestaba demasiado á los carlistas la línea en esta parte, y si bien el mal tiempo les impedia efectuar las operaciones que les hubieran proporcionado romperla por algun punto, procurábanlo á pesar del estado del terreno, más no lo conseguian, sino momentáneamente, y algu

na vez.

SITIO Y TOMA DE LEQUEITIO,

XX.

Tiempo hacia que el general en jefe del ejército carlista revol via en su mente el pensamiento de apoderarse de Lequeitio, y á este fin hacia el comandante general de ingenieros los estudios y trabajos necesarios. Eguía, que acechaba una ocasion propicia, aprovechó el movimiento de Córdova hácia Navarra, y con los batallones de la division castellana, marchó el 7 por Vergara y Elgoibar, donde estaba reunido el pequeño tren y parque de artillería, y pernoctando en Motrico, fué por Ondarroa á Mendaza, y se presentó el 10 delante de la villa, cuya posesion apetecia.

Los montes Lumencha y Otoño, al perder sus faldas en el borrascoso mar de Cantabria, forman una pequeña abertura, en cuyo seno está situada la alegre villa de Lequeitio, casi á igual distancia marítima de San Sebastian y de Bilbao, y separada de esta última, por tierra, nueve leguas. Su vecindario era de cerca de quinientos vecinos. Sus casas, de sólida construccion, están bañadas hacia el Norte por las olas del mar, y al Oeste por un riachuelo. En el estremo E. del pueblo hay un pequeño

puerto artificial para buques de poco porte. En medio de la ensenada está a isla de San Nicolás,-núm. 1 del plano,-y el puente de Isunza,-núnero 2,―de fuerte y atrevida estructura, único paso de comunicacion que por aquella parte tiene Lequeitio: en todas las demás avenidas no hay más que veredas dificultosas, aun para la gente de á pié, y hasta el camino le Isparter, que es el menos malo de cuantos concurren á este pueblo, está abierto á pico sobre un terreno tan desigual y pendiente, que asusta al forastero que por primera vez le practica. Solo los atrevidos é industriosos naturales pudieran conseguir hacer rodar por aquellos vericuetos sus carretas tiradas por amaestrados bueyes. Por la parte del Sur, y tocando al pueblo, se eleva una colina llamada el Calvario,-núm. 3,- de forma cónica, y cuya cúspide domina todas las avenidas del pueblo, escepto la cumbre del Lumencha, que es superior á aquella; pero es al mismo tiempo inaccesible por todas partes.

Con esta exacta idea de la topografía de Lequeitio, se comprende el estado de defensa en que se encontraba en la época á que nos referimos. En la cúspide de la citada colina habia un castillo que barria todas las avenidas del pueblo, incluso el puente, y hasta podia hacer fuego al mar por encima de la poblacion: sin que dicho fuerte pudiese al parecer ser batido, porque en ningun punto conveniente podia establecerse artillería, ya por la naturaleza del terreno, ya por los fuegos de las baterías. La isla de San Nicolás estaba fortificada con varias obras y cañones, y hacian imposible su asalto el mar que la rodeaba y la estructura de los peñascos que la servian de base: no tenia más acceso que unos malos y desiguales escalones, por la parte que mira al pueblo, en cuyos angostos y desiguales peldaños apenas cabia inseguro el pié de un hombre: y esta senda, además, se hallaba espuesta al fuego rasante de una batería construida á muy corta distancia en la punta E. del pueblo. Este se hallaba tambien competentemente aspillerado: en su puerto habia siempre algunas trincaduras de guerra, y los vapores tocaban y comunicaban diariamente con la plaza. Era esta, pues, inespugnable en tal estado, contando á la sazon con abundantes provisiones de boca y guerra, con diez y nueve piezas de artillería, material y unos mil hombres de guarnicion.

Importábale á Eguía colocar alguna pieza en el empinado Lumencha; pero lo juzgaban imposible los ingenieros, y llamando entonces el general á unos paisanos, les dijo el parecer de sus oficiales facultativos, y escitó el amor propio de aquellos labriegos de tal manera, que se comprometieron á conducir y colocar con el mayor sigilo y en una noche, artillería en el sitio deseado por Eguía, y así lo cumplieron con asombro, no solo de los carlistas, sino de los defensores de Lequeitio, que juzgaban imposible tal operacion, y cuyos fuegos eran terribles para la villa.

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