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A pesar de las contrariedades del terreno y del temporal, y del fuego de artillería que la plaza hacia contra los emplazamientos de los carlistas, así como la de algunos vapores que por la espalda del monte Lumencha pasaban á San Sebastian y Bilbao, principiaron el 11 los trabajos de las baterías sitiadoras, que se continuaron de noche, ayudados por un batallon de la division castellana. Los cuerpos de ésta se habian dividido en esta forma: en la derecha tres batallones con el comandante general Gomez y de jefe de estado mayor don Cárlos Vargas. En la iz quierda el resto de la division se hallaba á las órdenes de su segundo comandante general Guibelalde, con el primer ayudante del estado mayor general, Castells.

Al claro y sereno amanecer del 12 de abril, el cuerpo de artillería habia establecido cinco piezas de grueso calibre, un obús y un mortero, - núm. 4-que de diez á once de la mañana rompió su fuego contra las baterías del Calvario. Sorprendente fué su acierto: cada disparo aumentaba en las tropas preparadas al asalto en la alameda del palacio de Adan el afan de darle, como lo ejecutaron con heróica decision, asombrándose el mismo Eguía al ver trepar con el fusil á la espalda por aquellos vericuetos al segundo de Castilla con su coronel Castillo á la cabeza y á su lado Nogueruela. A las tres de la tarde ya estaba conquistada aquella fortaleza, que por su posicion, debia creerse inaccesible é inespugnable.

Conseguida esta ventaja se volvieron las piezas contra la villa, cuya guarnicion veia lo infructuoso de sus esfuerzos y el regocijo de los carlistas por la seguridad que tenian en el resultado de su empresa; y en medio del estruendo del cañon, del silbido de las balas, y de la griteria general, espectáculo imponente, que solo puede concebirse presenciándole, descendieron los carlistas del castillo, al mismo tiempo que el general en jefe avanzaba por el arenal con otras tropas, y el pueblo fué tomado por asalto en breve tiempo. La guarnicion de la isla capituló al momento, y las tropas de don Cárlos se hicieron dueñas de todo, y de ochocientos hombres; concediendo generosamente á los que no capitularon la consideracion de prisioneros.

Eguía, recorriendo en seguida las calles, contuvo el saqueo comenzado. Restableció el ayuntamiento anterior á la ocupacion de la villa por los liberales, publicó un bando para que se presentasen las armas y efectos de todas clases que pudieran tener los vecinos pertenecientes á la guarnicion y á dependencias públicas, y exigió listas nominales de los urbanos y urbanas (1), con espresion del destino de los ausentes, y dispuso la presentacion de los que se hallasen en el pueblo.

(1) Las urbanas, como casi todos los más comprometidos, marcharon à San Sebastian, es epto unas trece á quienes Eguía exigió 320 rs. para gastos de guerra.

Eguía calculó la pérdida de su fuerza en setenta hombres; pero recibió incremento, pues que los destacamentos de artillería, zapadores y del provincial que se hallaba en la isla, pidieron servir en las filas de don Cárlos y les fué concedido, siendo destinados al servicio de sus respectivas armas, marchando la guarnicion de la plaza en número de seiscientos al depósito de Lazcano.

La adquisicion de Lequeitio coronó la serie de conquistas que para su reputacion y gloria del ejército consiguió Eguía, su jefe. Guetaria, Valmaseda, Mercadillo, Plencia, y Lequeitio, eran otras tantas adquisiciones de importancia, no solo por sí mismas, sino por las armas, municiones y víveres que contenian, y los soldados que dieron á las filas de don Carlos, amenguando tanto las de la reina.

Córdova no se consideró responsable de todas estas pérdidas. No aceptó la de Lequeitio por las repetidas y enérgicas órdenes que habia dado para su evacuacion, que consentida por el gobierno, no pudo realizarse á causa del temporal horrible que interrumpió la navegacion de las costas.

En cuanto á Valmaseda y Plencia, dice que para culparle era preciso probar que el objeto que le llevó al otro estremo de la línea, no era grande, urgente é indispensable, cuando el gobierno, la prensa y el público clamaban porque se asegurasen los valles, y no podian ser estos asegurados sino por la línea comenzada; que dejó en Alava pocas fuerzas para atender á la proteccion del centro é izquierda de la línea, y ya se vió que no hubo semejante imprevision, atendiendo al número de tropas que dejó; y que no hubo en él descuido en socorrer los puntos atacados, cuando se vió que la primera noticia que de ellos recibió fué su pérdida, porque se rindieron tan pronto, que ni los generales Evans y Espartero que se hallaban más inmediatos, tuvieron tiempo para auxiliarlos.

No puede, en efecto, culparse á Córdova de la pérdida de estos puntos, ni culparemos tampoco á los generales referidos, porque no era empresa tan fácil ir en su ayuda y creer, como se creia entonces, que bascaba á un general el querer batir al enemigo: seria una candidez como a de los que en aquel tiempo veían y manejaban la guerra desde Madrid.

Así lo demuestra Córdova, sin embargo de que pudo haber añadido nucho más á este párrafo de sus Memorias.

«Los generales que estaban cerca de estos puntos, no eran responsales de su pérdida, porque ni ellos tuvieron noticias suficientes, lo cual sucede siempre á todos en esta malhadada guerra, ni el rigor de la estation, ni la desventaja de las circunstancias generales, podian oponer mavores obstáculos á una operacion que habia de ser rápida y era en esremo difícil y peligrosa. Además, es claro que habiéndose rendido al

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instante Valmaseda, hizo imposible su socorro. Plencia tampoco dió lugar á ello por su corta defensa, y de todos modos, las tentativas encami nadas á socorrer este punto, hubieran traido un evidente aumento de males, sin fundada esperanza de evitar su pérdida; y era mucho lo que se habria arriesgado por salvar una parte harto pequeña. Desde que cambió la guerra de escala y carácter, desde que el ínterior del país dejó de ser transitable por la pérdida de los veinte y tantos pueblos fortificados que le guarnecian, quedó el ejército en la imposibilidad de socorrer los puntos de la costa, y debieron estos ser abandonados si sus defensas propias y los socorros que pudiere llevarles la escuadra no bastaban á salvarlos, como á San Sebastian, ó si su grande importancia material, moral ó política no justificaba una escepcion como la que á costa de los mayores esfuerzos, peligros y sacrificios se ha hecho en favor de Bilbao, cuya heroicidad ha sido, á más de su preponderancia local, un nue vo título, el más sagrado sin duda, para que tantas veces se haya estado jugando la causa pública sobre sus débiles muros. ¿Quién podrá calcu lar lo que al ejército, á sus generales y al gobierno ha costado el sostener aquella plaza contra todos los principios del arte, ora se apliquen á la situacion del ejército que habia de socorrerla, ora al país por donde tenia éste que hacerlo, ora en fin, á las circunstancias topográficas de un punto á todas luces indefensible, de un punto que los franceses, con tantas ventajas materiales como nos llevaban, no quisieron ocupar nunca y tuvieron siempre por infortificable en la guerra de la independencia, á pesar de que Mina nunca tuvo diez mil hombres ni más de dos malas piezas de artillería? Bilbao ha sido un objeto de constante ocupacion y zozobra para al ejército, de incesante y esclavizadora vigilancia para sus generales.

>> Nunca le perdió de vista el enemigo en sus operaciones; siempre consiguió con este medio perturbar la marcha de las mias, ya obligandome á volar á la defensa de ese punto, si le amenazaba sériamente, ya sujetándome con meras demostraciones á movimientos correlativos que no podia emprender sin perjuicio de las demás empresas; demostraciones que no me era lícito despreciar nunca, pues á cada momento podian, descuidándome yo, convertirse en asedio formal. Bilbao en fin, fué para mí un grillete mientras mandé el ejército; la publicacion de mi correspondencia puede solo manifestar hasta qué punto su conservacion ha de ser un título de gloria para el ejército y sus generales; donde quiera que militares inteligentes y juiciosos, examinen las dificultades, y apre cien los esfuerzos que de ellas triunfaron.»>

PENURIA DEL EJÉRCITO.

XXI.

A la comunicacion de Córdova, que presentamos en el documento número 45, se le contestó que estaba S. M. muy lejos de recibir la dimision que hacia, porque teniendo el gobierno en él la más ilimitada confianza, como habia procurado manifestárselo, y habiendo tomado la guerra un aspecto más favorable que nunca, de esperar era quisiera concluir una

ampaña tan hábilmente concebida y comenzada con tan buen éxito, y uando todo, al modo de referirlo la real órden, se presentaba con los nás lisonjeros auspicios. Se le manifestaba que, dejando el mando, la naledicencia le juzgaria de una manera poco favorable á la causa de la eina y de la patria; por todo lo que no se podia admitir su dimision, iendo la esplícita y terminante voluntad de la reina gobernadora conluyese la grande obra de pacificar las provincias Vascongadas.

Por lisonjera que fuese á Córdova esta comunicacion, en nada aliviaa su situacion agravada en medio de sus apuros, por un parte del baon Das Antas, manifestándole la escasez en que se veia para atender á as tropas de su brigada. Córdova, á pesar de hallarse exhaustas las caas, envió una comision para suministrar raciones de toda especie á los ortugueses, y facultó á Ezpeleta para girar á su cargo 200,000 reales, ue no pudo realizar por falta de tomador.

Córdova se quejaba de que no tenia dinero cuando los carlistas pagaan á sus tropas, y ofrecian pagar en adelante á los pueblos sus sumiistros (1), gratificando á los desertores, con lo que así se aumentaba desercion en las filas del ejército.

Añadíase á estos males el apuro en que se encontraba San Sebastian, se hacian cada vez más necesarios y urgentes auxilios pecuniarios, n los que eran inútiles todos los demás esfuerzos. Córdova declaraba ue aquella situacion no podia prolongarse sin peligro de la causa púlica, y lo decia para cumplir su más sagrado deber y salvar la responsailidad inmensa que sobre él pesaria si no lo manifestara.

Y sin embargo, cuando tanta era la penuria del ejército, y el estado arecia de recursos, proponia grados y ascensos, injustificados los más, eniendo en nada los apuros del erario, el porvenir de la nacion y aun os fueros de la justicia (2).

(1) Contribuyó poderosamente al aumento de los recursos con que contaban los carlistas la sposicion del gobierno de Francia, fecha 26 de marzo, derogando la de 3 de julio del io 1835 que prohibia el tráfico entre aquel país y los carlistas, aun de los articulos que no esen de guerra. Esta providencia hirió mortalmente el sistema de Córdova, que era el de bloear por todas partes á los carlistas, y reducir sus recursos, y los proporcionó víveres y diero, porque restablecieron las aduanas, que administraban para el comercio con el vecino ino.

(2) Entre los muchos documentos que podríamos citar, lo hacemos solo del siguiente que ra original en nuestro poder.

>>>Ministerio de la Guerra.-Excmo. señor: Considerando S. M. la reina gobernadora las reamaciones que podrian originarse en el arma de caballería y en los cuerpos de la Guardia cal de la misma, si fuese promovido à comandante de lanceros de esta última el que lo es del gimiento del Rey, 1.o de ligeros don Juan de la Pezuela, cuyo jefe principió à servir de capia por real despacho de 14 de diciembre de 1829, y estando de otra parte persuadida de que r distinguido que sea su mérito, no habrá oficial alguno á quien no resienta el ascenso de

:

La insubordinacion que habia tenido lugar en algunos puntos, la desercion y el disgusto de las tropas á vista de tan sombrío porvenir, eran presagio funesto de una inmensa catástrofe. A todo esto, ofrecia el gobierno muchos millones y remitia muy pocos, habiendo dejado de librar once millones y medio del importe del presupuesto del mes de marzo, no estando mejor atendidos los demás, y las obligaciones no incluidas en el mismo.

Sin medios y con tantas privaciones, consideraba el general enjefe inútil pensar en operaciones militares. Solo por necesidad, y como recurso para no tener al ejército en una inaccion perjudicial, concertó con Lacy Evans marchase á Bilbao y operase sobre la costa, llevando consigo el batallon de chapelgorris. Con este refuerzo y los quintos que llegaron á la costa, se aumentarian las fuerzas españolas allí disponibles, se asegurarian aquellos puntos, y se ocuparian los de Hernani, Oyarzun, Fuenterrabía é Irun, y en su apoyo obraria una fuerza respetable, que se habia de dar la mano con la que operase por Cinco Villas y por el camino real de Francia. Se obligaria de este modo á los carlistas á distraer su atencion y su fuerza, aunque temia Córdova que, cuando estuvieran reunidas las necesarias al efecto, habria de lucharse luego con las escaseces, la dificultad de comunicaciones y la falta de acierto ó de concierto en las operaciones.

Las fuerzas que salieron de Portugalete al mando de Clavería para proteger la evacuacion de Lequeitio llegaron tarde, y se frustró este objeto y el de quemar las lanchas de la costa, clavando únicamente la artillería que los carlistas guardaban delante del castillo de Guetaria.

Casi al mismo tiempo dos regimientos de la guarnicion de Bilbao se insurreccionan, y ponen en evidencia de una manera grave y alarmante el estado de indisciplina que amenazaba, reproduciéndose estos sucesos en varios puntos, y teniendo todos por causa la miseria estrema que sufrian (1).

que se trata, mucho más no recayendo como no recae sobre una accion reciente y determinada de guerra de las muchas que ocurren diariamente en la penosa campaña que están haciendo los ejércitos de su mando; se ha dignado resolver S. M. en bien del servicio y au del mismo interesado, que quede por ahora sin curso la propuesta de V. E. de 1.o de enero último, reservándose S. M. premiar los servicios que no duda continuará prestando Pezuela, con la largueza y munificencia que lo ha hecho hasta el dia. De real órden lo digo á V. E. para su in eligencia y gobierno. Dios guarde à V. E. muchos años. Madrid 24 de febrero de 1836.-Almodovar.-Señor general en jefe de los ejércitos de operaciones del Norte y de reserva.»> (1) Al margen de una comunicacion oficial puso Córdova de su letra:

<<Tengo entendido que la disciplina del Provincial de Segovia da motivos de afiiccion y es cándalo al país y de afrenta al ejército y así es indispensable que se restablezca cualquiera que sea la severidad, prontitud y energía, à las medidas que sea preciso adoptar para restablecerlas á toda costa y estos deben empezar por los jefes y oficiales que son los verdaderamente

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