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A mediados de abril salen los ingleses de Vitoria para San Sebastian, á donde llegan el 22 guiados por Lacy Evans, que se prepara á combatir las líneas que asediaban á la plaza..

ENCUENTRO EN MIÑANO MAYOR.

XXII.

El 10 de abril marchó O'Donnell con una pequeña division á Miñano, punto el más avanzado sobre el camino de Villarreal de Alava, donde se hallaba el general Villarreal teniendo á sus órdenes seis batallones y un escuadron; estando el primer batallon de Alava acantonado en Urrunaga, media legua avanzando hácia Vitoria.

Allí permaneció algunos dias, hasta que á las tres de la tarde del 16 salió Villarreal con su escolta de caballería, algunos ayudantes y el brigadier Sopelana, y dirigióse hácia Miñano sin intencion hostil. Al llegar á Luco hicieron alto, y al observarlo O'Donnell destacó dos compañías frente á los carlistas. Villarreal con solo dos ayudantes, marchó á¡reconocer el flanco izquierdo, y al llegar á Arroyabe advirtió que Sopelana hizo avanzar una compañía de cazadores, que hacia el ejercicio, y la colocó en medio del llano frente á la fuerza liberal.

O'Donnell aprovechando el imprudente arrojo de su contrario cargó con éxito, causándole seis muertos y diez prisioneros incluso el capitan de la compañía; y hubiera sido derrotada completamente, si al ver Villarreal su peligro, no retrocediera al instante, y con su presencia y esfuerzos salvara el resto de la compañía.

A los tiros que resultaron de este choque, corrieron á las armas las fuerzas liberales de los cantones inmediatos, y Villarreal mandó avanzar al 4.o batallon de Alava, por ser el más próximo. O'Donnell desplega en apoyo del escuadron que tenia en el campo algunas compañías de Gerona, y acomete á los carlistas sosteniendo en dos columnas cerradas la derecha y el centro que cubrian el pueblo, protegiendo y apoyando la izquierda con la caballería, en oposicion de la carlista que apoyaba su derecha.

responsables de una relajacion que no ha podido introducirse en aquel bizarro cuerpo, compuesto de castellanos dóciles y sumisos, sino por la contemplacion, debilidad y falta de aptitud y verdadero pundonor de aquellos. Repito que este debe ser un objeto de su más privilegiada atencion y estensivo á todos los cuerpos que le reclamen, en el concepto que jamás culparé su rigor y severidad en la materia, y que antes al contrario, la falta de estas cualidades para contener los males consiguientes á la indisciplina de las tropas oscureceria en concepto mio, todos los titulos y derechos que le adquiriesen servicios de todo género é importancia.»

Trabada la accion, sosteníase bien por ambas partes sin decidirse por ninguna. Los liberales embestian y los carlistas no perdian un palmo de terreno, aunque se les causaba bastantes heridos. Cree O'Donnell ver aumentarse su enemigo, y temiendo sin duda el resultado, quiere decidirle y se resuelve á tomar la ofensiva con más empeño. Manda cargar á su caballería, y que, arrollado que hubiese á la contraria, envolviese por su derecha á la infantería que quedaria de esta manera sin apoyo, en cuyo caso se arrojaria él al mismo tiempo con la infantería, y á la bayoneta, sobre los carlistas del frente. Más no consigue su objeto por la disposicion del comandante Ugarte de colocar los reclutas en la cima de un cerro inmediato, desde donde pudieron hacer un sostenido fuego contra la caballería.

Ambas huestes tuvieron que lamentar alguna pérdida.

Córdova llegó con sus ayundantes al final de esta pequeña accion para recomendar á O'Donnell.

Tambien el parte carlista recomendaba al jefe de su bando, porque habia sabido sostener una accion de tres horas de un vivo fuego con reclutas.

Al dia siguiente presentó Villarreal la batalla en el mismo sitio, desplegando sus guerrillas, y no fué aceptada.

En el mismo dia de la accion citada se batió Clavería en la ria de Bilbao con los carlistas, que trataban sin duda de impedirle su regreso á la plaza; pero auxiliado por la marina inglesa, que hostilizó por primera vez á los defensores de don Cárlos, frustró su intento.

MOVIMIENTOS DE CÓRDOVA.-ACCION DE ORRANTIA.

XXIII.

Lo próximas que ya estaban las líneas de ambos ejércitos, hacian casi cotidianas las escaramuzas en los cantones avanzados, y se generalizaban sin resultado notable para el triunfo de ninguna de las dos causas que simbolizaban.

Córdova practica el 20 un reconocimiento sobre el pueblo y campo de Villarreal, y sin gran resistencia abandonan los carlistas los puntos de Urbina y Monte-Gojain, estando próximos á verse envueltos por una columna que el jefe liberal dirigió por su derecha. Desde las líneas de retaguardia foguean los carlistas el cuartel general de Córdova y algu nas compañías con que avanzó á reconocerlos, y sin dar importancia á este ataque, prohibe contestarle, limitándose á mandar arrojarles algunas granadas y balas para reconocer el alcance de la artillería. Con el designio y esperanza de hacer atacar su retaguardia al deshacerse el

novimiento, maniobra para volver luego sobre ellos, y seguir mezclados asta sus parapetos; pero no los desempara el carlista, y frustra así el olan de su contrario.

Las fuerzas de éste atraen á Eguía á aquel sitio en auxilio de los que eguardan; más vuelven otra vez á Vizcaya al saber que Ezpeleta, que cubria el valle de Mena, ocupaba á Valmaseda, á donde se proponia diigir la artillería necesaria para su defensa.

Córdova reconoce en tanto el camino de Francia, y al salir el 25 con oda la fuerza disponible para Murguía, receloso de que los carlistas, de cuya situacion y movimientos nada habia podido saber, marchasen sobre Bilbao ó Valmaseda, tiene que suspender su movimiento para recibir á la brigada portuguesa que llega á Vitoria. Dura solo un dia la suspension, y al siguiente, estando ya las tropas en marcha, llega un ayudante á participarle la accion de Orrantia y hallarse herido el general Ezpeleta. Siendo más perentorio entonces su movimiento, le sigue y llega á Murguía con diez y nueve batallones, que no pueden moverse durante ocho dias por el terrible temporal de contínuas nieves. Hasta los víveres se consumen en aquella forzosa inaccion, y para conducir un convoy de ellos, con dificultad, tienen que custodiarle desde Vitoria los portugueses, cubiertos en su marcha por las tropas de Córdova.

Al saber que Eguía reconcentra sus fuerzas en la carretera de Amurrio, presume amenaza á Bilbao, y resuelto á oponerse á su intento, aun con menor fuerza, manda á Vigo, que reemplazó á Ezpeleta, se sitúe en Villalba de Losa para asegurarse el regreso por la Peña de Orduña.

Pero el tiempo es el principal enemigo con que tiene que luchar: arrecian las aguas y nieves; algunos caminos se destruyen; los rios salen de madre; los arroyos se convierten en torrentes, y la segunda division liberal pierde algunos hombres y caballerías al pasarlos. Es imposible seguir, y uno y otro ejército esperan en sus posiciones el término de aquel temporal, que dura hasta mayo.

Mendez Vigo, que reemplazó á Das Antas en la izquierda de la línea, recibió órden de colocarse con sus tropas en la inmediacion de Valmaseda, evacuada por los carlistas, y que se procuró volver á fortificar con toda la solidez posible, para cuyo fin se conducia á la poblacion alguua artillería.

Estorbaba á los carlistas la fortificacion de este punto, y para impedirla se dirigió Eguía con fuerzas considerables, y pernoctó el 24 en Oquendo con la division castellana y una brigada de guipuzcoanos mandados por Iturriza. En esta disposicion se lanzó el 25 sobre los cantones de Orrantia y Antoñana, que cubria parte de la division Mendez Vigo.

Noticioso Ezpeleta de este movimiento, avanzó desde Valmaseda con la brigada Peon; hizo frente á la impetuosa marcha de los carlistas, y se

trabó un combate sostenido por ambas partes con porfiado empeño y bizarría. Eran inferiores las fuerzas liberales; pero suplia al número el ardimiento; y durante ocho horas hicieron prodigios de valor, y hubo batallon de la Guardia que en menos de seis minutos tuvo de baja ciento seis hombres entre muertos y heridos. ¡Lástima grande tuviese que estrellarse tanto heroismo contra españoles!

Tambien fué herido Ezpeleta, y se retiró al Berron; más hecha la primera cura, montó á caballo y volvió al combate, hasta que le puso término emprendiendo la retirada.

La caballería liberal, conducida por el brigadier Albuin, el Manco de la guerra de la independencia, terror de los franceses, dió tres cargas admirables, que salvaron á una division en gran peligro, y asombraron á los mismos carlistas, que tuvieron necesidad de presentar un batallon vizcaino á contener tan valiente arrojo por el frente, y Andechaga con otras fuerzas á oponerse por el flanco izquierdo.

Cuando Ezpeleta ordenó la retirada, sobrevino una lluvia tan copiosa, que avanzando los carlistas tras de sus contrarios, entraron unos y otros en el Berron sin distinguirse, y unos y otros pernoctaron en parte en aquel pequeño pueblo. El temporal no permitia precauciones ni recelos, y cuando se oyó el toque de órden general, presentóse á recibirla un comandante liberal en casa del cura donde estaban alojados la plana y estado mayor de la division castellana carlista, quedando prisionero.

Liberales y carlistas se apercibieron de la vecindad en que se hallaban, y á la débil luz del crepúsculo del nuevo dia 26 empezaron á tirotearse en las calles y desde las casas.

Dicen los carlistas que tomaron posiciones y presentaron la batalla, que no quisieron aceptar los liberales; y añaden éstos, que deseando i Ezpeleta, aunque herido, restablecer su superioridad, colocó sus tropas en disposicion de brindar á los carlistas con el combate, que dirigió Mendez Vigo, en quien habia resignado el mando, y que su desenlace fué ponerá los enemigos en la precision de emprender un movimiente retrógrado.

A la vista de tal contradiccion, y á no tener otros datos, no seria fácil deducir la verdad. Cada uno cree haber retado á su contrario á un combate no aceptado; pero si tenemos en cuenta la anterior retirada de los liberales, su menor número, el desaliento que siempre infunde la herida, aunque leve, del jefe, añadida á las pérdidas del dia anterior, y sobre todo la derrota sufrida (1), no es fácil convenir en que fueran és

(1) La siguiente notabilisima carta, interceptada por los carlistas, es una de las pruebas en que se apoya nuestro juicio: no puede ser más competente la persona que la firma, ni más esplícito su contenido.

"A don Ignacio Martin Diez, del comercio de Aranda de Duero.-Señor don Ignacio Diez.→

os los provocadores. Lo fueron por consiguiente los carlistas, pero dese posiciones demasiado ventajosas para ser en ellas atacados, y que nás que desear el combate parecian temerle.

Mendez Vigo marchó á cubrir el valle de Losa, protegiendo el fuerde Villalba, cuyas incompletas fortificaciones deseaba destruir guía.

El movimiento de Vigo era arriesgado y se necesitaba sostenerle, or lo que, sobreponiéndose Ezpeleta á sus padecimientos, reunió en almaseda todas las fuerzas posibles.

Mucho interesaban á Eguía las operaciones en que estaba; pero sa

randa.-Nava 3 de mayo de 1836.-Mi estimado amigo: creo tendrá vd. noticia de la batalla, ó ara hablar mejor, del tiroteo que tuvimos el 25 sobre Orrantia. Cuando yo llegué al campo ya staba nuestra infantería más acà de este pueblo: me mandó Mendez Vigo cargase un capitan on cuarenta caballos á unas guerrillas que con intrepidez cargaban á las nuestras: en efecto, y la órden, arengo á los valientes del 3.o de línea, cargan, se retiran los enemigos; pero la ravura de éstos carga á los facciosos, que en gran número estaban parapetados en una altura, s hacen salir de allí, corren precipitadamente por aquellas breñas, y nuestros valientes no eden con sus caballos bajar por aquellos precipicios: yo me mataba porque fuese allí infanría á proteger mi caballeria; pero no fué posible, y así me hirieron cuatro oficiales y una orcion de caballos muertos y heridos; en la segunda carga ya iba yo sosteniendo otros cuaenta caballos que cargaron con ardor del 3.o de ligeros; pero en un terreno donde no se podia rgar á cuatro de frente: en esta me hirieron dos oficiales y otra porcion de caballos muertos heridos; vamos á la tercera carga, donde yo iba á la cabeza; se me presentó la caballería en imero de unos cien caballos, todos merinos y vestidos de colorado: la cargo con unos setenta ios, huyen como acostumbran; pero á mí no me la hubieran pegado; más me lo mandaron y ve que obedecer, se soslayaron sobre su derecha segun iban á todo escape, y me encuentro o que yo habia previsto y dicho), con cerca de tres batallones formados en columna cerrada, e empiezan un fuego sobre mi por compañías, que parecia un volcan que vomitaba la uerte; hube de retirarme con alguna ventaja, pues aunque yo tuve bastantes caballos muertos más heridos, libré que cogiesen un batallon de la Guardia que no podia escaparse por ser res frias: para esto allí saqué tres balazos, uno en el capote, otro en la silla y otro en la espalizquierda, que me hizo sangre sin rompèrme la casaca: es una fuerte contusion algo más ue las de otros que han hecho cama y tanto se han quejado; yo he seguido, y estuve el 26 mbien en otro tiroteo de todo el dia: dicen que han puesto en el parte que el coronel jefe de plana mayor fué el que cargó à la cabeza de la caballería, no lo creo ni puede ser que ese ombre se espusiese à que yo le dejara por embustero: lo cierto es que si todas las batallas ue han dado en estos ejércitos del Norte, han sido como estas que yo he visto, vamos quedano poco lucidos. El campo quedó por ellos: nuestros tropas no avanzaron nada; solo quien se ortó fué la caballería: de cien caballos, sesenta y uno muertos y heridos, nueve oficiales tamen heridos con una porcion de sargentos y soldados: luego dirán que ha sido un dia de gloa para las tropas de la reina; no lo crean vds., que no han hecho más que retirarse. Donde yo la carga no podíamos ir más que dos de frente, con que vds. pueden figurarse que terrenito eria; creo que no tratan más que de acobardar la caballería ó perderla; no saben hacer el uso he corresponde de esta benemérita arma. El pobre Abedillo pagó por todos por imprudencia e los que al anochecer se metieron en el Berron y se encontró de pronto con Vinuesa y otros erinos que estaban á la puerta de mi patron, le dieron el quién vive y lo cogieron con dos solados. ¡Infeliz, que ya tenia pedido su retiro! Por Arciniega me ha dicho uno que iba envuelto n una manta. Mis afectos à su familia como á todos los buenos amigos; y vd. cuente con el caño de su Saturnino Albuin.

>>Hace un frio más que en lo rigoroso del invierno: á Marco le mataron el caballo.»>

TOMO II.

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