Imágenes de páginas
PDF
EPUB

bedor del movimiento de Córdova á Murguía, ve que podia hallarse entre dos contrarios y peligrar. Para evitarlo, marchó aquelia misma tarde á Arciniega, á donde llegó á las dos de la madrugada del 27, á pesar de mal estado de los caminos. Al medio dia siguió á Amurrio; y aquí y er Luyando acantonó sus tropas, libres ya del penoso cuidado de verse detenidas por Córdova.

La inaccion á que este se vió obligado, como ya hemos dicho, favore. ció á los carlistas, prometiéndoles el descanso de que tanto necesitaban.

En este intervalo reemplazó el brigadier Elío al general Mazarrasa en el cargo de jefe interino del estado mayor general del ejército de don Cárlos.

Unos ochocientos hombres entre muertos y heridos perdieron ambas huestes en la accion que hemos descrito, llevando la peor parte los liberales, sin embargo de la inteligencia que, segun algunos, presidió á las disposiciones y del heroismo con que se batieron.

Distinguiéronse notablemente entre los carlistas, Gomez, Guibelalde, Arroyo, Santocildes, Villalobos, don Basilio García, Vargas, y otros.

OPERACIONES DEL EJÉRCITO DEL NORTE.

XXIV.

Al terminar el mes de abril, la situacion del ejército liberal del Norte, no era más lisonjera que en los anteriores. El lastimoso abandono en que se le tenia, producia graves consecuencias, que iban en progresivo aumento, y amenazaban fatales resultados. Por esto decia Córdova el dia 16, que la desercion que se notaba (1), demostraba cuales podrian ser aquellas: y consideraba difícil emprender operaciones con tropas disgustadas y en tal disposicion, tanto más sensible cuanto que ocurria en circunstancias en que el enemigo contaba con recursos para atender y asistir á las suyas. En interés de la causa pública y por decoro del gobierno, le rogaba tomase en consideracion tamaños conflictos y tan fundadas y generales quejas, é hiciera los últimos esfuerzos para atender al ejército, asegurando para lo sucesivo los recursos necesarios, sin los cuales el resultado de aquella situacion podia ser muy funesto.

Las legiones auxiliares se hallaban con mengua del gobierno español en el mismo estado de penuria, y por todas partes asediaban á Córdova con peticiones y exigencias tan justas como apremiantes, y á que

(1) Más adelante nos ocuparemos de este particular.

podia hacer frente, llegando á tener que empeñar su firma para conguir algun dinero con que acallar por el momento las más perentorias enciones.

Entraba en el número de estas completar la defensa de Bilbao, hostizada de contínuo. Las circunstancias y las operaciones de la guerra, ban á esta plaza mercantil una importancia que nunca tuvo, y á la e se resistia su situacion topográfica. Córdova deseaba poner á Bil10 en estado de resistir por algun tiempo un sitio formal, sin que tuviera ae acudirá cada paso el ejército desde puntos distantes á combatir en rreno elegido por el enemigo. Por estas razones pedia con reiteradas eficaces instancias los necesarios auxilios, y enviaba el presupuesto e las obras proyectadas para la altura de Artagan.

Y cuando tanto le preocupaban estos cuidados, le asediaban por toas partes con peticiones hasta absurdas: cada pueblo y cada fuerte prendia ser el preferentemente atendido, y hasta el ministerio le asediaba on comunicaciones de esta especie, pudiendo comprenderse la situacion 1 que se veria Córdova, cuando al márgen de una comunicacion del inistro de la Guerra, remitiendo otras del capitan general de Aragon y el gobernador de Cinco Villas puso de su letra lo siguiente:

«No faltaba ya más que la opinion del gobernador de Cinco Villas sobre el modo de dirigir la guerra de Navarra, y puntos que conviene Ocupar. Con ella, la de los cónsules y vicecónsules de Francia, los escritores de diarios y todos los que dan voto, consejo y opinion sin que se les pida y con el mayor desinterés del mundo, la guerra no puede dejar de completar los grandes resultados que de tan competentes jueces é intervencion vamos recogiendo; pero aprovecharé el primer ocio que me dejen mis ocupaciones para corresponder al celo de estos empleados, dando mi dictámen sobre un buen sistema de guías y tornaguías, aranceles de comercio, medio de empedrar y alumbrar las cales de Cinco Villas, por cuyo medio todos nos iremos generalizando en todas las ciencias.>>

El tiempo no mejoraba, y la inaccion del ejército era cada vez más gustiosa. Pero no podia prolongarse más, y era preciso operar de cualier modo; todo, sin embargo, se oponia á ello.

Córdova, indispuesto, regresa á Vitoria el 3 de mayo, ocupando Vio al mismo tiempo á Villalba de Losa.

En la capital ve con dolor las acusaciones de que es objeto por su accion, y que el gobierno no se constituye en defensor oficial, por lo al pide el 4 se le forme causa y ser juzgado en consejo de guerra, roveyéndose su reemplazo con urgencia.

Sabe en la tarde del 5, que Eguía se dirige á atacar el fuerte de Vialba de Losa y á la segunda division que le defiende, y no juzgando

:

prudente resistir á tan superiores fuerzas, se une á Ezpeleta, y le ayuda á cubrir á Valmaseda, por si es atacado este pueblo antes de que llegase la deseada artillería, retardada por las operaciones anteriores, el estado de los caminos, y la reparacion de los puentes cortados. Aquella misma noche, todas las tropas acantonadas al N. de Vitoria, marchan á Villalba, sin interrumpir apenas sus diez y seis horas de camino. De este modo llegó la vanguardia á Espejo á las ocho de la mañana del siguiente dia, desde donde, sin más que comer el rancho, sigue adelante el movimiento, y oye ya los disparos de la artillería carlista contra el punto amenazado.

Eguía, en efecto, se habia propuesto apoderarse de Villalba de Losa, punto avanzado de importancia, ó comprometer á una accion las fuerzas de Mendez Vigo; pero la oportuna llegada de Córdova, frustró este plan, obligando á su autor á retirarse á Orduña, donde supo las sangrientas operaciones al frente de San Sebastian, hácia cuya parte envió la brigada guipuzcoana á las órdenes de su jefe Iturriza, confiándole interinamente el mando de la division y provincia, vacante por la desgracia de Sagastibelza, de que vamos á enterar á nuestros lectores.

ATACA LACY EVANS EL 5 DE MAYO LA LÍNEA DE SAN SEBASTIAN.-MUERTE DE SAGASTIBELZA.

XXV.

Sagastibelza, valiente guipuzcoano, jefe de las fuerzas sitiadoras de la linda San Sebastian, ciudad de calles simétricas, asentada á la falda del monte Orgullo, y estrechada entonces por altas y gruesas murallas que la constituian plaza de tercer órden, impidiéndola, su necesario ensanche, apretaba cada vez más su cerco, y con más empeño. La toma de la capital de Guipúzcoa preocupaba á Sagastibelza; pero no merecia la aprobacion de Eguía, que no veia imposible un descalabro en la línea de sitio, si los cercados eran felices en una salida impetuosa; y que aun sin este resultado, cuyo temor era una constante amenaza á sus fuerzas á la espalda, ni juzgaba prudente llamar de contínuo la atencion de los defensores de la plaza hácia las obras de ataque, y por consecuencia á la retaguardia del grueso del ejército carlista; ni era para estar tranquilo y sus tropas oir el eco contínuo del cañon, que tan pronto podia tronar con ventaja de sitiadores como de sitiados, y cuya incertidumbre era una repetida alarma. Bastaba al propósito de Eguía el bloqueo de San Sebastian, que á la vez que llamase la atencion del ejército enemigo, embarazándole de consiguiente para empren

der movimientos lejanos, sin atraerle hácia aquel punto, por no ser inminente el peligro, debilitase la resistencia de sus habitantes y guarnicion, y consumiese sus municiones de boca y guerra, facilitando de este modo su toma en ocasion más oportuna.

Sagastibelza creia ver mejor las cosas estando más de cerca, y esperaba hacerse dueño de la plaza, contra la que preparaba unos proyectiles, cuyo efecto destructor ponia en las nubes un francés, su inventor, que recibió por esto el nombre de Tutorras, con que le designaron los soldados y el vulgo.

Llegó á noticia de los sitiados este suceso, y se amedrentaron, pues si bien estaban decididos á rechazar á toda costa á los carlistas, no se creian bastante fuertes contra nuevos elementos de destruccion tan terribles como los que se pregonaban, y que cuando se ensayaron posteriormente en Bilbao, demostraron su ineficacia. Asustados, pues, pidieron con vivas instancias auxilio á Córdova, quien les envió, como hemos dicho, la legion inglesa al mando de Lacy Evans; temible enemigo, por cierto, de los carlistas, que no olvidaban habia pedido al parlamento inglés se declarase á don Carlos fuera de la civilizacion, como lo fué Napoleon en 1815 (1).

La llegada á San Sebastian de las tropas que iban en su socorro, hacia necesario el refuerzo de las carlistas, y le pidió Sagastibelza; pero le contestó Eguía que apenas podria prevenir, y oponerse con las suyas á los movimientos de Córdova. El temor de Sagastibelza se vió cumplido, y en la madrugada del 5 salió Evans de San Sebastian con la legion inglesa y una brigada española, á la que iban agregados bizarros y entusiastas nacionales.

La proximidad de la línea carlista hizo que el ataque empezase al instante, cayendo impetuosamente los sitiados sobre algunos de los puntos de la línea, y generalizándose despues el fuego en toda ella de una manera espantosa. Lo brusco de la acometida hizo cejar á los sitiadores hasta las posiciones de Lugariz, Mantua y Puyo; pero hacen alto en el punto avanzado de Santa Teresa, centro de la posicion, y reciben á una columna á la bayoneta y la rechazan con denuedo á costa de la vida del capitan Arregui. En Ayete, casi el centro de la línea, presentan los carlistas una resistencia desesperada, haciendo uso de tres piezas de grueso calibre contra la columna inglesa que atacaba. Las fuerzas liberales

(1) Los carlistas, à la vez que no transigian con las fuerzas de Evans, tenian órdenes terminantes, que hicieron cumplir siempre, para que se luviera toda clase de consideracion con los oficiales y tropa de la marina real británica, mediante á que estos eran mandados por su gobierno, y cuya conducta, disciplina y valor admiraban.

cargan á la izquierda de la línea carlista, y sus defensores y los de las casas inmediatas al convento de la Antigua, tienen que replegarse á la posicion de Lugariz, adonde van tambien los ingleses; pero recibidos en los mismos parapetos por el 1.o y 5.o guipuzcoanos con las puntas de las bayonetas, crúzanse las de unos y otros, y retroceden los hijos de la Albion dejando en el campo unos cien cadáveres.

Preludio era este de una gloriosa victoria, y cuando se aprestaba Sagistabelza al último esfuerzo, y estimulaba á sus voluntarios infundiéndoles el aliento que su juvenil corazon sentia, una bala de fusil inglés le atravesó la cabeza y espiró en el acto. Su muerte se supo al instante en toda la línea, pero lejos de desalentar á sus paisanos suceso para ellos tan infausto, se proponen vengar al jefe cuya pérdida lloraban, porque le querian.

Le reemplazó Arana en el mando, y contando apenas con unos 13,000 cartuchos, despues de haber consumido más de 200,000, se dispone á proseguir el combate á pesar del refuerzo que por mar reciben los ingleses, á quienes auxilian además los cañones de los buques anclados en la bahía, siendo tan certeros los disparos del Fénix, que sus granadas incendiaron en breve el caserío de Lugariz, y arruinaron los parapetos en que tan bizarramente se habian defendido los carlistas, y continuaron defendiéndose, hasta que diezmados por los proyectiles que causaban grandes huecos en las filas, tuvieron que abandonar aquel terreno de desolacion (1). Reforzados los legionarios con dos regimientos británicos que acababan de desembarcar con Lord Jhon-Hay, avanzaban arma al brazo con su impavidez característica y su glacial resolucion, hasta las bayonetas de sus contrarios, y los arrollan al fin Era imposible resistir tanto empuje y dos ataques simultáneos con desiguales medios. Los carlistas, sin embargo, tomaron posicion á media legua, en Oriamendi, donde se consideraron seguros. Los vencedores se hicieron dueños de sus líneas y artillería, y se adelantaron á provocar á los vencidos.

Los habitantes de la culta y liberal San Sebastian y los de los caseríos carlistas, socorrieron á porfía, y sin distincion, á los numerosos heridos de ambos bandos. La humanidad, tan afligida entonces con tantas escenas de horror, pudo contemplar gozosa el bello espectáculo de que todas las clases, y lo mismo el uno que el otro sexo, arrostrando con impavidez el peligro, curasen con esmero y condujesen á la ciudad ó al caserío á los valientes con quienes no habia sido propicia la fortuna;

(1) La esplosion de un solo proyectil dejó en el sitio à catorce granaderos del batallon de Chapelchurris.

« AnteriorContinuar »