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En la noche del siguiente se avistó con Villemur, y le dirigió este discurso que se halla en su diario y en su biografía:

«Señor ministro: Al emprender con mi compañero este viaje, no hemos tenido otro objeto que poner en conocimiento del rey nuestro señor el estado aflictivo de sus defensores en Aragon y confines de Valencia y Cataluña. Dura y fuerte ha sido la persecucion que hemos sufrido en los últimos meses del año anterior, y crueles los medios de que se han valido los cristinos para esterminar el partido que defiende la legitimidad en España. Cerradas las masías y casas de campo, tapiadas las ermitas, prohibida la estraccion de toda clase de víveres de los pueblos, bajo la última pena, que se aplica sin consideracion á categorías, de clase ni sexo, fortificadas las villas y aldeas, no tiene el partido realista otro abrigo que el de la inclemencia, ni otro conducto para buscarse la subsistencia que atacar algunos pueblos fortificados, y logrando encerrar las guarniciones dentro de los fuertes, apoderarse de los comestibles que hay en las casas de los vecinos pacíficos, para con ellos alimentar una vida tan penosa. Esto, unido á que los que caen en poder de los enemigos son fusilados, y si á alguno se le conceden momentos de existencia es para hacerle espirar en la puerta misma de su casa, de lo cual pudiéramos citar á V. E. muchos ejemplos, mientras nosotros por mucho tiempo enviábamos los prisioneros á sus casas, como lo hicimos con los aprehendidos cerca de Castellfort, Doroca, Castejoncillo y otros puntos, ha hecho decaer el ánimo de aquellos voluntarios defensores de la religion, del rey y de la patria. Tampoco se respetan los enfermos y heridos capturados en las cuevas y masías, degollando á los unos en las camas y á los otros quemándolos vivos, como lo ejecutó dos veces en los puertos de Beceite un jefe de la partida llamada del Oli, que desde Alcañiz hacia sus correrías á Beceite, asesinando á cuantos realistas cogia. Jesus' esclamó Villemur, esto horroriza, y S. M. se conmoverá demasiado al saberlo. Pero siga vd.-Los padres, hijos, esposas, hermanos y hasta los remotos parientes de los llamados facciosos, son encarcelados unos y espulsados otros de sus domicilios, cuyas terribles medidas y las de enviarse á Ultramar á varios realistas, han hecho decaer hasta tal estremo la fuerza moral de nuestro partido, que la desconfianza impera en la mayor parte de los que con las armas en la mano le sostenian, escondiéndose hasta de sus amigos para buscar un asilo donde permanecer ocultos por miedo de ser descubiertos; y como en todos los partidos hay Judas, por desgracia en este los hay tambien, pues algunos han sido víctimas por delaciones de sus mismos compañeros, mientras otros se presentaban á los indultos. En tal estade nadie alcanza un medio capaz de salvarnos, y esto me ha obligado venir aquí para hacer presente que si fuese posible enviar una fuerza de estas provincias para que alentase el ánimo de aquel país, que está en buen sentido, recobrarian los voluntarios su primitivo entusiasmo y se cimentaria una sólida organizacion. De otra suerte es imposible que ni el brigadier Carnicer ni nadie pueda progresar careciendo de medios, pues muchas veces contamos al anochecer cuatrocientos ó quinientos hombres, y al amanecer, sin mediar otra causa que la persecucion revolucionaria, nos hallamos con una quinta ó sesta parte, y á veces con menos, teniendo

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que distraernos de las operaciones y perder el tiempo en recoger la gente. Si hubiese una fuerza que apoyase al jefe para impedir este abuso, el estado de nuestra causa tomaria otro aspecto en Aragon. En la actualidad, quizá, y sin quizá, seria perjudicial adoptar medidas de rigor, pues la falta se reduce á mudar de jefe los voluntarios segun varía la persecucion, esto es, de Aragon pasan á Valencia, de Valencia á Cataluña, y así sucesivamente; y en estas correrías es cuando se causan á los pueblos males de consecuencias difíciles de preveer. Otro estremo hay tambien de mucha importancia, y es que en la division del brigadier Carnicer hemos usado un sistema de lenidad contrario al de rigor adoptado por los enemigos, y los voluntarios se quejan, pues dicen que si el enemigo los coge son fusilados, y nosotros lo hacemos al contrario dando libertad á los prisioneros, siendo así que en el país que dominamos tenemos igual derecho que los otros, pues en las guerras civiles, como en todas, el que tiene la fuerza manda, y si los contrarios defienden á Isabel II nosotros defendemos á Cárlos V, y no se nos puede considerar como salteadores ó ladrones, sino como defensores de unos principios políticos que para nosotros son los únicos que pueden hacer feliz á España, y como partidarios de una causa cuyo triunfo, si no es seguro es probable. Al hacer estas manifestaciones no tengo otro objeto que poner remedio á nuestros males en beneficio de la causa del rey, á la cual por conviccion y compromisos estamos íntimamente unidos; y tanto yo como mi compañero venimos resueltos á prestar nuestros servicios en estas filas como simples voluntarios para que V. E. no crea nos domina la ambicion, ya que en nuestro país nos es tan contrario el éxito de nuestras fatigas y sufrimientos.»

Le repitió despues á don Cárlos, que le hizo, y á García, algunas preguntas, y les despidió diciéndoles:

-Podeis retiraos: toma.é providencias; pero escribir una relacion circunstanciada de todo cuanto habeis manifestado, y presentadla al ministro.

A los cuatro ó cinco dias volvieron á ver á don Cárlos y les dijo: -Es preciso que volvais á Aragon, donde vuestros servicios serán de más utilidad que aquí. Al efecto, Villemur os dará un pliego, que tú, Cabrera, pondrás en manos de Carnicer, pues interesa. Idos á preparar vuestro viaje y el cielo os le conceda feliz.

Salieron el 18 con cartas para algunos sujetos de Zaragoza; pasaron dos dias en Sangüesa con pretesto de vender jabon y azafran, y el 27 llegaron á Zaragoza, entrando Cabrera en la ciudad, y quedando García y la Albeitaresa en una casa de campo que fué de Villemur.

En ella volvieron á reunirse, y sin proporcionársele á Cabrera la ocasion que acechaba de apoderarse de algun caballo para huir más pronto con él, siguieron los tres su viaje por el camino de Belchite y pernoctaron en una venta, en la que cenaron con bastantes arrieros, uno de los cuales miraba despues á Cabrera con atencion. Al hallarse éste solo con él, le preguntó:

-¿De dónde es vd.?

-De Montalvan, contestó.

-He observado, le añadió el carlista, que me ha mirado vd. mucho cuando estábamos sentados á la lumbre, y quisiera saber si vd. halla en mí alguna cosa de particular que llame la atencion.

-Toma ¿pues no he de mirar á vd. con atencion si le conozco? vd es Cabrera.

Instantáneamente se lanzó sobre el arriero diciéndole:

-Chiton; si vd. habla, muere, vuélvase á la cocina y siéntese allí como antes.

Encerróles luego á todos, amenazando con la muerte al que intentara salir: guardó la puerta como un centinela, relevándole García, y pensando en su situacion creyó lo más prudente proseguir el viaje hácia Belchite, de aquí á Lecera, donde descansaron dos dias en casa de una parienta de la Albeitaresa, y ya se contó seguro.

Alegróse aun más al ver acudir al pueblo una partida de su gente; pero cuando más entretenidos estaban con la relacion que Cabrera les hacia de su viaje, fueron sorprendidos por una columna liberal, y tuvieron que romper por entre las filas para salvarse, á costa de alguna pérdida.

GUARIDAS DE LOS CARLISTAS.-ENCUENTROS.

XVIII.

El estado de los carlistas en el Maestrazgo al comenzar este año era más triste que el de los de Cataluña. Menores las partidas, no tenian el arrojo que las catalanas, ni valian tanto sus jefes, por lo general. Sus movimientos no eran tan osados, y de contínuo se les veia en sus predilectas guaridas, que eran de Quilez los montes de Fornoles, Portellada y Alcañiz; de Torner los de Pauls y Fatarellas; de Miralles el barranco de la Estrella, y de Forcadell el de Villabona.

Allí, entre aquellas breñas estaba su cuartel general, sus depóeitos, sus hospitales; allí se guarecian despues de sus escursiones á los pueblos pequeños que sorprendian, y saqueaban, é iban á esconder en ellas su presa; allí era donde fraguaban sus emboscadas y sorpresas, y á donde se refugiaban eludiendo la persecucion de las columnas liberales.

Sabian estas que allí se ocultaban, pero era casi imposible apresarles, y se acordó aumentar los puntos fortificados en las inmediaciones de sus escondrijos, para poner coto á las correrías de aquellas bandas que molestaban impunemente á los pueblos. Fortificóse por de pronto á Monroyo, Peñarroya, Valderrobres, Chiprana, Maella, Mazaleon, Valdetona

TOMO II.

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y otros; se activó el armamento de la milicia urbana que seguia prestando importantes servicios, y para poder destacar 2,000 hombres que con las demás tropas de Zaragoza pudieran hacer frente á las tropas carlistas que temian se corrierran desde Navarra, como se decia.

Para complemento de estas medidas, se adoptaron además, entre otras, las de que ningun pueblo de 100 vecinos diera raciones ni auxilios á menor número de 10 carlistas, y 20 al pueblo de 200 y así sucesivamente; pero siendo menor número se debian echar las campanas á vuelo, y reunirse en un punto señalado todos los varones de diez y seis á sesenta años, cerrando todas las puertas: se imponian penas á los que abrigaran á los carlistas, á los que entregaban ó hacian porque se les interceptaran los partes, se mandaba prender á las mujeres é hijos de los carlistas; recordaba la oferta de 1,000 duros por la prision ó muerte de Carnicer, y de 300 por la de cualquier otro de los cabecillas; recordábase á los párrocos predicar y exhortar la paz y obediencia al gobierno; se imponian multas, destierros y fusilamientos por dejar de cumplir lo prevenido, y se ordenaba que las justicias de la izquierda del Guadalope enviasen sus partes á Calanda, y los de la derecha de dicho rio á Belmonte, donde están fechadas el 12 de enero estas fuertes instrucciones, dirigidas por Nogueras. á los habitantes del bajo Aragon

Sin dejar pasara el rigor del invierno, comenzaron las operaciones, y vemos ya el 12 del primer mes sorprender, coger y fusilar al cabecilla Celma, y dispersar Forcadell á un destacamento que subia por el barranco de Villabona, y el 2 de febrero combatir con una partida de miñones de Zaragoza, y dispersarlos despues de un reñido combate. El 13 pernoctó en Aguaviva Quilez con 1,200 infantes y sobre 80 caballos.

Carnicer intentó sorprender á Dessi el 19 en las cercanías de Portellada, y se batieron con bizarría. El carlista ponderó el valor de los carabineros, y el liberal el de sus enemigos que cargaron á la desesperada. Uno y otro lamentaron pérdidas; pero no están de acuerdo las que refiere Dessi con las que dice el parte de Carnicer su contrario.

A todos estos encuentros superó la emboscada que el 25 preparó Forcadell en el barranco de Villabona á una partida de 90 soldados de Ceuta, que conducia un convoy, del que se apoderó, causando la pérdida de 50 muertos á costa de solo uno de los carlistas.

Estos hechos alarmaron justamente á las autoridades de la reina, que activaron la persecucion, obligando á Forcadell á cor erse á la parte de Benifasá. Sorprende en los primeros dias de marzo á Canet; se replega la guarnicion en el fuerte, recoge el carlista en el ínterin víveres y cuanto hubo á la mano, y deja un rastro de fuego en su retirada, quemando las puertas de la villa.

Entró en Chert á los pocos dias y tambien se apoderó de abundan

tes provisiones, yendo á esconderlas presuroso en la escabrosidad de los montes, donde no podian alcanzarle sus perseguidores.

Esta, con corta diferencia, era la historia de todas la partidas carlistas. Derrotadas unas veces, vencedoras otras, siempre estaban en contínuo movimiento, y cuando no eran perseguidas, corrian á efectuar alguna sorpresa.

Así se hacian aguerridos aquellos paisanos que jamás manejaran un fusil aprendian el ejercicio combatiendo y eran soldados en el campo de batalla.

La llegada de Cabrera lo hizo variar todo: se disminuia á la sazon la fuerza liberal, considerando agonizante la insurreccion carlista.

RECONOCIMIENTO DE CABBERA COMO JEFE DE LOS CARLISTAS DEL BAJO ARAGON.- VIAJE Y MUERTE DE CARNICER. INCULPACIONES A CABRERA.

XIX.

Cabrera, impaciente, corria de pueblo en pueblo en busca de Carnicer; le incomodaba no hallarle, y más su situacion, sin dinero y sin gente. Al fin supo el 7 de marzo en Ladriñan que le veria; y al dia siguiente, á pesar de una nevada abundante, le salió al encuentro y se abrazaron entre Ladriñan y Villarluengo.

Le entregó los pliegos, y le dijo Carnicer:

-Manda S. M. que entregue el mando al jefe de más graduacion, y que me presente en Navarra á recibir sus soberanas instrucciones. Mañana será vd. dado á reconocer como jefe accidental de todas las fuerzas que operan en el bajo Aragon y confines de Valencia y Cataluña.

Así se efectuó al dia siguiente, y se comunicó á todos en la órden general que lleva la fecha de 9 de marzo, y firma Carnicer como brigadier comandante general interino.

Este no pensó ya en otra cosa que en preparar su viaje. Ya que no quiso molestar á la Albeitaresa, consiguió le acompañara su antiguo compañero García, que tan útil fué á Cabrera, y abrazándose á éste, partieron juntos, bien ageno el desgraciado Carnicer de que iba á encontrar la muerte.

Marchó disfrazado de arriero, y en el puente de Miranda de Ebro, fué conocido, apresado, y fusilado el 6 de abril, llorando sus amigos su pérdida; porque entre todos los partidarios del Maestrazgo, se distinguia por su caballerosidad, siendo de los pocos que no eran crueles ensangrentándose con los vencidos.

De su muerte culparon muchos á Cabrera; en vista de tan grave inculpacion, debemos manifestar lo que sus acusadores y su más autori

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