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conseguirla, porque la negativa afligia mucho á los pueblos afectos, no hacia bien al ejército y alentaba estraordinariamente á los rebeldes con gran perjuicio de la causa nacional.

Espuestas con estension estas cuestiones, propuso.

1. Que para hacer posible la indispensable formacion de dos cuerpos de ejército en Alava y Navarra, igualmente fuertes é independientes, que mientras el uno podia ser detenido por las fuerzas enemigas, el otro avanzase por el estremo opuesto, sin tener que pasear las tropas, como hasta allí, de un estremo al otro de la línea, llegando siempre y forzosamente tarde á todas partes, y sacrificando al ejército con grandes y contínuas marchas pura é inevitablemente defensivas, se enviasen de la guarnicion de Madrid ó de donde se pudiese el mayor número posible de tropas, y se pidiese á la Francia para su legion, un refuerzo de cuatro, cinco ó seis mil hombres, segun pudiese obtenerlo; solicitando al mismo fin otro de Inglaterra, para que el general Evans, tan ventajosamente situado, pudiese obrar con fuerza á retaguardia del enemigo, y recoger las ventajas que alcanzasen los otros dos cuerpos del Ebro y del Arga; pues el enemigo, cuando simultáneamente se obrase por todos sobre su centro, no podria acudir sobre aquellos dos cuerpos en Alava y Navarra sin perder por primer resultado las comunicaciones del Bidasoa, por donde la insurreccion recibió la vida, y por donde se la podia y debia herir de muerte.

2.° Que para que el ejército de operaciones pudiera entregarse efectivamente á estas, sin seguir esclavo de las privilegiadas atenciones defensivas que llamaban de contínuo á mil partes de la circunferencia, mientras que la ofensa tenia que intentarse en el centro, se formase en Burgos un ejército de reserva, conforme tenia propuesto en un despacho muy reciente al ministerio, es decir, con parte de la guardia nacional movilizada.

3.° Que á costa de los mayores sacrificios, ó por los medios que al gobierno solo tocaba elegir y buscar, se proporcionasen al ejército los recursos indispensables para vivir y operar, porque sin ellos todos los planes serian estériles, todas las esperanzas infumdadas, todas las capacidades inferiores, todos los esfuerzos impotentes; pues que ni siquiera tenia el tiempo suficiente para leer quejas, contestarlas, y escri bir miserias, á cuyo remedio le era imposible proveer; nada podia en medio de tantos apuros; pues por muy subalternas que á muchos pareciesen todas estas cosas, bastaban á imposibilitar las grandes concepciones y empresas, así como la falta de una simple clavija detiene la carrera de un coche, ó el juego de la más bien combinada máquina. 4.° Que el gobierno tomase en la más séria consideracion la neces sidad imperiosa, suprema, urgente de ilustrar al público, manifestándo

le la verdad completa; sin lo cual los generales, el gobierno y la nacion misma serian víctimas de las ilusiones sembradas, de los errores consagrados, á cuya sombra no cesaba de reclamarse como fácil, seguro y próximo un resultado definitivo que no tenia aquellas condiciones, ó que en todo caso no podia él obligarse á alcanzar, en cuyo concepto habia renovado sus tantas veces repetida renuncia, para que otro con más saber, ó con mas confianza, y quedando él mismo á sus órdenes, si para algo le juzgaba útil, desempeñase mas digna y ventajosamente un puesto que habia venido á ser todo el Estado, pues que á todo lo dominaba de hecho la guerra del Norte.

El consejo aprobó completamente esta peticion que presentamos en estracto, y el presidente del ministerio le hizo observar cuanto importaba conseguir inmediatamente ventajas en el campo, á lo que contestó Córdova entre otras cosas, «que no era él quien evitaba los combates, porque con soldados como los que tenia á sus órdenes, estaba siempre seguro de vencer, allí donde fuese posible combatir con éxito, sino el enemigo, que se guardaba muy bien de medir su esfuerzo en terreno y situacion á propósito para que las armas liberales hiciesen progresos, y á quien era absolutamente imposible obligar á batirse fuera del lugar y condiciones que elegia á favor de las inmensas ventajas orgánicas y locales que le aseguraban la iniciativa. Por mí, añadió, lejos de temer los combates, los deseo para las tropas, que siempre los piden y los necesitan, y para mi gloria personal que con aquellos ha de formarse; pero he declarado mil veces que no aspiro á nada más que al bien de mi patria, y á la dicha de corresponder á la augusta confianza con que me ha honrado; objetos ambos á los cuales sacrifico, al conservar mi puesto, aunque sin mérito aparente ni apreciado, salud, reputacion, sosiego y cuanto puede sacrificar un buen ciudadano.>>

Espuso tambien el estado en que consideraba á los carlistas, el probable cambio de su jefe militar, su propósito de hacer espediciones, é indicó el plan qne á consecuencia de todo convendria adoptar.

Como era de esperar, el consejo quedó completamente satisfecho de Córdova, y Córdova lo quedó del consejo, por las pruebas que le dió de aprecio y deferencia, y por sus seguridades de prestarle los recursos que necesitaba. Cumplido, pues, su objeto, su regreso al ejérciro era una necesidad, y á él se restituyó á mediados de junio.

VARIOS ENCUENTROS EN LA DERECHA É IZQUIERDA DE LA LÍNEA.

XXXI.

Mientras en el centro de la línea tenian lugar los ruidosos acontecimientos que ya hemos referido, no estaban ociosas las armas en ambos

estremos. En Navarra y en Vizcaya tambien se combatia, y aunque no fueran formidables los choques, llamaron la atencion de ambas huestes, por su importancia, como deben llamarla á la historia.

Los carlistas que mandaba García, que ya contaba con alguna fuerza de franceses que se le habian pasado, empeñaron el 25 de abril una accion contra los legionarios liberales que defendian la casa de Tira pegui y pueblo de Larrasoaña, siendo el resultado contarse cerca de doscientas bajas entre unos y otros combatientes, y conservar cada uno las mismas posiciones próximamente.

El 13 de mayo sostiene Iribarren una fuerte acometida en Dicastillo, teniendo lugar en la misma varias cargas á la bayoneta y de caballería, que fueron recibidas por unos y otros con española bravura. Más de cien bajas contaron las filas de los dos bandos, y los dos se atribuyeron la victoria, como en el anterior encuentro.

Otro tuvo efecto el dia 14 en las posiciones de Añezcar y Oteiza, en el que no sacaron la mejor parte los carlistas, viéndose algunos en ter rible aprieto: pero el mismo resultado no fué, sin embargo, decisivo.

Tampoco lo fué el de la batida que el 16 hicieron algunas fuerzas carlistas al mando del coronel Echevarría, desde Espinal y Burguete al valle de Aezcoa. Al llegar á las bordas de Arrovi, salió una columna de voluntarios, vulgo peseteros, á impedírselo; pero reforzado Echevarría oportunamente, entra en el pueblo de Garralda, refúgianse en la iglesia y dos casas los liberales de este punto, é incendian aquella los carlistas, retirándose á seguida con alguna pérdida.

A esto se redujeron por entonces las principales operaciones militares en aquella parte de la línea, impidiendo fuesen de más consideracion y frecuencia el insufrible temporal de aguas y nieves que reinó con ventaja para el país, porque así se ahorraron desastres y víctimas sin fruto. Tambien se operaba al estremo opuesto.

El 15 de mayo hizo don Santos San Miguel, que mandaba la plaza de Bilbao, una salida hácia los altos de Ollargan, Santo Domingo, Castillo de Abril, Santa Marina, y la cordillera hasta el valle de Orgoiti. Hacen frente los carlistas en algunos puntos con denodado empeño, sosteniendo sus posiciones, acometidas algunas á la bayoneta, y despues de algunas horas de combate, y de recoger los sitiados los víveres que necesitaban, volvieron á la plaza perdiendo algunos hombres y parte del ganado que acababan de tomar, y causando no menos pérdidas al enemigo.

En la tarde del 19 ejecutó una corta parte de la guarnicion de Bilbao otra salida á la ermita de San Roque, á que dió fuego, retirándose á poco perseguida por los carlistas.

En el mismo dia, el brigadier carlista don Santiago Villalobos salió › Orduña, subió á la peña del Aro, acampó en la barraca de Amanata á edia hora de Quincoces, donde se hallaban los contrarios, que sabiendo I proximidad por haber cogido un espía, tomaron posiciones entre Calda y Cabañes, y fueron impetuosamente cargados. El combate,aun que rto fué porfiado; unos y otros pelearon en un terreno estraordinariaente escabroso. Tampoco hubo vencidos ni vencedores en esta lucha, or más que de los de la reina quedaron algunos prisioneros.

Encuentros como estos ocurrian con frecuencia por toda aquella parde la línea. Las tropas liberales que guarnecian á Valmaseda y puntos mediatos, y á Bilbao, necesitaban hacer continuas salidas para proporonarse víveres unas veces, para hacer reconocimientos otras. Pero echados siempre por los carlistas, les salian al encuentro y se traban escaramuzas cuya narracion seria interminable, sin prevecho de la esente historia. Vário era el éxito, pues ni todas las veces apelaban 3 carlistas á una vergonzosa fuga, como decian los partes de los jefes erales, ni estos cedian á la superioridad de las armas del rey, como anifestaban los de sus contrarios. Por esto, nada más peregrino que cotejo de unos y otros, á cuya vista ni aun es fácil decir la verdad, or lo distante que en todos se encuentra.

NUEVOS COMBATES EN LA LÍNEA DE SAN SEBASTIAN.

XXXII.

El 28 de mayo pasaron el Urumea dos compañías liberales, que fuen rechazadas despues de tenaz pelea.

Las posiciones que perdieron los carlistas el 5 de mayo, quisieron cuperarlas, á cuyo fin prepararon una fuerte embestida al centro de línea que defendian los ingleses, para desbaratarle, y desde él, por el anco, las alas.

Dicha línea estaba formada por un semicírculo sobre ambas orillas 1 Urumea, en direccion de Astigarraga. Roto el centro, como se haan propuesto los carlistas, su valor podia hacer lo demás. Pero no emzó así el combate, sino que mucho antes que amaneciera el dia, se esentaron silenciosamente los sitiadores al estremo derecho de la línea emiga, y prendieron fuego á un grande edificio.

Y como si esta fuera la señal del combate, empezó porfiado en las alras de Ayete, se estendió por otros lados de la línea, y hasta la artiería de la marina real inglesa, rompió el fuego bajo sus flotantes barías. Quiso un batallon carlista apagar estos, apoderándose por soresa de la Concha, para lo cual emprendió la marcha dando un gian

TOMO II.

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rodeo, más fueron tan vivos y certeros los fuegos del Leveed y de alga nas cañoneras españolas, que frustraron los deseos de los contrarios, y los rechazaron. Lo mismo sucedió en las posiciones de Ayete, y por el otro lado siguieron los liberales hasta Pasages, del que se apoderaron, de una trincadura armada y cañones.

Creyendo el general inglés Shaw, que se le proporcionaba ocasion al perseguir á los carlistas, en su retirada, de destruir sus fortificaci nes ó barricadas en Hernani, llegó hasta ellas, consiguió su objeto y r gresó á su puesto.

Así terminó aquella empresa de los carlistas, despues de la cual pidieron un armisticio, que les fué concedido hasta el 5 de junio, en cuyo dia á las tres de la madrugada, volvieron á embestir los carlistas la línea enemiga que mediaba entre Amezagaña y Alza. Este ataque proyectado por Iturriza no mereció la aprobacion general. Invirtiendo una hora en un inútil cañoneo á la plaza, dió tiempo para que se concentraran las fuerzas liberales. Aumentadas las carlistas con algunos batallones navarros, creyeron seguro el triunfo, y despues de algunas horas de pelear, hubieron de retirarse otra vez con alguna pérdida, no sin haber arrollado antes las avanzadas del frente de Alza, penetrando hasta muy cerca de la poblacion, obteniendo al principio iguales ventajas por otros puntos.

Estos ataques se hicieron casi diarios en aquella línea, ya por la proxi midad de las posiciones que ocupaban los carlistas, desde las cuales podian emprenderles repentinamente, ya por el corage y animosidad que tenian contra los ingleses, á quienes se proponian no dar tregua nidescanso, no siendo menor la saña de los soldados británicos para con sus mortales enemigos.

Por de pronto, San Sebastian pudo respirar con más libertad, y aunque eran huéspedes algo incómodos los legionarios, todo era preferible al vencimiento.

OBSERVACIONES SOBRE EL MANDO DE EGUÍA.—TÉRMINO DEL MISMO.

XXXIII.

Reconocido don Cárlos á los servicios que prestó Eguía en las accio nes de Arlaban, le nombró, por decreto de 28 de mayo, en Villafranca caballero gran cruz de la real y distinguida órden española de Cárlos III eximiéndole de todo pago (1).

(1) A Iturralde, Villarreal y la Torre, les concedió tambien con la misma fecha, segun apa rece en el periódico oficial carlista, la gran cruz de Isabel la Católica, disponiendo además

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