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Satisfizo á Eguía esta honorífica recompensa, á pesar de lo poco daque era á la ostentacion, habiéndose distinguido siempre por su senciz, lo cual se revelaba en su trato franco y natural. Pero no le obligó lo stante á continuar al frente del ejército, blanco, como era ya, de las blillas de los cortesanos, y especialmente de los que trabajaban por salida de las espediciones, á lo cual se oponia obstinadamente el nde.

Uno de sus mayores cuidados fué aumentar la fuerza del ejército, escialmente con los soldados pasados, que sabiendo ya manejar las aras y llevándolas consigo, eran más útiles que los que se alistaban vontarios. Así, para estimular la desercion y contrariar las medidas qué ara impedirla adoptaban los jefes liberales, esparció con profusion una oclama (1).

sen las gracias en su real nombre á su valiente ejército, por sus esfuerzos y heróico comrlamiento en las últimas gloriosas jornadas, elc., etc.

1) Al ejércilo enemigo, el general en jefe del rey nuestro señor don Cárlos V. «<Soldados: guiado por el honor guardé silencio: no os dirigí mi palabra hasta que me hallé posicion de cumplir lo que ofrecia. Os dije en mi proclama que al presentaros en el ejército mi mando nada os faltaria, y que recibiríais la gratificacion señalada. Testigos son de esta rdad los muchos que desde entonces, desengañados del error en que estaban, han abandonaesas banderas de la usurpacion, y han venido á ser compañeros de estos valientes voluntas. Imitad su-heróico ejemplo. No solo sereis admitidos con amor y benevolencia, sino que pliando aquella, anhelando vuestro bien, y dispuesto á distribuir nuevos premios en prorcion del mérito que cada cual contraiga, os ofrezco los siguientes:

>>Cada sargento, cabo ó soldado que se presente montado y completamente armado recibirá dia de su llegada á mi cuartel, 1,000 rs. vn.

>>Al que solo traiga caballo se le darán 700 rs.

>>Al que se presente únicamente con armas, 200 rs.

»A los que vengan sin armas ni caballos se les gratificará con 100 rs.

»A todo sargento, cabo ó soldado que haciendo cabeza se pase con treinta á cuarenta homes, le concederé el empleo de subteniente. El que venga con cuarenta à sesenta será nomado teniente. Al que conduzca y presente de sesenta à ochenta, le ascendere à capitan, disbuyéndose entre los ochenta hombres los empleos de oficiales, sargentos y cabos corresponentes à una compañía. Al que se pase con la fuerza de cuatro compañías que no baje de henta plazas, le nombraré teniente coronel, y concederé los empleos del batallon en los térnos indicados para una compañía.

>>Soldados: todos somos españoles. Acabad de desengañaros. Si no eran bastantes tantas ocidades perpetradas bajo el gobierno ilegal de la que se llama reina, volved los ojos á los imos robos, incen lios, asesinatos y violencias perpetradas. Ved å vuestros generales y jefes ciendo cuestacion para engrosar sus bolsillos, chupando así la sangre de los indefensos eblos.

»Soldados, apelad á los hechos. Para conocer la importancia del partido que seguís, obserd su marcha: mirad como han acudido al auxilio de mercenarios estranjeros. Mirad ȧ éstos ʼn mengua del nombre español, en San Sebastian y Pamplona, como garantía y recompensa sus delitos. Mirad, en fin, à esos mandarines distribuyéndose las provincias del interior mo los lobos su presa, convertidos en energúmenos, señalándose unos por la dictadura, abo ndo otros por la república, en fin, sin entenderse ellos mismos; queriendo cada cual que evalezca el color de su partido, y llevando todos en pos de si el desórden y la desolacion.

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Noeran infructuosos estos medios, porque aun cuando no mejorase la situacion de los que se presentaban, creian sufrir menos privaciones y fatigas entre los carlistas, aquellos á quienes no llevaba á sus filas la identidad de opiniones.

Cuando Córdova regresaba á Vitoria fué admitida la dimision en que insistió Eguía, que deseaba por momentos declinar un mando que tanto le abrumaba, más que por las atenciones al mismo inherentes y á sus fatigas, por las intrigas de que era objeto por parte de los que nunca se esponian al peligro.

El mando de Eguía no dejó, como el de Moreno, funestas huellas; y si al tomarle contaba el ejército con unos veinte y cinco mil hombres, segun el estado de las fuerzas que dejó el vencido en Mendigorría, á la conclusion del de el conde ascendia á treinta y tres mil novecientos diez y nueve infantes, mil noventa y ocho caballos de fuerza efectiva y un respetable tren de artillería (1).

Al encargarse Eguía del mando, el plan de la córte carlista, si bien propendia alejar el teatro de la guerra, era contando préviamente con la organizacion del ejército, dividido en cuerpo de operaciones y de reserva, subdivididos ambos en divisiones y brigadas. Pero ante todo, no se habia de comprometer la base de todo plan, que era la defensa de las tres Provincias Vascongadas y Navarra. Las divisiones operadoras debian constar de seis mil hombres cada una. La primera se componia de navarros esclusivamente; la segunda de provincianos, y la tercera de castellanos-así eran llamados los voluntarios de los demás paises,-con cuyas: fuerzas, agregadas la caballería y artillería, podria montar el ejército de operaciones á veinte mil hombres. Las reservas se formarian: la de Navarra de seis mil hombres, de tres mil cada una de las de Guipúzcoa y Vizcaya, y de dos mil la de Alava, aparte de todas el batallon de guías.

Sin reunirse estas fuerzas en cuerpo de ejército, entraba en el plan se apoyasen entre sí las reservas, ya para aumentar sus fuerzas en el ataque y toma de guarniciones, ya en los demás movimientos que constituian el sistema militar de Eguía, siendo su principal objeto dejar reducido al enemigo á las plazas fuertes de Pamplona, San Sebastian y

>>Soldados, á tiempo estais de cooperar á que tengan fin tantos males. Acordaos de la reli gion de Jesucristo en que os educaron vuestros padres. Acordaos de estos que lloran vuestra opresion y estravio. Objetos tan caros os hablan al corazon. Ellos os marcan el camino. Solda dos, seguidlo. En la mano teneis vuestra carrera. Apresuraos à venir: venid å tomar parte las fillas de la legitimidad. Así labrareis vuestra suerte y podreis asegurar la de vuestras fand milias, como os asegura el puntual cumplimiento de lo que os ofrece.-El conde de Casa-Egua -En mi cuartel general á 10 de junio de 1836.»

(1) Véanse los estados del documento número 50.

Santander, no sin bloquearlas y amenazarlas de contínuo, ó con frecuencia, con objeto de que no pudiesen sus guarniciones incomodar otros puntos, y ocupar considerables fuerzas enemigas en su so

corro.

Los movimientos de los contrarios podian modificar este plan; más no contaba Eguía con otras contrariedades, sin embargo de que ya desde el principio comenzó á esperimentar los disgustos consiguientes á las intrigas cortesanas.

Prescindiendo de estas por ahora, y concretándonos á la parte militar, deseaba Eguía, y así lo resumió en una de las esposiciones que dirigió á don Cárlos, regular, segun su sistema, la guerra, y al efecto pidió el cumplimiento de los siguientes artículos (1), que reproducimos testualmente.

1.° «Necesidad de armas, algun dinero por medio de empréstito, ó del modo que sea más del agrado de V. M. para las operaciones de la campaña próxima, que se prepara durísima, si no tenemos medios deemprender la ofensiva, y aun para la ofensiva, siendo para ésta la reserva, y para aquella el ejército de operaciones.

2.0 >> El aumento de uno y otro ejército por un llamamiento y armamento general, en cuyo caso, de flanco ó de frente se podrán detallar á V. M. todas las operaciones.

3.o »>Que no siendo así, no hay más que obrar de frente ó flanco con uno y otro por la parte de Navarra, que parece es tambien donde menos se puede operar, porque no se prestarán á facilitar las subsistencias para todo el ejército, cuando se lamentan al darlas para la corta fuerza que allí existe; debiendo tambien tenerse presente lo reducido del ejército y la necesidad de aumentarle aun para este caso. Al efecto, conviene separar de una vez ese número escesivo de exenciones y arbitrariedades con que se ha obstruido é inutilizado el reemplazo.

»Es preciso, señor, continuaba despues, que las juntas, los comandantes generales y cuantos hayan intervencion en lo que tenga ó pueda tener contacto con la guerra, se convenzan de que ésta no se concluye sin aumentar al estremo los sacrificios: que es preciso hacerlos y obrar como al principio: que es indispensable un volcan de actividad para llegar al tiempo mismo, porque la estacion avanza á paso de gigante, y no debe perderse de vista que vuelan los momentos, que el enemigo aumenta sus fuerzas por todas partes para abrir la campaña, y hacer en ella sus últimos esfuerzos.»

En medio de lo crítico que consideraba el conde su situacion, confiaba y lo esperaba todo del valor de las tropas, que á la verdad, le sacaron de más de un apuro, y solo con ellas hubiera emprendido operaciones

(4) Esposicion del conde de Casa-Eguia à don Carlos, firmada en Escoriaza el 27 de enero de 1836.

tan arriesgadas, solo ellas habrian sido conducidas al pié de montañas inaccesibles, defendidas por fuerzas superiores, y habrian emprendido desde luego el ataque sin descansar de doce leguas de marcha, y sin detenerse á apagar la sed ardiente que les devoraba y rendia de fatiga. El ejército carlista se veia rodeado por todas partes de enemigos tan temibles como Espartero, Vigo y Oráa, siempre con la vista sobre Córdova, dispuesto siempre tambien á venir sobre ellos. Una accion contra los enemigos más inmediatos salvó á Eguía en la ocasion más crítica. porque mejoró su posicion.

Pero si respiraba un momento, si se libraba de una de sus atenciones, aglomerábanse otras á empeorar su estado, sobre todo cuando era necesario cubrir muchos puestos en distancias estremas.

Por esto decia á don Cárlos entre otras cosas el 21 de abril desde Ochandiano:

«V. M. no ignora las fuerzas que tenemos: las pide Sarasa habiend allí todas las de Vizcaya, la de la brigada de laoperaciones, y el 1.o y 6. de Castilla: las pide Sagastibelza y será preciso enviarle la brigada de operaciones guipuzcoana: pide Navarra u otros por ella tomar los valles, v será necesario lo menos destacar las dos brigadas de su país: solo el magnánimo alavés se cree en accion de hacer marchar su segundo batallon sobre las casernas de Rioja á las órdenes de Berástegui, de su general Villarreal en Villarreal y Guevara, para hacer esfuerzos increibles á que se presta, mientras que á mí me quedarán por resultado cuatro ó cinco batallones de Castilla; y para que no haga uso ni aun de su fuerza, hace dias pretenden fascinarme con noticias vagas é indeterminadas, de que me pegarán en alguna accion dos tiros. Si á esto se añade que es preciso tomar á Bilbao ú otro punto de la misma importancia; que se debe enviar una fuerte espedicion á Asturias, otra á la derecha de Castilla, otra al interior, y efectuarse las de Aragon y Cataluña, dejando lo menos, lo puramente preciso, además de sus reservas, para defender las provincias, segun ellas mismas lo piden, no sé de donde ha de salir el número de fuerzas necesario al efecto, ni qué hacer ni decir en semejante estado.

>> Mi plan es contener al enemigo, que hasta hoy es superior, y en aptitud de tomar la ofensiva con una defensiva prudente, preparando, si se descuida, algunas empresas parciales; aumentar las filas con los que vengan y con los que V. M. disponga se alisten, á fin de que pueda, va que la usurpacion ha aglomerado todos sus recursos, debilitarse, y nosotros tomar la misma, ya que no en el número, en razon del mayor valor de nuestra tropa y de la justa causa que defendemos.

»Más veo, señor, que esto no se quiere, y que prevaliéndose los enemigos interiores y esteriores de la escuela de semejantes proposiciones. como las que llevo indicadas, asestan sus tiros hasta á mis propios amigos para que aumenten la oposicion, sin considerar la posibilidad de sus proyectos ó cálculos, y soñando por sus deseos los imposibles.

»Tal es, señor, el cuadro franco y claro que debe presentar á V. M.

un hombre que no desea más que el mejor servicio de su rey. Tal es la obligacion de un fiel vasallo de V. M,, y tal la de un general que no inhela más que el triunfo de las armas que dirige.

>> Por lo tanto, señor, si franco soy en proponer como imposible por ahora los millares de proyectos y operaciones con que se ambiciona precipitar la campaña, tal es tambien mi franqueza, que debo decir que leseando cual ninguno los progresos de la causa de V. M., otro, señor, os vencerá. Otro, señor, será más á propósito para satisfacer estas exigencias, esperando solo la resolucion de V. M. para saber á quien puedo entregar el mando del ejército, como lo reitero hoy por el mínisterio de a Guerra, solicitando de su bondad benéfica la gracia de permitirme pasar á los baños de Cestona, pues que por no haberlos tomado el año anterior he padecido en el invierno lo que solo Dios sabe.

»>Lejos de mí, señor, en esta pura y sincera esposicion, otra idea que la del mejor servicio de V. M., y en prueba de esta verdad, al pedir mi retiro debo rogar á V. M. que, así como á mí me presentan el peligro de mi flanco izquierdo mientras el enemigo está sobre mi derecha y centro, no se guie V. M. por avisos de Francia y de franceses, que yo creo son instrumentos de los de aquí para difundir las especies que quieran propalar los mismos enemigos de V. M. Que se entretenga á estos que se presentan en fuerza: que se anticipen nuestros movimientos á los suyos, y que sin faltar á estos principios se aproveche cualquiera coyuntura que pueda haber en el intermedio de los que aquel pronuncie, huyendo siempre del menor desacierto para que conservando el nombre y prestigio se aumente la fuerza, pues que de este modo no dudo llegará á bajarse á la llanura y batir al enemigo con ventaja.»>

La necesidad de tomar baños era el pretesto que alegaba el conde, y don Cárlos no pudo menos de admitir la dimision de su anciano y leal servidor, cuya salud habia sufrido mucho visiblemente, porque, como decia, aquella guerra no era sino para jóvenes, pudiendo haber añadido lo que ha dicho un elevado personage carlista, ó para locos, porque de todo en efecto se necesitaba al considerar lo que habia que hacer; ya que prescindamos de lo que casi milagrosamente se habia hecho.

En resúmen, el mando de Eguía no fué estéril para la causa carlista. Lejos de eso, alcanzó venjosos resultados. Los pueblos de Guetaria, Valmaseda, Mercadillo, Plencia y Lequeitio, son testigos de su actividad y pericia, de su valor y constancia, como lo fueron otros puntos donde combatió. Mejoró la organizacion del ejército, y.persuadido de la utilidad de un buen estado mayor, arregló el servicio de este cuerpo, hasta entonces descuidado. Si la suerte de las armas no le fué propicia en todas las operaciones militares que dirigió, podemos decir con un escritor contemporáneo, que «tales desgracias no podian servirle de responsabilidad, porque muchas de aquellas estaban sujetas á voluntades estrañas á la ciencia de la guerra, que hablaban de real órden.» Otra cosa diremos, que no tiene réplica por cierto, y que lo mismo es aplicable á Eguía

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