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En el esterior se trabó tambien el combate; y á pesar de la resistencia de los carlistas, fueron éstos desalojados del convento de Capuchinos y sus inmediaciones, quedando incomunicados con los de la plaza. La situacion de ésta se hacia por momentos crítica, porque los liberales no podian ser desalojados fácilmente de las posiciones que habian conquistado. A vista de este peligro, conducen los carlistas una pieza de á doce del fuerte de Irun, la colocan cerca del caserío de Anzurena, rompen nuevamente el fuego á las cinco de la tarde con certera puntería, le secunda otra pieza del mismo calibre desde el fuerte del Parque, que al mando de Soroa defendia á Irun, acállanse los fuegos enemigos, carga entonces la infantería, y lleva en retirada á los ingleses hasta la altura de Guadalupe, acuchillando á dos grupos que quedaron cortados, escepto unos pocos que prisioneros, fueron fusilados al dia siguiente.

Cansados y hambrientos los carlistas, acamparon á las nueve de la noche, despues de diez y nueve horas de fatigas: replegándose para continuar el combate al dia siguiente, vieron retirarse á sus contrarios por la misma cumbre que los condujo á Fuenterrabía, y les fueron picando la retaguardia hasta Pasages, haciéndoles veinte y un prisioneros.

El haberse presentado estas operaciones como una escaramuza de Evans delante de Fuenterrabía para reconocer las fortificaciones que los carlistas habian levantado, nos ha hecho referirlas, si no con todos los detalles que tenemos á la vista, con los suficientes para comprenderlas.

Los carlistas presentaron en esta jornada mucho menores fuerzas: testigo el general Harispe y los refugiados españoles que presenciaron todos los sucesos de aquel dia.

El intento de Evans, más que el de practicar un reconocimiento, era el de apoderarse de aquella parte de la frontera para llevar a cabo los planes concertados con Mr. Bernelle, á fin de darse la mano é incomunicar á los carlistas con Francia.

Y que el hecho de armas referido fué más que una escaramuza, lo prueba el haber confesado los carlistas diez muertos, noventa y ocho heridos y ocho contusos, creyendo nosotros mayor el número de los primeros, pues quedaron en el campo un capitan y tres subtenientes, así como creemos exagerado el que contasen ochenta y nueve enemigos muertos tendidos sobre el terreno, y calculasen en más de setecientos el número de los heridos.

Don Carlos premió á Guibelalde con la gran cruz y placa laureada de la real y militar órden de San Fernando, concediendo á otros merecidas recompensas. Distinguióse aquel dia el capellan, que lo fué de la real capilla de doña Isabel II, don Miguel Auza, que voluntariamente se prestó al servicio de una pieza de artillería, cuyos fuegos dirigió con bastante acierto, y el comandante del sesto don Manuel Oliden.

ACCION DE MADIANAS Y CARRASQUEDO.-DESASTRES EN OTEIZA.

XLI.

Cuando más tropas necesitaba Córdova, porque estendia más el círculo de sus operaciones, recibió una comunicacion del baron de Das Antas, manifestándole que tenia órden de su gobierno para retirarse sobre la frontera de su país. En tal conflicto, pidióle Córdova difiriera su partida, y escribió al gobierno para que la evitase.

Por estos dias habian vadeado el Arga algunos batallones carlistas, al mismo tiempo que hacian otros demostraciones sobre el Ebro; pero no tuvieron grandes consecuencias estos movimientos, cuyo resultado fué volverse todos á sus anteriores posiciones.

De Vitoria se movieron las tropas hácia Peñacerrada y Murguía para no perder de vista á los carlistas.

Estos, guiados por Villarreal, salieron de Amurrio en la mañana del 19 para el valle de Mena, en busca de la division liberal de reserva que se hallaba en los pueblos de Mediana, Carrasquedo y sus inmediaciones. La marcha de Espartero á perseguir la espedicion, hizo que Salcedo cubriese con su brigada aquella parte de la línea, que desde el desastre en Revilla estaba descubierta. Logró restablecer algun tanto la disciplina entre aquellas tropas, y creyéndose necesario en el centro, se encaminaba á él; más receloso Córdova de que los carlistas volviesen sobre la izquierda de la línea, mandó á Salcedo contramarchara velozmente á tomar el mando de todas las tropas de la izquierda. Hízolo así, y acababa de llegar, cuando los carlistas atacaron impetuosamente los cantones más avanzados, que ocupaba la pequeña brigada del coronel Clavería. Parapetados en las cercas de los campos, se sostuvieron algun tiempo los liberales, pero superiores en fuerza sus contrarios, ceden al fin, y son arrollados y llevados en dispersion hasta Villasana, con no escasa pérdida, inclusa la de unos trescientos prisioneros. No pasó la de los carlistas de unos sesenta hombres entre muertos y heridos.

Vergonzoso fué para el jefe de los trescientos caballos que se hallaban cerca, y para los de las fuerzas de infantería acantonadas en los pueblos inmediatos, á la espalda y vista de la accion, que no moviesen unos y otra en auxilio de sus comprometidos compañeros, cuando hasta pudieron y debieron tomar la ofensiva para reunir mayor número de combatientes que el enemigo y no ser el terreno montañoso.

Mandóse á consecuencia de este escándalo, formar causa para castigo del responsable de tan punible falta, y Clavería, que supo sostener en lo posible el honor de las armas, solicitó su separacion y que se sa

ase su conducta á un juicio, á lo que accedió Córdova, y mandó á pero á tomar el mando de la izquierda.

Villarreal fué ascendido á teniente general, y se le confirió en prodad el mando en jefe del ejército, que desempeñaba interinamente. Don Pablo Sanz fué tambien por esta y otras acciones ascendido á riscal de campo, y Andechaga á brigadier, pasando la línea despues esta jornada, con las fuerzas de su mando, que formaban la quinta edicion, emprendiendo su marcha hácia Limpias.

El mismo dia que tenia lugar el combate referido, el 19 de julio, al remo opuesto de la línea, en Navarra, practicó Bernelle un reconociento, dejando en pos de su huella el llanto, la desolacion y el esternio, fúnebre séquito de la guerra.

Bernelle llegó el 17 cou seis batallones franceses y poco mas de tres pañoles á Puente la Reina, y suponiendo el comandante general carta de Navarra que continuaria su marcha al dia siguiente, dió algus instrucciones á Zaratiegui y otros jefes, siendo el resultado concenr sus fuerzas en la Solana, estendiéndose además á Allo y Arroniz. rnelle se trasladó entonces á Lárraga, y se le incorporó Iribarren, que upaba á Lerin, apareciendo despues de algunos movimientos en igorri, camino de Oteiza. Envió fuerzas el carlista para apoderarse de te pueblo; pero se le habian anticipado los liberales, que vieron á sus emigos replegarse á la altura de Santa Bárbara, trabándose una peeña escaramuza hasta terminar el dia 18.

Los carlistas se aprestaron para el combate que esperaban al dia siiente, y los liberales comenzaron á querer forzar el paso del puente Muniain, defendido por Zaratiegui, con órden, que ejecutó, de no ntestar al fuego enemigo hasta estar á tiro. No se distinguian los desores del puente, y se arrojaron algunas granadas á unos olivares, viando un destacamento, el cual fué rechazado por dos veces. Incomodado Bernelle de no poder atravesar el Ega, mandó quemar 3 mieses ya hacinadas, y pronto «el dia más hermoso se vió nublado on la densidad de un humo que oscurecia la atmósfera» (1).

1) En vista de este suceso, escribió Villarreal á Córdova el 29, diciéndole, que habia sabido e por circular del 3, habia mandado que se procurara incendiar y destruir las cosechas del país e ocupaban las tropas carlistas. Que fuera órden suya ó del gobierno, la consideraba deshonsa; que el Inocente y pacífico labrador no era culpable de la guerra para hacerle su victima; e con estos medios no se terminaria ni debilitaria la campaña; que no se llevarian ȧ efecto is que en los puntos limítrofes à la línea; que el derecho de la guerra le obligaba y autorizaba epeler tales intentos, y que en este concepto habia dado las órdenes á los comandantes nerales de las tres proviucias y Navarra para que, si el atentado de Oteiza, con que se haensayado el cumplimiento de la referida circular, se repitiese en cualquier otro punto, eran cada vez pasados por las armas al frente de los primeros puestos avanzados, veinte es y oficiales de los prisioneros que existian en los depósitos,

TOMO II.

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Replegóse luego á Oteiza, donde cometieron los franceses punibles escesos, y se retiró hácia Lárraga, á pesar de haber sido provocado ultimamente al combate.

ÚLTIMAS OPERACIONES MILITARES DEL MANDO DE CÓRDOVA.-SU MARCHA Á FRANCIA.

XLII.

Aumentaban los carlistas la desfavorable predisposicion política de una gran parte del ejército liberal, esparciendo proclamas, con las que estimulaban al mismo tiempo la desercion, é incitando por todos los medios posibles el descontento y la insubordinacion.

Estos manejos eran involuntariamente ayudados por los mismos liberales, que en hostilidad con el ministerio Isturiz, preparaban una revolucion para derrocarle.

Se conspiraba en muchas partes, y el 21 del mes de julio de que nos estamos ocupando, se descubrió en Logroño una conspiracion militar, como todas, para proclamar la Constitucion, clavar toda la artillería, y abandonar la ciudad, marchando á Aragon á defender la libertad. Frus tróse por el pronto el proyecto, y llamando la atencion de las tropas les resultados de la marcha de Villarreal hácia el centro de la línea, se cor rió Córdova por su derecha á Miranda, con la corta fuerza de que podia disponer, limitándose precisamente á una difícil defensiva escalonardo sus cinco batallones hácia Vitoria, donde se hallaba Meer con seis Dias antes, el 19, habia hecho su última dimision; y en tanto que se le admitia, procuraba cubrir su puesto.

Sabe entonces el peligro de Peñacerrada por la traicion del cura de Dallo, que Córdova califica de la más infame, y acude á su socorro y la salva, sin empeñarse en obligar al enemigo á batirse, despues de haberle provocado y hecho retirarse.

Regresa de Peñacerrada, y el mismo dia supo que Gomez, perseguido por Espartero, retrocede á Vizcaya. Marcha entonces á su encuentre, deseoso de despedirse con un hecho de armas glorioso, y con tres batallones y tres escuadrones, va á reforzar la izquierda de cuyo mandə se encarga el general Peon; ordena á Ribero releve á Espartero en el mando de su division, á fin de que este pasase á tomar él del ejército. pero se retarda la vuelta de Gomez, amenaza su direccion á las Castillas, se refuerza Córdova con dos batallones de la reserva, avanza á Reinosa y desde allí á Aguilar, Formental y otros puntos de la provincia de Palencia, y ocupa en tanto Iriarte los pasos de la costa, con el refuerzo

enviado por el general Evans, y las tropas que pudo reunir en su provincia (1).

Villarreal, que habia marchado á Navarra á fines del mes, practica el 31 algunos reconocimientos hácia Cilbeti, en aquella parte de la línea y sus fortificaciones, pernoctando al mismo tiempo algunas fuerzas liberales entre Zabaldica y Zubiri. En la mañana del 1.o de agosto, les espera Villarréal en posicion, en la cual permanecieron tambien los contrarios, cambiándose algunos tiros las guerrillas hasta las cuatro de la tarde, en que se trabó una accion en Linzuain que duró hasta el anochecer, perdiendo los carlistas más de cien hombres.

El dia 2 se acantonan los liberales desde Erro á Villaba, y el jefe carlista traslada su cuartel general á Larrainzar, el 4 á Cirauquí, el 6 á Villatuerta, y de aquí á Guevara. Ataca el fuerte de Villasaña con el fin de facilitar con tan oportuno movimiento el regreso de Gomez, y al saberlo Córdova corre desde Reinosa á Villarcayo en el dia mismo, á pesar de caer á torrentes el agua, y sigue resuelto á atacar á su contrario, que se retira á la llanada de Alava.

En cuanto supo el baron de Meer el movimiento de Villarreal, corrió á Losa para socorrer á la reserva, y acudiendo Córdova al mismo punto contramarchó el baron, y el general en jefe, despues de haber subido la cordillera de Orduña, pernoctó en Losa, y de aquí pasó á su posicion central de Miranda.

No estuvo ocioso el ejército de la reina en estos dias; pero tantas narchas y contramarchas, tantas y tan inútiles fatigas, pues nunca consiguieron batir á los carlistas, acabaron de disgustarle, y vinieron á ser los reseñados movimientos materia sobrado dispuesta para la insurreccion.

Córdova, resuelto á dejar el mando, seguia en él por condescendenia. Moralmente habia cesado. Así lo debia considerar, y así se con

(1) Estando el 28 en la Puebla de Arganzon ofreció indulto completo á todos los soldados, cabos y sargentos que hubiesen desertado á los carlistas, y no hubiesen cometido faltas de subordinacion al dejar sus cuerpos y se presentaran en el término de un mes.-«El que se presente acaudillando mas de veinte, añadia, será hecho sargento, y el que presente más de cincuenta oficial de cuerpos francos, sin que á nadie se siga ninguna clase de perjuicio por su desercion, la cual más que a deslealtad y desafecto, he atribuido siempre en los valientes soldados de la libertad al temor de un castigo ó al estravio de un momento de irreflexion y debilidad.

Y para no esponer dichos desertores á la venganza de los rebeldes en caso de ser capturados por ellos, declaro que los que no quieran volver á los cuerpos en que servian, podrán ingresar en el batallon que de estos se forma en la ciudad de Burgos, el cual ha de ir á residir en otras provincias pacíficas.>>

A pesar de esto como la escasez de víveres era cada dia mayor en el ejército, se aumentaba el disgusto y la desercion.

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