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En consecuencia de este plan, emprendió su marcha á Navarra, y I saberla los carlistas, tomaron posiciones, apoyando su derecha en arberin, y su izquierda á un cuarto de legua de Arroniz á Dicastillo. olocados de esta suerte, presentaban una estensa línea, y se sostenian n los diferentes desfiladeros que sobre la robusta eminencia del Monteirra habia sido ya otras veces teatro de porfiadas y semejantes lides.

A la vista unos de otros combatientes, lanzáronse los liberales con ecision y denuedo á la pelea, y los carlistas defendieron con bravura quellas empinadas cimas, que se ostentaban como una muralla protecora de la parte del país en que tantos elementos contaba el carlismo, y donde habian resuelto impedir la entrada á sus enemigos. Tuvieron ue redoblar sus esfuerzos para vencer los de los carlistas, que viendo er irresistible el ímpetu de los liberales, fueron cediendo una á una sus osiciones, y retirándose al robledal de Irache, y de aquí á Ayegui.

Las tropas constitucionales coronaron ufanas las altivas crestas del Iontejurra, desde las que gozaron con justo orgullo del magnífico paorama que desde allí presenta el reino de Navarra.

Digna fué de españoles victoria tan señalada, porque solo ellos harian vencido constantes la porfia y empeño de no menos bravos comatriotas.

A los que, ciegos por el espíritu de partido, duden ó tengan en meos el heroismo del ejército constitucional del Norte, olvidando que se omponia de españoles, les presentamos imparciales este y otros mil jemplos de bizarría, este y otros triunfos no menos distinguidos por la entaja que les llevaban defendiendo sus montañas sus esforzados eneigos. Los soldados de la reina fueron cien veces derrotados, y otras ien huyeron del acero de los voluntarios de don Cárlos; pero tambien uyeron éstos de las bayonetas de aquellos, tambien fueron los carlistas errotados. El hoy vencido, era vencedor mañana, y si habia gloria en 1 triunfo, alcanzado entre compatriotas, unos y otros la compartieron or igual. Apelamos sino á los mismos carlistas que han probado tantas eces el ardimiento de sus contrarios.

Volviendo á la jornada de Arroniz, añadiremos que fué considerable 1 número de los muertos y heridos que causó, esperimentando además os carlistas la pérdida de unos setenta prisioneros. El general franés, Mr. Lebeau, y Narvaez, conquistaron por su atrevimiento la cruz de ercera clase de San Fernando. Otros jefes tambien se distinguieron en sta lucha casi temeraria.

El jefe carlista, que no por haber cedido sus soberbias posiciones de5 de conocer el digno comportamiento de los suyos, recomendó tambien I mariscal de campo don Pablo Sanz, y á los brigadieres Zaratiegui, Elío Ripalda.

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Satisfecho Oráa de sus soldados, al comunicarles el 14 la órden de dia en Morentin, les dió gracias por su ejemplar conducta, manifestándoles que ya contaba con su valor, decision y disciplina cuando anunció á la reina que iba á vencer.

La legion francesa tambien concurrió á este hecho de armas, y participó tambien de sus laureles.

Los carlistas se aprestaron á defender á Estella, á donde creyeron se dirigia Oráa, y éste hizo marchar el ejército para Allo el dia 15, desde donde se dirigieron para Lerin y Larraga los generales Lebeau é Iribarren con sus respectivas divisiones, y Oráa con las brigadas de Narvaez y Miniussir, fué á pernoctar á Lodosa para ocupar al dia siguiente los cantones de Calahorra y Aoncillo, á fin de observar y cubrir los pasos del Ebro.

CONCLUYE EL MANDO INTERINO DE ORÁA.

LII.

Oráa se hallaba el 21 de setiembre en Lodosa, donde se decidió á concluir con el abuso que hacian los oficiales de sus licencias absolutas, y mandó que á ninguno que hubiese pedido y alcanzado el retiro ó licencia absoluta se le permitiera separarse de sus filas sin un pasaporte firmado por el general en jefe.

El 24 se trasladó á Logroño, y hallándose aquí Espartero, restablecido ya de su dolencia, le hizo entrega del mando, y se despidió de. ejército con la siguiente alocucion:

«Soldados: en los treinta y un dias que he tenido el honor de mandaros interinamente, hemos hecho espediciones y hemos llegado á pue blos en que hacia largo tiempo no nos veian; hemos desafiado al enemi go en combates que ha rehusado; y en dos encuentros y una batalla que se ha atrevido á presentarnos en posiciones escogidas, ha sido batido, ahuyentado y perseguido hasta sus guaridas; otras operaciones hubié ramos intentado si las circunstancias nos lo hubieran permitido.

>> Contando con vuestro valor, subordinacion y disciplina, con vuestro sufrimiento y constancia, con las luces y cooperacion de vuestros ge nerales y jefes y con los sentimientos de benevolencia de que tantas pruebas me habeis dado en circunstancias espinosas, no vacilé un momento en aceptar el delicado encargo de dirigiros.

>> Soldados: habeis correspondido á mis esperanzas; y al entregar el mando á mi digno sucesor, no puedo menos de manifestaros mi gratitud por vuestro comportamiento. Intimamente convencido de que con servareis tan honrosos sentimientos, vuelvo á encargarme del destino de

jefe de la plana mayor general, en el que gozaré de los triunfos que adquirais y participaré de vuestra próspera ó adversa suerte, mientras el gobierno de S. M. considere útiles mis servicios á la patria y al trono de Isabel II.>>

Si satisfecho quedó Oráa de los soldados, no lo estaban estos menos de su no menos valiente que entendido jefe, que sabia guiarlos en aquel país que conocia á palmos. A sus órdenes se consideraban seguros: marchaban confiados y no temian sorpresa ni marchas inútiles, á no ser que el enemigo volviese la espalda.

El corto tiempo del mando de Oráa no fué estéril para la causa de la reina constitucional; la accion de Arroniz fué más que por sus resultados numéricos, por su influencia moral, triunfo de la mayor importancia. La victoria infundia el aliento en el ánimo del soldado, que olvidaba con la gloria, como buen español, todas sus 'penalidades y fatigas.

Oráa marchó á Vitoria, donde permaneció hasta el 16 de octubre que fué á Miranda, despues á Haro, y de allí al sitio de Bilbao, donde le veremos defendiendo con la voluntad que siempre una causa que ya le habia costado un hijo.

Durante su permanencia en la capital de Alava emitió notables opiniones sobre aquella guerra tan grave como desconocida, y de las que nos ocuparemos oportunamente y con la detencion que su importancia exige.

ULTIMAS OPERACIONES MILITARES DEL AÑO EN NAVARRA.

LIII.

Reconcentrado en Vizcaya y en las inmediaciones de Bilbao el teatro de la guerra en el Norte de España, llamaban poco la atencion los acontecimientos en las demás provincias Vascongadas. En Navarra, sin embargo, tenian lugar sucesos que merecen referirse.

El 18 de octubre se movió la legion francesa hácia Puentelareina con objeto de desconcertar las operaciones que se supo meditaban los carlistas; pero éstos á su vez llamaron la atencion de sus contrarios aproximándose á Pamplona, de donde salió una columna, que aumentada con otras fuerzas de la línea de Zubiri, trabó una pequeña lucha, sin grandes resultados de una y otra parte.

El dia 20 hizo una salida la guarnicion de Puentelareina, aparentando atacar el fuerte de Santa Bárbara, y tambien se peleó en ese dia.

Notando los carlistas el 6 de noviembre algunos movimientos ene

migos, que les hicieron presumir, ó una invasion á la Solana desde Oteiza, ó que se correrian por las alturas de San Cristobal hácia Cirauqui y Mañeru, ó bien que se propondrian atacar á Estella, García colocó convenientemente sus tropas cuidando con más especialidad de Estella, y aguardó en ventajosas posiciones. Sus adversarios permanecieron en las inmediaciones de Oteiza, donde pernoctaron, y continuaron el 7, dirigiéndose el 8 hácia Estella. Esperábanles los carlistas en las posiciones de Villatuerta y Noveleta, y fué tan impetuoso el ataque de los constitucionales, que se apoderaron de las primeras y segundas posiciones y en ellas sostuvieron un combate reñidísimo que duró cerca de nueve horas, sin otros resultados que la conquista de algun terreno, defendido con obstinacion.

Peleando á la vista de Estella, si grande fué el teson de los constitucionales por hacerse dueños de esta plaza, considerada como el cuartel general de los carlistas de Navarra y asiento de su junta, no fué menor el de los carlistas por conservarla.

Su pérdida no fué insignificante: la artillería y las cargas á la bayneta, causaron en sus filas destrozos. Aunque inferior, fué tambien considerable la de los constitucionales, quienes marchando por un país hostil, no dejaron de cometer algunos escesos inseparables de la guerra.

Despues de este suceso, Ortigosa, jefe accidental de los lanceres carlistas de Navarra, pasó á acantonarse á Ayegui, á fin de poder observar los movimientos de sus contrarios, que habiéndose retirado á Oteiza, marcharon de aquí á Larraga. Despues que ellos entró Ortigosa, apagó el fuego de alguna casa que halló ardiendo, y envió una corta fuerza á sorprender á un destacamento que estaba recolectando granos hácia Allo, logrando su objeto.

Conrad, con la division francesa, merodeaba entre Larraga y Mendavia, proporcionándose recursos en algunos pueblos. El 21 de diciembre se dirigió al pueblo de Allo, donde se hallaba acantonado Lucus con un escuadron y algunos infantes carlistas. Al saber éste la aproximacion del enemigo avisó á García, quien inmediatamente mandó reconcentrar en aquel punto las fuerzas acantonadas en Arroniz, Muniain, Estella y otros puntos, avanzando él mismo con su estado mayor y el bri gadier Ripalda á reconocer el campo de Allo.

Roto el fuego peleóse por ambas partes con denuedó, defendiendo bizarramente los carlistas sus posiciones, y el pueblo invadido sin embargo; y tan encarnizada fué la accion, que cayeron prisioneros algunos franceses que fueron en el acto asesinados.

Ya fuese inconveniente la ocupacion de aquellas posiciones, ó invencible la resistencia de los carlistas, es lo cierto que los legionarios emprendieron su marcha hácia Lerin. Sus contrarios procuraron mo

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arles en su retirada, ya hostilizándoles por los flancos, ya picando etaguardia.

Al llegar á la llanura de Lerin, hacen alto los franceses; y la cabaía polaca, protegida por los fuegos de la artillería, se dispone á car á la caballería carlista, mandada por Dancausa. Contémplanse una y tá corta distancia, y Dancausa, dejándose llevar de su arrojo, se lansobre el jefe contrario y le atraviesa con su espada, segun dice el te. Mézclanse unos y otros ginetes, y ceden al fin los carlistas retidose á Allo con alguna pérdida.

Así terminaron las operaciones en este año en Navarra.

HECHOS DE ZURBANO.

LIV.

Independiente de las operaciones del ejército las de la columna que mandaba Zurbano al fin de este año, merecen distinta y especial ncion.

El antiguo contrabandista era ya un partidario temible; y el que pezó con una docena de mal uniformados compañeros, vió engrosar filas de real órden, y adquirió grados y empleos en la milicia. Pero ramos sus hechos.

La Rioja alavesa continuó siendo el teatro de sus operaciones. El 8 de enero llevó á cabo con buen éxito una sorpresa en Rivas; ejecuá poco otra, y con no menor fortuna en los puertos de Poblacion y de Lagran, Bernedo y Quintana, le vieron el 28 conseguir igual re tado. Frecuentemente conducia víveres y municiones á Peñacerrada otros puntos por caminos que solo conocia él muchas veces, debiendo sta circunstancia la mayor parte de los sucesos favorables que contó le que solo narraremos los principales.

En junio contaba su partida ciento veinte voluntarios, pues la fama fortuna do sus empresas atraia á los que, sin temor al peligro, tenian cho campo en que probar su valor sin la disciplina que en el ejército, veian un porvenir lisonjero por más de un concepto.

Con esta fuerza ya se atrevió Zurbano á penetrar donde casi desde principio de la guerra no habia llegado ningun soldado liberal. El eblo de Aguilar su hallaba en este caso, y fué invadido por el osado errillero, despues de una marcha de noche, tan penosa, que huyendo sta de las veredas, cayeron muchos de los suyos y hasta él mismo r derrumbaderos, que ocasionaron algunas contusiones graves. No fué tan feliz como en otras en la sorpresa que pretendia, por harse marchado de Aguilar los carlistas; pero exigió las contribuciones

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