Imágenes de páginas
PDF
EPUB

nuacion de Carnicer, me separé para comprar dos navajas, y á la salida, camino de Alema, allé à Ildefonso Oroz, de Calatayud, el cual me dijo habia conocido á Carnicer, que él le creia arlista por haber servido la otra época; y siendo sugeto de mi confianza, por tener un hermao que habia servido en nuestras filas de caballería en la época de la anterior Constitucion, y rometiéndome sigilo, le descubrí el secreto, haciéndole varias preguntas sobre si habria inonveniente para reunirnos à Merino, y diciéndome que no, nos separamos, me reuní á mis ompañeros y seguimos para el Fresnillo. En la posada de este pueblo hallamos á don Joaquin albo, teniente de caballería, que de incógnito y vendiendo jabon se hallaba allí curándose una erida: éste nos dijo no habia que tener cuidado de los posaderos, pues eran de toda satisfacion; y mientras que nosotros arreglábamos las caballerías, Salbo y Carnicer se separaron ȧ ablar á solas. Al dia siguiente salimos del Fresnillo, unido á nosotros el Salbo á instancias de arnicer: en Cerain se compró un macho, qne pagó Carnicer; Ibañez y Manero fueron á Buros con sus recuas, llevando el encargo de comprar aparejos para el macho; y los tres, cada ual con su caballería, seguimos á la Ventilla: allí trajeron los aparejos los arrieros y se volieron para Burgos. En la Ventilla se le habló á Carnicer para que nos dirigiésemos por Reinoa, y que hablando con Villalobos ó Merino podia ser nuestro paso menos peligroso, y no qui5. Antes de llegar á Pancorbo encontramos cuatro soldados de caballería y un cabo, que iban chando mueras á Carnicer: éste seguia adelante montado en un macho, y nosotros nos detu. imos å darles de beber. Al llegar al puente de Miranda de Ebro nos pidieron los pasaportes, vistos, el centinela nos franqueó el paso hasta la caseta de los carabineros, donde se nos piieron segunda vez los pasaportes, diciéndonos no llevábamos autorizacion para pasar á Proincias. Luego le preguntaron á Carnicer que qué tenia en la cara, (pues con un parche y un añuelo ocultaba un lunar), contestó que padecia una fluxion de muelas, á cuyo acto el oficial å le carabineros le dijo sacando un oficio: Descúbrete, niño, la cara: has venido á dar en las nanos de tu mayor enemigo; haciéndoles al mismo tiempo una relacion del oficio, que decia sustancialmente estas palabras: «Por uno de los vados del Ebro ó puente de Miranda deberá asar Carnicer, vestido de arriero, con otro. Vigilancia, vigilancia, redoblar la vigilancia.» acto contínuo se nos preguntó si le conocíamos, y contestamos que no, pues se nos habia unilo en el camino; à pesar de eso fuimos conducidos al cepo: luego trajeron un corneta que haDia en Guardias, llamado Morillo, y le reconoció; en vista de lo cual fuimos conducidos à la resencia del comandante de armas, quien nos instó para que declarásemos conocer à Carnicer, amenazándonos con la muerte, y contestamos siempre no conocerle. Fuimos conducidos il castillo, y al dia siguiente ó á los dos dias de fusilado Carnicer me subieron al cuarto de banleras, donde estaban los piquetes y religiosos franciscanos para auxiliarme, y el gobernador ne dijo que era inútil el negar, pues el compañero habia declarado que era capitan de la otra poca, y que habia estado en Ceuta por la causa del Royo; visto lo cual, confesé ser cierto. Inerrogándome qué graduacion tenia en la actualidad, contesté que la misma que la época anteior. Seguidamente vino un escribano, y diciendo declarase, porque el hombre en el artículo le la muerte debia ser verdadero, contesté que nada tenia que decir, y que descubriria cuantosupiese despues de tener indulto de la reina Gobernadora; motivo por el cual suspendieron a ejecucion, y subiendo acto contínuo el corregidor, me preguntó si declararia si venia el perdon, y contestándole que sí, dijo iba ȧ solicitarlo, y me volvieron al cepo junto à Salbo.

A los pocos dias nos condujeron ȧ Burgos, y en Bribiesca se nos notificó el perdon, y se nos lijo podiamos declarar ampliamente, reduciéndose mi declaracion à que Sevil y Manero eran encargados de llevar la pólvora á Ariñó para la fabricacion de cartuchos á cargo de don José Masipe y un tal Blesa, ya difunto entonces, que hacia de confidente á donde se le mandaba: esta declaracion fué convenida con Salbo, y citamos á dichos sugetos porque estaban compronetidos y avisados.

Fuimos conducidos à Burgos, donde permanecimos diez meses y dias, en cuyo intermedio se nos pidieron nuevas declaraciones, que no variamos. Conducidos à Vitoria en union de varios carlistas venidos de la Coruña y el Ferrol, fuimos canjeados todos el 23 de enero de 1836. Esta misma relacion hice à S. M. en Oñate à mi presentacion de canjeado. Y por ser la verdad, to firmo en Pau á 8 de julio de 1844.-Francisco García.

NUM. 8.-pág. 113.

El ministro de Estado al embajador de S. M. en París.-Razones en que se apoya el gobierno para pedir la cooperacion de la Francia.—Mayo 20 de 1835.

Excmo. señor.-El oficio que adjunto remito á V. E. me ahorra el tener que repetirle, asis objeto como su gravedad é importancia, limitándome por lo tanto en esto à aquellas consideraciones que por su naturaleza deben quedar reservadas, pero que debe estar enterado V. E. para dirigir con más acierto y tino la importante negociacion que se le confia.

A pesar de todos los esfuerzos hechos por el gobierno, y de tener reunido en las provincias rebeladas un ejército de más de cincuenta mil hombres, perfectamente abastecido de todo: a pesar de las esperanzas que se habian concebido al encargar el mando de aquellas fuerzas ! de las existentes en las provincias limítrofes al digno general don Gerónimo Valdés, ministr de la Guerra, revestido por S. M. de las más ámplias facultades, ha hallado éste al ejército en ta situacion por causas que seria tan largo como inútil referir, que no cree dicho jefe posible e emprender operaciones militares de importancia, y con probabilidades de buen éxito, sin reorganizar préviamente las fuerzas que acaudilla.

Más la situacion de aquel país, el espíritu hostil de sus habitantes, y el género peculiar de esta clase de guerras, que no consienten descanso ni respiro, hacen que sea poco menos q imposible que haya lugar ni tiempo á propósito para la reorganizacion del ejército, ni consi ten tampoco en que se aguarde á que se le incorporen dentro de uno o dos meses refuerzos que ha de dar de sí la ya verificada quinta.

Aun con estos inconvenientes tal vez no habria resuelto el gobierno de S. M. reclamar auxilio de sus poderosos aliados, si no hubieran estimulado á ello dos consideraciones del ma yor peso: primera, que el general Valdés ha espuesto oficialmente y de la manera más tera nante y perentoria, que no halla ningun otro recurso más que el espresado, ya por el apoy de una fuerza material estranjera, y ya porque el solo anuncio de su venida reanimaria el es píritu del ejército, al paso que quebrantaria el ánimo obstinado de los rebeldes. Es de advertr tambien que, habiendo consultado dicho general, separadamente por escrito y bajo su res ponsabilidad a los principales jefes de equel ejército, casi todos han sido de su propio dictamen, lo cual ha debido influir grandemente en la decision que ha tomado el gobier de S. M.

Otra consideracion no menos poderosa que ha influido igualmente para hecerle adopta esta medida, ha sido el preveer, que si por desgracia acaeciese algun desastre à una ó más las divisiones del ejército del Norte, ó si los rebeldes lograsen estenderse á esta ó esotra provincia limítrofe, cualquiera suceso de esta clase podria producir simultáneamente dos efectos opuestos, y ambos de funestisimas consecuencias, á saber: insurreccionarse alguna otra provincia del reino por hallarse casi todas ellas con muy escasas guarniciones, ó producirs misma gravedad del peligro, ó su temor abultado un desencadenamiento de las pasiones poplares, á impulso de un partido que propende á los desórdenes y á la anarquía, como acaba d verse por desgracia en varios puntos del reino.

Estas razones principales y otras de menor cuantía, han decidido al Consejo de Ministres reunido de órden soberana con el Consejo de Gobierno, á que creyese que era llegado el cas de aconsejar y proponer à S. M. que reclamase la cooperacion y auxilio de sus augustte aliados.

Afortunadamente el tratado de 22 de abril del año próximo pasado y sus artículos adicion2les, previeron ya este caso y anticiparon el remedio, siendo aquellas estipulaciones de tan ce nocida ventaja en las circunstancias presentes, cuanto por una parte quitan al relacionad auxilio el aspecto indecoroso y sensible de una intervencion estranjera, reduciéndolo à la c tegoria regular de una fuerza auxiliar prestada por un aliado á otro en virtud de un preci convenio; al paso que por otro lado coloca al gobierno de S. M. en la favorable posicion de no invocar la cooperacion de sus aliados, bajo el concepto general de buena amistad y corres

idencia, sino de reclamar el fiel cumplimiento de una estipulacion esplícita y so

ine.

Bajo este concepto quiere S. M. que V. E, entable esta negociacion con el tacto y miraento que por su naturaleza exige, así para allanar las dificultades que pueda ofrecer por parde ese gabinetc, como para que reducida á ese objeto y sin desnaturalizar su propia índole, vulnere ni lastime la independencia de la nacion y el decoro de la corona. S. M. cree que ia suficiente para lograr el importante objeto que se propone, el que ese gobierno enviase número de tropas que conceptúe necesario para ocupar la Navarra y las Provincias Vasconlas, en tanto que el ejército del Norte, aumentado con doce mil hombres de la nueva quinta, pedia que los rebeldes estendiesen la insurreccion à otras provincias, y colocaba al gobieren una posicion bastante firme y elevada para dominar así todos los partidos y enfrenar sus masías.

A V. E. le será fácil dar á conocer indirectamente à ese gobierno lo mucho que le importa e se aflance lo más pronto posible la paz de la Península, sin dejarla espuesta á tantos pelios y azares; siendo claro y evidente que no pudiera entronizarse en España, aun cuando fuepor poco tiempo, el Pretendiente y su partido, ó bien, por el estremo opuesto, trastornar el len existente y desencadenarse la anarquía, sin que, en uno y otro caso, se suscitaran riess y compromisos sumamente graves para esa nacion y para la dinastía que la rige, sin concon los peligros y obstáculos con que pudiera hallarse algun dia, si se complicaba la situaon política de Europa, y tenia que combatir en otras fronteras contra poderosos enegos.

S. M. confia en que estas consideraciones vencerán cualquiera incertidumbre que pudiera ener å ese gabinete, y que cabalmente el recelo de que pueda la prolongacion de la guerra il dar fuerzas y esperanzas á los que desean trastornos y revoluciones, podrá eontribuir á e, por parte de ciertas potencias, no se ponga inpedimento ni obstáculo á la cooperacion de Francia, para conseguir un fin que aleja tantos riesgos de más de una clase, y que ofrece a prenda de estabilidad y firmeza á la tranquilidad general de la Enropa.

El ánimo y los deseos de S. M. son proceder en un todo de acuerdo con sus augustos alias, á fin de que, reclamando á un tiempo de ellos la cooperacion respectiva á que cada cual se ligó en el tratado de 22 de abril y en sus artículos adicionales, se logren tres objetos de suma portancia; primero, ofrecer å la Europa un testimonio irrecusable de que subsiste en vigor mencionado tratado, y de que se realizan sus efectos: segundo, aprovecharse del influjo mo■ de semejante union eutre las potencias signatarias, para quitar toda esperanza al partido belde y evitar que se derrame mås sangre española por una y otra parte: tercero, lograr e, viéndose à un tiempo la cooperacion armada de las tres potencias que firmaron con Esña el convenio, aparezca este bajo su verdadero aspecto, alejando toda idea de intervencion una nacion más poderosa, en los asuntos domésticos de otra más débil, sino como la conrrencia de varias partes interesadas más ó menos en que se consigna un fin comun

La intencion, pues, de S. M. es dirigirse simultáneamente à sus tres augustos aliados, con objeto de ver si se logra que al mismo tiempo se pongan en ejecucion los artículos 3.o y 4.° 1 tratado de 22 de abril, y los artículos 2.o y 3.o de los adicionales al mismo tratado, de suerte e, al mismo tiempo que pasen las tropas francesas el Pirineo para ocupar las Provincias Vasngadas, aparezcan los buques de S. M. B. en las costas del Norte para proteger el triunfo S. M., y desengañar á los ilusos que siguen todavía las banderas del Pretendiente; al paso e una division de tropas portuguesas se acerque á los confines de aquel reino con el nuesO, pronta á cooperar en caso necesario.

Esta combinacion de esfuerzos simultáneos ahorraria á la nacion incalculables daños, y seal mismo tiempo el medio mas á propósito para que la cooperacion de los augustos aliados S. M. fuese para ellos menos costosa y menos duradera. Estas reflexiones son tan poderosas, e no será difícil á la ilustracion de V. E. inculcarlas en el ánimo de ese gabinete, y con el ismo objeto, y para que los representantes de S. M. en las tres córtes aliadas procedan de mun acuerdo, comunico de rea! órden copia de estos despachos á los ministros de S. M. en córtes de Londres y de Lisboa; siendo la voluntad de S. M. que V. E. establezca con el priero las comunicaciones que exigen la importancia de este asunto, y la necesidad de que reiel mejor acuerdo y armonía entre ambos gabinetes para asegurar el buen éxito de esta neciacion.

TOMO II.

71

Con lo espresado en este oficio, y con lo que contiene el ostensible de fecha de ayer, tiene V. E. los datos suficientes para entablar con aquel pulso y detenimiento que por su naturaleza exige, sin esponerse en ningun caso á una negativa ó repulsa, que seria tan poco decorosa al gobierno de S. M., como fecunda en lamentables consecuencias, por cuya razon es la voluntad de S. M. que hasta que V. E. vea allanadas las dificultades que puedan presentarse, y tenga das las probabilidades de obtener el auxilio que se reclama, no presente V. E. à ese señor m nistro de Negocios Estranjeros la nota cuyo original remito à V. E. de real órden, para que su caso y oportunidad la comunique á ese gobierno en la forma acostumbrada.

Juzgo inútil encargar á V. E. que, una vez decidido el gobierno de S. M. á dar este past por lo grave de las circunstancias y por evitar peligros posibles, urge que se lleve à cabo cusato antes esta negociacion; y que ese gobierno se decida sin demora à prestar la cooperación solicitada. Este solo anuncio produciria un efecto sumamente favorable á la causa de S. M., athjaria tal vez las intrigas de algunos gabinetes que quieren poner trabas y obstáculos y ahorraria el derramamiento de sangre en las Provincias Vascongadas y riesgos y desgracias en otras. Motivos todos harto poderosos para que S. M., atendiendo igualmente à los cálculos de la predencia y á los sentimientos de su corazon, desea cuanto antes ver realizado un proyecto ¿ que tantas ventajas se promete para la pacificacion de estos reinos.-Dios guarde á V. E. mềchos años. Madrid 20 de mayo de 1835.-Firmado.-Francisco Martinez de la Rosa.—Senor bajador de S. M. en París.

NUM. 9.-Pág. 120.

Esposicion del capitan general de Cataluña al gobierno.

Capitanía general del ejército y Principado de Cataluña. - Excmo. señor: las comunicaciones que recientemente he tenido la honra de dirigir á V. E. desde Berga, Cardona y esta ciudad manifestándole la delicada situacion de este Principado, por el incremento de las gavillas re beldes y el vasto plan de la faccion carlista, habrán demostrado á V. E. la necesidad que hata de recibir aumento de fuerzas para atender à su tranquilidad y sofocar los elementos de des órden que por todas partes se ponen en accion. Los esfuerzos que personalmente he hecho, obstáculos que he vencido y todo linage de sacrificios, no han bastado para aniquilar á los en migos que, aunque desconcertados y batidos en muchos puntos, han echado profundas rais ya por la decadencia del espíritu público, como por la funesta impresion de muchas ocurre cias que han alarmado sus deseos y esperanzas, dando lugar en tal estado, á que los instig dores y emisarios del Pretendiente hayan podido sacar su partido, que comprometiendo à m chas familias es difícil desarraigar, como no sea por la fuerza de las armas. Esta situacion complica estraordinariamente por las maquiuacionnes que en sus sociedades proyectan k× demagogos, produciendo la impunidad con que obran, la licencia con que imprimen sus doc'r nas, y el tono ameuazador con que se erigen nitérpretes de la opinion pública, tal efecto en ke ánimos, que la consecuencia es el descrédito, la falta de prestigio de una autoridad que no te ne medios de destruir estos preliminares de desorganizacion, consiguiendo por último formar planes atrevidos para despojarla del mando y renovar los atentados de funesta memoria que les perturbadores consiguieron aquí y en otros puntos por iguales caminos. Meditando los de com batir ambos estremos revolucionarios para aniquilar á los rebeldes é imponer á los turbulente lo que me habia obligado á reclamar de V. E. el emvio de tropas à este Principado, he recibe do por el último correo las dos reales órdenes de 11 y 14 del corriente, en que por la primer se me previene envie dos regimientos á Aragon, uno de caballería y otro de infantería; y por segunda, confirmándome las tramas que ya estaba siguiendo, avisado ya amistosamente pr una autoridad civil y otras confidencias, tambien amistosas, se me descubre la estension ir ellas y la proximidad de una esplosion, cuyo escándalo acabará de sellar las locuras y estre víos con que se intenta mancillar nuestra regeneracion, para caer sin remedio en el mas be baro despotismo; porque las ideas anárquicas y demagógicas están reducidas en Cataluña al litoral de Barcelona y algun pueblo de la costa; pero en el resto se miran con horror, y la sob tendencia de ellas basta para seducir y armar á los pueblos, ocasionando, como ha ocasiona el estravío de los que forman las gavillas rebeldes.

V. E. conocerá que en este estado, el separar dos regimientos de Cataluña, cuya sola reunion or la diseminacion en que se hallan, produciria dificultades, dejando muchos puntos en desbierto, seria lo mismo que entregarse en manos de las facciones; los medios de contenerlas tán muy lejos de ser suficientes, y viendo el progreso de la insurreccion, las desgracias suidas en algunos puntos y las maquinaciones de los inquietos, he rogado à V. E. con tanto пpeño se me auxilie para conservar la tranquilidad de una de las mas importantes partes de monarquía, cuyo trastorno seria acaso tan funesto como el de Navarra, atendido el carácter tenacidad que estos habitantes han desplegado en iguales guerras.

No hay que confiar en la movilizacion de la milicia urbana, pues que esta fuerza, además costar inmensas sumas, que agotan los recursos del país, está movilizada cuanto es posie: no siendo suficiente, ha sido preciso aumentar las compañías corregimentales y formar mpañías de guías; por manera que este arbitrio con que se cuenta para reemplazar á los remientos está ya empleado. Es menester tambien conocer que la milicia urbana movilizada, le con violencia de su instituto; en ella no hay, ni es fácil restablecer disciplina, carecen de struccion y costumbre para las operaciones y marchas: llegan å ser molestos y aun perjudiales à las columnas, hasta el punto de haberme suplicado varios jefes su separacion por utilidad para la guerra y pernicioso ejemplo para la subordinacion y disciplina; en una palara, todo lo que sea distraer á estos cuerpos de defender algunos puntos locales, mantener guarnicion de fuertes ó el órden en sus domicilios, es hacerse una ilusion costosa en la eseriencia, además de consumir caudales con que podrian sostenerse fuerzas de incomparable tilidad.

Dígnese V. E. penetrarse de la verdad de unas demostraciones que sus conocimienos militares y práctica de campaña le harán estimar en su justo valor. Me lisonjeo del o haber omitido sacrificio alguno para el bien de mi patria y defensa del trono de nuestra leitima soberana, y haria con sumo gusto el del envio de los regimientos que se me piden, si un con ellos no considerase tan comprometida y difícil la suerte de este Principado. Por esta ausa desde mi regreso de la córte no he tenido descanso alguno: gastado, por decirlo así, el ntiguo prestigio de mi presencia, porque han visto que con ella no se han contenido los desrdenes de otras partes, que tanto temen y aborrecen estos pueblos, en vano les he predicao confianza; ya no surten el mismo efecto mis palabras, y aun cuando su fuerza todavía desrma á algunos, la verdad es que es preciso apelar á las armas, al tiempo, à la conviccion proresiva y à la necesidades de estar permanentemente en el campo para contener á los desleaes. Yo previ la marcha de estos sucesos hace tiempo, y comprendiendo sus dificultades y la mposibilidad de superarlas desde que se separaron de mi autoridad varios resortes del mano y la administracion, hice presente à S. M. que deseaba y aun era conveniente, se me admiiese la respetuosa dimision que hacia de este mando, con cuyo motivo renuevo y ruego V. E. se digne ver la esposicion que à dicho fin dirigí á esta superioridad en 23 de agosto el año próximo pasado. Graves circunstancias y sucesos muy notorios aumentan la necesidad le reproducir aquella súplica, y cuando veo que los revolucionarios toman por pretesto mi perona, y las mas acertadas disposiciones para acudir á la defensa de este país; cuando el espíitu de intriga y de difamacion cunde asombrosamente para tachar las mas claras reputaciones; cuando una vida llena de servicios eminentes no basta á contener la pérfida ingratitud de os que imprimen y divulgan toda clase de calumnias para irritar los ánimos y manchar una ama respetable, medios que impunemente se emplean, me parece que el sacrificio de mi persona debe anticiparse á quitar todo pretesto á la maledicencia y dejar al gobierno espedito y en plena disposicion de sustituirme con la persona que juzgue mas á propósito para la direccion de este Principado, y que acaso mas feliz, pueda lograr resultados mas satisfactorios. be agrega á estas considerasiones el mal estado de mi salud y la influencia de mis continuadas areas, que han debilitado sobremanera mi padecida constitucion, viéndome en la necesidad de anticipar el uso de las aguas sulfurosas, que me producen algun alivio.

Entretanto, ni el estado en que se halla mi responsabilidad me permite desmembrar sus uerzas con el envio de los dos cuerpos que se me piden: continúo trabajosamente superando os cuidados y atenciones que me cercan; y para desconcertar los designios anárquicos que se me anuncian en la citada real órden, no solo envio al general Bassa à Barcelona, en la imposibilidad de abandonar yo por ahora la montaña, sino que á los goberaadores civiles y delegados de policía, hago el mas estrecho encargo para la debida vigilancia, y que procedan con toda

« AnteriorContinuar »