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nás. Presentaos, catalanes y españoles todos, al propio tiempo que fieros, con aquella calma inseparable de la positiva fuerza. La union, la subordinacion son los elementos más necesarios para vencer; son los signos precursores de la victoria. Sed firmes apoyos de la recta administracion de justicia: el que quiera desarmar a esta deidad, se hiere con los propios filos de su espada. Los atributos principales de la justicia, son: la libertad, igualdad y propiedad. Pronto lo vereis demostrado y confirmado con los nuevos códigos, formándose como esperamos, sobre los principios que constituyen la dignidad que distingue à los hombres de los seres destituidos de razon, é incapaces por consiguiente, de usar discretamente de derecho propio alguno. A este vil estado han querido hombres malignos reducirnos; y presumiendo haberlo logrado, dicen que no somos dignos de mejor condicion. Ellos mismos conocen la falsedad de su presuncion, y convencidos de que no pueden vencerla, prorogan la cuestion con la jactancia de mejorar antes á los hombres con elementos opuestos à los de su creacion y perfeccion, atribuyendo á la naturaleza los defectos de legislaciones ó arbitrariedades ominosas.

Bien conoce la junta los justos y nobles sentimientos que en ciertas edades y circunstancias nos arrebatan á escesos en si disculpables, pero sismpre lamentables, si no se dirigen y contienen con prevision y discrecion. Nos hallamos empero, ya en circunstancias que no dependerá sino de nosotros mismos completar la dicha mayor que podemos apetecer. Cualquiera insidía sea cual fuere, no burlará ya nuestra vigilancia; y si es preciso perecer, pereceremos todos. El régimen fatal del absolutismo ha colmado la miseria en todas las clases. Muchos son los individuos que necesitan y desean trabajo y sustento. Calmad, catalanes, vuestro ansioso y landable anhelo. Libertado nuestro suelo de tantas plagas, pronto se abrirán copiosas y abundantes fuentes de riqueza que en todos ramos y varios sentidos, proporcionarán ocupacion y cómoda subsistencia à todos.

Nuestro movimiento, empero, debe ser convergente y no divergente. Debe inspirar confianza y con ella atraeremos capitales y voluntades que en breve formarán el país bajo todos aspectos. Escarmentad, españoles todos, con el ejemplo de los nuevos estados de América. En los que ha reinado el órden y la seguridad, se han aumentado maravillosamente la fuerza, la riqqueza y la felicidad de sus moradores. Pero, ¿cuán diferente es la suerte de los que por irredexion se van devorando con caprichosas é incesantes revoluciones? En las capitales es donde conviene la mayor tranquilidad, porque con el recelo de que sea turbada, se distraen ý debilitan nuestras fuerzas activas. Creedlo, españoles; en nada confian nuestros enemigos dañarnos tanto como con las turbulencias que ellos mismos entre nosotros promueven; y en nada les confundiremos tanto como con que entre los leales reine la más completa y perfecta fraternidad, concordia y buena armonía.

La mayor maravilla que recordarán las historias de las ocurrencias actuales de España, es la de que à pesar de los conatos más esquisitos con que se ha procurado dividir á los españoles y estraviar su opinion, se ha manifestado y se manifiesta esta de cada dia más uniforme y formidable. Todos claman por una ley fundamental que, à la par de las obligaciones, couf'rme los derechos de los cuales en el órden social aquellas dimanan. Los procuradores del reino han elevado á S. M. la reina gobernadora, la correspondiente peticion sobre tan esencial asunto cual es el de las garantías únicas y capaces de interesar á los pueblos en el sostenimiento de os tronos. Rápidos y portentosos sucesos manifiestan la oportunidad y la necesidad de calmar as ansiedades en este punto.

Contribuirá al mismo objeto de afianzar y ensalzar el trono y reinado de Isabel II, ó por meor decir, nada es tan urgente ni será tan eficaz para ello, como la estincion del clero regular y a reforma pronta y completa del secular. Incesantes serán las manifestaciones y súplicas que esta junta hará sobre los puntos indicados, porque todos se dirigen à la salvacion del Estado, es decir, de lo más sagrado.

Catalanes: los indivíduos que suscriben este Manifiesto, se hallan penetrados del sentimieno de su insuficiencia. Su principal anhelo es de ser remplazados por otros que podrán quizás eros más útiles y agradables. El amor á la patria y å la inocente reina, tan atrozmente comatida, ha podido vencer los poderosísimos motivos que les obligaban á escusarse de su nomramiento; así como la confianza de la cooperacion de todos los buenos españoles, fortalece el nimo de los vocales de esta junta; sin aspirar á otra recompensa sino á la de poder cesar en u mision sin remordimiento y sin haber causado resentimiento justo alguno. Sabed, pero, ue si abandonais à vuestros representantes á sus propios esfuerzos, si cada uno de vosotros

Томо п.

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no acude con su ofrenda á las aras de la patria, todo cuanto haga esta junta será infructuosa, y sus indivíduos abismados en el más profundo dolor en semejante, bien que imposible casa, cesarian en su aliento ó huirian del horrible espectáculo que presentaria nuestra amada patria, entregada à la brutalidad y ferocidad de los modernos vándalos. La junta concluye con esta triste reflexion, porque es muy importante que se tenga muy presente para el fin à que se dirige este Manifiesto. VIGILANCIA, VIGOR Y PRUDENCIA.

Barcelona, 13 de agosto de 1835.

Antonio Gironella, presidente.-Juan de Abascal, vice-presidente.-José Casajemas.-Juan Antonio Llinas.-Mariano Borrell.-José Paladé.-Pedro Figuerola.-José Manuel Planas.-Guillermo Oliver.-Andrés Subirá.-Ignacio Vieta.-Francisco Soler, secretario.

NUM. 13.-Pág. 138.
SEÑORA :

La Junta auxiliar consultiva creada por el voto electoral de esta poblacion á virtud del acuerdo de la compuesta el dia 5 por el Ayuntamiento y todas las autoridades, con la confianza que inspiran la lealtad y el patriotismo, y con el profundo respeto debido à una madre generosa se dirige á V. M,, no ya para renovarla dolores pasados, pero sí para implorar de V. M. que se digne acudir con pronto y eficaz remedio á prevenir la reproduccion de otros porque se vie ran frustradas esperanzas de un porvenir ventnroso.

El trono augusto de nuestra reina y escelsa hija de V. M.; los destinos sagrados de la patris. y los más caros intereses de la sociedad se vieron amenazados y altamente comprometidos en este Principado, y tanto, señora, que el capitan general que V. M. habia enviado para conser varlos, no pudo ya ocultar el peligro á V. M., pidiendo auxilios; pero ¡qué auxilios, escelsa reina! Un amargo silencio cubra esta idea, y el tiempo y el historiador califiquen la conducts militar y política de aquel general. La opinion pública ha dado su fallo designándolo como d preparador de escenas que debemos olvidar, y V. M. tambien para no renovar su afliccion Los desastres pasaron, y á ellos sucede un cuadro de mejores coloridos; un cuadro que bosqueja más confianza, y anuncia con ella, y el grito de Isabel II, consuetos positivos de la angusta Gobernadora à una nacion à quien nada.se ha dado y tanto merece.

Desde el dia 6 del corriente en esta capital, y casi en toda Cataluña, si bien rumores vagts han motivado medidas de precaucion, no se ha turbado en lo más mínimo la tranquilidad, y a la simple voz de los jefes y personas á quienes está confiada, se van consolidando el orden y la seguridad. El criminal abandono en que se dejaron los puntos de la mayor atencion para concentrar las fuerzas del ejército contra esta capital, baluarte el más firme de la lealtad española, ha engrosado la faccion momentáneamente con los elementos que impunemente esta ban preparados, esperando que algun éxito de combinaciones carlistas en otras provincias pro porcionasen un golpe decisivo contra nuestra inocente reina, contra V. M. y contra el mas seguro apoyo de su trono, el triunfo de la libertad. Entusiasmados empero los catalanes por tan sagrados objetos, corren presurosos á las armas y no puede ponerse en duda el buen éxito. Esta Junta, desde su instalacion trabaja cuanto puede para apoyar tan heróico impulso y sus manifiestos y proclamas anuncian sus intenciones y el fin de sus tareas. La Junta protesta á V. M. y al mundo entero, que los deseos y conatos de ella aspiran á salvar el trono de Isabel II, la libertad y gloria de la nacion española, Tienen sus individuos la íntima conviccica de estar identificados con los sentimientos de V. M., neutralizados acaso por los desacertados consejos; pero los designios de V. M. y los votos de los leales quedarian eludidos, si no se atendiesen los clamores de la magnánima y condolida nacion, con preferencia à los deseos de personas ocupadas más de su propia elevacion y riqueza, que de las prerogativas del trono, y de los derechos incontestables de los pueblos. No están éstos, angusta Gobernadora, en el estado de ignorancia y de criminal indiferencia que suponen algunos para que se contenten con palabras y promesas vanas é ilusorias. Los más atrasados de los españoles se han cansado ya de preguntarse, cuales han sido los abusos que se han corregido; cuales las reformas que se han verificado: cuales las mejoras y ventajas conseguidas. Concretándose esta Junta à su sropio país, dirá que además de los males indicados en s

inifiesto, todos los catalanes, así leales como descarriados, se lamentan viendo que à la soma de venerados leyes, se haya querido ejercer el más fiero é insoportable despotismo. Los principios que ostentó el anterior ministerio, asi como los anuncios públicos de nuevos avámenes, sin disminucion alguna de los antiguos, infundieron en los ánimos la desconfiande conseguir en muchos años las garantías y alivios que V. M., guiada por los impulsos proos de su magnànimo corazon desde luego concediera. El descontento llegó a ser general Cataluña, y sus autoridades, gobernando despóticamente, lo hicieron pasar á la insurrecon y de esta á la lucha. El cambio quedó por las masas populares, en el que estacionan lles de confianza en la justicia y en el generoso anhelo de V. M. hácia la prosperidad de los Leblos.

El gobierno de V. M. conoce ya los males altamente graves, que aquejan á los españoles; llanse desvanecidos con tristes ejemplos los temores que se han aparentado para retarr las reformas y proclamar á la par de las obligaciones, los derechos de que aquellas dinan. Debe tambien haberse convencido el gobierno de S. M. que los que medran con priegios y abusos nunca dejarán de ser enemigos de todo poder que de buena fé trate de rregirlos. Mucho es, pues, lo que el gobierno puede al momento hacer en obsequio de la nfianza que V. M. le dispensa, y en cumplimiento de las grandes obligaciones que su eleda posicion le impone para satisfacer imperiosas y perentorias necesidades, calmar la andad pública, y disminuir el conflicto en que las autoridades locales se hallan. Aunque sea molesto, permita, V. M. recordar que desde el momento que se encargó de la bernacion suprema de España, movida de su natural bondad se apresuró á dar á los espales una prueba positiva de los deseos que la animaban de promover su felicidad, convena de que el trono de su escelsa hija doña Isabel II, debia afianzarse en la base indestructide la libertad nacional, y de acuerdo con los consejos de gobierno y de ministros, sannó V. M. el Estatuto Real, que fué presentado como la piedra fundamental sobre la cual bió levantarse el suntuoso edificio de la regeneracion de España. Este don precioso llenó júbilo á los españoles, inspirándoles las más justas y lisonjeras esperanzas; pero fuerza decirlo, señora, muchos meses han discurrido sin haberse realizado. Algun elemento enego de la prosperidad de España parece haberse interpuesto entre el trono y el pueblo desando el lazo de įsu union. Los dignos procuradores del reino quisieron estrecharlo robusciendo los vínculos sociales por una ley fundamental, y de V. M. depende poner el sello á su opia obra. Uno de sus fundamentos principales es la libertad legal. Ella no asusta sino á tiranos y á sus secuaces, así como la justicia á los delincuentes. A la sombra de una y otra comete ȧ veces algun esceso, pero esto no sucediera si se protegiesen y hermanasen la ertad con la justicia.

La libertad es el don más precioso de la naturaleza; propaga la ilustracion; abre los mantiales de la riqueza pública, y eleva á las naciones al mas alto grado de poder y grandes ¿Y será posible, señora, que la España, esta patria en que brillaron tantos héroes, despued haber dictado la ley à dos mundos, haya de quedar por más tiempo reducida à la nulidad, ser objeto para los estranjeros de una insultante compasion? ¿Será posible que cuando las más potencias de la cuádruple alianza y otras inferiores están regidas por instintuciones res, la España sola qudase privada de este beneficio.

Dignese, pues, V. M. completar su obra llamando estraordinariamente las Córtes para que ocupen en la formacion de una ley fundamental análoga á las luces y necesidades de la na■n, y que asegure enteramente la libertad de los españoles. Esta medida será el iris de paz mion para la nacion y trasmitirá el nombre de Cristina à las edades futuras.

Dios guarde la importante vida de V. M. muchos años. Barcelona 19 de agosto de 1835.ñora: A. L. R. P. de V. M.—Antonio Gironella, presidente.-Juan de Abascal, vice-presiden-José Casajemas.-Juan Antonio Llinas.-Mariano Borrell.-José Paladés. --Pedro Figuero-José María Planas.-Guillermo Oliver.-Andrés Subirá.-Ignacio Vieta.-José Antonio Llot.-Francisco Soler, secretario.

NUM. 14.-pág. 140.

Señora: los que suscriben, indivíduos que componen la junta provisional instalada en la róica Zaragoza para salvar á sus moradores de la anarquía que los amenazaba, llegan å los

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pics del trono de V. M. llenos de confianza, à manifestar las causas de su reunion, las medida que han dictado y los votos de este pueblo tan leal como valiente. Para desempeñar este programa, fuerza es subir al origen de los acontecimientos que han tenido lugar en esta ciud durante los últimos meses, y examinando los progresos y estado actual de la opinion pülde que tanto ha influido en ellos, presentar á V. M. el cuadro fiel de su verdadera indole, y subr todo, de las consecuencias que son capaces de producir. Los esponentes lo harán, señora, lo harán con aquella santa libertad que reclaman las circunstancias terribles en que se baila este país, y la situacion de toda la monarquía, y que no es incompatible con el profundo repeto que se merece el trono.

Para que un pueblo religioso hasta la supersticion, llegue à clavar el puñal en el seno de los cenobitas, que veinte años ha eran objeto casi de su culto, una causa poderosísima ha de haber sobrevenido. Esta causa es indudablemente la conducta del clero, sobre todo el regular en la sangrienta reaccion de 1823. Entonces fué cuando esta porcion de la sociedad que debien mirarse como escogida, en atencion à su augusto ministerio, atrajo sobre su desafortunada tria, la más inicua de las invasiones estranjeras, concitó la ferocidad de los proletarios contra las clases acomodadas, trató de sofocar las luces, y erigiendo en principio el retroceso del preblo español à la barbárie de la edad media, creó un gobierno que redujo á sistema la persecu ción más feroz hácia todos los hombres de alguna valía. Las destituciones, las cárceles, el destierro, las ignominiosas cadenas y el patíbulo, en fin, fueron durante nueve años el amarg patrimonio de los buenos españoles. Esta ciudad por su desgracia, esperimentó como el preblo que más, la arbitrariedad de un despotismo oriental mezclada con las violencias de li anarquía más desenfrenada.

V. M. conoce los sucesos de aquel funesto periodo que siempre será un vergonzoso hu para nuestra historia, y los que suscriben, por tanto, no se detendrán en descripciones quest contribuyen å reproducir dolorosas reminiscencias. Baste recordar, que cuando en fuerza ¿ los acontecimientos de la Granja, cambió el aspecto político de la nacion, los corazones de libres profundamente ulcerados con los pasados padecimientos, sintieron á la par de una india ble alegría, un secreto temor de perder el precioso bien que empezaban á recobrar. El gobie no de V. M., sin embargo, intentó la fusion de todos los partidos, y el pueblo mismo, es prec so reconocerlo, prescindió de sus agravios y convidó con la paz á sus opresores. Si en ag momento los hombres del año 23 se hubieran reunido de buena fé en derredor del trono · vuestra augusta hija, la discordia hubiera desaparecido para siempre de nuestro suelo. Pers bando liberticida lejos de apreciar la noble conducta de los que poco antes habian sido st. víctimas, alzó la enseña de la traicion en las provincias del Norte, tan luego como el augus esposo de V. M. exhaló su último suspiro. El príncipe rebelde, cuyo nombre aclamaban aqu indisciplinadas hordas, vino en breve del estranjero à acaudillarlas, y convertidas en fucra regularizadas, marcharon más de una vez à la victoria.

Entretanto las conspiraciones contra la libertad y el legitimo trono, han pululado sin cos por do quiera, aun antes de la muerte del señor don Fernando VII. Zaragoza, despues de balc sido testigo de la asonada de los voluntarios realistas en 25 de marzo de 1833, estuvo espu á la catástrofe horrorosa que le preparaban los conspiradores carlistas en la noche del 27 € febrero de 1834. Todavía está pendiente por su estraordinaria complicacion la causa que se for mó acerca del primero de estos dos delitos, y aunque fenecida casi en su totalidad la que fulminó sobre el segundo, ofreció á los ojos del público el triste desenlace de que huidos dultados los principales reos, fuesen víctima de su necedad dos infelices, si bien legalmeth condenados à la última pena, completamente insignificantes por todas sus circunstancias.

Antes de estallar esta conspiracion, los patriotas zaragozanos conocian ya que reposaban sbre un volcan, designaban como sospechosos á los mismos sugetos que figuraron despues aquella escena y pedian eficazmente armas para defender sus personas y sus hogares. Pero ca vano: tan justas solicitudes fueron totalmente desoidas, hasta que en principios de marzo di mismo año 34, una conmocion popular fué el origen de los primeros cuerpos de la milica

urbana.

Iguales ó semejantes sucesos produjeron en las demás provincias un descontento, una do confianza y una agitacion iguales tambien à las que reinaban en Zaragoza. Lo cierto es, que el momento que V. M. renovando en el Estatuto real nuestras antiguas y venerandas leyes. : colocó en el seno de la representacion nacional, escuchó los clamores de los procuradores de

eino para que cuanto antes se otorgasen á la nacion garantías que completasen la obra de que | Estatuto Real es el cimiento, usando de vuestra misma real palabra. Los procuradores, seora, órganos fieles de sus comitentes, temian volver a la odiosa coyunda del despotismo, y omo esto no solo podia verificarse por el triunfo del Pretendiente en el campo de batalla, sino mbien por las maniobras insidiosas de un ministerio retrógrado al que no hubiera medios gales de combatir, buscaron en la declaracion de varios derechos un preservativo contra la osibilidad de este segundo caso. Manifestaron tambien incesantemunte la necesidad de medias fuertes y decisivas para esterminar la faccion de Navarra, la cual sin los reveses que sufrió n los muros de Bilbao y en los campos de Mendigorria, quizá hubiera llegado á comprometer ériamente la situacion de la patria; y convencidos de que la causa de todos los infortunios púlicos existia en ciertas clases, pidieron enérgicamente reformas, no de aquellas que por conebirse à medias, producen todos los inconvenientes y ninguna de las ventajas que una refora trae consigo, sino de las que arrancan el mal con sus raices, privando à las que lo causaron e los recursos necesarios para repetirlo.

Estos fueron los votos de las Cortes solemnemente emitidos en varias peticiones que elevaon al trono de V. M. Motivos que à la junta no es dado conocer ni le coresponde examinar imidieron y han impedido hasta ahora la resolucion de aquellas demandas. Pero la junta sin deir de respetarlos, faltaria à los deberes que le imponen la confianza de sus conciudadanos y I honor y lealtad personal de los individuos que la constituyen, si habiéndonos propuesto forar la historia de los hechos, dejase de poner francamente en consideracion de V. M. el efecto ne el silencio del gobierno acerca de las peticiones de Cortes ha producido en la opinion púlica de eşte vecindario. La desconfianza, señora, el temor de un retroceso que tanto afecta á os que sufrieron la tormenta del año 23, han adquirido cada dia mayor incremento, viniendo parar en un odio encarnizado contra los que entonces fueron perseguidores de los libres, on ahora sus fiscales y trabajan para llegar un dia á ser sus verdugos.

Y como una sola chispa es capaz de originar un horroroso incendio cuando ceba en mateia fácilmente combustible, de aquí es que cualquiera causa de disgusto que llegue à poncrse en accion, escita al instante las pasiones que predominan en el pueblo, y viene à rechazar conra aquellos objetos que lo son para él de encono y alarma. El dia 23 de abril último, vió esta capital una prueba tan convincente como terrible de la exactitud de esta asercion. Un simple esentimiento personal y mezquino, bastó para comprometer la tranquilidad pública, por meio de un movimiento que, aunque de pocas horas, fué suficiente para derramar la sangre de liez ó doce hombres, algunos de los cuales gozaba del aprecio y hasta de la veneracion de odos los partidos. Se cortó aquel motin, como acaba de decirse, pero se cortó sin que la parte ana de los habitantes, ostentase aquella justa indignacion que su honradez debia inspirarle en otras circunstancias y que hubiera sido suficiente para hacer sentir el peso de su animadersion à los autores de tamaños atentados. Los sucesos del 5 de jul o próximo, presentan al jo filosófico y observador, una fisonomía todavía más pronunciada en el sentido que acaba de ndicarse. La imprudencia de un oficial de la guarnicion conmovió al pueblo; se incendiaron lurante doce ó trece horas varios conventos y se buscaba á los religiosos con furor para maarlos, como efectivamente se verificó con algunos, sin que los esfuerzos de la autoridad ni la presencia de la fuerza armada, fuesen parte para evitar tales desórdenes.

Pues ahora bien, señora: ¿los zaragozanos, los honrados y valientes zaragozanos, cuyo deodado arrojo y sin par constancia hicieron temblar las huestes del capitan del siglo, serán hoy por ventura, cobardes asesinos, viles incendiarios? No. Ellos son los mismos que hace einte y siete años conquistaron el tributo de la admiracion del mundo, ellos son herederos de a hidalga bravura y pundonor de los antiguos hijos de Sobrarbe. Pero fuerza es decirlo: el lespecho de que se hallan poseidos por las razones que van espuestas, es el que les hace mirar on rostro sereno el esterminio de personas y edificios que respetaran y protegieran ȧ todo rance, si viesen que una reforma legal ejercia sobre ellos la accion enérgica que la opinion pública apetece. El despecho, pues, contra estos institutos y contra todos los fautores del carlismo, es la verdadera causa de su indiferencia hacia crímenes que realmente detestan en el ondo de su corazon, y de su antipatía cuando se les exige una oposicion eficaz á ellos; porque on muchos los hombres de bien que por falta de luces no perciben toda la deformidad del rimen, cuando bajo formas políticas aparece disfrazado.

Prueba sea de esta verdad el proceder del pueblo zaragozano en la mañana del dia 6: en

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