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canzan, compañeros, y por eso, no solo os lo anuncio sin temor, sino que me he constituido sponsable de contener al enemigo comun de las libertades patrias, en los límites que le han izado nuestras gloriosas armas al pié de sus escabrosas montañas. Cese la discordia, y ellos rån si las hay inespugnables para nuestro valor.

Más en tales circunstancias quiero y debo dirigiros mi voz, á fin de que sepais y de que setodo el mundo, los principios y sentimientos que han de conducirme invariablemente en la ›oca presente, y mientras ocupe el importante puesto que me está confiado, evitando así que eda ser sorprendida la buena fé de todos por las pasiones ardientes de los unos, y por las iras ambiciosas de los otros, y logren los gritadores estraviarnos del camino recto que nos ñalan nuestros deberes, el bien público, la honra y el crédito de nuestras armas. Mientras ie yo me halle å la cabeza de este ejército, y el ejército continúe pagando mis afanes y deselos con la confianza que me manifiesta, y que forma mi orgullo y mejor recompensa, declaro ›lemnemente que sus armas no servirán nunca sino para sostener las libertades de la nacion, órden público y el trono de Isabel II, que considero como la mejor garantía de aquellos y è este. No reconoceré jamás otras alteraciones en la ley fundamental del Estado, ni otras auridades que las que legítimamente ha establecido ó establezca en adelante el poder legal, es ecir, el que forma con recíproco acuerdo y ejercicio la corona y la representacion nacional; orque en la union de estos está la ley, está la libertad, el derecho, el bien de la patria y el reedio de sus males, y fuera de ellos la tiranía, la usurpacion, la disolucion social, el fin de toas nuestras esperanzas y derechos, la ruina de esa misma independencia nacional, por cuyo mor fuimos los españoles tan justamente celebrados y temidos en todas las épocas de nuestra rillante historia.

Quien intentase locamente separarnos de tales principios, no solo seria criminal, seria tamien un insensato, que divičiento la opinion para debilitar la fuerza de este ejército, hoy baarte de la patria, abriese al enemigo la brecha por donde trata de asaltarla para luego suergirla en todos los horrores del despotismo, de la supersticion y de las feroces venganzas, ue serian el inevitable resultado de la reaccion y el término cierto de nuestras locas discorias. La situacion general del reino, el incremento que toman por todas partes las facciones, a impotencia que muestran para contenerlas las provincias que se han emancipado de la auoridad central y legítima, desconociendo la conocida máxima de que no hay fuerza sin union, testan que no os hablo de vanos recelos, sino de hechos ciertos, evidentes, de todos conocios y cuyas consecuencias están al alcance de todas las inteligencias. A nuestra union y firmea solo es dado hoy el contrarestarlos; por todos debemos tener la cordura que todos parecen aber perdido.

Compañeros, mi corazon me anuncia que à este valiente ejército está reservada mayor gloia que la de vencer en el campo á los enemigos de la libertad. Si, yo espero que vuestra union y vuestras virtudes han de servir muy pronto de ejemplo y de apoyo á la reconciliacion le todos los buenos españoles que, amando sinceramente aquella, quieren cimentarla sobre el orden para que prospere por el imperio de las leyes; lo espero, por más que hoy se encuenren aquellos agitados convertidos en instrumento ciego de pasiones más vivas ó de miras nenos nobles y sinceris que las que han servido á estraviar el mayor número de los disidenes. Tiempo vendrá en que los partidos podrán disputarse el poder sin tanto peligro, y las opiiones dividirse sobre la mayor ó menor latitud y perfeccion que convenga dar å las leyes; más hoy es preciso ocuparse solo de salvarlas, de afirmar el trono que identificó con ellas su existencia, de arrancar las armas al partido que nos disputa el territorio donde han de reinar ese trono y esas leyes.

He espuesto al ejército con la severidad y la franqueza que me caracterizan, cuales son mis principios y deberes y á ellos repito que será arreglada é invariable, cuanto firme y completa mi conducta. Celoso de la honra y de la gloria de nuestros armas, como jefe, del bien de mi patria, como ciudadan), de la confianza de S. M., como súbdito, he de corresponder à todas estas obligaciones, aunque me viese en la dolorosa necesidad de castigar con la prontitud del rayo, con toda la severidad de las leyes, y en el interés general que así lo exige, à cualquiera que intentase quebrantar aquellas para desunirnos y separarnos del camino recto y legal. Y ȧ este fin recuerdo como vigente la órden general dada al ejército por su ilustre general en jefe el Excmo. señor do Francisco Espoz y Mina desde su cuartel general de Pamplona en 23 de enero del presenteaño, con motivo de las tristes ocurrencias que turbaron la tranquilidad de

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la capital del reino en 18 del mismo mes, cuya órden volverá á ser leida à todos los cuerpos del ejército durante tres dias consecutivos despues de recibida ésta, á cuyo especial objeto form rán las tropas, con asistencia de todos los señores jefes, oficiales y sargentos, y repitiéndose luego la lectura los domingos de cada semana, precediendo un redoble de silencio, hasta tant que cese la desunion que aflige à la patria y à todos sus buenos hijos; y encargo bajo su responsabilidad personal á todos los comandantes generales de fuerzas y territorios, plazas y lɩgares fortificados, que cumplan y hagan cumplir, guardar y ejecutar puntualmente y en toda su estension la referida órden, leyéndola á las tropas al mismo tiempo que la presente alocucion. Dado en mi cuartel general, etc. Vitoria à 9 de setiembre de 1835.-Luis Fernandes de Córdova.

Junta provisional.

GOPIA.

NUN. 18.-Pág. 160.

La junta provisional de Tarragona ha acordado consignar á don Benito Gamindez para que desempeñe cerca del brigadier don Manuel Gurrea la mision que se le ha encargado y para cuyo objeto se le autoriza con la presente credencial.

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Mi querido general: Precede copia de la credencial que me confió la junta de Zaragoza sobre una mision cerca de vd. Desde el 26 que salí de Zaragoza, he hecho esfuerzos increibles par verme con vd. y darle un abrazo. La comision que me dió la junta es sencillamente de invitar å vd. de ponerse al frente del noble movimiento de aquel heróico pueblo, á cuyo fin ofrece á vd. por medio mio el mando superior de las armas. Cuando á Gurrea se le toca la cuerda de patriotismo, es mezquino hablar de ambicion, pero sí hay ambicion en sacar la España del estedo de envilecimiento en que le tiene un ministerio que sacrifica todo á su interés personal, y que à un paso más que dé nos arrastra en el precipicio à cuyo borde nos han llevado sus faltas ó su criminalidad.

Valencia, Murcia, Cádiz, Granada, Valladolid, Salamanca, Toro y Zamora han imitado el nëble ejemplo de Cataluña y Aragon, y sin dejarse intimidar por la ventaja dimera que el gobier no ha obtenido en Madrid, están decididos á sostener la libertad y el trom de Isabel II sobre bases sólidas. Pero tambien es claro que todo lo espera la España de la heróica Zaragoza y que para asegurar su triunfo, se necesita que un hombre del prestigio de vd. se ponga al frente. Este solo paso anonadaria al ministerio y evitaria acaso mares de sangre, pues que el ministe rio débil y condescendiente con la faccion, está resuelto à poner en juegotodos sus recursos contra los que piden el cumplimiento de las promesas salidas de la boca e Maria Cristina ! consignadas en el Estatuto real. Ya el cobarde Quesada reune en Madrid tola la Guardia Real para escarmentar, como dice, la rebelion. No entro en otros pormenores porque sé que su patriotismo no necesita estímulo, pero sí apelo á la noble ambicion de vd. paracon su solo pronun ciamiento dar la libertad à nuestra desgraciada patria y establecer en seguida un gobierno fuerte que haga desaparecer como el humo la faccion que destruye todos nuestrosrecursos. Si, lo di

o sin temor de ser contradecido, que el solo pronunciamiento de vd. decide la cuestion y tranuiliza nuestra desgraciada patria. ¿Si viera vd. el entusiasmo que toda Zaragoza siente por usd? Segura de vencer quiere ver å vd., que adora, como el primer héroe de la España. Conozco que el primer deber de un militar es la obediencia, y el primer deber de un patrioel esterminio de la faccion.

Pero sepa vd. que por Zaragoza pasó el sábado un ayudante de Córdova que le llevaba á usd la órden de ponerse inmediatamente en marcha para Navarra, sin tocar en aquella capital. e manera que quieren que vd. abandone la gloriosa persecucion que le ocupa, para llenar on su gente el hueco que la ida à Madrid de la Guardia Real actualmente en Navarra, ocasioará en el ejército del Norte, para en seguida despojar á vd. del mando, confiarlo á un favorito solente, y dar así largas à la guerra fratricida que nos despedaza. El ayudante se llama Ros; ebe estar hoy ó mañana con vd.

No hay tiempo que perder. Nuestra situacion es brillante, pero necesitamos de vd. Su paiotismo no dejará escapar esto ocasion para dar la libertad á su patria y asegurar el trono de abel II.

A nombre de la patria, de ese heróico pueblo de Zaragoza que idolatra en vd. y que espera vd., de todo lo que ama en el mundo, de la humanidad, y si algo puede, de la amistad¡cone vd. me honra, suplico á vd. de tomar un partido fuerte, digno de vd. Me han aconsejado no sar á esa por causa del inmenso riesgo, pero hago el propio por el cual aguardo con ansia respuesta de vd. Si vd. me indicase un medio seguro de vernos, se lo agradeceria. Suplico vd. de devolverme con su respuesta el presente papel, pues sin tiempo para sacar copia, iero enseñarlo à la junta de Zaragoza.

Todo suyo que de corazon le ama

Yo tuve que huir de Madrid, dejando allá á mi familia.

BENITO ALEJO de GaminDEZ.

Ya sabe vd. el insulto hecho a la representacion nacional, en el encarcelamiento de todos mellos diputados, de la oposicion que han podido agarrar. La valiente division de vd., no puemenos de vengar este ultraje.

P. D. Si vd. se viene á Zaragoza con su division, es cierto que la persecucion será suspenda, pero de todos modos lo estaria obedeciendo la órden de Córdova. Además, el ministerio seria y los veinte mil hombres de la guarnicion de Madrid, irian al Norte, y al cabo gana.

Balaguer dia 24 de agosto de 1835.

NUM. 19.-Pág. 162.

emorandum del embajador de España en París, tratando de probar al obierno francés que era llegado el caso de la cooperacion y la necesidad e que las tropas francesas ocupasen las Provincias Vascongadas.-Paris 8

de setiembre de 1835.

La cuestion española tal como se presenta en el dia, ha dejado de ser, aun para las potenas que no han reconocido á la reina doña Isabel II, una cuestion de sucesion, puesto que en esencia y consecuencias es puramente monàrquica.

La reina Gobernadora, deseando contraponerse a las ideas absolutistas de los partidarios del etendiente, y sobre todo, contrarestar toda faccion revolucionaria que intentase proclamar impracticable Constitucion de 1812, otorgó el Estatnto Real, fundado sobre las antiguas liertades que gozaban las diferentes coronas de España reunidas por el enlace de los reyes tólicos. S. M. la reina regente, juntó las Córtes bajo la base sancionada, y no rehusó dar su ncion soberana á aquellas leyes que eran favorables à la causa pública, y aun espontáneaente propuso algunas que solo eran consecuencia de sus maternales deseos, acreditados desel fallecimiento del rey don Fernando.

Entretanto que S. M. dedicaba sus desvelos al bien procomunal del reino, la faccion del etendiente, favorecida por la localidad del terreno y rudeza de los habitantes de las provin

cias sublevadas, se engrosaba en número y acostumbraba á los combates contra las tropas de doňa Isabel II. S. M. en aquellas circunstancias mandó toda su fuerza militar contra unos pueblos que combatian, ya por la seduccion de sus jefes, ya por conservar privilegios ominosos al resto de la monarquía, siendo de notar que las provincias sublevadas son las únicas en España que, á pretesto de sus fueros, protestaron en 1713 contra la esclusion de las hembras para reinar en España, ó sea el informe é ilegal auto acordado de Felipe V. ¡A tal punto ciegan las pasiones cuando la ambicion ó los intereses parciales son el móvil de las acciones humanas!

El gobierno de S. M. C. creyó haber llegado el caso de pedir el entero cumplimiento del tratado de 22 de abril, no porque juzgase que sus reales armas fuesen insuficientes para vencer á los carlistas, sino porque previó que lo desguarnecidas que quedaban las provincias fieles su soberanía pudiera facilitar á los revolucionarios demócratas el poner en agitacion el reino: S. M. sabia tambien que, hermanados éstos y afiliados en sociedades secretas con los qu existen en otros paises de Europa, podrian comprometer, no solo la dignidad de su trono, sim tambien la de los soberanos sus aliados, y aun la de los monarcas que no eran signatarios de tratado de la Cuadruple alianza. Razones que no son de este lugar, hicieron que se negase la cooperacion armada, y su negativa fué el grito de alarma ó toque de generala, para que los revolucionarios de España alzasen la bandera de la rebelion.

Constitucion de 1812, federalismo, demagogia, todo ha sido puesto en accion por gentes ambiciosas ó pérfidas, que la presencia de un pueblo obediente y más circunspecto que ellos La confirmado con su indiferencia la opinion que tenian de él los hombres honrados que deplora ban tantas calamidades.

Así, pues, puede repetirse que la cuestion española no es ya cuestion de sucesion, sino cueztion monàrquica, que tiene el apoyo de la fuerza numérica de una nacion tan fiel á sus reyes como la española, y el voto de los hombres de bien que tienen que perder, y que por i tanto, se hallan fraternizados en sentimientos con todos los que se hallan en igual situacion los demás paises de Europa.

La vecindad de la Francia y las antiguas relaciones de ambos paises, las continuas comuncaciones, y las dos veces que sus ejércitos han hecho mansion en España, hacen que los interses bien entendidos de ambos pueblos, y la conservacion de los dos tronos actuales se halle muy comprometidos, siempre que las teas de la discordia ó la cuchilla de la anarquia se alase en cualquiera de los dos paises. Bajo este punto de vista parece debe mirar la Francia la actual situacion de la Península, ya que tiene la fortuna de que el cetro de S. M. Luis Felipe por ga à raya las facciones revolucionarias que al otro lado de los Pirineos alzan la cabeza co tra una memoria real, à favor de las pretensiones de la usurpacion, ó quizá de acuerd con ella.

Al punto que han llegado las cosas, cuando la unidad y el decoro de la corona de Carlos II se halla desmembrada y ofendida por pretensiones ilegítimas por un principe de su sangre, ! por las violencias de un partido tan enemigo del trono de doña Isabel II, como de cuantos exis ten en el universo, para haber llegado al caso de que una nacion vecina, poderosa y alish de S. M. C. acuda á sostener la corona en sus sienes, y à facilitar con su auxílio el que las ar mas de S. M. se hallen libres para correr à los puntos ó provincias donde se profana su august nombre y se entroniza la insurreccion.

Tan poderosas razones deben convencer al gobierno de S. M. el rey de los franceses, de conveniencia de que una fuerza militar francesa ocupase las Provincias Vascongadas, á fin que, ahuyentada por este medio la faccion carlista, llegase á desaparecer, y por lo tanto, ejército español se hallase en estado de combatir la anarquía en las demás provincias de Espe ña; pues si en Madrid una guarnicion de tres mil hombres escasos ha podido restablecer el or den en el mes de agosto pasado, y el gobierno ha tenido tanta fuerza que ha desarmade tre batallones sublevados de la milicia urbana, no puede caber duda en que si hubiera guarniciona en otros puntos no se verian las juntas insurreccionales de algunas provincias mandando des caradamente y disponiendo de los fondos públicos, ni tampoco en las calles y plazas tropele de asesinos y de incendiarios perpetrando impunemente el robo y el asesinato.

La cuestion que forma la base de este memorandum tiene ya tal importancia, que es para trono de doña Isabel Il cuestion de vida ó de muerte, y no para que suceda á S. M. en la mon quía española este ó el otro príncipe, sino para que el cetro español se vea destrozado por

ccion revolucionaria europea que ensaya sus fuerzas en España, porque lucha con una mería real debilitada por pretensiones del que, si considerara los males que causa con ellas á dignidad real, se apartaria de un camino que, aunque le hiciese llegar al logro de sus deos, no le constituiria un trono más seguro que el de su augusta sobrina que trata de derrir. Si el obstinado príncipe llegase á convencerse, como pudiera probársele, que muchos que man su nombre quieren destruir su poder despues del triunfo; y si el pueblo español se nvenciese igualmente de que muchos de los que proclaman libertad, Constitucion de 1812, rechos del hombre, etc., son agentes de la usurpacion, y que se hallan muy en acuerdo to›s ellos para destruir la monarquía, cualquiera que fuera el monarca, pronto se restableceria paz de la Península, pues don Carlos renunciaria á su empresa, y el cetro de la reina doña abel II, sostenido por la opinion del convencimiento, caeria sobre los revolucionarios demóatas. Empero, la espantosa calamidad que aflige à España, ha salvado el Pirineo, y ya el san'iento jacobinismo no puede alzar los puñales contra los retirados cenobitas, como ha sucedo en España, en las calles de París, al frente de una guardia nacional fiel y numerosa, y irlando la diligencia de un gobierno tan ilustrado como justo, ha buscado por abrigo una caicha para amarrar unos viejos cañones de fusil à una mala tabla, y atentar contra la vida de 1 rey que hace la felicidad de sus pueblos, y de unos príncipes que por sus virtudes presenn tantas esperanzas de ventura á los paises que lleguen à gobernar, ya por los enlaces que ontraigan. Más, á qué punto ha llegado el encono contra la monarquía, puede verse en que 1 el atentado de 28 de julio no es una venganza personal la que armó á un asesino para descerse del rey y de los príncipes, sino que puede decirse que Fieschi era el asesino de la huanidad en masa, pues que tiraba sin discernimiento sobre ella para destruir la monarquía. emplo que quedará consignado en la historia para probar hasta dónde ha llegado en el sio XIX el odio contra la dignidad real.

Pues si el 28 de julio, cuando apenas habia noticias de los asesinatos de Reus, y que se teian algunos otros, se ha visto con tanto escándalo atentar contra la vida de S. M. el rey de s franceses, ¿qué no podrá esperarse cuando la revolucion anárquica se haya sentado de firme todas las provincias de España? ¿qué no podrá esperarse cuando les revolucionarios españos se hayan perfeccionado en la perfidia con las lecciones de todos los que acuden á la Penínsu, y con las de los prófugos del proceso de abril, de los cuales se sabe que alguno ha acaudido los grupos que asesinaron al general Bassa en Barcelona? Las sociedades secretas se haan minando todas las sociedades políticas, y con mucha más facilidad siguen su camino en los ises en donde la beneficencia de las leyes protege la libertad individual, y la espresion de opinion pública interpretada las más veces por las pasiones; pero en España ejerce un impeo más poderosa por las circunstancias en que se halla el país y la índole de su gobierno de toría ó regencia. A semejantes daños, solo la Francia se halla en el caso de hacer frente. Una acion donde el saludable justo medio no es un ente quimérico ó teórico, sino un ser que tiene, or decirlo así, existencia física, que debe à la justicia y prevision de su rey, á los intereses púicos, á la industria, à la agricultura, á la ilustracion, á la administracion departamental, à la ulencia de su hacienda, á la disciplina de su ejército y á la perfecta organizacion de la guara nacional, es á quien córresponde tender un brazo de salvacion al trono de S. M. C. y al poer de su augusta madre; y salvando el trono español, será la Francia la que preservará á tos los demás de Europa de los embates de la democracia anárquica, que quizás aguarda cometar su triunfo en Madrid para triunfar en otras partes. No se trata para conseguir tan sagrafin, de una espedicion que debiese ocupar toda la Península: bastaria que una fuerza militar oporcionada al objeto, ocupase las Provincias Vascongadas y Navarra, apoyada en las plazas onterizas de las mismas, que las tropas de S. M. la reina conservarian ó partirian su guarnicion n la fuerza auxiliar de la que un tratado particular podia arreglar el modo y compensa

ones.

La causa de la justicia, la causa de la humanidad, la causa de la monarquía reclaman la coeracion armada de la Francia, y los fusiles carlistas que continuamente hacen fuego sobre puente de Behobia, y à que ha tenido que contestar repetidas veces el cañon francés, reclaan el que la bandera tricolor aleje de las fronteras francesas el ruido de la guerra, lanzándoal otro lado del Ebro para que las tropas de la reina acaben con las fuerzas del Pretendiente puedan enfrenar las pasiones revolucionarias.

Si la Francia desoye la voz de la verdad en esta ocasion, si no se asombra al ver el abismo

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