Imágenes de páginas
PDF
EPUB

que se halla abierto á la linde de sus fronteras; en una palabra, si no acude á la defensa del treno de la reina doña Isabel II, la Francia en esta cuestion de vida á muerte para la monarque á más de los peligros que la amenazan para en adelante, queda responsable à la posteridad todas las calamidades que van á eaer sobre una nacion vecina y aliada suya, y de todas aquella que, corriendo el tiempo, trastornaren á la Europa eutera empeñándola en guerras y revoinciones, cuyo fin no verá la generacion presente ni tal vez la venidera. Paris 8 de setiembre de 1835.

El ministro de Negocios Estranjeros al embajador de S. M. C. en Paris, contestando at mimorandum de éste de 8 de setiembre de 1835.-Setiembre 15 de 1835.

El gobierno del rey ha tomado en séria consideracion el memorandum presentado por el se ñor embajador de España, con el objeto de probar la conveniencia y la necesidad de una ocapscion de tropas francesas en las Provincias Vascongadas. El gobierno no ha hallado en los argu mentos en que se funda un motivo suficiente para acceder á lo que ha negado hace tres meses con motivo de una peticion semejante. El tratado de 22 de abril de 1834, y los artículos adiciona les de 18 de agosto, tienen únicamente por objeto, en lo perteneciente a España, el impedir las tentativas del Pretendiente contra el trono de la reina Isabel. No puede decirse que la cooperació indirecta acordada con este fin à las tropas de S. M. C. por sus aliados, haya sido ineficaz. En efec to; bien sea que la naturaleza del terreno y la situacion particular de las Provincias Vascongadas hayan permitido al Pretendiente el prolongar hasta hoy un estado de guerra, que puede que u ceda sino con la accion del tiempo, secundado por un conjunto de medidas hábiles y prudentes. es hoy en dia tambien evidente que este príncipe aislado de todo apoyo esterior y reducido a sus propios recursos que se agotan de dia en dia, no está en posicion de intentar ningun golpe decisivo, y que no podrá sin esponerse á una ruina casi segura salir del estrecho circulo en que pelea quince meses hace. Su presencia en España es, sin duda alguna, el origen de muchos desastres particulares, pero no amenaza de manera alguna la existencia del gobierno de la reina. En este estado de cosas, hoy menos que nunca es la ocasion de una determinacion tan grave, tan fecunda para los dos paises en consecuencias casi incalculables como seria el mandar un ejército francés al territorio español. Esto manifestado, el gobierno no se ceñirá de la maner más indirecta á las estipulaciones convenidas el año último, no seria sino separándose de esta estipulaciones relativas únicamente à don Carlos, que pudiera hacérselo aplicable à una clas de hechos que los negociadores ciertamente no previeron. No es, pues, admisible esta interpre tacion: los intereses de la política francesa, los de la nacion española, tan celosa por su inde pendencia, y tan contraria á toda mezcla de estranjeros en sus asuntos interiores, rechazai igualmente un sistema semejante, y el gobierno francés cree que seria desconocer sus intere ses en lo más esencial, el dar á las cláusulas del tratado de 22 de abril la estension indicada e el memorandum de S. E.

Aprovecho, etc.

NUM. 19.-Bis.-Pág. 193.

Vascongados:

Han pasado ya dos años desde que instigados pérfidamente por nn puñado de individuos la mayor parte estraños à vuestras costumbres y à vuestro idioma, alzásteis el pendon de la rebelion contra una reina que ni trató nunca de abolir vuestras antiguas y venerandas institeciones, ni pensó jamás en destruir la sacrosanta religion de vuestros padres. Dos años hace que vuestro suelo está bañado en la sangre de vuestros mejores hijos, y á pesar de la tenacidad de vuestro carácter y de las ventajas que ofrece vuestra situacion topográfica, hoy es e dia que no habeis aumentado en una sola pulgada el dominio de vuestro caudillo.

La historia no creerá nunca que en una tierra tan célebre por el origen y la tradicion sus instituciones liberales, en un país donde se refugiaron la libertad práctica y las luc cuando el continente europeo yacia sepultado en el despotismo y la ignorancia, haya podie invocar en el siglo XIX el poder absoluto y la Inquisicion.

No, vascongados, tiempo es ya de que se desvanezcan completamente vuestras ilusiones Engañados cruelmente por los principales autores de vuestras calamidades, concebísteis un momento la absurda esperanza de ser socorridos por un gobierno septentrional; pero situada à quinientas leguas de vosotros, y no pudiendo mover un solo hombre sin la vénia de los gabi. netes de Londres y París, mal podria auxiliar vuestra causa quien para mantener la esencia peculiar de su gobierno, necesita preservarse particularmente de la reaccion moral del siglo y de las ideas.

Lejos. pues, de quedaros la menor esperanza del triunfo, un ejército de cien mil valientes apoyados en la omnipotente alianza de la Inglaterra, Francia y Portugal, va à ocupar vuestro territorio: y en momento tan terrible para la rebelion, y tan halagueño para la lealtad, S. M. quiere por última vez hablaros como reina, y remediar vuestros males como madre.

Todo el que vuelto de su error quisiere dejar las banderas det usurpador, podrá retirarse á Francia, quedará de hecho amnistiado, y recibirá por la autoridad española, en Bayona, cuatro reales diarios siendo soldado, y más si hubiesesido oficial, ó se presentare con armas ó caballo, segun la nota que á continuacion se inserta.

Así lograreis seguridad y reposo contra las vejaciones de vuestros opresores: hallareis, al mismo tiempo, pan con que satisfacer el hambre de vuestros hijos y mujeres, y volvereis, en fin, al amoroso seno de una reina que lloraria eternamente las terribles consecuencias á que os espondrian vuestra ingratitud y vuestra obcecacion.

Al soldado que se pase.

A los sargentos y cabos.

A todos los oficiales hasta capitan inclusive.

A los principales que mandan la tropa ó hacen de jefes, se les dará lo

4

que á sus grados corresponda.

A los que vinieren trayendo à su padre o madre, ó que antes ó despues
vinieren con ellos, se les dará al padre y madre é hijo 6 rs., com-
prendiendo los 4 rs. del soldado. . .

A todos los mozos que por no ir al servicio de Carlos vinieren y traigan
consigo a sus padres y madres por librarlos de las manos de los ban-
doleros se les dará 6 rs. por cada dos ó tres personas.

A todos los que se presenten con sus armas y caballos:

Por escopeta ó fusil con bayoneta.

Por cartuchera ó canana.

Por lanza, sable ó espada, y caballo.

[ocr errors]

4 rs. diarios.

5

8

6

60

20

400

74

Томо п.

NUM. 20. Pág. 202.

EJERCITO REAL DE VIZCAYA.

Estado que manifiesta la fuerza total de las dos armas, infantería y

[merged small][merged small][merged small][ocr errors][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][ocr errors][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][ocr errors][merged small][ocr errors][ocr errors][subsumed][merged small][merged small][subsumed][ocr errors][ocr errors][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][ocr errors][merged small][merged small][merged small][merged small][ocr errors][ocr errors][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small]

NOTA. El primer batallon tiene ciento ochenta y siete reclutas para la fuerza presente que manifiesta.

NUM. 22 (1).-Pág. 210.

El general en jefe interino al ejército del Norte.

COMPAÑEROS:

Mientras que grandes perturbaciones conmueven al reino y dividen á los amantes de la libertad y del trono, nosotros combatimos y vencemos por el trono y por la libertad, salvando l patria de la ruina á que inevitablemente la conducirian los progresos de la desunion y del delirio que por do quiera cunde y se manifiesta bajo diferentes formas y con distintos fines. El ejército del Norte presenta hoy un grande y magnífico espectáculo cuando, en medio de tales convulsiones y trastornos, solo se ocupa de multiplicar sus esfuerzos y fatigas para contener y humillar por todas partes á los destructores de nuestros derechos; y ciertamente, la gratitud y la estimacion de nuestros conciudadanos, el afecto de nuestra augusta reina y la admiracion de la Europa entera, anticipan ya á tan heróica conducta los premios que le reservan un dia, la posteridad y la historia. Nuestra mision era combatir y triunfar; y si como ciudadanos

(1) Del núm. 20 pasan los documentos al 22, por haberse omitido poner el núm. 21.

deploramos en el fondo de nuestro corazon los infortunios de la patria, sabremos cumplir nuestro deber como militares, hasta sacrificar nuestras vidas, para sostener el trono y las leyes que hemos jurado y por cuyos sagrados objetos se han regado los campos del honor con tanta Sangre generosamente vertida.

Los grandes socorros que llegaban de todas partes para terminar esta larga y horrenda lucha, se han distraido para hacer frente à disensiones que, aun sin considerar más que el momento en que estallaron, nadie puede dejar de calificar de absurdas y funestísimas; una parte muy considerable de nuestras mismas tropas ha recibido tambien igual direccion y hasta que cese la discordia, no podemos contar sino con nuestros solos esfuerzos. Sé hasta donde estos alcanzan, compañeros, y por eso no solo os lo anuncio sin temor, sino que me he constituido responsable de contener al enemigo comun de las libertades patrias, en los límites que le han trazado nuestras gloriosas armas al pié de sus escabrosas montañas. Cese la discordia y ellos veran si las hay inespugnables para nuestro valor.

Más en tales circunstancias quiero y debo dirigiros mi voz, à fin de que sepais y de que sepa todo el mundo los principios y sentimientos que han de conducirme invariablemente en la época presente, y mientras ocupe el importante puesto que me está conflado, evitando así que pueda ser sorprendida la buena fé de todos por las pasiones ardientes de los unos ó por las miras ambiciosas de los otros, y logren los agitadores estraviarnos del camino recto que nos señalan nuestros deberes, el bien público, la honra y el crédito de nuestras armas. Mientras que yo me halle á la cabeza de este ejército y el ejército continúe pagando mis afanes y desvelos con la confianza que me manifiesta y que forma mi orgullo y mejor recompensa, declaro solemnemente que sus armas no servirán nunca sino para sostener las libertades de la nacion, el órden público y el trono de Isabel II, que considero como la mejor garantia de aquellas y de este. No reconoceré jamás otras alteraciones en la ley fundamental del Estado, ni otras autoridades que las que legitimamente ha establecido ó establezca en adelante el poder legal, es decir, el que forman con su recíproco acuerdo y ejercicio, la corona y la representacion nacional; porque en la union ce estos está la ley, está la libertad, el derecho, el bien de la patria y el remedio de sus males, y fuera de ellos la tiranía, la usurpacion, la disolucion social, el fin de todas nuestras esperanzas y derechos, la ruina de esa misma iudependencia nacional, por cuyo amor fuimos los españoles tan justamente celebrados y temidos, en todas las épocas de nuestra brillante historia.

Quien intentase locamente separarnos de tales principios no solo seria criminal, seria tambien un insensato que, div diendo la opinion para debilitar la fuerza de este ejército, hoy baluarte de la patria, abriese al enemigo la brecha por donde trata de asaltarla para luego sumergirla en todos los horrores del despotismo, de la supersticion y de las feroces venganzas que serian el inevitable resultado de la reaccion y el término cierto de nuestras locas discordias. La situacion general del reino: el incremento que toman por todas partes las facciones: la impotencia que muestra para contenerlas las provincias que se han emancipado de la autoridad central y legítima desconociendo la conocida máxima de que no hay fuerza sin union, atestan que no os hablo će vanos recelos sino de hechos ciertos, evidentes, de todos conocidos y cuyas consecuencias esán al alcance de todas las inteligencias. A nuestra union y firmeza solo es dado hoy el contrarestarlos; por todos debemos tener la cordura que todos parecen haber perdido.

Compañeros: mi conzon me anuncia que á este valiente ejercito está reservada mayor gloria que la de vencer en el campo á los enemigos de la libertad. Sí, yo espero que vuestra union y vuestras virtudes hai de servir muy pronto de ejemplo y de apoyo á la reconciliacion de todos los buenos españdcs que, amando sinceramente aquella, quieren cimentarla sobre el órden, para que prosper; por el imperio de las leyes: lo espero, por más que hoy se encuentren aquellos agitados ó convertidos en instrumento ciego de pasiones más vivas ó de miras menos nobles y sinceras quelas que han servido à estraviar el mayor número de los disidentes. Tiempo vendrá en quelos partidos podrán disputarse el poder sin tanto peligro, y las opiniones dividirse sobre la mayor o menor latitud y perfeccion que convenga dar á las leyes; mas hoy es preciso ocuparse solo de salvarlas, de afirmar el trono que identificó con ellas su existencia, de arrancar las armas al partido que nos disputa el territorio donde han de reinar ese trono y esas leyes.

He espuesto al ejercito con la sinceridad y la franqueza que me caracterizan, cuáles son

:

mis principios y deberes; y á ellos, repito, que será arreglada é invariable, cuanto firmey completa mi conducta. Celoso de la honra y de la gloria de nuestras armas, como jefe; del bier de mi patria, como ciudadano; de la confianza de S. M., como súbdito, he de corresponder i todas estas obligaciones, aunque me viese en la dolorosa necesidad de castigar con la prontitud del rayo, con toda la severidad de las leyes y en el interés general que así lo exige, à cralquiera que intentase quebrantar aquellas para desunirnos y separarnos del camino recto y legal. Y ȧ este fin recuerdo como vigente la órden general dada al ejército por su ilustre genera en jefe el Excmo. señor don Francisco Espoz y Mina, desde su cuartel general de Pamplona en 23 de enero del presente año, con motivo de las tristes ocurrencias que turbaron la tranqulidad de la capital del reino en 18 del mismo mes, cuya órden volverá á ser leida á todos los cuerpos del ejército durante tres dias consecutivos despues de recibida ésta, á cuyo especial objeto formarán las tropas, con asistencia de todos los señores jefes, oficiales y sargentos, y repitiéndose luego la lectura los domingos de cada semana, precediendo un redoble de silercio hasta tanto que cese la desunion que aflige à la patria y á todos sus buenos hijos; y encar go, bajo su responsabilidad personal, à todos los comandantes generales de fuerzas y territ rios, plazas y lugares fortificados, que cumplan y hagan cumplir, guardar y ejecutar puntual mente y en toda su estension la referida órden leyéndola à las tropas al mismo tiempo que l presente alocucion.

Dado en mi cuartel general de Vitoria à 9 de setiembre de 1835.

LUIS FERNANdez de CórdoVA.

NUM. 23. Pág. 211 (1).

GUIPUZCOANOS.

Nombrado por el rey nuestro señor comandante general de esta heróiea provincia, no sufre mi corazon dilaciones. La confianza que S. M. me ha dispensado y el alto aprecio que ha de un país y de unos batallones cubiertos siempre de gloria, me precisan á no reconocer obtáculos; mis heridas, aun no cicatrizadas, no son bastantes à privarme del dulce placer de unirme con unos jefes justamente acreditados, unos oficiales intrépidos y unos soldados v lientes.

Voluntarios de Guipúzcoa: Nada digo, que no haya presenciado: tengo el noble orgullo & haberos visto pelear; arrollar y batir al enemigo bajo mis inmediatas órdenes. Los campos ér Elizondo y de Ciga os admiraron. Ocaña lloró su derrota: Córdova branó en Lecaroz, y no of vidarán fácilmente Jáuregui y Oráa las pérdidas que sufrieron en Vera, Hernani y Labiaga. H^ rederos del nombre de los antiguos cántabros, emulais sus glorias, y los superais el mérito.

El valor en los combates, la constancia y el sufrimiento en las fatigas, vuestra subordina cion, y ese carácter noble, generoso, alegre y franco, á la par que os han distinguido en cuantas acciones os habeis hallado, (y ¿qué acciones ha habido en que no os lallåseis?) os han grahjeado el aprecio de vuestros jefes, la estimacion de vuestros compañeros de armas, y el am de los pueblos.

Jamás creyó mi amor propio, haber tenido el honor de ser colocado I frente de tantos be roes: mas hoy mi satisfaccion es completa, y mis descos, los de participar de vuestros laureles La Europa admiraba ya vuestras victorias, y para que la fama de vuestro nombre corriese cot mayor celebridad por todas las naciones, os reservó el cielo la gloria deser los primeros ver cedores de la legion llamada Británica, compuesta de hombres proletanos y de los rebel! de todos los pueblos de la tierra.

La usurpacion contaba con este miserable apoyo, no para combatir bs restos de la fatric" sino para sostenerse algun tiempo más; y ¿qué dirá ahora al ver á los auxiliares pidiendo anxilio? La legion británica, Alava y Evans, os han visitado más de una vez y no satisfechos ST

(1) En la paginacion está aquí el 111, pero ya se comprende la errata.

« AnteriorContinuar »