Imágenes de páginas
PDF
EPUB

tidi, que se titulaba el Coronel cardenal y comandante general de Galicia, es derrotado por la tropa y urbanos en el monte de la Cabana, jurisdiccion de Tabeiros, con muerte de siete hombres, mayor número de heridos, prisioneros y fusilados, entre ellos Gorostidi.

El 30 participaba el capitan general de Galicia hallarse tranquilo su dilatado distrito, que habia recorrido y examinado, revistando á la milicia urbana, que encontró en todas partes llena de patriótico entusiasmo. La estimuló á uniformarse, la proveyó en lo posible de armas y municiones, y escité el celo de las autoridades y cabildo para conservar paz, haciéndoles responsables de su perturbacion.

la

En junio se vé á Sarmiento y á fray Antonio de Besa recorrer con unos cuantos secuaces algunos pueblos. Alcanzados muy pronto, son batidos y fusilado Besa y otros dos de sus compañeros el 16.

El mes de julio empezó con la muerte de los partidarios Mato y el sanguinario Viñas (a) el Capador, cuyas crueldades hicieron se celebrara el suplicio de tal mónstruo.

El 25 entran unos veinticinco carlistas en Sáa, parroquia del Incio: queman dos casas, saquean otras, matan á un sordo-mudo y se dirigen luego á Lago, marchando en su persecucion varias columnas vo

lantes.

Ocho ó diez carlistas se aproximan á la villa de Puerto Marin el 27; y el prior de la colegiata, y el escribano Feijóo, estimulan el celo de los paisanos, que les persiguen, alcanzan y destrozan, matando á unos, capturando á otros y ahogándose uno en el Miño. Feijóo quedaba gravemente herido. La misma suerte sufrió la partida de Lopez.

Alcanzada el 10 de agosto en Lago, provincia de Santiago, por la guerrilla al mando del cadete Chicarro, la destruyó; y Vicente Lopez fué aprehendido el 27 en las inmediaciones de Bucelo por un grupo de urbanos y artilleros de marina.

Tales acontecimientos hicieron conocer á los carlistas gallegos que nada podian conseguir sin concertarse todos. Reuniéronse al efecto, y acordaron presentarse en la feria de San Saturnino, que se celebra el 20, apoderándose en ella de rico botin. Traslucido este plan, se dirigió á frustrarle una columna liberal, menor en número al de sus enemigos; más no impidió esta circunstancia rechazase resueltamente la invasion de los carlistas, y les venciese, á pesar de la tenaz resistencia que opusieron; resistencia que ocasionó alguna pérdida en ambos combatientes.

Por el mismo tiempo, la partida de Perez y Rosendo se atrevió á pasar el Sil por la barca de Paradela, y atacar á la villa de Castro Candeles desde una eminencia que la domina. Los urbanos de la misma no titubearon en acometerles en aquella posicion, y despues de dos horas de un vivo fuego, les obligaron á retirarse, aunque con poca pérdida. Avi

sóse al instante á los pueblos cercanos, pusiéronse en movimiento los liberales que habia en un radio de más de seis leguas, coronaron con el mayor órden los caminos, avenidas, desfiladeros y montes, y los urbanos de Tribes, Larona, Valdehorras y Quiroga, lograron alcanzarles en sú retirada y derrotarles, matando al jefe, hiriendo al segundo y haciendo varios prisioneros, dispersándose los demás.

El estudiante de Monterroso por el pueblo de su nombre, y Buron por Asturias, trataban de conseguir lo que otros no pudieron alcanzar; pero acosados por todas partes, fueron estériles sus esfuerzos.

El verano terminó desastrosamente para los carlistas en Galicia: la guerra no podia organizarse allí. Se trabajó y se trabajaba, sin embargo para ello, con empeño,

Así vemos por los documentos que tenemos á la vista que, cuando don Manuel Rivera Salgado dirigió una esposicion á don Cárlos, para que protegiese el alzamiento de Galicia, proponiendo algunos medios, y citando á varias de las personas que fueron despues elegidas, ya en Gollano el 22 de enero, queriendo don Cárlos organizar su ejército en aquel país, nombró á don Vicente Gonzalez Moreno, para ponerse á su frente y de acuerdo con el baron Manuel de Kervenó del Chillon, á quien habia confiado el encargo de todas las disposiciones preparatorias; contándose principalmente con los que quedaron en los pontones de Lisboa, para introducirlos armados y equipados en Galicia. Y el mismo dia 22, por decreto en francés, autorizaba don Cárlos al señor Leonardo Banes de Gardonne, para contratar en su nombre un empréstito de dos millones de francos al cinco por ciento, pagaderos seis meses despues de colocado en el trono, hipotecando las rentas del reino, y especialmente las de las aduanas de Cádiz y de la Coruña; cuyos dos millones eran para el alzamiento de Galicia.

En 27 de marzo, dirigió Cruz Mayor desde Zúñiga al arzobispo de Santiago, el decreto de don Cárlos, fechado en el mismo punto el dia anterior, nombrando para favorecer el alzamiento una junta gubernativa, presidida por el dicho prelado Fray don Rafael Velez, y vocales el general Grimares, el mariscal de campo, marqués de Bóbeda, el arcediano de Mellid, don Juan Martinez, don Ramon Pedrosa y Andrade y don José Arias Teijeiro, autorizándola para tomar las medidas necesarias, con plenos poderes, y las mismas atribuciones que las juntas de otras provincias, y que se proporcionase fondos por medio de préstamos voluntarios ó forzosos, no debiendo recargar los segundos sino sobre los desafectos.

No dieron resultado estas providencias, cuando en 17 de mayo, desde Segura nombró don Cárlos otra junta, confiriendo la vicepresidencia al dean de Santiago, don Andrés Acuña y Malvar, y nombrando voca

Томо

10

les á Bóbeda, Campomanes, al arcediano de Mellid, Teijeiro, don Tiburcio Eguilaz, fiscal de la audiencia, y don Pedro Regalado Madalina. La dió las mismas autorizaciones que á la anterior, y la de nombrar interinamente un jefe militar; pues aunque se habia dado el mando á Moreno y se le envió dinero, que rechazó, le escribió don Cárlos el 2e de marzo reservadamente, llamándole al cuartel real, añadiéndole qu4 admitiera el dinero como á cuenta de sueldos devengados.

Tal, y tan formalmente pensó don Carlos en consolidar la guerra en Galicia.

CASTILLA LA VIEJA.

ACCION DE HUERTA DEL REY.-PERSEVERANCIA DE MERINO

XXIX.

Guarecido en los pinares de Soria dejamos á Merino al terminar el año 1834 (1), y allí estaba al comenzar el siguiente, instruyendo á sus reclutas al abrigo de aquellas escabrosidades. Era su ánimo enviar á las Provincias Vascongadas los que le sobrasen, ó más bien le servian de estorbo. Parecerá esto peregrino; más cesará toda estrañeza si se atiende á que estando, como estaba siempre, á la defensiva, le era embarazosa mucha fuerza.

Azpiroz, que sabia la ocupacion de Merino, se propuso estorbarla á toda costa, y cayó un dia sobre cien mozos que hacian ejercicio en Huerta del Rey. Atacados bruscamente, se acogieron los carlistas á la cresta del Collado, desde cuya ventajosa posicion resistieron valientes el empuje de las tropas de la reina; y fué tal la resistencia, que hicieron casi infructuoso el fuego de su fusilería, teniendo que apelar los soldados de Azpiroz á la bayoneta, obligándoles por este medio, y merced á una carga decidida, á refugiarse en un pinar, donde no pensaron más que en su salvacion. Perseguidos, tuvieron considerable pérdida, quedando en el campo treinta y siete muertos y llevándose bastantes heridos. Entre los primeros se contaban jefes de graduacion. La pérdida de los liberales no fué tanta; pero fué tambien considerable. Muchos de aquellos reclutas se batieron, no como soldados bisoños, sino veteranos.

El valor de su gente mitigó algun tanto el sentimiento que causó á Merino la derrota de Huerta del Rey. Proponiéndose vengarla, dirigió

(1) Véase tomo I, pág. 329.

[graphic][ocr errors]
« AnteriorContinuar »