Imágenes de páginas
PDF
EPUB

se con toda su caballería y los restos de la infantería por Talleyla y San Leonardo para sorprender el Burgo de Osma. Sábelo Azpiroz, acude con su columna y frustra el proyecto del cura cayendo de improviso sobre sus avanzadas. Intenta atacar á Merino que se encaminaba á Duruelo, y al darle alcance cerca de San Leonardo, se dispersa toda su gente diseminándose, en grupos de seis y ocho hombres.

No habia combinaciones posibles contra tamaño enemigo; burlábalas todas, y sin cansarse fatigaba á los soldados de la reina, y les desesperaba haciendo inútiles tantos sacrificios.

Los hechos de armas no podian pasar de insignificantes encuentros que no podia evitar Merino, hallándose toda la sierra llena de partidas de la reina, que al fin le obligaron á guarecerse otra vez en los pinares. Aun allí le persiguieron; porque ya era cuestion de honra su captura; é invadido aquel escabroso terreno por numerosas fuerzas, evade Merino la persecucion, si bien se ve obligado á buscar un asilo en la provincia de Burgos, donde fué reuniendo toda su gente á fines de febrero, citada con antelacion para esta parte de Castilla.

Allí recluta nuevos mozos para presentarlos en campaña, y en tanto que instruye á unos, recorren otros los pueblos anejos para distraer la atencion del enemigo. En una de estas escursiones murió don Lucio Nieto, que tan dignamente reemplazaba á Merino en el mando.

Instruida ya la gente de Merino, y aliviado éste de sus dolencias, presentóse á fines de abril nuevamente en campaña, y se encontró á poco con Azpiroz en las posiciones de Pumarejos. Batiéronse ambos con resolucion, y fueron vencidos los carlistas con alguna pérdida: peligrando el jefe liberal, cuyo caballo fué herido.

Merino, que se hallaba en tierra amiga, contaba á la sazon mil hombres de todas armas. Confiado en su fuerza, marchó con ella sobre Ontoria del Pinar, cercóla, la rindió é hizo prisioneros á varios de sus defensores cuando entró en el pueblo, fusilando á los que más se habian resistido, sin tener en cuenta eran hijos de aquella villa, á la que tanto debia.

Envalentonado con este triunfo, dirigióse á Roa, á cuya vista se presentó al amanecer del 30, asaltándola sin prévia intimacion. Pero reunidos los urbanos por el administrador de rentas, Arraz, hacen una vigorosa defensa, y frustran los proyectos del invasor, que ceba su rabia incendiando las casas, y lo que es más estraño en un sacerdote, haciendo quemar la iglesia, de cuyas regalías se titulaba defensor. Así demostraban algunos carlistas su amor á la religion, enagenándose las simpatías de muchos honrados amigos que hallaban disculpa á otros escesos no menos vituperables. Roa se habia deshonrado pagando con un suplicio afrentoso los altos servicios del más ilustre de sus hijos, y la Providencia castigó su ingratitud.

[ocr errors]

Marchó el cura por el camino de Olmedillo, llevando varios heridos, y el 3 de junio fué alcanzado en Doña Santos por la columna de Mir, trabándose la accion en la Peña de Majadal. Empeñado fué el ataque y la resistencia; pero á breve rato se pusieron en retirada los carlistas con la baja de algunos muertos y heridos, y de cien hombres entre prisioneros y pasados, rescatando además Mir los rehenes que llevaban de Ontoria.

Bajo las órdenes del general Ramirez continúa Mir persiguiendo á Merino: únense el 9, y todos sus esfuerzos no tienen otro resultado que los de los anteriores jefes. Merino, constante en su plan de rehuir todo encuentro que pudiera serle desfavorable, tenia entretenidas considerables fuerzas persiguiéndole.

ACCION DE TORREGALINDO.-DESASTRES DE LOS CARLISTAS.-PACIFICACION DE CASTILLA LA VIEJA.-MARCHA DE MERINO Á OÑATE.

[ocr errors]

XXX.

Cuando más entretenidas tenia Merino en su persecucion á las tropas de la reina, bajó el puerto de Campisábalo, y por las inmediaciones de Tiermes se dirigió á Caracena. Al saberlo Hoyos marchó á San Estéban de Gormaz para cubrir el puente, participando este movimiento al coronel del provincial de Tuy, para que obrase con arreglo á él; más las operaciones de uno y otro no impidieron que Merino, burlándolas, pasara el Duero antes que llegaran sus contrarios, y se dirigiese á Fuentelarbol. Hoyos tuvo que retroceder y emprender nuevo movimiento, logrando al fin su caballería alcanzar á las guerrillas de Merino, que se habia dirigido por los pueblos de Lonquilla y Baldevarnés. Tiroteándose sobre la marcha por medio de asperísimas sierras, llegaron unos y otros á Torregalindo el 25 de julio; y atrincherándose Merino en el pueblo, situado á la falda de una escarpada cordillera, fué atacado, á pesar de su ventajosa posicion, resistiéndose vigorosamente desde los parapetos. Desalojada por fin la infantería con alguna pérdida, guarecióse á su caballería, que constaba de unos doscientos cincuenta hombres.

Reunidos los carlistas en número de mil doscientos, aunque solo mandaba Hoyos poco más de quinientos hombres, admitió la accion que le presentó el cura fuera del pueblo. Con tal ímpetu embistieron desde luego aquellos, que forzaron á los liberales á ocupar una altura inmediata, de la que en vano trataron de desalojarles, pues una valerosa carga á la bayoneta rechazó á los carlistas, quedando dueños del terreno: fué á costa de abundante y preciosa sangre, pues murió Hoyos atravesado el pecho de un balazo. Mas de cincuenta hombres de uno y otro

bando quedaron sin vida en el campo, y fué doble el número de los heridos.

Los carlistas tomaron el camino de Castrillo de la Vega, dirigiéndose á repasar el Duero para volver á la sierra, marchando contentos porque no se consideraron vencidos aunque se retiraron.

Poco afortunado fué el mes de agosto para Merino. Perseguido incesantemente por Narvaez, Mir y Peon, tuvo con ellos varios encuentros, los más de ellos desgraciados, siendo de los mas funestos para el cura, el que tuvo con la columna del último jefe, en el cual perdió mas de cien hombres.

Corrió despues Merino por la altura de Piqueras á la sierra de los Mondorios ó Cebollera, entrando en la mañana del 22, á cuyo punto tambien se dirigia Narvaez.

En Almarza, fué luego batido por Mir, causándole más de ochenta bajas. Tanto activó su persecucion que le hizo perder en poco tiempo la fuerza que á tanta costa reuniera.

Con no menos desastrosos resultados para los carlistas de Castilla la Vieja, comenzó el siguiente mes de setiembre; y ni aun los bosques de Torbaños, la Campiña y Acinas, pudieron librarles de ser batidos y sufrir considerables pérdidas, de las que no siempre se repusieron.

El 26 pernoctó Merino en Palazuelos con unos doscientos caballos, y allí le acometió Sanabria, trabándose una pequeña accion, que dió por resultado la retirada de los carlistas, dejando doce muertos. En esta jornada estuvo en gran peligro la vida de Merino, cuyo caballo recibió una cuchillada.

Tantos y tan repetidos reveses apuraron á Merino, agregándose á ellos un suceso que la casualidad le deparó en su contra. Su caballo, desconociendo su voz, le dió un par de coces que le puso en mal estado, y le obligó á ponerse en cura, retirándose á una casa particular de Rebé, donde permaneció el resto del año.

En el ínterin mandó á Rojo de Puentedura, su segundo desde la muerte de Nieto, marchase á las Provincias Vascongadas con los doscientos caballos que tenia, quedando así pacificada aquella parte de Castilla.

Merino, despues de su permanencia en la casa de Rebé, desde donde veia el humo de las chimeneas de Lerma, y casi oia el toque de los tambores y cornetas de tantas tropas que por allí pasaban, como centro de las operaciones, se propuso abandonar el antiguo teatro de sus glorias, hoy de sus desastres, y marchar á las Provincias, como lo efectuó en los primeros dias del siguiente año de 36.

La marcha de Merino á Oñate, como hemos dicho en otro lugar, dió fin por entonces á la guerra de Castilla, en la que se habian ocupado los

oficiales y generales superiores, Quesada, Sarsfield, Manso, Ramirez, Azpiroz, Clavería, Mir, Hoyos, Narvaez, Linage, Obregon, Albuin, los cuerpos de la Guardia Real, de tropas valientes de línea, y hasta un batallon de estudiantes de Valladolid. El precio que se puso á su cabeza, y cuantos recursos se apuraron para lograr el esterminio del cura, todo fué inútil: supo burlar los planes mejor combinados, las persecuciones más activas, los esfuerzos más inauditos; y al cabo de dos años de contínua lucha, sosteniéndose con escasísima gente las más veces, y despues de sufrir considerables reveses, sacó de Castilla doble fuerza de la que trajo de Portugal, consiguiendo además su principal objeto, el de distraer respetables fuerzas, que pudieron haber prestado grandes servicios en los campos de Navarra.

Grandes é importantes fueron los que á pesar de sus años y de sus achaques, prestó en Castilla Merino á la causa de don Cárlos, y por ellos fué recibido con señaladas muestras de deferencia, colmándole su señor de elogios, por las penalidades que en su obsequio habia sufrido. Así que estuvo mejorado, le agregó don Cárlos al ejército de sus inmediatas órdenes.

VARIAS REFLEXIONES.

XXXI.

Difícil es la tarea del escritor cuando tiene que referir por primera vez sucesos de importancia, cuyos actores viven; descubrir secretos graves y poner en evidencia las personas y las cosas, combatir errores inveterados y preocupaciones arraigadas, descorrer el velo á hechos hasta hoy desfigurados por la conveniencia ó las pasiones.

Hemos estudiado 'detenidamente los acontecimientos que vamos á referir; tenemos las pruebas de lo que asentaremos, y vamos á juzgar con la imparcialidad que nos da nuestra independencia, á nadie ni por nada supeditada. Seremos esplícitos, y no hipócritas, como algunos de los promovedores de aquella insurreccion, que luego apostrofaron, de que algunos fueron su Judas.

Nada tan difícil como escribir las revoluciones de los pueblos, porque hay que investigar su orígen, penetrar sus arcanos, poseer los sentimientos y hasta las intenciones de sus actores, y todo á costa de inauditos esfuerzos, de activas y profundas investigaciones.

Así como se procura descubrir en una palabra casual, en una mirada inadvertida los pensamientos de un rey, lo mismo se deben leer en las palabras de los hombres de revolucion los suyos: unos y otros pertenecen á la historia y son su patrimonio. Porque hay palabras que espli

can todo un acontecimiento, una revolucion, y por ellas se han sabido su orígen y sus promovedores. Infinitos ejemplos podriamos pres entar de esta verdad si fuera menester.

Este es el ímprobro trabajo que nos hemos impuesto. Escrita está la historia de un importante período en la sociedad secreta la Isabelina, y escritas quedarán las de otros sucesos no menos interesantes que todos deben saber, porque son para todos una saludable enseñanza.

Así vamos presentando la historia de los partidos liberal y carlista, enlazando los grandes acontecimientos que variaron de aspecto la cosa pública, é hicieron avanzar ó retroceder en su marcha al mismo partido, que conspiraba muchas veces contra sí mismo, y era otras juguete de ambiciones bastardas, de estúpida ignorancia, y aun de venales traiciones.

DESUNION EN EL MINISTERIO (1).

XXXII.

Al finalizar el año 1834, no existia en el ministerio la unidad que necesitaba para su fuerza. Llauder era objeto de las rivalidades de sus compañeros. Distinguido por la reina Gobernadora, que le dispensaba favores de que no participaban los demás miembros del gabinete, era mirado con prevencion; y agregándose á esta falta de confianza la tendencia del secretario de la Guerra, á un sistema más opresor que el que regia, llegaron á temer por ellos y por el país. La desunion fué más marcada cuando se traslució que pensaba Llauder formar un ministerio de represion, quedándose con la presidencia. Tan seguro se creyó este hecho, que no se reparó en presentarle al público de una manera alarmante; y al efecto, La Abeja, periódico ministerial, publicó un artículo que obligó á Llauder á presentar su dimision; pero reunido aquella noche el consejo de gobierno y el de ministros, se resolvió no admitirla, y publi car en el mismo periódico otro artículo para destruir la impresion que habia causado el indicado.

Así lo hizo La Abeja; más á pocos dias comenzó á hostilizar de nue

(1) En estos acontecimientos y en muchos de los que hemos referido y referiremos, estamos en completo desacuerdo con cuantos escritores se han ocupado de ellos en diferentes obras, á pesar de que muchos cran personajes que figuraban en aquella época. Y como seria enojoso interrumpir á cada instante nuestra reseña, para hacer notar las inexactitudes que corregimos, cedemos de buen grado de tal alarde, asentando que nuestra discordancia está basada en datos y documentos incontestables. Citamos nombres de personas que viven, y pueden en su caso contradecirnos si nos hemos equivocado.

« AnteriorContinuar »