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PRÓLOGO.

Habiendo considerado los sabios antiguos que los grandes hechos de las armas escriptos dejaron, cuan breve fue aquello que en efecto de verdad en ellos pasó; así como las batallas de nuestro tiempo, que por nos fueron vistas, nos dieron clara experiencia y noticia, quisieron sobre algun cimiento de verdad componer tales y tan extrañas hazañas, con que no solamente pensaron dejar en perpetua memoria á los que aficionados fueron, mas á aquellos por quien leidas fuesen en gran admiracion: como por las antiguas historias de los Griegos y Troyanos, y de otros que batallaron parece por su escripto. Así lo dice Salustio: que tanto los hechos de los de Atenas fueron grandes, cuanto los escriptores los quisieron creer y ensalzar. Pues si en el tiempo de estos historiadores que mas en la fama que de interese ocupaban sus juicios, y fatigaban sus espíritus, acaeciera aquella conquista que el nuestro muy esforzado y católico rey don Fernando hizo del reino de Granada, que tantas flores cuantas rosas en ella por ellos fueron sembradas: así en lo tocante al esfuerzo de los caballeros en las revueltas, escaramuzas y peligrosos combates, y en todas las otras cosas de afrentas y trabajos que para la tal guerra se aparejaron; co

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fama

personal y

mo en los esforzados razonamientos del Rey á los sus altos hombres en las reales tiendas ayuntados, á las obedientes respuestas por ellos dadas, é sobre todo las grandes alabanzas y los crecidos loores que merecen, por haber emprendido ó acabado jornada tan católica. Por cierto creo yo que así lo verdadero, como lo fingido; que por ellos fuera recontado en la fama de tan gran príncipe, con justa causa sobre tan ancho y verdadero cimiento pudiera en las nubes tocar, como se puede creer que por los sus sabios cronistas (si les fuera dado segun la antigüedad de aquel estilo) en memoria á los venideros por escripto dejaran, poniendo con justa causa en mayor grado de fama y alteza verdadera los sus grandes hechos, que los de los otros emperadores que con mas aficion que con verdad que los nuestros Rey y Reina fueron loados; pues que tanto mas lo merecen, cuanto es la diferencia de las leyes que tuvieron: que los primeros sirvieron al mundo que les dió el gualardon; y los nuestros al Señor, el cual con tan conocido amor y voluntad ayudar y favorecer los quiso, por los hallar tan dignos en poner en ejecucion con mucho trabajo y gasto lo que tanto su servicio es. Y si por ventura acá en olvido quedare, no quedará ante la su real Majestad, donde les tiene aparejado el gualardon que por ello merecen. Otra manera de mas convenible crédito tuvo en la historia aquel grande historiador Tito Livio, para ensalzar la honra y fama de los sus Ro manos, que apartando los de las fuerzas corporales, les llegó al ardimiento y esfuerzo del corazon; porque si en lo primero alguna duda se halla, en lo segundo no se hallaria, que él por muy extremado

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Dias

y valiente esfuerzo dejó en memoria la osadía del que el brazo se quemó, y de aquel que por su propia voluntad se lanzó en el peligroso lago. Ya por nos fueron vistas otras semejantes cosas de aquellos que menospreciando las vidas, quisieron recibir la muerte, por á otros la quitar: de guisa que por lo que vimos, podemos creer lo suyo que leimos; aunque muy extraño nos parezca. Pero por cierto en toda la su grande historia no se hallará ninguno de aquellos golpes espantosos, ni encuentros milagrosos que en las otras historias se hallan: como de aquel fuerte Hector se cuenta y del famoso Aquiles, del esforzado Troylo y del valiente Aja Telamonio, y de otros muchos, de que muy gran memoria se hace, segun el oficio de aquellos que por escrito los dejaron: así estas, como otras muy mas cercanas á nos de aquel señalado duque Godofre de Bullon en el golpe de espada que en la puente de Antioquía dió, y del Turco armado que casi dos pedazos hizo, siendo ya rey de Jerusalen. Bien se puede y debe creer haber habido Troya, y ser cercada y destruida por los Griegos; y ansí mismo ser conquistada Jerusalen con otros muchos lugares por este Duque y sus compañeros, mas semejantes golpes que estos atribuyamos los mas á los escriptores, como ya dije, que á haber en efecto de verdad pasado. Otros hubo de mas baja suerte que escribieron, que no solamente no edificaron sus obras sobre algun cimiento de verdad, mas ni sobre el rastro della. Estos son los que compusieron las historias fingidas, en que se hallan las cosas admirables fuera de la órden de natura, que mas por nombre de patrañas que de crónicas con mucha razon deben ser tenidas y lla

imp

madas. Pues veamos agora si las afrentas de las armas que acaecen, son semejantes á aquellas en que casi cada dia vemos y pasamos, y aun por la mayor parte desviadas de la virtud y buena conciencia, é aquellas que muy extrañas y graves nos parecen, sepamos ser compuestas y fingidas: & qué tomaremos de las unas y otras que algun fruto provechoso nos acarree? Por cierto á mi ver otra cosa no, salvo los buenos ejemplos y doctrinas que mas á la salvacion nuestra se allegaren; porque siendo permitido de ser imprimida en nuestros corazones la gracia del muy alto Señor, á ella nos allegan, tomemos por alas con que nuestras ánimas suban á la alteza de la gloria, para donde fueron criadas. É yo esto considerando, deseando de mí alguna sombre de memoria quedase, no me atreviendo á poner el mi flaco ingenio en aquello que los mas cuerdos sabios se ocuparon; quisele juntar estos postrimeros que las cosas mas livianas y de menor sustancia escribieron, por ser á él segun su flaqueza mas conformes, corrigiendo estos tres libros de Amadis, que por falta de los malos escriptores ó componedores muy corruptos y viciosos se leian. Y trasladando y emendando el libro cuarto con las Sergas de Esplandian, su hijo, que hasta aquí no es en memoria de ninguno ser visto, que por gran dicha pareció en una tumba de piedra que debajo de la tierra en una ermita cerca de Constantinopla fue hallada, y traido por un húngaro mercader á estas partes de España, en la letra y pergamino tan antiguo que por mucho trabajo se pudo leer por aquellos que la lengua sabian: en los cuales cinco libros, como quiera que hasta aquí mas por patrañas que

por crónicas eran tenidos, son con las tales emiendas acompañados de tales ejemplos y doctrinas que con justa causa se podrán comparar á los livianos

y febles saleros de corcho, que con tiras de oro y de plata son encarcelados y guarnecidos: porque así los caballeros mancebos, como los mas ancianos, hallen en ellos lo que á cada uno conviene: é si por ventura en esta mal ordenada obra algun yerro pareciere de aquellos que en lo divino y humano son prohibidos, demando humilmente dello perdon; pues que teniendo y creyendo yo firmemente todo lo que la santa Madre Iglesia tiene y manda, mas la simple discrecion que la obra fue dello causa.

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