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que ante la puerta de su cámara con tres árboles que todo lo cubrian sin que en él ningun sol entrar pudiese. Oriana dijo á Mabilia: Sabed que mandé que las llaves nos trujesen de dia porque quiero que Gandalin nos haga otras tales, porque si mi ventura tal fuese que Amadis venga, le podamos aquí meter por la huerta y por los postigos. Buen acuerdo tomastes, díjole Mabilia. Así holgaron y descansaron aquel dia y noche : aunque con gran sobresalto á la doncella de Denamarca esperaban. Pues otro dia llegó Gandalin, y el portero dijolo á Mabilia que aquel escudero le queria hablar. Oriana dijo: Abranle á Gandalin que muy buen escudero es y con nosotras fue criado, cuanto mas que es hermano de leche de Amadis, á quien Dios guarde de mal. Dios lo haga así, dijo el portero, que mucho seria gran pérdida y gran daño vernia al mundo si tan bueno é diestro caballero en las arinas se perdiese. Tú dices verdad, dijo Oríana y ahora te ve y haz que entre Gandalin : y volviéndose á Mabilia, le dijo: Amiga, ¿no veis vos como es amado y preciado Amadis de todos, y aun de los hombres simples que de las cosas poco conocimiento han? Bien lo veo, dijo Mabilia. ¿ Pues qué haré yo, dijo ella, sino morir por aquel que siendo tan amado y preciado de todos á mí amaba él y preciaba mas que á sí mismo, y qué yo fui causa de su muerte? Maldita fue la hora en que yo nací, pues por mi locura y mala sospecha hice tan gran sinrazon Dejados deso, dijo Mabilia, y tened buena esperanza, que muy poco para el remedio dello aprovecha lo que haceis.

En esto entró Gandalin, que dellas muy bien recibido fué, y asentándole consigo le contó Oriana como habia enviado á la doncella de Denamarca con la carta que para Amadis llevaba, y las palabras que en ella iban, y ¿ dijóle : Parécete, Gandalin, que me querrá perdonar? Señora, en buen pleito hablais con él; paréceme que mal conoceis su corazon, que por Dios por la mas chica palabra que en la carta va él se meta só la tierra vivo si vos se lo mandais, cuanto mas venir á vuestro mandamiento, especialmente llevándo

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se la doncella de Denamarca, yo señora, mucho soy alegre de esto que me habeis dicho, porque si todo el mundo le buscase no bastaria tanto de lo hallar como la doncella sola: : porque pues de mí se quiso esconder, no creo que á otro alguno mostrarse quisiese. Y vos, señora, con esperanza de las buenas nuevas que os traerá, no dejeis de tener mejor vida por que él venido, no os vea tan alongada de vuestra hermosura, sino echará á huir de vos. A Oriana plugo mucho aquello que Gandalin le decia, é díjole riendo: ¡Como ! ¿ tan fea te parezco? y él dijo: Cuanto si tan fea pareceis á vos, asconderos híades donde ninguno os viese. Pues por eso, dijo ella, me vine á morar á este mi castillo; por que si Amadis viniese y quisiese echar á huir delante de mi no lo pudiese hacer. Ya lo viese yo en esta prision, dijo Gandalin; y suelto de la otra donde vuestros amores lo tienen. Entonces le mostraron las llaves, y dijeronle, que trabajase como otras tales le hiciesen: por que venido su señor como él lo esperaba, pudiese Oriana sin intervalo cumplir lo que le enviara á decir, que él lo tenia allí consigo. Gandalin las tomó, y yéndose á Londres trajóles otras tales llaves como aquellas, que otra diferencia no habia sino ser las primeras viejas y las otras nuevas. Mabilia mostró las llaves á Oriana y díjole : Señora, estas serán causa de juntar con vos aquel que sin vos vivir no puede : y pues que hemos cenado, y toda la gente del castillo es asosegada vámoslas á probar. Vamos, dijo Oriana, y á Dios plega por su merced que ellas sean reparadoras en aquello que por mi poco seso fué dañado; y tomándose por las manos se fueron solas á escuras á los postigos que ya oistes que del castillo á la huerta salian, é siendo ya cerca del primero dijo Oriana: Por Dios, amiga, muerta soy de miedo, que yo no he de poder ir con vos. Mabilia la tomó por la mano, é dijóle riendo: No temais nada donde yo fuere, que os defenderé, que soy prima del mejor caballero del mundo, y voy en su servicio, aguardadme sin miedo. Oriana no pudo estar que no riese, é dijo: Pues en vuestra guarda voy no debo te

mer, segun la confianza que tengo en vuestra gran bondad de armas. Pues por tal me conoceis, dijo Mabilia, vamos agora adelante, y veréis ya como acabaré esta aventura, y si en ella fallezco, yo juro que en todo este año no echaré escudo al cuello ni ceñiré espada: y tomándose riendo por las manos llegaron al postigo primero: el cual sin intervalo alguno fue abierto, y así lo fué el otro. Así que vieron toda la huerta, Oriana dijo: Pues que será que segun la pared desta huerta es alta, no podrá subir Amadis por ella. No penseis en eso, dijo Mabilia, que yo lo tengo mirado, y allí donde la pared se junta con el muro se hace un rincon, y con un madero que de fuera se ponga, y nosotras dandole las manos, sin mucha pena subirá; mas este ardimiento es vuestro y vos llevaréis la paga dél. Oriana la tomó por el tocado y derribóselo en el suelo, y estuvieron ambas por una pieza con gran risa y placer; y tornaron á cerrar los postigos, y fuéronse á dormir, y acostándose Oriana en ellecho, dijo Mabilia: Quiera Dios, señora, que aquí os ayunte con aquel captivo que está desesperado, pues le es tanto menester. Oriana dijo: A él plega por la su piedad de se apiadar de nos y dél. De lo que en Dios es, dijo Mabilia, no tengais cuidado, que él porná el remedio que mas á su servicio sea: comed y dormid, que vuestra hermosura cobre lo mucho que perdido tiene, como Gandalin os dijo. Con eso durmieron aquella noche con mas sosiego que las pasadas; y la mañana venida, despues de haber oido misa saliéronse al corral delas hermosas fuentes, y hallaron que entonces llegaba Gandalin, que por su mandado dellas cada dia venia de Londres á las ver; y tomándole consigo se acogieron al patio de los tres árboles hermosos, y alli le dijeron como las llaves eran muy buenas, y las palabras que Mabilia dijera cuando las probara, de que todos mucho rieron; y él les contó todo lo que con Amadis pasara, diciéndole, por le conortar, mal de Oriana, y que con la saña que dello huvo estuvo muy cerca de lo matar, y como por aquello viéndole dormido, le escondió la silla y el freno,

y lo dejara en la montaña, donde nunca mas dél pudiera saber ninguna nueva : y señora, dijo él, así comogran mentira le dije en lo vuestro, así luego recibí la pena que merecia, que cuando desperté y hallé que era ido sin mí, si arma alguna me quedara, sin duda me diera la muerte. Oriana le dijo: ¡Ay por Dios Gandalin! no me digais mas; que cierta soy que me ama sin arte y quebrántasme el corazon : que la vida y la muerte con buenas ó contrarias nuevas que dél me vinieren junto lo quiero recibir, sin que mas angustias y dolores que los pasados me sobrevengan..

CAPITULO XII.

De como estando el rey Lisuarte sobre tabla entró un caballero extraño armado de todas armas, y desafió ál rey y á toda su corte: y de lo que Florestan pasó con él; y de como Oriana fue consolada y Amadis hallado.

A su mesa estando el rey Lisuarte y habiendo alzado los manteles, queriéndose despedir don Galaor y don Florestan y Agrajes para llevar á Corisanda, por entró la puerta del palacio un caballero extraño armado de todas armas, sino la cabeza y las manos, y dos escuderos con él. Y traia en la mano una carta de cinco sellos, y hincados los hinojos la dió al Rey y díjole: Haced leer esa carta y despues diré á lo que vengo. El Rey la leyó y viendo que de creencia era le dijo: Agora podeis decir lo que os placerá. Rey, dijo el caballero, yo desafio á ti y á todos tus vasallos y amigos de parte de Jamongomadan, el jayan del lago herviente, y de Cartadaque su sobrino, el jayan de la montaña defendida y de Mandasabul su cuñado, del jayan de la torre Bermeja, y por don Cuadragante su hermano del rey Abies de Irlanda, y por Arcalaus el encantador. Y mándante á decir,

que tienes en ellos muerte, así tú como todos aquellos que tuyos se llamaren: y hácente saber que ellos con todos aquellos grandes amigos suyos serán contra ti en ayuda del rey Cildadan en la batalla que con el aplazada tienes : pero que si tú quieres dar á tu hija Oriana á Madasima, la muy hermosa hija del dicho Jamongomadan para que sea su doncella, y la sirva, que no te desafiaran, ni te serán enemigos: antes casaran á Oriana con Basagante su hermano cuando vieren que es tiempo, que es tal señor, que bien será en él empleada tú tierra y la suya: y agora, Rey, mira lo que mejor te verná, ó la paz como la quieren, ó la mas cruda guerra que venir te podrá con hombres que tanto pueden. El Rey le respondió riendo, como aquel que en poco su desafío tenia, é díjole: Caballero, mejor es la guerra peligrosa que la paz deshonrada: que mala cuenta podria yo dar á aquel señor que en tal alteza me puso, si por falta de corazon con tanta mengua y aviltamiento la abajase, y agora os podeis ir y decidles: que antes querria la guerrá todos los dias de mi vida con ellos, y al cabo en ella morir, que otorgar la paz que me demandan : y decidme donde los hallará un mi caballero, porque por él sepan esta mi respuesta que á vos se da. En el lago herviente, dijo el caballero, los hallará quien los buscare que es en la ínsula que llaman Moganza, así á ellos como á los que consigo han de meter en la batalla. Y no sé, dijo el Rey, segun la condicion de los gigantes, si mi caballero podrá ir y venir seguro. Deso no pongais duda, dijo él, que donde está Cuadragante no se puede cosa contra razon hacer, y yo lo tomo á mi cargo. En el nombre de Dios, dijo el Rey; agora me decid como habeis nombre. Señor, dijo él, he nombre Landin y soy sobrino de don Cuadragante, hijo de su hermay somos venidos á esta tierra por vengar la muerte del rey Abies de Irlanda, y nos pesa que no podemos hallar aquel que le mató, ni sabemos si es muerto ó vivo. Bien puede ser, dijo el Rey, mas agora pluguiese á Dios que supiésedes ser él vivo y sano, que despues todo se haria bien. Yo en

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