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guno es poderoso de lo estorbar, así del bien como del mal, si él no lo remedia; mas pues que tanto sabor habeis que algo os diga, así lo haré, y mirad si sabiéndolo haréis algo de vuestra pro. Entonces la dijo: En aquel tiempo que la gran cuita presente será, y por tí muchas gentes de tristeza atormentados, saldrá el fuerte leon con sus bestias, y de los grandes bramidos los tus guardadores asombrados, serás dejada en las sus muy fuertes uñas. Y el afanado leon derribará de la cabeza la alta corona, que mas no será tuya: y el leon hambriento será de la tu carne apoderado, así que la meterá en las sus cuevas, con que la rabiosa hambre amansada será. Agora, mi buena hija, mira lo que harás, que esto asi ha de venir. Señora, dijo Oriana, muy contenta fuera en no os haber preguntado nada, pues que en tan gran pavor me habeis puesto, con tan extraño y cruel fin. Señora y hermosa hija, dijo ella, no querais vos saber aquello que ni vuestra discrecion ni fuerza son para lo estorbar bastantes; pero de las cosas encubiertas, muchas veces las personas temen aquello de que alegrarse debian; y en tanto sed vos muy leda, que Dios os ha hecho hija del mejor Rey y Reina del mundo, con tanta hermosura, que por maravilla es en todas partes divulgada, y os hizo amar á aquel que sobre todos los que honra y prez tienen y procuran, luce como el dia sobre las tinieblas; del cual segun las cosas pasadas y por vos vistas, sin duda podeis segura estar de ser vos aquella que mas que à su propia vida ama : deso debeis, mi señora, recibir gran gloria, en ser señora sobre aquel que por su merecimiento, del mundo todo merecia ser señor: y agora es ya tiempo que estas señoras despertadas sean. Entonces sacando el libro de la cuadra, todas fueron en su acuerdo. Así como oís holgó alli Urganda, siendo muy viciosa de lo que menester habia: y en cabo de algunos dias rogó al Rey que mandase juntar todos los caballeros, y la Reina y sus dueñas y doncellas, porque les queria hablar antes que se partiese. Esto se hizo

luego en una grande y hermosa sala ricamente guarnida, y Urganda se puso en lugar donde todos oirla pudiesen. Entonces dijo al Rey: Señor, pues que las cartas que os envié á vos y á don Galaor guardastes al tiempo que de vos se partió Beltenebros, habiendo la espada ganado y la su doncella el tocado de las flores, ruégoos mucho que las hagais aquí traer, porque claramente se conozca haber yo sabido las cosas antes que viniesen. El Rey las hizo traer y leer á todos, y vieron como todo aquello que en ellas se dijera se habia enteramente cumplido, de que muy maravillados fueron, y mucho mas del gran esfuerzo del Rey en haber osado sobre palabras tan temerosas entrar en la batalla, y allí vieron como por los tres golpes que Beltenebros hizo fue la batalla vencida. El primero, cuando ante los pies de don Galaor derribó al rey Cildadan. El segundo, cuando mató aquel muy esforzado Sardaman el Leon. El tercero, cuando socorrió al Rey que Mandasabul el bravo gigante de la torre, lo llevaba só el brazo á se meter en las naos, y le cortó el brazo cabe el codo, de que socorrido el Rey el gigante fue muerto. Tambien se cumplió lo que de don Galaor dijo, que su cabeza seria puesta en poder de aquel que aquellos tres golpes haria: esto fue cuando Amadis en su regazo le tuvo como muerto al tiempo que á las doncellas que se lo demandaron le entregó. Mas ahora, dijo Urganda, cs quiero decir algunas cosas de las que por venir estan, segun los tiempos unos en pos de otros vinieren, é dijo así:

Contienda se levantará entre el gran culebro, y el fuerte leon, en que muchas animalias bravas ayuntadas serán. Grande ira y saña les sobreverná : así que muchas dellas la cruel muerte padecerán: herido será el gran raposo romano de la uña del fuerte Leon, y cruelmente despedazada la su pelleja, por donde parte del gran culebro será en gran cuita. A aquella sazon la oveja mansa cubierta de lana negra entre ellas será

puesta, y con la su grande humildad, y amorosos halagos amansará la rigorosa braveza de sus fuertes corazones, y apartará los unos de los otros. Mas luego descenderán los lobos hambrientos desas ásperas montañas contra el gran culebro; y siendo de ellos vencido, con todas sus animalias encerrado será en una de las sus cuevas. Y el tierno unicornio, poniendo la su boca en las orejas del fuerte leon, con sus bramidos le hará del gran sueño despertar: y haciéndole tomar consigo algunas de sus bravas animalias, con paso muy apresurado será en el socorro del gran culebro puesto, y hallarlo ha mordido y dentellado de los hambrientos lobos. Así que mucha de la su sangre por entre las sus fuertes conchas derramada será, y sacándolo de las sus rabiosas bocas todos los lobos serán despedazados y maltrechos. Y siendo restituida la vida del gran culebro, lanzando de sus entrañas toda la su ponzoña, consentirá ser puesta en las crueles uñas del leon la blanca cervatica que en la temerosa selva dando contra el cielo los piadosos balidos estará retraida. Agora, buen Rey, hazlo escribir, que así todo averná. El Rey dijo que así lo haria; pero que por entonces no entendia dello nada. Pues tiempo verná, dijo ella, que á todos será muy manifiesto. Y Urganda miró á Amadis, y vióle estar pensando, y díjole: Amadis, ¿qué piensas en lo que nada te aprovecha? déjate dello, y piensa un mercado que has agora de hacer. En aquel punto á la muerte serás llegado por la agena vida, y por la agena sangre darás la tuya: Y de aquel mercado, siendo tuyo el martirio, de otro será la ganancia: y el gualardon que dende habrás será saña y alongamiento de de tu voluntad y esa tan aguda y rica espada trastornará los tus huesos y tu carne en tal manera, que serás en muy gran pobreza de la tu sangre, y serás en tal estado, que si la mitad del mundo tuyo fuese lo darias con tal que ella quebrada fuese ó echada

en algun lodo, donde nunca se cobrase. Y agora cata que harás, que todo así como digo averná. Amadis viendo que todos en él los ojos tenian puestos, dijo con semblante alegre así como él lo tenia: Señor, por las cosas pasadas de vos dichas, podemos creer esta presente cosa verdadera; y como yo tengo creido ser mortal , y no poder alcanzar mas vida de la que á Dios pluguiere, mas es mi cuidado en dar fin justamente en las grandes y graves cosas donde honra y fama se gana, que en sostener la vida: así que si yo hubiese de temer las espantosas cosas, con mas razon lo haria en las presentes que de cada dia me ocurren que en las ocultas que por venir estan. Urganda dijo: Tan gran trabajo seria pensar quitar el gran esfuerzo de ese vuestro corazon, como sacar toda el agua de la gran mar. Entonces dijo al Rey: Señor, yo me quiero ir: acuérdeseos de lo que poco ha os dije, como quien vuestra honra y servicio desea cerrad las orejas á todos, y mas á aquellos en quien malas obras sintiéredes. Con esto se despidió de todos, y con sus cuatro compañeros, sin querer que otros algunos la acompañasen, se fué á su nave, la cual entrada en alta mar, de una gran niebla fué cubierta.

CAPITULO XIX.

De como el rey Lisuarte andaba hablando con sus caballeros sobre que queria combatir la isla del lago Herviente por librar de la prision al rey Arban de Norgales y á Angriote de Estravaus: y como estando así vino una doncella giganta por la mar, y demandó al Rey delante de la Reina y de su corte que Amadis se combatiese con Ardan Canileo, é si fuese vencido Ardan Canileo, quedaria la isla sujeta al Rey, y darian los presos que tanto sacar deseaba: é si Amadis fuese vencido que no querian mas de cuanto le dejasen llevar su cabeza á Madasima.

Partida Urganda como habeis oido, pasando algunos dias, andando el rey Lisuarte por el campo hablando con sus caballeros en la pasada que hacer queria á la ínsula de Mongaza donde el lago Herviente era, para sacar de la prision al rey Arban de Norgales, y á Angriote de Estravaus, vieron por la mar venir una nao que al puerto de aquella villa á desem– barcar venia; y luego se fué allá por saber quien venia en ella. Cuando el Rey llegó, venia ya en un batel una doncella y dos escuderos; y como á la tierra llegaron, la doncella se levantó, y preguntó si estaba allí el rey Lisuarte. Dijéronla que sí, mas mucho fueron todos maravillados de su grandeza , que en toda la corte no habia caballero que con un gran palmo á ella igualase, y todas sus facciones, y miembros eran á razon de su altura, y era asaz hermosa y ricamente vestida, y dijo al Rey: Señor, yo os traigo un mensaje, y si os pluguiere, decir lo he ante la Reina. Así se haga, dijo el Rey. Y yéndose á su palacio, la doncella se fué tras él, estando pues ante la Reina y ante todos los caballeros y mujeres de la corte la doncella preguntó si estaba allí Amadis de

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