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ño que le hicistes; pero vosotros quedaréis, y quiera Dios que no sea para mas mal, y los cuitados de vuestros hijos padecerán la culpa vuestra. Don Grumedan, dijeron ellos, aunque vos así lo tengaís, y lo querríades, esperanza tenemos que nuestros hijos sacarán adelante nuestras honras y las suyas. Dios no me salve, dijo Grumedan, si yo mas lo querria de cuanto el consejo bueno ó malo que al Rey distes lo merece. Entonces les mandó el Rey que no hablasen en ello; pues que era ya escusado; y fuese á comer, y los otros á sus casas. Esa noche aderezaron los unos y los otros sus armas y sus caballos, y Angriote y Sarquiles velaron la media noche en una ermita de santa María que allí cabe sus tiendas era, y al alba del dia armáronse todos los doce caballeros que se recelaban del Rey porque le vian sañudo contra ellos: y tomaron consigo á Madasima, y á sus doncellas en sus palafrenes cada uno la suya ; y Angriote y Sarquiles delante dellos, y así entraron por la villa, y se fueron al campo donde la batalla habia de ser, que ya el Rey y todos los caballeros y otras gentes allí estaban, y tres jueces para la juzgar : el uno era el Rey Arban de Norgales, y el otro Guiontes sobrino del Rey, y el tercero Quinorante el buen justador : y tomaron á Angriote y á Sarquiles, y pusiéronlos á un cabo del campo, y luego vinieron Tarin y Corian, los dos hermanos, y Adamas el cormano, y entraron en el campo muy bien armados y en hermosos caballos, en disposicion de hacer todo bien si la maldad de sus padres no se lo estorbara: y puestos los unos contra los otros, Guiontes tocó una trompa que tenia, y los caballeros movieron al mas correr de sus caballos, y Corian y Tarin se enderezaron á Angriote, y Adamas á Sarquiles: y Tarin hirió á Angriote de tal encuentro que la lanza voló en piezas, y Angriote encontró á Corian en el escudo tan bravamente, que le lanzó por encima de las ancas del caballo, y cuando tornó á Tarin viole estar con la espada en la mano, y como vió á su hermano en el suelo, fué con saña contra Angriote, y cuidó le herir

en el yelmo; mas echó antes el golpe de manera, que dió al caballo en la cabeza un gran golpe, y cortóle un pedazo della, y las cabezadas, así que el freno se le cayó en los pechos, y como llegó desapoderado, así venia para él Angriote, y topáronse con los escudos uno con otro tan fuertemente, que Tarin fué á tierra desacordado : y Angriote que así vió el caballo saltó dél lo mas presto que pudo, como aquel que ligero y valiente era, y se habia muchas veces visto en semejantes peligros; y como fue á pié, embrazó su escudo, y puso mano á su espada, con la cual muchos y grandes golpes ya otras veces diera, y fuese contra los dos hermanos que juntos estaban, y vió como su sobrino Sarquiles se combatia con Adamas á caballo, de las espadas bravamente, y llegando á ellos tomáronle en medio, y hiriérole de grandes golpes, como aquellos que eran valientes y de gran fuerza. Mas Angriote se defendia poniendo al uno el escudo, y al otro la espada, de manera que los hacia revolver que no alcanzaba golpe en lleno que las armas no derribase hasta tierra: que, como se os ha dicho, este caballero era el mejor heridor de espada que ninguno de los caballeros del señorío del Rey. Así que, en poco rato los paró tales, que los escudos eran hechos rajas, y las lorigas rotas por muchos lugares, que la sangre salia por ellos; pero él no estaba tan sano que muchas llagas no tuviese, y mucha sangre se le iba. Sarquiles, cuando así vió á su tio, y que él no podia vencer á Adamas, quisose poner en toda aventura, y puso las espuelas muy reciamente á su caballo, y junto con él á brazos, y anduvieron asidos una pieza trabajando por se derribar; y como Angriote así los vió llegóse lo mas presto que pudo á ellos por socorrer á Sarquiles si debajo cayese: y los dos hermanos siguiéronle cuanto podian por socorrer á su cormano.

En esto los dos caballeros cayeron abrazados en el suelo, y allí viérades una gran priesa entre ellos, Angriote por socorrer á su sobrino, y los otros á su cormano; mas á aquella hora hacia Angriote maravillas en armas

en dar

tan duros y tan terribles y esquivos golpes, que por mucho que hicieron los dos hermanos no podian tanto resistir, que Adamas pudiese salir de las manos de Sarquiles. Cuando Gandandel y Brocadan esto vieron, que hasta allí tenian, alguna esperanza que la fuerza de sus hijos sosternia aquello que con gran maldad ellos urdian, quitáronse de la ventana con gran dolor y angustia de sus corazones: y así lo hizo el Rey, que de toda la buena andanza de aquellos que amigos eran de Amadis le pesaba, y no quiso ver el vencimiento de aquellos ni la victoria de Angriote: mas todos los que allí estaban habian dello mucho placer, porque en este mundo pagasen aquellos malos Gandandel y Brocadan algo de la culpa que merecian; mas los cuatro caballeros que en el campo estaban no entendian sino en se herir por todas partes de grandes golpes, pero no duró mucho que Angriote y Sarquiles cargaron de tantos golpes á los dos hermanos, que ya no tenian defensa alguna, ni hacian sino retraerse buscando alguna guarida; y no la hallando, daban algunos golpes y tornaban á huir pensando de se valer por salvar las vidas; mas al cabo fueron derribados, no pudiendo sufrir los golpes que sus enemigos les daban: y fueron muertos por sus manos con mucho placer de la muy hermosa Madasima, y de los caballeros de la ínsula Firme, y mas de Oriana y de Mabilia, que nunca cesaban de rogar á Dios por ellos que les diese aquella victoria que habian alcanzado. Entonces Angriote preguntó á los jueces si habia mas que hacer. Ellos le dijeron, que asaz habian hecho para cumplimiento de su honra: y sacándolos del campo los tomaron á sus compañeros, y con Madasima se tornaron á sus tiendas, donde los hicieron de sus llagas cu

rar.

LIBRO III.

Comienza el libro tercero de Amadis de Gaula, en el cual se cuenta de las grandes discordias y hazañas que en la casa y corte del rey Lisuarte hubo, por el mal consejo que Gandandel dió al Rey por dañar á Amadis y á sus parientes y amigos: para encomienzo de lo cual, mandó el Rey á Angriote y á su sobrino que saliesen de su corte y de todos sus señoríos; y los envió á desafiar, y ellos le tornaron la confirmacion del desafío, como adelante se contará.

CAPITULO I.

De lo que el rey Lisuarte hizo acabada la batalla entre Angriote y Sarquiles con los hijos de Gandandel: y como el Rey desafió á Amadis, con lo mas que pasó.

Cuenta la historia que siendo muertos los hijos de Gandandel y Brocadan por mano de Angriote de Estravaus y de su sobrino Sarquiles (como habeis oido), los doce caballeros con Madasima con mucha alegría los llevaron á sus tiendas: mas el rey Lisuarte, que de la finiestra se quitó por no los ver morir, no por el bien que los queria, que ya como á sus padres los tenia por malos, mas por la honra que dello Amadis alcanzaba con algun menoscabo de su corte. Pasados algunos dias que supo como Angriote y su sobrino estaban mejores de sus llagas y que no podian

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