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dos piezas de campani, hizo alto en la Junquera y continuando el viaje llegaron à Perpiñan à las siete de la noche del mismo dia:9 Sin permitirle bajár de la calesa fué conducido á la casa del Gozo bernador y de allí en derechura al castillet, su primera estancia fué? un aposento estrecho en el que no habia otros muebles que una cama pequeña, un colchon acribillado, un pedazo de lienzo ordina-"" rio, una funda asquerosa, tres sillas cada una de su especie y una mesita. Cuando Alvarez se vió en tan indecente habitación dijo con bastante calor al com indante de la Gen Farmeria es este sitio corres pondiente para un general? ¿y son Vils. los que se precian de guerreros? El comandante contestó con ironia Patientia vobis necesa ia est y pretestando que estaba afli como reo en prision, le quitó la espada. En vano procuró hacerle ver la evidente injusticia de su proceder en privarle de un derecho que le daba la capitulacion, y que sus generales habian concedido á todos indistintamente. Sin hacerse cargo de sus justas convenciones y respondiendo que él éra sobrado abonado para guardarle las armas, le dejó entregado á la cus-todia de un alcaide desatento que le hizo pagar à mas de doble precio la pobre cena que le suministro, y cerca de un gendarme m-3 portuno que al parecer se complacía en no dejarle dormir, presen tándose con una linterna en la mano para reconocerle. Al siguiente dia 2í el mismo comandante le tomó una media filiacion, é inoportunamenta introdujo la conversacion acerca de los oficiales españoles de la guarnicion de Gerona, dándoles epitetos sobradamente înjuriosos, diciendo que se habian fugado veinte ó veinte y uno y entre ellos un edecan suyo, pero que habian cojido once y habian sido!! degollados. Alvarez à pesar de sus crueles penas penetrando la dañada intencion de aquel comandante le contestó con un aire festivo: ¡volaron he! y los habeis cojido: y puf mentira.y god nog

Tamaños procederes le determinaron á dirigir una carta al Ma- › riscal Augereau, en la que esponia el modo inhumano conque se le trataba, y se quejaba de que se hubiese faltado á lo que se le habia' prometido de permitirle convalecer en Figueras, y poder recibir con este motivo algunos auxílios del general español que mandaba et ejército de Cataluña.

Aunque pasó una noche malisima, principalmente por la mucha fiebre que le entró, se vió forzado à la mañana siguiente à levantarse

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pués à cosa de las 10 de esta se le dió la érden para estar pronto á salir. En efecto, presentándose el mismo comandante con algunosigendarmes le hizo bajar del Castillet, y entre un gran piquete de tropa, y à vista de un inmenso géntío le hicieron marchar siguiendole en dos filas los religiosos que habian salido presos de Gerona, todo para pasar una revista y hacer ostentacion, finada la que le digeron que desde aquel dia se les abonaria el haber de prisioneros, conduciéndole otra vez al mismo encierro hasta el dia 26 en que lo trasladaron á un calabozo, en donde le encerraron con dobles puertas. Parecía que aquellos inhumanos verdugos estaban empeñados en apurar el sufrimiento de Alvarez, y vengarse á fuerza de multiplicar martirios de la heróica constancia con que habia sostenido la independencia de la nacion, en, la defensa de la inmortal Gerona. Una bóveda larga sintra luz que la de una muy pequeña ventana en lo mas elevado de ella su pavimento formado de piedras de punta que to hacian sobre manera incòmodo y desagradable; una cama la mas Bindecente y dos sillas malas, un alcayde descomedido y avaro, tosco en sus espresiones y brutal en sus modales..... la suerte de Alvarez no podia ser mas triste. Era necesrio tener toda la firmeza de su espíritu, para no sucumbir á tantos males reunidos, particularmente hallándose con una casi total postracion de fuerzas corporales por los continuos crecimientos de la fiebre que hacia ya muchos meses le consumia. Dos veces era visitado todas las noches por el mismo Alcayde y por un gendarme que aplicándole siempre la linterna á los ojos y reconociéndole con particular estudio, parecia tener orden de certificarse de su existencia y la identidad de su per

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sona.

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Observarón semejante conducta hasta el 6 Enero de 1810 por la noche en la que haciéndole vestir precipitadamente y sacándole del calabozo, lo metieron entre filas de una grande escolta que esperaba con los religiosos. El comandante de la escolta mandó rargar y previniendo en voz alta que el que intentara huir sería fusilado: le hizo adelantar al Gobernador y le mandó subir á un coche que él mismo ú otro había alquilado por cuenta de aquel. Alvaréz pidió su espada, y la respuesta fué: vaya V. adelante ya se la darán.

El bondoso jenio del cochero hizo menos molesta la fatiga de

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la jornada, se detuvieron para tomar algun alimento en Salces.y siguiendo poco despues la marcha llegaron al anochecer á Sityar; allí le entraron en una caballeriza en la que habia una pequeña es tancia de tres pasos cortos de ancho y tres y medio de largo, sin otra ventilacion que la de una aspillera en lo alto sobre la izquierda lleno to lo de telas de arañ, y con unas tres cuartas de estiercol. Era una verdadera zahurda, y en tan inmundo sitio le encerraron y á su ayudante y asistente sin darles una silla en que sentarse. Hubiera estado seguramente Alvarez aquella noche con toda la incomodidad que se deja conocer, si el cochero llevado de su buen corazon no bubiera arbitrado el medio para introducirse en la estancia asquerosa que fué el de preguntarles lo que habian de traer para cenar. Consternado aquel hombre [honrado á vista del trato cruel que se les daba, y lleno de celo les proporcionó un catre de tijera con un colchon y sábanas, y además una mesa y sillas. Mientras cenaban permitieron los centinelas acercar á varias personas que la curiosidad llevó á verles, y todos manifestaron compasion por su suerte; entre otras una señora apenas fijó los ojos, sosprendida por el estado de envilecimiento á que veia reducido al ilustre defensor de Gerona, prorrumpió en llanto y se retiró, y à la verdad era necesario tener mucha insensivilidad para mirar con indiferencia los males que la tirania les hacia padecer.

En la noche del 18 lo condujeron a Narbonne, y allí al continuar la marcha se presentaron de improviso un oficial de gendarmeria, el capitan comandante de la escolta, dos ó tres caballeros del pais, y algunos gendarmes y habriendo un pliego dijeron: El General Alvarez debe volver y el edecan no. Alvarez contestó ¿conque me hacen volver? bien, mientras no me vuelvan al castillet de Perpifían llévenme d don le les diere la gana mas alli mismo fuè precisamente donde llegaron el 19, sin duda para gozarse en su infortunio, y despues al castillo de S. Fernando de Figueras, en donde murió violentamente en la noche del siguiente dia. Todos convienen en que fué envenenado, si bien hay algunos que afirman le ocasionó su fallecimiento la falta de sueño. Su ayudante de campo el señor Satue conviene en todo en esta última version, y añade que supo despues que le hicieron separarse del General contra todos sus deseos y súplicas que le vigilaban de contínuo dos centínelas cada

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uno al lado de su cuerpo, y como vencido del sueño, reclinase Ja cabeza ó cerrara los párpados, le pinchaban con las bayonetas obligándole á incorporarse, ó cuando menos à estar desvelado; bárbaro suplicio, digno imitador de los tormentos inquisistoriales y de las crueldades horrendas de los siglos medios. Su heróica constancia que en otras naciones hubiera sido reverenciada, y tal vez obtenido un premio era para ellos un objeto de venganza, de esterminio que precisaba llevar acabo aun cuando se hollasen con ello las leyes de humanidad y se faltasen á los sagrados preceptos de una capítulacion, y los mismos hombres que así se gozaban en el padecer de un valiente guerrero declamaban años despues por el infame trato que se daba á su gefe contra lo pactado tambien en el peñon de Santa Elena, y pretendian tener justícia; invocaban nombres sagrados amarga irrision! justos castigos del eterno; los ingleses vengaban la infame traicion cometida con Alvarez por los cobardes que no pudiendo vencer el heroismo gerundense, se desquitaban en su defensor, en el maestro del arte, y modo de sostener la dignidad nacional, en el caudillo que no admitia parlementarios, que no queria oir al enemigo convencido sin duda de la gran influencia que en muchos casos tiene la virtud de la palabra para contajiar en tan estremados apuros la heroicidad del pueblo, y que resucitó á morir antes que rendirse, no dejó de la mano la dificil y complicada rienda del gobierno hasta que los medios le convencieron siendo incompatible con el cuidado y método curativo, La idea del veneno fué la mas cierta y el comisionado que la nacion envió con este objeto creyendo á penas la maldad francesa, tuvo lugar de cerciorarse de ello siendo curioso el siguiente documento que precedió à confirmar tal aserto.

Excm. Sr. Por el oficio de V. E. de 26 de Febrero próximo pasado que acabo de recibir, veo ha hecho V. E. presente al supremo consejo de rejencia de España é Indias al contenido de mi papel de 4 del mismo relativo al fallecimiento del Excmo. Sr. D. Mariano Alvarez, digno gobernador de la plaza de Gerona, y que en su vista se ha servido S. M. resolver procure apurar cuanto me sea posible la certeza de la muerte de dicho general, avisando á V. E lo que adelante, á cuya real órden daré el cumplimiento debido, tomando las mas eficaces disposiciones para descubrir el pormenor y la

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verdad de un hecho tan horroros, pu liendo asegurar entre tanto á V. E. por declaracion de testigos oculares la efectiva muerte de este héroe en la plaza de Figueras, à donte fue trasladado desde Perpiñan, y donde entrò sin grave dan en su salud, y compareció tendido cadáver en una parihuela, al siguiente dia cubierto con uua sabana, la que destapada por la curiosidad de varios vecinos y del que me dió el parte de todo, puso de manifiesto un semblante cárdeno é hinchado, denotando que su muerte habia sido la obra de breves momentos, á que se agrega que el mismo informante encontrò poco antes en una de las calles de Figueras á un llamado Rovireta, y por apodo el fraile de S. Francisco, y ahora canónigo dignidad de Gerona nombrado por nuestros enemigos quien marchaba apresuradamente hacia el castillo à donde dijo «iba corriendo á confesar al Sr. Alvarez, porque debia en breve morir.Todo lo que pongo en noticia de V. E. para que haga de ello el uso que estime por conveniente. Dios guarde á V. E. muchos años. Tortosa 31 de Marzo de 1810.-Excmo. Sr.-Cárlos de Beramendi.-Excmo. Sr. Marqnés de las Hormazas.

Su entierro correspondió á su traidora muerte, segun relacion de D. Sebastian Batalle, capellan mayor y cura párroco que fué del hospital militar de Gerona durante su sitio, y despues ecónomo de la parroquial de la villa de Figueras consta; que en la mañana del 22 de Enero de 1810 le avisaron para enterrar el cadáver del general Alvarez. Que à cosa de las tres de la tarde del mismo dia salió de la iglesia con tres capellanes y dos monacillos, y no obstinté que la costumbre es recibir el clero los cadáveres à medio camino del castillo, no pudo hacerle mas honor en aquellas circunstancias, que pasar adelante entrando en el castillo con cruz alta y llegar al paraje donde estaba el cadáver que era muy adentro de la plaza mano izquierda en un cuerpo de cuadra oscuro y negro que es el mismo donde murió segun supo despues, Que al cantar los responsos se presentaron el gobernador del castillo, à quien llamaban el general Gillot, con unos que le parece serian de diez à doce oficiales los que acompañaron el cadàver hasta que fue enterrado. Que llegando a la iglesia se le hizo la entrada de costumbre, y dirijién lose despnes al cementerio; los soldados alemanes que lo llevaban encima de una cama de difuntos, intentaron quitarle la sá

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