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majestad y en cuyo número se hallaba de corazon Luis Daoiz han biendolo manifestado varias veces en conversaciones particulares no estaba por la guerra con Inglaterra, pero tampɔco queria la pa con Francia y sus palabras que tenian la autoridad de muchos años de servicio y de nas batallas, imprimian un fuerte caracter de persuasion en los que le escuchaban que no podian amar al otro bando compuesto de don Manuel Godoy. Carlos IV. Maria Luisa y todos los intrigantes, malévolos y ambiciosos que á la sombra del valido, pensaban hacer fortuna, pero los unos estaban en el poder y los otros nadia acostumbrados á motines no osaban adquirirle sinó por medios legales; y el dardo iba aumentándose en tanto. Los ingleses se aproximaron á Buenos aires por dos veces, y si no se apoderaron de ella debiose al particular valor de sus habitantes no á los medios de defensa con que contaban para defenderse además los franceses cumplian la paz cuando los placia y se apartaban en siéndoles favorable, necesitando tropas que guarneciesen el Hannover, acudieron á España por ellas y la cérte se las dié inmediatamente saliendo una di. vision al mando del marqués de la Romana en número de 14,019 hombres, 2959 caballos un tren de campaña de 25 piezas y dos compañias de mínadores zapadores casi lo mejor de nuestros soldados que formaban los rejimientos de Guadalajara, Asturias, la Prín- › casa, Barcelona, el Rey, Almansa, Lusitania, Villaviciosa, Algarbe, Zamora y Cataluña. Muchos oficiales pidieron marchar voluntaria mente, algunos participaban aun del entusiasm que inspirara el vencedor de Jena, Austerliz y Marengo y ansiaban obtener alguna partede los laureles que á su lado se conseguian, y otros contrista! dos de la aflictiva situacion en que se hallaba su patria preferian uo > ver sus angustias sin poderla tender una mano protectora; y de este último nù nero era Daoiz, no bien llegó á su noticia la órden de marcha solicito vivamente del ministro de la guerra le permitiese formar parte del cuerpo de Ejército viendo prosperar á miserables amigos de Godoy, y ser postergados los que ansiaban el decoro é independencia de su pais, mas la licencia le fué negada por un capricho quizás ó porque enterado en los negocios del detall no se encontrara un apto sucesor en mucho tiempo. su estrella le condena-. ba al heróico sacrificio habiéndose salvado de los peligros dėl occéa no y del plomo de las tropas republicanas en el Rosellon, quedó pues

sugeto á su destino y siguió siendo espectador del huracan de desdichas que se desencadenaba ante sus ojos siu que los que debieran' conjurarle se moviesen de su sitio; todo al contrario cada vez se empujaba mas y se acrecentaban sus furores.

El 12 de Agosto Mr. de Rasneval y el conde de Campo Alegre notificaron al principe regente de Potugal la resolucion de sus soberanos de declarar la guerra en todo el mes, si no mandaba cerrar el puerto à las embarcaciones inglesas, admitiendo el sistema del blo queo continental, prender y estrañar de los dominios portugueses á los vasallos de la Gran Bretaña, y secuestrar todos los bienes y efecзу tos de los súbditos de la misma uacion. El príncipe regente se convíno en no admitir velas inglesas en sus puertos, y aun en cortar toda comunicacion con aquellos isleños; pero se negó à perseguirlos en sus dominios no habiendo recibido de ellos injuria alguna que le obligase à proceder tan severa y villanamente. Respuesta conforme á la ley de caballeria y humanidad que en vez de haber sido respetada, fué el decreto de muerte para la Lusitania, las tropas francésas penetraron por este motivo en España, y socolor de castigar á los portugueses se esparramaron impunemente por la nación. El emperador habia conseguido alucinar cumplidamente á Godoy él ajente de ésta D. Eugenio Izquierzdo, concluía en Fontaineblau un tratado con el general Duroc, gran mariscal, en que por una parte dejaba ver la astucia y futuras miras de este su plenipotenciario, y por otra su imprevision y el desco de engrandecer á su amo el príncipe de la Paz, se daban los Algarbes y el Alentejo à Godoy en soberanía, tomando el título de principe de los Algarbes para sí y sus descendientes; se formaba de lo restante un reino para el rey de Etruria, cuyos estados se adjudicaban à la Francia, y se encargaban de llevarlo à cabo tres grandes cuerpos de ejército. Con ellos quedó destruida la nacionalidad de Portugal, sus príncipes tuvieron que ampararse en el Brasil, y quedó decretado que la casa de Braganza dejaba de reinar. Esto dicen se hizo en muy poco tiempo, y al concluirse, Bonaparte tornó sus ojos à España, y concibió la idea de que sufriese igual suerte. Ya hemos visto cómo se hizo esto al reseñar la investigacion histórica: veamos ahora que sucedió no bien la familia real hubo entrado en Bayona.

Murat siguió comportandose mas arbitrariamente que hasta en

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tonces creyéndose la única y absoluta autoridad cuando hubo visto que no quedaba en Madrid sombra de poder real ni mas gobierno que una junta, cuyo presidente nada sabria hacer por voluntad propia. Con fecha 16 de abril Hamó à su alojamiento al ministro de la guerra D. Gonzalo Ofarril reprendiéndole el que descuidase los acopios de armas y asesinatos que se cometian en Aragon en contra de las tropas francesas, y cuando le hubo atemorizado severamente por largo espacio de tiempo, le manifestó sin rebozo el verdadero objeto de su llamamiento que no era otro que el de que el emperador no reconocia en España otro rey sino á Carlos IV, protejièndole de la violencia que en su abdicacion se habia hecho, lo cual se dejaba ver de la siguiente carta que le enseñó la cual estaba decidido à proteger. «Hermano y señor: V. M. sabrá ya con sentimiento el suceso de Aragon y sus resultas, y no dejará ver sin un tanto de interès à un rey que forzado a abdicar la corona se hecha en los brazos de un gran monarca su aliado, poniéndose en todo y por todo á su disposicion pues que es el único que puede hacer su dicha, la de toda su familia, y la de sus fieles y amados vasallos. Heme visto obligado á abdicar, pero seguro en el día y lleno de confianza en la magnanimidad y génio del grande hombre que siempre se ha manifestado mi amigo, he tomado la resolucion de dejar á su arbitrio lo que se sirviera hacer de nosotros, mi suerte, y la de mi reina. Dirijo á V. M. Y una protesta contra el acontecimiento de Aranjuez y contra mi abdicaciou. Me pongo y confio enteramente en el corazon y amistad de V. M. y con este ruego a Dios que os mantenga en su santa y digna guarda. Hermano y señor: de V. M. y su afectuosisímo hermano y ami go Carlos..

Ofarril que tan sumisamente habia acudido al llamamiento del duque de Berg y Cleves, no pudo sin asombro escuchar el anterior' relato así como las palabras del mariscal francés de apoyarle y hacer que se llevase á cabo, y aun cuando prometió apoyarlo en lajunta, apenas hubo visto á sus miembros les comunicó la indignacion que sentia, y estos le comisionaron cerca del duque juntamente con D. Miguel José de Azanza, ministro de hacienda á fin de conocer mas por estenso cuanto habia de fundado en tan estraña peticion." Murat se mantuvo firme en exigir pasiva obediencia á cuanto él dispusiera y la junta no pudo menos de contestarle que Cárlos IV y no

el gran duque debiera comunicarle sa determinacion, y que comunicada que le fuese, se limitaria á participanla à Fernando VII,

Esta contestacion no fué del agrado del mariscal, pero si del pueblo que la aplaudió aumentándose con ello la irritacion de los ánimos y el encono á los estrangeros cuyo porte y arrogancia eran ya demasiado provocativos, no guardando miramientos de ningun genero, ni dando fé á sus palabras como lo comprueba la promesa que Murat habia hecho á la junta de teuer guardada la protesta hasta recibir noticias de Bayona, la cual fué quebrantada inmediatamente que el 20 Eusebio Alvarez de la Torre impresor, puso en conocimien to de ella, como dos ajentes franceses llamados Funiel y Ribat habian estado en su casa con el objeto de imprimir una proclama de Cárlos IV en que volvia à llamar á su obediencia à los españoles, y que oponiendose à ello tratando de manifestarle que aquel escrito era subersivo y atentativo á la tranquilidad pública, le habian amenazado con destruirle la imprenta, á cuya nueva la junta envió á el alcalde de casa y Corte don Andrès Romero, el cual sorprendió á los ajentes franceses corrigiendo ya las pruebas de la proclama y disponiéndose á arrestarlos, se denegaron diciendo que no reconocian mas autoridad que la de su general Grouchy gobernador francés de Madrid. En tanto el pueblo se habia reunido à las puertas de la casa enterado del suceso y reclamando justicia, el alcalde los dejó alli arrestados participándolo al consejo que no osando tomar sobre sus hombros tal responsabilidad, lo puso en manos de la junta, que mas débil aun, dispuso ponerlos en libertad, exigiendo solamente de Murat nueva promesa de que en adelante no se repetirian iguales tentativas; promesa vana. no bien acababa de hacerla, cometia nuevas, violencias pues queriendo Fernando congregar en Bayona una diputacion de españoles á fin de tratar algunos asuntos, él por sí designó las personas que le plugó obligando á la junta à que les diera pasaportes.

Compuesta esta de los ministros del despacho en un principio fuè aumentada con el príncipe, de Castel-franco, el conde de Monitarco y D. Arias, Mon gobernador del consejo completándola luego en 1.o de Mayo por acuerdo de ella misma con todos los presidentes y decanos de los consejos nombrando por secretario al conde de Casa-Valencia, pensando que siendo muchos en numero tendrian

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mas valor y mas entereza para no suscribir à los insultos de que se les hacia participes diariamente, y en verdad su posición era de las mas delicadas, y su flojeđad aunque sin entera disculpa tiene circunstancias atenuantes, colocada por un lado con los arrebatos de un cruel gefe estranjero, y por otra con el fascinamiento y desconcierto de la pandilla que rodeaba á Fernando; pues aun cuando tenia una real órden en su poder en que se la autorizaba ejecutase cuanto convenia al servicio del rey y del reino, usando al efecto de todas las facultades que S. M. desplegaria si se hallase dentro de sus estados. » á cada paso frecuentes comisionados que llegaban de Bayona restrinjian su libertad con advertencias é instrucciones que como dictadás fuera del lugar donde ocurrian los sucesos eran intempestivas é inoportunás, por eso embarazados en las decisiones los individuos que la componian reunidos en sesion secreta acordaron mandar dos personas al rey preguntándole terminantemente (1) si convenia autorizar á la junta á sustituirse en caso necesario en otras personas las que S. M. designase para que se trasladasen á paraje en que pudiesen obrar con libertad, siempre que la junta llegase á carecer de ella, si era la voluntad de S. M. que empezasen las hostilidades, el modo y tiempo de ponerlo en ejecucion, și debia impedirse ya la entrada de nuevas tropas francesas en España, cerrando los pasos de la frontera; y si S. M. juzgaba conducente que se convocasen las córtes dirijiendo su real decreto al consejo, y en defecto de esto por ser posible que al llegar la respuesta de S. M. no estuviera ya en libertad de obrar à cualquiera chancillería ó audiencia del reino. Fueron nombrados D. Evaristo Perez de Castro y D. José de Zayas, al que detuvieron en la frontera, no permitiéndole llenar su cometido, si bien el primero pudo hacerlo, y mientras recibia cumplida contestaciou la junta á propuesta de uno de sus mas beneméritos y patriotas mientras el Sr. D. Francisco Gil y Lemus creaba una nueva junta compuesta del conde de Ezpeleta, capitan general de Cataluña que debía presidirla, D. Gregorio Garcia de la Cuesta, capitan general de Castilla la Vieja, el teniente general D, Antonio de Escaño, D. Gaspar Melchor de Jovellanos, y

(1) Historia de la revolucion y guerra de la independència, Tomo I. libró 2. pág, 129

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