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ÓL corazon se oprime, la mano tiembla, y hasta la pluma se resiste al comenzar de nuevo el relato histórico de acontecimientos tristes à la par que gloriosos. Contemporáneos á ellos, nuestros padres mejor que nosotros podrán juzgar su importancia, y darles el valor que desgraciadamente nos hacen conocer sus consecuencias. Si grandes fueron los hechos que hasta aquí llevamos descritos en la primera parte de esta obra, no menos interesantes y he-, róicos son los que abraza esta segunda; pues que al describir en ella la era de libertad que con tan geperoso desprendimiento supieron defender los héroes que van á ocuparnos, sacrificando sus vidas à la vengadora segur del verdugo, y sus fortunas al logro de tan noble objeto; solo pintaremos páginas de sangre, encadenadas ignominias, y numerosas víctimas sacrificadas por defender la Independencia de su patria. Su sangre que aun humeante enrogece casi todos los ángulos de la Monarquia Española, manchando la conciencia y reputacion de los hombres que tanto cooperaron à la destruccion de los buenos y al entronizamiento del déspola, esa sangre repetimos es el fluido que corre con sordo murmullo por el anchuroso cauce del torrente Liberal; por ese cauce que la tirania trabaja de continuo para que pueda mejor recibir las avenidas que engruesan su corriente revuelta con la de mas modernas víctimas.

Como hombres independientes y avezados á ofrecer nuestras cabezas por la libertad del patrio suelo, presentaremos los hechos no con la elocuencia que deseàramos, pero sí con la precision y exactitud qué nos caracteriza y orlados solamente con los vivos colores de la realidad, tras un cúmulo de glorias que entusiasman à

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todo el que amante de su patria no apostató jamás de los principios liberales, tras de los heróicos hechos de un pueblo poderoso, de un pueblo Español, con esto basta, que impelido por el sacrosanto derecho de ser libre pues que nació tal, se arroja con denodada saña saltando la valla que opusieran los déspotas magnates bajo cuyo poderio rugia encadenado el Leon de Iberia, ataca al coloso del siglo, al Marte de Europa, y sin cejar un solo instante en tan desigual contienda prefiere una muerte gloriosa á ser esclavo; veremos á los mártires del dos de Mayo, à los héroes Daoiz y Velarde seguidos de innumerables víctimas que fuera materia harto enojosa relatar. Y todas ¿porqué? por defender la Independencia y rescatar el trono á un rey. Increible parecerá tanta ingratitud pero por desgracia es cierta. La libertad ganada entre el mortifero estampido del cañon y por la que tantos millares de cabezas rolaron en el combate, fué ignominiosamente arrancada al pueblo Español por el mismo que todo se lo debia, y este pueblo tan brioso se vió oprimido, humilla-^ do y rebajado de su inata dignidad, á la faz de las demás Naciones que tanto admiraron su bravura al derrotar en Bailen y otros puutos á los veteranos de Austerlithz y Marengo, de este pueblo á quien las potencias del Norte deben quizá el hallarse figurando en el ma pa de Europa; bien hubiera querido no contento con ser vencedor pasar á conquistar y no dejar impune tamaña osadia però la enorme cadena que le rodeaba su garganta, la sangre que diariamente veia derramar de sus inocentes hermanos, le aletargó é hizo sucumbir bajo el peso de tanta victim; el terror sucedió à la audácia, y. constituido impotente porque era esclavo sufrió resignado pero no gustoso las injurias que le prodigaban sus opresores.

Para un pueblo que jime bajo el férreo yugo del despotismo, los dias son años y los años siglos. La tendencia de regeneración de pro greso y de libertad, parecia empujar a nuestros padres para que avivaran el fuego de Independencia que aunque amortiguado ardia; solo faltaba llegar el momento de erupcion para fundir los eslabones que los encadenaban; hombres eminentes y generosos, corazones Españoles y solo Españoles à quienes era despreciable la existencia sin libertad, cuyo único ídolo era su patria y que no reconocian mas poder que la voluntad del pueblo, fueron los que dando el santo grito de Independencia ensancharon el crater de aquel subterráneo vol

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can cuya abrasadora lava impelida por el destructor huracan que produjo el desequilibrio del partido opresor, fué á cubrir los campos de la Europa toda convertida en basto cementerio, cuyo triste aspecto parecia escarnecer un trono que se hundió en la tumba de Santa Elena y á ejemplo tan grandioso podremos permanecer impasibles? No, sigamos sus huellas, trazemos otra senda sobre la casi ya borrada y al lado del hermoso lema Libertad é Independencia, gravemos con nuestra propia sangre si es preciso, los sagrados derechos del pueblo que le corresponden por su dignidad y gerarquia. Esta ha sido nuestra mira al redactar la obra del Panteon de los Martires Españoles, nuestro solo objeto hacer renacer en la juventud del dia, en esa juventud para quien se presenta un porvenir tan halagüeño las virtudes de aquellos héroes; y que convencida del derecho que tiene de ser libre porque lo es el género humano, sepa adornar sus sienes con igual corona de gloria que la que honra la de aquellos grandes hombres que sacrificaron con tanto desprendimiento sus vidas en las aras de la patria y fueron mártires por legar á su pais la Libertad que tanto ansiaban ver establecida.

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INVESTIGACION HISTÓRICA,

LECHASE de ver naturalmente leyendo las páginas de esta obra, ef gran vacío que en ella queda desde Pedro Fuertes hasta Daoiz y Velarde; mas de dos siglos de silencio sin que un solo brazo esgrimiera la espada en pro de las libertades patrias, sin que una sola voz osara sustentar en público los derechos del hombre: gacaso el valor de los antiguos Godos se habia estinguido cobardemente? no, porque en Italia, en Francia, en los paises bajos en todo el mundo los famosos tercios conseguian lauros memorables, conquistaban plazas de primer orden, tenian encadenada la victoria en la punta de sus mosquetes, y allí donde habia mas imposibles, allí donde se presentaban mayor número de enemigos; alli estaban seguros de vencer y vencian, ¿Acaso el despotismo régio disminuyera su opresion y sus rigores tornándose blando y moderado dando consideraciones á los pueblos, apreciándolos en lo que valen, y no haciendo distincion entre el señor y el pechero? no, porque en casi todas las provincias hubo insurrecciones parciales, y entre ellas Cataluña; tal se hallaba de esclavizada que con la esperanza de recobrar sus fueros llegó á ofrecerse tributaria al gran Turco.

¿Cual era pues la causa que tuvo en semejante aletargamiento la península tan dilatado espacio de tiempo? ¿que es lo que hizo espirar las libertades sobre el cadáver de Lanuza, y olvidar á los españoles las solemnes palabras que decian en la coronacion de los monarcas? Tened presente que un rey es un asalariado de sus súbditos.

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