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ideas del déspota y por último; el puchlo respetaba el nombre de Napoleon, porque le creia afecto y no enemigo, pero ¿quién habia de suponerse el total cambio que se operó luego en aquellos ánimos lán apáticos? Trocóse de repente la inercia en entusiasmo, y cada español fué un obstáculo al logro de sus pretensiones. Ya hacía tiempo que presagiaban muchos funestamente de la conducta de los aliados, y hasta el mismo Godoy, hasta el que de su puño y letra contestó á la consulta que el Brigadier Daiguillon le dirigió antes de entregar á S. Sebastian, las siguientes palabras: Que ceda el Gobernador la plaza pues no hay medio de defenderla, pero de un modo amistoso conforme lo han hecho los de otras; hasta este mismo repetimos, cuyos desengaños cada vez eran mayores fluctuaba en un caos de sospechas à que no se atrevia á dar crédito ni resolver en nada. Por fortuna este hombre á quién se hallaba confiado el porvenir de la monarquía que tan triste se vislumbraba, debido todo á su ineptitud; corria à desaparecer de la escena política y á confundirse en el humilde polvo de donde con tanta altivez salió Bonaparte en el inter, iba sosteniendo aquella situacion tan vacilante, y dejando venir los acontecimientos que con tanta delicadeza escitaba, pues si por una parte infundia suspechas su conducta y la indiferencia del Gobierno frances, daba lugar á todo recelo, po r otra obsequiaba con lujosos regalos á Carlos IV y le recordaba con amistoso cariño las pretensionés anteriores de una esposa para el principe Fernando, pero ni su refinada política, ni el dobles antifaz con que ocultaba el capcioso ardid empleado contra España, fueron bastantes á tranquilizar el espiritu del valido que vió al fin desplomarse ante su vista el palacio encantado de la dicha, al leer las proposiciones que sobre el comercio y sucesion de corona española presentaba Napoleon; siéndole forzoso marchar aun sobre sus escom bros, sin mas esperanza que confundirse en ellos, asi que, bien por el miedo que infundió la entereza del emperador, bien porque en su frenética situacion quisiera azotar mas al pueblo, cuya suma bondad dió màrgen à tanto escándalo, dictó órdenes que á ser obedecidas hubieran entregado al frances nuestra escuadra en Cartagena, y nuestro ejército en Navarra; mas para que servia el grande patriotismo de Baldés Daiguillon é infinidad de gefes que olvidando en parte la ciega subordinacion militar, anteponiendo à ella la di

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cha de la patria é in lependencia del pueblo, dieron al mismo gobierno una severa leccion por su ignorancia y evitaron en parte descargara sobre la desventurada nacion el duro yugo con que se intentataba sojuzgarnos? Para nada: Con inaudito escándalo las tropas francesas seguian entrando por los Pirineos Occidentales, no ya como transeuntes sinó mas bien cual cuerpo de operaciones puesto que sit hostil permanencia tan á las claras manifestaba, no tenia mas objeto que robarnos la libertad conquistada à fuerza de tanta sangre, y los sagrados derechos conservados al través de tantos y borrascosos acontecimientos de que ha sido teatro durante siete siglos nuestra patria.

El rey Carlos IV engañado hasta entonces por la estúpida lisonja de su favorito, no queria escuchar ya otros consejos mas que los que tendian á sacarle de aquella angustiosa situacion, y Godoy que antes tanto anhelaba la soberania de los Algarves, se daba ahora por contento con solo escapar de aquel nublado que suspense encima de su cabeza, iba à déscargar sobre él como único motor de todos los males que sobrevinieron; diéronse órdenes para reunir tropas con la mayor premura en Galicia, Cataluña y Castilla. La córte que entouces residia en Aranjuez hacia apresuradamente sus preparativos de marcha y el pueblo mudo observador de los temores. que abrigaban sus reyes y opresores; conoció que ya no debia consentir otra farsa pues si bien ignoraban todos á donde se dirijian'ni con qué objeto, el mismo sijilo con que se hacia significaba bien á las claras se ocultaba en ello alguna idea del valido, quien despues de haber perdido á la nacion y así mismo, queria trasponer en cobarde fur ga largo espacio de tierra y mar, salvándose de suftir el furor del pueblo que al verse tan vilmente vendido por la ineptitud y avari cia del que á la sombra del rey lo gobernaba todo, no dejaria impune el que le hubiera arrebatado asi su libertad, lo que mas àmabay tanto le costó el conservar. Pero inutilmente, las nuevas espar cidas el dia 16 de marzo de que aquella misma noche se emprende. ria el viaje, puso á la ciudad en conmocion y su vecindario numerosatuente aumentado con la mucha gente que habia acudido al sitio, de los pueblos inmediatos, se anotinó llegada que fué la tarde en las inmediaciones de la casa del generalismo. Era el caudillo de toda aquella gente que Godoy llamaba baja plebe, el patriota conde de Montijo quien bajo el supuesto nombre de tio Pedro dirijia, aquella

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masa de honrados Españoles que observa á su patria el ejemplo para dejarse engañar, mas sacàndola de la incertidumbre en que yacia espelieron la chispa eléctrica que recorriendo la nacion de uno á otro estremo la puso à todo en conmocion y se preparó à correjir los males que no sapieron evitar esos magnates cuya elevada posicion tan mal pagaron á quien se la dió, ofreciendo sus vidas ante todo.

Un tiro escapado á las doce de la noche por casualidad segun unos y contento otros, cual si fuera señal convenida, desequilibró el órden y multitud de paisanos, soldados, mujeres y chicos se arrojaron sobre la guardia del palacio de Godoy, lo invadieron todo y aquellos espaciosos salones en que se ostentaba un lujo asiàtico superior al del palacio real; fueron allanados y el pueblo sació su furia en muebles y adornos rompiendo unos y quemando otros, respetando nnicamente, las cruces, veneras y distinciones que adornaban el pecho del privado en dias de gala como para dar á entender que el pueblo Español aun en medio de su venganza que ójala hubiera ejercido en un todo sabia respetar á sus reyes preservando todo aquello que tuvieran connexion con su dignidad. Aturdido Godoy con semejante atropello que no espera pública y general manifestacion la cual como sucede siempre encontró bien pronto un objeto, un hecho que participasc la hora en que debia estallar; sucedió que á eso de las doce las puertas del palacio del Valido se abrieron dando salida á varios bultos en uno de los cuales creyeron se ocultaba él corrieron á su encuentro. Una patrulla se empeñó en reconocerlos y tras una porfiada resistencia se vió que eran unos guardias de honor que custodiaban à Doña Josefa Tudò amiga del príncipe de la Paz, la que empeñada en no descubrir su rostro fué causa de que se disparara el tiro; no se sabe si por parte de los guardias en demanda de auxilio ó por la del pueblo como señal de su levantamiento, pero el resultado fué este último, pues en un instante se vieron reunidas millares de personas al rededor del palacio que dejando à un lado toda actitud pasiva se arrojaron sobre los soldados que le defendian forzaron, la puerta, se burlaron de sus armas y corrieron despreciándolo todo en busca del objeto de su venganza. Godoy trémulo y atardido se habia refujiado á un desvan provisto de un panecillo por si le acosaba el hambre, un bolsillo para que le ayudase en caso de fuga; y un par de pistolas que debió reputar antidoto

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contra el miedo, ¡vanos auxilios! oculto para mas seguridad entre un rollo de esteras viejas permaneció seis horas consumido de sed, y quebrantado hasta que no siéndole posible permanecer por mas tiempo soportando aquel cruel tormento salió de su escondite á fin de poner en juego uno de los medios de defensa, cual era el del soborno; pero el centinela delguardias valonas á quíen se dirigió despreciando lealmente el oro con que le brindaba, gritó con voz resuelta ¡á las armas! y este grito bastó para atraer una inmensa concurrencia que hubiera dado fin a sus dias si una partida d Guardias de Corps no hubiera llegado prontamente á hacerse cargo de su persona, enviada por los reyes, que no contentos y satisfechos aun mandaron al Príncipe de Asturias bajo cuya proteccion fué trasladado al cuartel de guardias en medio de la burla de la multitud que desahogaba ahora la miseria y ultrajes que la había deparado tan. inepto favorito y como el príncipe les repitiera varias veces que se aplicaria el castigo á que las leyes le condenasen, se retiraron á sus casas dando con esto muestra de que no era una reunion revolucionaria la que se habia proyectado sinó un justo desahogo en recobro de derechos hollados, de la dignidad española ultrajada y del porvenir que opresoras nubes iban espesando mas.

La caida del Ministro fué nueva asaz placentera para todos los pueblos de la monarquia que veian en él la causa de la invasion francesa y del triste estado y misera condicion, á que habia reducido la España, de todas partes llovieron felicitaciones y en Madrid donde se aguardaban con impaciencia noticias del sitio, apenas recibieron la noticia de su prision con el decreto dado por el rey miedosamente la mañana del 18 en que se exoneraba de sus empleos de generalísimo y Almirante concediéndole su retiro para donde mas le acomodase, se reunieron en crecidos grupos y entrando en su casa arrojaron todos los muebles por las ventanas y balcones y en vez de reservarse algo de ellos formaron una inmensa hoguera que en sus elevadas llamaradas parecia una estudiada alegoria del esplendor y altura á que se habia remontado el débil favorito, igual suerte tuvieron las de su madre, su hermano D. Diego, el Marquès de Branciforte su cuñado y las de los ministros Alvarez Espinosa y Soler principales auxiliares y complices en su loca politica.

A la caida del favorito sigue la de los reyes, Cárlos IV cuya mayor desgracia fué tener por esposa á Maria Luisa no podia pasar un momento sin la amistosa y tierna compañia de su Manuel, como frecuentemente solia decir y en su consecuencia à las siete de la noche del mismo dia 19, reunidos en la habitacion real todos los ministros del despacho, procedió el Monarca á la renuncia de su corona, alegando el mal estado de su salud y la necesidad de recuperarla en otro clima mas benigno, Italia por ejemplo. Imposible pa rece que soberano alguno llegase á un grado de dependencia tal y qué en su observacion no abriera jamás los ojos para escudriñar el verdadero origen de la sorprendente elevacion de su necesario amigo que de simple guardia de corps llegara á emparentar con él, y hasta á superarle sacrificando en aras de su cariño cetro y corona, y es mayor nuestro asombro con la lectura de las cartas que escribian á Murat pidiéndole la libertad del preso haciendo en cambio toda clase de concesiones por bajas y humillantes que fueran; de buen grado las insertáramos entreteniéndonos tambien en la narracion de estos sucesos mas ya que la brevedad de la obra no nos lo permite fuerza será callarlas y acompañar á sus autores hasta el vecino reino de donde van á partir el estrago y la destruccion para la hermosa Iberia que sencilla y confiada porque ha cifrado en la virtud su gloria, descuida su seguridad y deja que la vayan desangrando

Godoy salió el 2 destinado al castillo de Villaviciosa con unafuerte escolta de guardias de corps á las órdenes del Marqués de Castelar comandante de Alabarderos, mandándose proceder á la formacion de causa asi como tambien à la de todos sus amigos mas 'intimos. Temblò Carlos IV con aquel decreto de su hijo Fernando VII y sin consideraciones á lo mucho que debia á una nacion que habia gobernado tantos años, y que tal respeto le profesaba, puesto que al lado de los mueras al valido se oian los vivas á él, pensò en identificarse con su pobre amigo. Maria Luisa que se veia abandonada de todo el mundo envilecida por sus disoluciones y lejos del predilecto de su cariño, no tuvo mas que abrir los labios para que su marido obrase y llamara á su lado los franceses. No deseaban otra cosa estos, Bonaparte que no se atrevia à romper abiertamente con un pueblo que tantos recuerdos y lauros conserva

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