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El Virrey D. García Hurtado de Mendoza, que gobernó hasta 24 de Julio de 1596, fué el que más protejió el establecimiento de Conventos y casas de Hospedería y mandó construir el Palacio y casa para Almacenes y oficinas públicas que terminó su predecesor en 1601.

Estos edificios sufrieron tanto con el terremoto de 1609 que fué preciso reedificarlos en 1612.

Este virrey tuvo quizá más razón que sus antecesores para conocer las necesidades del puerto, por haber permanecido en él 47 dìas antes de su recepción en Lima.

Vino directamente al Callao, por tierra, como los demás Virreyes, el 20 de Noviembre de 1589 y se recibió el 6 de Enero del siguiente año.

Desde que se construyó el Palacio y oficinas reales, cambió la faz del Callao, sentando la base de su relativo progreso, pues esto dió lugar á la mayor concurrencia de los vecinos notables de Lima.

Poco á poco fué, pues, adquiriendo vida propia, y estableciéndose nuevas industrias, entre las que se contaba un molìno que en 1610 fundó don Francisco de la Reza para el abastecimiento de harinas.

La única escuela que por mucho tiempo tuvo el puerto desde 1614 fué la establecida en su local, por la Compañia de Jesús, llegando los alumnos al número de 200 que recibían la instrucción primaria, siguiendo, algunos, cursos superiores. La regentaban dos sacerdotes que se habían establecido de una manera permanente en el puerto.

Esta escuela se sostenía con la protección oficial

y con valiosas donaciones que acrecentaron su renta. (1)

Según el Padre Cobos, en 1639 habían en el Callao 800 casas españolas y 1000 vecinos estables, llegando á 2000 hombres los que de ordinario residìan en él, contando con la gente de mar, y todos los que estaban á sueldo del Rey, como soldados, &, aparte de 500 indios y 2000 negros (2) que habitaban las rancherías que estaban pegadas á la población.

En 1642, Fray Bernardo Torres, en las «Crónicas Agustinas», confirma la existencia de 1000 vecinos sin contar el tercio de la infantería pagada. No se ocupa de los indios y negros habitantes de la rancheria.

Frezier, (3) en 1713, no determina el número de habitantes y se conforma con decir que habían 400 familias, á pesar de que, agrega, se hacían subir á 600.

Tampoco toma en consideración en este número la fuerza de mar y tierra, que se componía de 1000 hombres, ni á los indios y negros; pero es indudable que la poblacion, no había aumentado mucho entonces.

En 1746 el número total de habitantes, alcanzaba á 5000, todos los que perecieron en esa memorable catástrofe.

Llama la atención que el Callao no hubiera aumentado sus pobladores en más de un siglo, en la

(1) Vease Escuelas.

(2) A estos desgraciados les dedicamos tambien, capítulo separado.

(3) M Freizier, ingeniero francés á la orden de su gobierno, fué enviado á estas costas, en 1712 para estudiarlas, así como los usos y costumbre de los habitantes. Escribió la interesante obra que tituló "Relatión du voyage de la mer du Sud aux côtes du Chily et du Perou" Fait pendant les années 1712, 1713 y 1714, y la dedicó, impresa en 1716, al duque de Orleans.

proporción que correspondía; pues, vemos que en 1639. había un total de 4500 habitantes, incluyendo los indios y negros, y en 1746, apenas alcanzaba á 5000.

Es probable, sin embargo, que haya disminuído entonces considerablemente, el número de negros, y aumentado por consiguiente el de los blancos,

No se cita la fecha desde cuándo la parte Norte de la Isla de San Lorenzo, llamada entonces Punta de Galera, sirvió como lugar de castigo para los de' lincuentes indios y negros (1); pero el hecho probado de que los jesuitas concurrían á ella á ejercitar sus prácticas religiosas desde que se establecieron en Lima en 1569, demuestra que se la utilizó con tal objeto desde los primeros años de la fundación de Lima.

Esta Isla está situada de NO. á SE. y se prolonga 4 millas de largo con variada anchura, cuyo máximun es de 13 millas y se eleva hasta 1784 pies en su tercio Norte.

El extremo Sur de dicha Isla, está constituído de piedras de diferentes tamaños, unidas á cuadros á una tierra calichosa y compacta, pero que la humedad y el salitre la quema y deshace, especialmente en la parte baja; de manera que la alta sobresale de la base del cerro, y no es exagerado asegurar que en cada fuerte temblor sufre desmoronamientos más ò menos serios.

La arena habitual de la playa de la Isla de San Lorenzo, ha sido reemplazada en el cabezo Sur de dicha Isla, por enormes cantidades de piedras, pro

(1) La Galera de los blancos se estableció en Valdivia.

venientes de esos derrumbes, que ha levantado el terreno hasta hacerlo casi intransitable.

En una de las crònicas que publica Odriozola en su obra «Terremotos» se da cuenta de un derrumbamiento habido en la Isla durante el terremoto ocurrido el 13 de Noviembre de 1655.

Esta noticia la encontramos confirmada en un manuscrito ó diario de familia de D. José de Mugaburu y Horton, que tenemos ála vista, proporcionado por el Subdirector de la Biblioteca de Lima D. Carlos Alberto Romero.

Mugaburu, era capitán de infantería del Presidio, y à la sazón estaba embarcado en "La Capitana", que debía salir de expedición.

Dice que el indicado día, á las 2 h 25 m. de la tarde sintió abordo un fuerte temblor y vió caer de la Isla de la mar brava (1) gran pedazo á la mar, y fuè tanta la polvareda que hizo, que en gran rato no pudo ver la Isla.

Y volviendo luego al Callao, agrega, vi caer la iglesia parroquial y la bóveda de la Iglesia de la Compañía de Jesús, cayendo tambièn muchas ca

sas

Los desmoronamientos que sufre la Isla por ese lado pasan desapercibidos, y no es aventurado creer que en época lejana, las dos Islas, la del Muerto y la de San Lorenzo, estuvieran unidas.

En la primera, existió no hace muchos años un arco bien visible que desapareció algunos días después del temblor habido el 20 de Setiembre de 1897, cuya caida atribuyeron algunos al citado temblor. Pero lo cierto es, que dicho arco fué visto después

(1) Probablemente quiso decir de la Isla, del lado de la mar brava.

de ese movimiento, y aun el día antes de su desaparición.

En Enero del presente año 1904, hicimos una visita á la Punta sur de la Isla, con el objeto de estimar lo dicho por el cronista y por Mugaburu; y como las huellas de los derrumbes no han desaparecido y, por el contrario, aumentan cada dia, está al alcance de todos su apreciación.

En la Isla de San Lorenzo, permanecía constantemente un vigía indio, que tenia la obligación de reconocer toda nave que venía al puerto, usando para ello de una lijera balsa de junco, (1) con el objeto de dar aviso anticipado al General del Callao, de su procedencia y demas pormenores.

Los penitenciados de la Isla, no siempre permanecieron allí, pues algunas veces eran enviados á las minas fiscales de Huancavelica, (2) como sucedió el 14 de Diciembre de 1667, según vemos en el mencionado diario de Mugaburu, cuya anotación dice: «Este día fueron conducidos á Lima en carretas y metidos en las cárceles los condenados de las Galeras de San Lorenzo, para ser enviados á las minas de Huancavelica.

El pueblo se surtía de agua del rio Rìmac, que desembocaba muy cerca de la ciudad, y que servía también de aguada para los buques, y sólo en 1603 el Cabildo de Lima hizo colocar cañerías para los surtideros públicos.

La desembocadura del Rímac, hasta la catástrofe de 1746, estaba tan cerca del puerto, como se ve en los planos respectivos, que todo hace creer que

(1) Los indios usaban, y usan actualmente en la costa los llamados caballitos.

(2) Minas de azogue, descubiertas en 1564.

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