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rencia en el carguío sobre todas las demás. Ningún chacarero podia vender carne, ni tener más de 100 carneros para el sustento de su familia, so pena de multa.

Tampoco podía vender carne ningun negro ni mulato, so pena de 100 azotes y 50 pesos de multa, pagaderos por su amo; y á los rastreros que les vendiesen, se les castigaba tambien con 100 azotes y 6 años en la Isla de San Lorenzo, á cargar piedra para la muralla del Callao.

Estas disposiciones fueron dictadas por el Virrey el 19 de febrero de 1686.

La carne de carnero, se vendia por cuartos, y sólo desde 1684 principió á venderse por peso, en la misma forma que las frutas y verduras, esto es, en presencia y con postura del Alcalde y Diputado. Era prohibido introducir y matar puercos en la ciudad.

No se podia labrar ni derretir sebo de día; era operación reservada para el silencio de la noche.

A los negros y mulatos no les era permitido vestir de gró, seda ni oro.

Las mujeres no debían andar tapadas.

Ocuparíamos un libro entero, si copiásemos todas las ordenanzas á que estaba sujeta la ciudad. Ellas eran la muestra del despotismo más absoluto, al mismo tiempo que del mejor orden.

Sin embargo, se notaba algunas veces cierta debilidad, que contrastaba con tanta energía, y esto nos lo demuestra el hecho siguiente:

El 1. de Febrero de 1685, robaron á un comerciante tres barras de plata. Con el objeto de rescatarlas, el Virrey duque de la Palata ofreció, como' premio quinientos pesos al que denunciara á los ladrones, con la particularidad siguiente: que si el

denunciante era esclavo, se le daría la libertad; y si había tomado parte en el robo, se le indultaría, y recibiría siempre los quinientos pesos ofrecidos.

De manera que, en cierto modo, se premiaba la denuncia, y se perdonaba al ladrón, privilegio nunca visto, y concedido á la esclavitud sólo entonces. Cierto es, como se dice, que del dicho al hecho hay mucho trecho. No sabemos si llegado el caso, el Virrey hubiera cumplido con su promesa, que significaba una desmoralización, para aquellos hombres á quienes miraban como animales y no como racionales.

Los pocos historiadores que han habido en los siglos pasados se han ocupado, muy poco del Callao, y los mismos Virreyes, en sus memorias, no lo toman en consideración, sino incidentalmente; por eso no es estraño que nada nuevo haya que decir despues que la ciudad quedó hecha y amurallada en el siglo XVII. No podía adquirir mayor extensión de la que se le dió, ni cabían más edificios de los que se fabricaron en los primeros tiempos de su progreso, quedando este en un límite obligado, en el que le encontró el terremoto é inundación del 26 de Octubre de 1746, que hizo tabla rasa de lo que antes era una enorme fortaleza, y sembró la muerte donde antes era vida y movimiento.

En el capítulo Terremotos, describiremos minuciosamente los pormenores de esta terrible catástrofe.

EL CALLAO DESPUES DE 1746

La primera atención del Virrey, conde de Superunda, después de la terrible catástrofe del 28 de Octubre de 1746, cuando los ánimos se hubieron calmado y desaparecido todo temor de nueva inundación, fué la construcción de nuevas defensas en el Puerto, que lo pusieran al abrigo de enemigos futuros.

Al efecto, comisionó al ingeniero francés Don Luis Godin (1), cosmógrafo mayor del reino, para que estudiara y escojiera el sitio más aparente para levantar una nueva fortaleza de menor extensión que el antiguo Presidio, y que reuniera todas las ventajas de defensa, bajo la base de la prohibición del establecimiento de toda orden religiosa, y permitiendo sólo la construcción, fuera del recinto de la fortaleza, de barracas para los comerciantes y dueños de embarcaciones.

Al mismo tiempo, fué comisionado Godín para designar el terreno donde debía fundarse la ciu

(1) Godín vino á tomar la medida de los grados del meridiano, en 1736, lo que hizo, acompañado de los oficiales de la marina española Jorge Juan y Antonio Ulloa.

dad que reemplazara al arruinado Presidio y que debìa quedar fuera de tiro de cañón.

Con este motivo se inició un expediente, que se dividió despuès, en dos partes, una de las cuales se ocuparía exclusivamente de la nueva fortaleza, y la otra de la formación del pueblo de Bellavista.

La primera, que resulta la más interesante para nosotros, puesto que deja delineada la antigua y nueva población del Callao, la insertamos aparte con los planos pertinentes, que son la prueba más concluyente de que el Callao de 1746 no traspasó los límites de la playa actual, y con ellos à la vista, puede cada cual designar aproximadamente la posición que antes tenía.

Godín, dió así principio á su informe:

<Obedeciendo á las superiores órdenes de V. E. <en su decreto de ro de este presente mes (Noviembre <de 1746) y año, en que se sirve demandarme infor<me sobre lo que pareciere conveniente acerca del <paraje más á propósito para fabricar bodegas en <donde se recojan los géneros y efectos que condu<jeren los Navíos comerciantes que llegasen al puer<to del Callao en lugar de la que asoló y se llevó el <<mar en la noche del dia 28 de mes pasado á causa del <terremoto acaecido en ella, y así mismo del para<je en donde se pueda construir una fortificación <competente á la defensa de este Reyno, en virtud <de reconocimiento que tengo hecho del terreno y <accidentes de él, así por lo que he visto, como por «la memoria de lo acaecido en distintas ocasiones <antecedentes: Digo, con el debido respeto, que lo <que me parece más conforme á la superior mente <de V. E. en orden á defender dicho puerto del Ca«<llao, y á establecer en él la necesaria escala de co<mercio con la más probable seguridad. Lo pri

<mero sobre las mismas ruinas de la Plaza del Ca

«llao y en su porción más elevada y más ancha que <comprenden los Baluartes que fueron de San Igna«cio, Santa Cruz, San Jorge, San Juan Bautista y «Santo Domingo, tirando al paraje en donde esta<<ban las baterías de San Pedro y del Purgatorio, y <de fondo más playa de la que antes había, se pue<de formar un exágono regular sin otras obras ex<teriores que defienda el puerto mejor de lo que le <defendía la fortificación antecedente

Como se vè, pues, el terreno que ocupó el Presidio del Callao quedò fuera de la mar, desde el primer momento en que se retiraron las aguas; y sin temor de equívoco puede asegurarse hoy, que existe mayor extensión de tierra de la que tuvo el Callao en 1746, desde el barrio de Chucuito hácia el Norte.

Para dar más afirmación al proyecto de Godin, copiamos en seguida lo que dice Llano y Zapata.

«El 16 de Enero de 1747 á las 7 de la mañana el S. Virrey, en la area del arruinado presidio del Callao, tomò en las manos un instrumento de fierro que llaman pico, y abriendo las primeras zanjas, dió principio al pentágono que se empezó á fabricar según la yenografía que de éi ha hecho don Luis Godin, cosmógrafo mayor de estos reinos; á este tiempo disparó todos sus cañones la nueva batería nombrada San Miguel, con tanto regocijo de los oficiales que estaban presentes que juzgaban ya inespugnable el muro lo que era defensa principiada». «Esta baterìa fué montada con 10 cañones de bronce, recogidos de las ruinas.>>

A esta fortaleza se le dió el nombre de Real Felipe en memoria del Rey Felipe V que muriò en Julio de 1746 y de cuyo fallecimiento se tuvo noticia sólo en febrero del siguiente año habiéndose he

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