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puesto que en ley especial también se funda Navarra para justificar la actitud en que se ha colocado. (Muestras de aprobación.)

RELACIONES COMERCIALES CON LOS DEMÁS PAÍSES

Es verdaderamente lamentable lo que ha ocurrido en este asunto tan vital para la prosperidad de las naciones. Cuando el partido liberal subió al poder, se encontró con unos tratados concertados ya y con otros iniciados por el gobierno conservador; de manera que el sistema de tratados estaba ya planteado cuando el partido liberal sustituyó al partido conservador en el gobierno, y aunque nosotros no hubiéramos sido partidarios de este sistema, el respeto á los conciertos establecidos por el gobierno español con otros gobiernos y la conveniencia de continuar en lo que se encontraba establecido, nos hubiera obligado á ello. Así lo hizo el partido liberal, no sólo presentando á la deliberación y aprobación de las Cortes los conciertos que el partido conservador había gestionado con otros gobiernos, sino concluyendo aquellos otros que dicho partido tenía ya comenzados.

Es claro que se dice, porque algo hay que decir, que la mala suerte que cupo á estos tratados consiste en que eran malos; pero si al partido conservador le parecen malos los que hace el partido liberal y se opone á su aprobación, de la manera que lo ha hecho en la primera legislatura, y al partido liberal no le parecen bien los que hace el partido conservador, será de todo punto imposible el sistema de tratados, porque cada uno de ellos resultaría una batalla difícil, penosa é interminable, y lo que es peor, una lucha de intereses regionales, de clases y hasta personales, tan dados á la exageración y á la violencia y á las veces hasta el escándalo.

En vista, pues, y enfrente de estas dificultades, el gobierno de S. M., por deferencia á las naciones extranjeras que con él han tratado, á las cuales no se puede tener indefinidamente sin saber lo que va á ser de los tratados que ellas con

TOMO CXLIX

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certaron, como ha sucedido hasta aquí, y para ganar tiempo y ver si se viene á resultados positivos, el gobierno, digo, se propone establecer el sistema que con más ó menos propie. dad se ha dado en llamar autónomo, revisando la segunda columna del arancel actual, naturalmente con las ventajas otorgadas á los tratados ya aprobados y con otras que pueden ser necesarias, para pedir á los demás países las ventajas que nosotros necesitamos.

Á fin de establecer esta segunda columna, previa la autorización de las Cortes, puede nombrarse una comisión en la que estén representados todos los partidos, y además, todas aquellas corporaciones que por la ley ó por competencia reconocida están llamadas á entender en este asunto. Esta segunda columna, así revisada, con estas garantías, sin espíritu de escuela ni siquiera de partido, es la que se ofrecerá á los países extranjeros en cambio de sus tarifas más bajas, siempre en busca de la reciprocidad, y es claro que las naciones que no acepten el cambio de esta tarifa, digámoslo así convencional, por las tarifas más bajas, ya sea por el trato de nación más favorecida en los países que viven de este sistema de tratados, ya por las tarifas más favorables en los países que no lo tengan, claro es que quedarán sometidos á la tarifa primera en justa correspondencia entre lo que damos y lo que recibimos.

De manera que el programa del gobierno en este punto es el siguiente: el arancel actual no está hecho como obra definitiva, está hecho para tratar; así lo han declarado sus mismos autores, y además de su declaración lo han reconocido por sus actos, pues que han hecho tratados con otras naciones por bajo de la tarifa del arancel actual. Pues bien: nosotros, siguiendo este sistema, queremos tratar, queremos establecer las relaciones comerciales con todos los pueblos, y para ello necesitamos, ó modificar el arancel actual con esa tarifa segunda de que he hablado, ó hacerlo por medio de tratados, porque no hay medio de establecer relaciones con otros países más que por este sistema. ¿Es que el sistema de tratados

es penoso, es dificil, según se ha demostrado en la legislatura anterior? Pues entonces vamos al segundo medio, que, después de todo, el resultado será igual. Lo mismo da deducir del tratado esa columna convencional, que es el resumen de tarifas anejas al tratado, que deducir el tratado de la columna establecida de antemano y directamente con aquella ventaja.

¿Es esto un cambio de política arancelaria? No, no lo es; porque hoy opinamos como opinábamos ayer: exactamente lo mismo: opinamos hoy como ayer, que es conveniente, necesario á la nación española el tener relaciones con las demás potencias, y que para tenerlas no hay más remedio que, ó variar el arancel actual en las condiciones que he dicho, ό hacerlo por medio de tratados; lo que no se puede hacer, es tener los tratados convenidos con otras naciones, un día y otro día, un mes y otro mes, sin adelantar un paso, dando con este motivo, si no pretexto á frialdades y desvios internacionales, que lamenta sobremanera la Nación española y causando con ello grandes perjuicios á los intereses nacionales. (Muy bien, muy bien.)

Al realizar este sistema no es posible prescindir de los hechos consumados; se han concertado tratados con sus tarifas anejas; unos están ya aprobados por las Cortes y sancionados por la Corona, otros están sometidos á la deliberación de las Cámaras, y esto, naturalmente, ha de influir en la solución del problema, buscando la manera de armonizar, en cuanto sea posible, los compromisos contraidos por el gobierno y el respeto debido al Parlamento.

Con esto y con aquellas transacciones necesarias por el estado en que se encuentra la cuestión, y por la conveniencia de armonizar intereses encontrados y opiniones opuestas, el gobierno piensa crear un régimen estable que no dé lugar á tratos diferenciales para ningún país, que sea aceptado por todos y que aleje, en asunto tan árduo, esas luchas enconadas, presagio siempre de injusticias y represalias.

PRESUPUESTOS

Y vamos à la cuestión de los presupuestos. El partido liberal tiene la fortuna de ir más deprisa de lo que puede pensarse, hacia la nivelación verdadera de los presupuestos; pero para realizar por completo esta obra es necesario que mantengamos los gastos del Estado, sin subirlos de las cifras que han alcanzado después de las economías introducidas, y que procuremos aumentar los ingresos con una gestión inteligente y honrada.

Persuadido como está el gobierno de que con una buena administración, y sobre todo con una honrada administración, los recursos del país bastarán, no sólo para cubrir todos los gastos, sino para atenuar además algunos tributos en busca de aquella equidad indispensable en el repartimiento de las cargas públicas, y también para atender à las necesidades de la operación de crédito, indispensable para sacar al Tesoro de una vez de la situación verdaderamente angustiosa en que se encuentra.

Yo tengo tal confianza en que esto puede hacerse, y puede hacerse pronto y bien, que espero que dentro de poco tiempo ha de estar salvada, no sólo la Hacienda y la cuestión de los presupuestos (esta puede darse ya por concluída), sino también la cuestión del Tesoro, que se creía mucho más difícil, y entonces, Hacienda y Tesoro se presentarán completamente solventes, y la nación española tendrá aquella independencia económica tan semejante á la dignidad y tan necesaria en estos tiempos como la misma independencia política.

¿Es que por cualquiera otra causa algún ramo de la administración ha sufrido quebranto y es por eso necesario reor. ganizar algún servicio? Reorganicese en buen hora, pero reorganicese dentro de la cifra designada como total en cada departamento. Y con esto y con la marcha favorable que lleva la gestión financiera del partido liberal, está salvada completamente la cuestión de los presupuestos; después de

todo, los valores suben, los cambios bajan, la recaudación aumenta, las obligaciones del Banco y Tesoro son arrebatadas por el público con tal rapidez, que en tres meses apenas queda ya una en el Banco.

Pues todos éstos son indicios de una pronta y fácil solución del gran problema económico que muchos creen insoluble.

Y después de exponer brevemente las cuestiones que piensa someter el gobierno á las Cámaras y el criterio con que va a someterlas, no hay necesidad de mayores desenvolvimientos, que ya llegarán á su debido tiempo; por lo pronto, basta y sobra con lo dicho, y ya me resta poco que decir.

Las mayorías deben ser, por lo mismo que son mayorías, tolerantes con las minorías, y aun benévolas con aquellos que por afinidad de ideas ó mancomunidad de principios en lo que constituye el régimen que á todos nos gobierna, puedan un dia ayudarnos y darnos su concurso para la defensa de aque. llas bases esenciales en que descansa nuestro organismo político.

No deben, pues, las mayorías tomar la iniciativa; deben mantenerse á la defensiva, deben mostrarse prudentes, pero deben tener cuidado de que la prudencia no pase de los límites de su campo y vaya á llegar al de la debilidad; las mayorías deben no atacar, pero deben defenderse con dignidad y en todo caso contestar en la forma en que el ataque haya venido.

Quiero también decir algo de la cohesión, de la disciplina...

Pero no, porque de eso no necesito deciros nada (Muy bien, muy bien), porque habéis dado muchos ejemplos de ser modelo de lo uno y de lo otro; lo único que voy à indicar como principio general, es que, dada la pesadumbre de las cargas

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