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que el gobierno toma sobre si, no podrá sobrellevarlas sin vuestro común apoyo, y sin vuestro unánime concurso.

También quiero daros un consejo, ó mejor dicho, haceros una advertencia: os encargo á todos la sobriedad en la palabra. (Risas.) Porque para hacer algo de provecho, es necesario unir la acción á la palabra todo cuanto sea posible, y además, porque los grandes discursos y las discusiones académicas han pasado ya de moda en los Parlamentos; y por último, porque no es lícito que cuando el país espera de los gobiernos medidas trascendentales y reformas extraordinarias, perdamos el tiempo en largas y estériles discusiones.

Después de esto ya nada tengo que añadir, porque no es bueno decir todo lo que uno piensa, puesto que las campañas parlamentarias están tan próximas y en ellas ha de tener su desarrollo todo el pensamiento del gobierno.

DISCURSO DEL SR. CANOVAS DEL CASTILLO

Vengo, dijo, con más incertidumbre que otras veces à dirigir mi voz á los señores diputados y senadores del partido conservador, y digo incertidumbres, porque los que seguis con atención las cosas de la política, no ignoráis que preguntado por algunos periódicos acerca de la situación política, contesté que lo que primero llamaba mi atención, después de hablarse tanto de crisis y de imponerla al propio jefe del partido, era que sólo se atendiese al resolverlas á las simpatías ó á las conveniencias personales, sin tener en cuenta para nada la formación de un programa determinado y concreto. Y aun añadí, que si el jefe del partido no tuviera ese programa, debía reunir al directorio del partido para formularlo.

Estas opiniones mías, fueron reprobadas entonces por los interesados; pero cuando provocada la crisis vi las conferencias que se celebraban, y que se formulaba un programa y se resolvía la crisis nombrando para realizarlo un Ministerio,

entendí que era un día de satisfacción para el partido liberal y también para nosotros.

Desgraciadamente temo que nos hayamos equivocado, porque, según lo que de público se propala, aún no se sabe lo que el Gobierno piensa hacer en las dos más importantes cuestiones que solicitan su atención, en la gravísima de Cuba y en la arancelaria.

CUESTIÓN DE MARRUECOS

Lo único que aparece claro es que es difícil que lleguemos á recabar unos 30 millones de pesetas que nos ha costado la falta de inteligencia entre el ministro de Estado y el ministro de la Guerra.

Lo único que se sabe es que en Marruecos no se ha conservado el prestigio adquirido en la guerra de África, ni que el ejército llevado allí, y el tratado tan hábilmente concluido por un insigne caudillo, han servido para vencer las dificultades opuestas al cumplimiento del tratado que celebró el primer duque de Tetuán.

A la hora presente no sabenos si viene una embajada marroquí á solicitar el aplazamiento para el pago de la indemnización. Supogamos que viene y se le otorga, pero de tal manera convencidos de la carencia de fuerza del Gobierno para hacer cumplir lo pactado, que acaso nuestro patriotismo nos obligase á una dura condenación.

Sin embargo, ni el estado del país, ni el del ejército, desconfiado de su armamento y de su organización, ni el del Te. soro, ni el estado interior en general, atentamente considerados con todas sus resistencias y amenazas, permitirá á nuestra prudencia ser exigentes.

Habremos, pues, de pasar por todo, aunque siempre con las protestas necesarias para salvar nuestra responsabilidad, y de consentir que el Gobierno ceda de su derecho; y tendremos que aguardar, Dios sabe cuánto, á que, en mejor estado el ejército y el Tesoro, se cumpla el tratado, tan hábilmente

negociado por el general Martínez Campos para conservar los derechos de España en Marruecos.

CUESTIÓN DE CUBA

Pero fuera de esto, yo no sé qué vamos á discutir con el actual Gobierno.

Parece que al preguntar al señor ministro de Ultramar si se mantendrían para Cuba las reformas del Sr. Maura contestó: Y para eso, ¿para qué habría salido el Sr. Maura del poder?», respuesta à la cual se podría haber replicado con esta otra: Y para eso, ¿para qué habría entrado nuevamente ahora?»

Con razón pide el señor ministro de Ultramar una tregua para resolver esa difícil y peligrosísima cuestión de Cuba, pero entiéndase que eso significa que 14 periódicos separatistas de la isla, continuarán insultando á los españoles y á la bandera nacional.

¿Pueden pasar días y meses sin que la situación crítica de Cuba desaparezca?

¿Quién ignora lo que es y lo que significa el que la administración se ponga al lado de uno de los partidos contendientes en las elecciones?

Aunque pudiera establecerse una igualdad absoluta entre el antiguo partido constitucional y el nuevo reformista, esa igualdad pediría que se aplicara á ambos la imparcialidad que deben siempre guardar las autoridades administrativas: pero ¿dónde se puede oir con paciencia que la administración esté en contra del antiguo partido español incondicional y al lado de los reformistas sus adversarios?

Por eso yo creo que la tregua, en cuanto á estos particulares, será lo más corta posible.

En cuanto à la cuestión de fondo que se plantee, y según venga, la examinaremos concienzudamente.

Las discusiones en este punto han de revestir grande interés. De allí vienen ya los representantes autonomistas, que,

precedidos de un programa, según el cual para ellos estas reformas sólo significan un paso más para llegar á lo que llaman la personalidad de la isla de Cuba; esto es, á que un día sea la isla, respecto de España, una simple confederada. Esto es lo que van consiguiendo con la paz, porque se declaran, y yo los creo sinceramente enemigos de la revolución y la guerra.

Esto es lo que deben tener en cuenta los partidos españoles. El conservador le ha concedido todas las libertades españolas, incluso la más amplia libertad de imprenta. Lo único que se les ha negado en este punto ha sido el de atentar por medio de esta libertad á la integridad de la patria.

Lo que no podemos aceptar es la Cámara única á costa de los organismos provinciales y municipales, porque esa Cámara única viene å ser ya algo de lo que los autonomistas pretenden de representación y personalidad propia de la isla.

No sé si las transacciones que se podrán establecer en este punto, porque si á los reformistas no se les concede la Cámara única, es posible que no se presten á la avenencia; pero en todo caso yo espero que no nos encontraremos con que el ministro de Ultramar, cuyas leales intenciones reconozco, ha de querer favorecer los planes que nos puedan acercar á la pretendida autonomía cubana.

CUESTIÓN ARANCELARIA

¿Qué hace el Gobierno respecto de los tratados? ¿Los reproduce ó no los reproduce.

Si no los reproduce, aparte la cuestión de conveniencia y las quejas de las naciones interesadas, para mí es innegable que el Gobierno estaría dentro del derecho constitucional; pero esto, después de todo, es una cuestión de forma.

En cuanto al fondo, ¿qué pieusa el Gobierno? ¿Abandona la famosa base 5., expresión del más amplio librecambio?

¿Es que no se considera bastante librecambista esa base 5.a que supone la ruína de nuestra producción?

Nosotros comenzamos desde la proclamación de D. Alfonso XII por suspender la base 5., la volvimos á suspender luego, porque la restableció el partido liberal y por último la suprimimos.

Tenemos en esto ideas concretas, pedimos la protección al trabajo nacional, sin extenderla á aquello que no la necesite, ni tampoco á lo que la nación española no está en condiciones de producir fácilmente, pero en todo lo demás que España pueda producir yo estaré siempre al lado del trabajo

nacional.

No comprendo cómo se puede decir que pueden luchar en igualdad de condiciones paises que no están á la misma altura de progreso, que no tiene la misma deuda, ni gravámenes iguales.

Siempre he pensado así y siempre he de pensar lo mismo, sin necesidad de pactos ni condiciones, y sin que al proclamar y defender estas ideas, solicite adhesiones de nadie al partido conservador, por más que no puede desconocerse que agricultores, ni industriales y cuantos elementos constituyen el trabajo nacional, no van á estar al lado de un partido que parece proponerse sistemáticamente su destrucción.

Yo lo único que deseo es que se me ayude sinceramente å levantar y proteger la producción y la industria nacional.

DEFENSA NACIONAL

De una cuestión de gobierno tengo que ocuparme todavía, y esta es la defensa del país.

Alguien ha dicho que entre nosotros la paz está asegurada y que por lo tanto debemos ajustarnos á lo que llama el presupuesto de la paz.

Pues yo entiendo que no hay en Europa nación alguna que, deseando evitar y huir aventuras de todo género, se halla tan amenazada en lo interior de varios peligros; tan

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