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SERVICIOS DE LA COMPAÑÍA TRASATLANTICA DE BARCELONA

LÍNEA DE LAS ANTILLAS, NEW-YORK Y VERACRUZ.-Combinación á puertos americanos del Atlántico y puertos N. y S. del Pacífico.

Tres salidas mensuales: el 10 y 30 de Cádiz y el 20 de Santander.

LÍNEA COMERCIAL DE PUERTO RICO.- Un viaje mensual, saliendo de Santander el 5, y de Vigo el 7, para San Juan de Puerto Rico, con prolongación á Habana, y admitiendo carga y pasaje, con trasbordo en este último puerto, para los litorales de Puerto Rico, Cuba, México, Costa Frme y Pacífico.

La salida de Puerto Rico, en los viajes de retorno, tendrán lugar los días 9 de cada mes.

LÍNEA DE FILIPINAS.-Extensión á Ilo-Ilo y Cebú, y combinaciones al Golfo Pérsico, costa oriental de Africa, India, China, Cochinchina, Japón y Australia.

Trece viajes anuales saliendo de Barcelona cada cuatro viernes, à partir del 5 de Enero de 1894, y de Manila cada cuatro jueves á partir del 25 de Enero de 1894.

LÍNEA DE BUENOS AIRES.-Seis viajes anuales para Montevideo y Buenos Aires. con escala en Santa Cruz de Tenerife, saliendo de Cádiz y efectuando antes las escalas de Marsella, Barcelona y Málaga.

LÍNEA DE FERNANDO POO.-Cuatro viajes anuales para Fernando Póo, con escalas en Las Palmas, puertos de la Costa Occidental de Africa y Golfo de Guinea.

SERVICIOS DE ÁFRICA.-LINEA DE MARRUECOs.-Un viaje mensual de Barcelona á Mogador, con escalas en Melilla, Málaga, Ceuta, Cádiz, Tánger, Larache, Rabat, Casablanca y Mazagán.

SERVICIO DE TANGER.-El vapor Joaquín del Piélago, sale de Cádiz para Tánger, Algeciras y Gibraltar, los lunes, miércoles y viernes, retornando á Cádiz los martes, jueves y sábados.

Estos vapores admiten carga con las condiciones más favorables, y pasajeros, á quienes la Compañía da alojamiento muy cómodo y trato muy esmerado, como ha acreditado en su dilatado servicio. Rebajas á familias. Precios convencionales por camarotes de lujo. Rebajas por pasajes de ida. y vuelta. Hay pasajes para Manila á precios especiales para emigrantes de clase artesana ó jornalera con facultad de regresar gratis dentro de un año si no encuentran trabajo. La Empresa puede asegurar las mercancias en sus buques. AVISO IMPORTANTE.-La Compañía previene á los señores comerciantes, agricultores é industriales, que recibirá y encaminará á los destinos que los mismos designen las muestras y notas de precios que con este objeto se le entreguen.

Esta Compañía admite carga y expide pasajes para todos los puertos del mundo servidos por líneas regulares.

PARA MÁS INFORMES.-En Barcelona: La Compañía Trasatlántica y los Sres. Ripoll y Compañía, Plaza de Palacio.-Cádiz: La Delegación de la Compañia Trasatlántica.-Madrid: Agencia de la Compañia Trasatlántica, Puerta del Sol, 10.-Santander: Sres. Angel B. Pérez y Compañía.-Coruña: D. E. de Guarda. -Vigo: D. Antonio López de Neira. Cartagena: Sres: Bosch Hermanos.-Valencia: Sres. Dart y Compañía.-Málaga: D. Luis Duarte.

MISIÓN Y TENDENCIA DEL ATENEO DE MADRID (1)

(Conclusión).

Pero de mayor interés que todos estos asuntos, quizás menos palpitante, pero más profundo aún que el de la cuestión. social, es el que inspiró aquella serie de conferencias felizmente discurrida por el Sr. Azcárate, y encaminadas á investigar la verdadera naturaleza, la fuerza propia y los medios de acción de esa potencia directora de la vida social que se llama la opinión pública. De dónde nace, cuáles son sus orígenes, cuáles sus componentes, cómo se revela en cada país, cómo influye en la vida científica, en el Parlamento, en los partidos, en los Gobiernos: todo esto se quería averiguar, y todo eso fué aqui examinado. Bien merecieron del Ateneo los hombres ilustres que de hacerlo se encargaron; ellos han dejado impresa en nuestra conciencia la noción de que existe dentro y en derredor de nosotros mismos una fuerza que nos guía unas veces, nos impulsa otras y nos avasalla las más, sin dejarnos ni aun tiempo de darnos cuenta de la dirección en que nos arrastra, y de preguntarnos si obra con legitimidad ó con engaño. Bastaría señalar este carácter, para que inmediatamente se despertara en la conciencia de los individuos, y sobre todo de los hombres públicos, el deseo de no ceder á su impulso sin haber examinado atentamente sus móviles y sus orígenes; porque de no hacerlo, en estos

(1) Véase el núm. 591 de esta REVISTA.

TOMO CXLIX

tiempos en que de libertad alardeamos y en posesión de la cual nos creemos, se convertiría la opinión pública en algo parecido á la antigua fatalidad de las religiones paganas, contra la cual es inútil la protesta y pierde todo su mérito el esfuerzo. Hubiérame sido dado consagrar el tiempo y la reflexión necesaria á tan grave materia, y hacia ella hubiera solicitado vuestra atención en esta noche; pero aun pareciéndome poco prudente tratar á modo de recuerdo y en forma de revista asuntos tan importantes, habéis de permitirme exponer un punto de vista y una consideración que en mí despertaron las enseñanzas del curso anterior, con la esperanza de que también á vosotros os interese lo bastante para concederme aún algunos minutos de atención.

El esfuerzo de cuantos han tratado estas materias, se ha encaminado á precisar y definir lo que es la opinión pública, á caracterizarla en su esencia, á definirla en sus manifestaciones y á tratar de precisarla en sus efectos. Pero después de recoger cuanto elocuentemente se ha dicho en este sentido, todavia parece necesario recordar que en la formación de lo que se llama la opinión pública, ó sea el general sentir de un pueblo, entra aquella nota dominante que en un momento dado, y cual si fuera el tono general de un cuadro en el cual se destacan las figuras, influye y determina el modo de ser de las generaciones de aquel tiempo, constituyendo la característica, no ya local y propia de un pueblo, sino, al contrario, total de una época, como resultante del estado general de los espíritus y producto de las ideas y de las enseñanzas de las generaciones precedentes.

Y es de tal fuerza esa corriente, es de tanto valor aquel impulso, que el que pretendiese explicar el estado de la opinión de un país, y aun de un hombre que representante de esa opinión pueda llamarse en un momento dado, se equivocaría ciertamente, si no tuviese en cuenta ese factor que pudiéramos llamar el sentimiento humano de su época.

Bien lo saben los escritores ingleses, tan expertos en el arte de la Historia, cuando, al escribir la biografía, procuran

hacer del personaje á quien la consagran la figura central de un cuadro dentro del cual se mueve y en el que ejerce su influencia, cuadro complejo pero interesantísimo, en que à un tiempo se admira la vigorosa individualidad de la figura central y se ven los reflejos de cuanto le rodea llegar hasta él é irradiar de nuevo al exterior en forma de ideas ó de actos, á través de su pensamiento transformados.

Lejos de mi preconizar en este momento las teorías de Carlyle, y explicar la historia por la influencia y el culto de los héroes; pero séame lícito afirmar que no hay trabajo más interesante ni estudio más fascinador para mi espíritu, y entiendo que para la generalidad, que esa manera de ver cómo en ella, la totalidad del pensamiento y la síntesis de los juicios individuales, que se llaman opinión pública, se condensa y transforma en los hombres que simbolizan su país y las ideas de su tiempo, y con ella hacen la gloria y el poderío, ó la tristeza y la vergüenza de los pueblos á cuyo frente se han encontrado.

La fecundísima historia del siglo XIX presenta con abundancia los ejemplos: William Pitt y Napoleón I en sus comienzos; más tarde, Cavour, Lincoln, Luis Napoleón, Bismarck, Alejandro III, son tipos de estas grandes síntesis de la opinión pública, en los cuales no es posible, aun al investigador más sagaz, separar lo que pertenece á la masa de lo que corresponde á la energía individual.

Al estudiar, pues, estos fenómenos y al ver, sobre todo, de qué manera los ilustres oradores que aquí los han analizado, han sido llevados por un común instinto á discernir dentro de esa opinión pública lo que en ella es fundamental y de esencia, de lo que son movimientos apasionados y transitorios, y á examinar, además, el modo con que ya los organismos que se llaman partidos, ya los órganos de esa opinión que se llaman Parlamentos, ya en último término los Gobiernos, que son la función más alta de la vida social, han de seguir y obedecer ó resistir y contrarrestar esa opinión pública; al ver, repito, todos esos simultáneos esfuerzos, asalta

á mi pensamiento el deseo de analizar alguno de los elementos que, por su carácter genérico y por extenderse á casi todos los países de igual ó semejante civilización, ha de ser siempre uno de los factores más importantes de la opinión; el espíritu dominante de la época.

Al intentarlo, la mayor de las dificultades consiste, sin duda, en poder apreciar exactamente lo que significan y valen los hechos dentro de la sociedad contemporánea, de cuyo criterio y sentido general hemos de ser representantes y aun consecuentes; y la dificultad es grande, no sólo por la multiplicidad de los hechos que á cada momento están solicitando nuestra atención, sino por la diferente manera con que á ella llegan, siendo frecuente que los más criminales, escandalosos ó sorprendentes ocupen lugar preferente y obtengan más extensa noticia que los actos heroicos, las aplicaciones de la virtud, los sacrificios individuales y todo aquello que por su misma índole es permanente, duradero y trascendental, mientras que suele ser, por el contrario, pasajero y superficial lo que obtiene mayor resonancia.

Quizás bajo este criterio cae en primer término, lo que pudiéramos llamar la corrupción de los pueblos modernos, corrupción que por lo brillante de sus apariencias y lo sonoro de sus escándalos, parece ocupar más lugar del que realmente tiene y producir mayores consecuencias de las que á la verdad y por fortuna engendra; en cambio la piedad sencilla, la constante práctica de la virtud, la religión fervorosamente sentida, la caridad modestamente ejercida pasan como las corrientes profundas y subterráneas que se perciben menos, pero labran más que las formas falaces y atractivas del vicio.

Pero no es esto lo que principalmente me propongo señalar. Lo que me importa y preocupa, es aquella dirección y tendencia general de una época que escapa á la atención vulgar, que no se encarna en hechos salientes y notables, pero que en cambio penetra é impregna todos y cada uno de los hechos de la vida, dándoles el colorido y dirección que

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