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Algezira viernes XX et VI dias de Marzo de la era de mill e XXX et LXXXII años. E este dicho Don Fernando Rodriquez que Dios perdone la su alma, finó XXVI dias andados del mes de Enero en la era de mill et CCC et LXXXIII años.»

«Aqui yace Elvira Martinez, camarera mayor que fué de la Reina Doña Maria que Dios perdone, muger de Fernan Rodriguez Pecha camarero del Rey Don Alonso XI.»

El Convento de San Antolin llegó á tener rentas considerables, que ascendían en algún tiempo á más de 2 millones de maravedís. Sus comendadores eran á veces elevados á la dignidad episcopal; así Fr. Diego de Muros, fué Prelado de Tuy, por los años 1472 y siguientes.

En el año 1492 se verificó la expulsión de los judíos, para ejecutar la cual en Guadalajara, fueron comisionados Fray Juan de Trujillo y Fr. Diego de Zamora. La sinagoga de esta ciudad, fué cedida al convento de la Merced por los Reyes Católicos, á petición de los Religiosos, quienes alegaban necesitar aquel edificio para hacer en él una enfermería.

Fueron no pocos los Religiosos de San Antolín que pasaron al Nuevo Continente á raíz de su descubrimiento, para difundir el Evangelio; Fr. Dionisio de Castro fué enviado al Perú por Carlos I, y allí por Francisco Pizarro á la fundación de Villanueva de Puerto Vigo; hizo innumerables conversiones; Fr. Diego Melendez, asistió con Sebastián de Belalcázar á echar los cimientos de Popoyán.

En el año 15/6, se acordó que hubiera estudio de Artes; el primero que las enseñó fué el P. Luis Heredia, más adelante Vicario Apostólico.

En el de 1587, se celebró en Zaragoza un Capítulo; en el que se resolvió dividir la provincia llamada España, en otras dos, Castilla y Andalucía, separadas por el río Guadiana; fué llevada á cabo esta división en otro Capítulo reunido en Toledo al año siguiente, y Guadalajara, fué designada capital de la provincia de Castilla; esta es la causa de que en el convento de esta ciudad, se reunieran no pocos Capítulos, aun

generales y de la alta consideración que gozaban en la Orden sus comendadores.

Tal era el convento donde hizo su noviciado y profesó el inmortal Fr. Gabriel Téllez. La revolución lo destruyó en el primer tercio de este siglo y hoy no queda sino el recuerdo de un edificio que merecía ser conservado como histórico monumento. En prosáicas eras se ha convertido el solar donde se alzó algún día el claustro, que fué cuando entró en él Tirso de Molina, la mansión de las Gracias y de la Poesía.

V

Digamos algo de los cronistas Fr. Felipe Colombo y Fray Juan Talamanco.

Poco es lo que sabemos del primero. Nació en Guadalajara, el año 1624, y profesó en el convento de la Merced de esta ciudad á 28 de Abril de 1641. Fué cronista general de su Orden, cargo que desempeñó con acierto. Escribió once libros, de los cuales solamente sabemos que se hayan publicado los siguientes:

Vida del venerable Gonzalo.

Vida del Padre Urraca.

Vida de San Pedro Nolasco.

Vida de San Pedro Pascual.

Vida de San Ramón.

Historia de Nuestra Señora de los Remedios.

De su Historia general de la Merced, obra que no llegó á publicarse, consérvanse algunos fragmentos en la Biblioteca Nacional.

Murió siendo Comendador del convento de Guadalajara. Hé aquí el epitafio que se puso en su sepulcro:

En R. P. M. Philipus Colombo Carracensis, Theologus præclarus, concionator eximius, Provinciæ Difinitor Chronicus Gene ralis undecim voluminum autor, sapientia meritis et virtutibus plenus huius Conventus filius et Presul sexagenarius obiit die 20 Octobris anno 1684.

VI

El P. Juan Talamanco, nacido en Horche (Alcarria), de noble y antigua familia, á últimos del siglo XVII, fué uno de los más ilustres Mercenarios de la centuria pasada. Con decir que desempeñó el alto cargo de cronista general de su Orden, está probada la no común erudición que poseía. Adunábanse en él por rara coincidencia, una decidida vocación hacia el estudio, con una actividad pasmosa. Lo mismo escribía un libro, que emprendia un penosísimo viaje para rescatar los infelices cautivos que gemian bajo el odioso yugo de los moros. Hallábase dotado de un espíritu investigador y crítico. En sus pbras, le vemos siempre apoyar sus aserciones en documentos auténticos, ó cuando menos en autores que merecían crédito. Infatigable registrador de cuantos archivos podia visitar, gustaba de recoger en ellos datos con que enriquecer la Historia de su Orden.

Afirma el mismo en la portada de sú Historia de Horche, que fué Redentor seis veces en África.» En 1730, estuvo en Argel con Fr. Pedro Rosvalle; rescataron 345 cautivos, en cuya benéfica obra gastaron 100.000 pesos. En 1739 fué à la misma ciudad, con Fr. José Vázquez Aldana y otros Religiosos para verificar la Redención, autorizada por una cédula dado en el Pardo á 22 de Septiembre; recobraron la libertad 392 cristianos. En 1740 marchó á Tánger con Fr. Pedro Rosvalle; además de 100.000 pesos, llevaban 60 moros para canjearlos por otros tantos cautivos, quienes sufrían horribles tratamientos del Bajá de aquella ciudad, Hamet Ben Ali. Apenas los Redentores llegaron á Tánger se dirigieron á la cárcel de los cristianos, llamada Canuto, donde éstos padecían tormentos horrorosos; atados á una cadena remachada á martillo, devorados de insectos repugnantes y consumidos por el hambre, más que hombres parecían espectros. El rey de Me. quínez, destronado por Muley Abdalá, había acudido al Bajá de Tánger en demanda de auxilio, el cual le fué concedido. No

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poco trabajo costó á los Religiosos conseguir de Hamet que se verificase el rescate y canje antes de que saliera á campaña en defensa de su protegido. Como exigiera que antes se le entregaran los 60 moros y los 100.000 pesos, hubo de marchar por ellos á Ceuta donde estaban, el P. Talamanco, atravesando solo la fragosa cordillera de Anghera, en cuyo viaje de ida y vuelta tardó solamente seis días á pesar de las lluvias torrenciales que cayeron. Vencidos por fin todos los obstácu. los que se presentaron, pudieron los Mercenarios con los rescatados, entrar en Ceuta á 10 de Enero de 1740, donde fueron recibidos como en triunfo por el obispo, cabildo y pueblo en procesión solemne. En 1751 le hallamos nuevamente en Argel con Fr. Antonio de la Torre; rescataron alli 437 cautivos.

Muchos fueron los escritos que salieron de su docta pluma. Para cumplir como bueno con su cargo de cronista, escribió una Historia de la Merced, obra que desgraciadamente se ha perdido.

Escribió además las obras siguientes:

Vida del venerable Fr. Juan Gilabert.

Gritos de los cautivos de Berberia.

Mapa y descripción histórica de la isla Española.

Merced de Maria Coronada.

Compendio de la vida del Mártir San Serapio de Escocia.

El Diccionario Crítico. (Censura en esta cbra el abuso de palabras latinas en el castellano.)

La vida y muerte del P. Riperdá en la provincia tingitana. Un curso geográfico.

Varias novenas.

Historia de la ilustre y leal villa de Orche.

Noticia de los que se suponen santos en Almadrones, lugar del Obispado de Sigüenza (Refuta en este opúsculo la superstición de dicho pueblo, que veneraba los huesos hallados en un sepulcro romano.)

Historia de la imagen de María que se venera en el Convento de Huete, fundación de éste y de sus varones ilustres. (Obra en extremo curiosa.)

Noticia del viaje que hizo á la ciudad de Argel el Padre Redentor Fr. Miguel Pareja.

Collectio Bullarum ac Constitutionum Ordinis Beatæ Mariæ de Mercede.

Las cuatro últimas se conservan inéditas en la Biblioteca Nacional.

Sabemos, además, que recogió datos para componer una obra de arqueología con el título de España memorable en inscripciones de piedras y metales.

Estos son los dos ilustres Mercenarios que nos han conservado noticias ciertamente apreciables sobre la vida de Tirso, autor dramático, digno de ser comparado con el genio creador del Hamlet y en cuyas obras podemos admirar las más sublimes y las más cómicas escenas, como en inmortal com. pendio de la vida humana.

APENDICES

I

«Carta de donación que hizo la Infanta doña Isabel, de la casa de San Antolín de Guadalajara, á los frailes de Santa Olalla de Barcelona, para fundación de Iglesia y Monasterio (1).

>Sepan quantos esta carta vieren, como nos el Conceio de Guadalfaiara, otorgamos que viemos una carta de la muy noble e alta señora Infanta doña Isabel fecha en esta guisa. De mi Infanta doña Isabel, fija del muy noble Rey D. Sancho, é señora de Guadalfaiara e de Fita e de Aellon, al Conceio de Guadalfaiara salud como aquellos de que mucho fio, e por quien querria mucha buena ventura. Bien sabedes de como yo di á los frayres de la Orden de Santa Olalla lugar do fiziessen Monasterio de Santo Antolín y en Guadalfaiara,

(1) Biblioteca Nacional.-E. 318.

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