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Siendo, por otra parte, éste el momento de dejar consignado con legítimo orgullo la gloria que por entonces alcanzó Pedro Esquivel, al concebir y llevar á cabo el primero en Europa la triangulación geodésica en vasta escala, con objeto de levantar el mapa general de España, determinando los puntos más notables de la Península con rara precisión. Este procedimiento fué seguido medio siglo más tarde, ó sea en 1615, por el holandés Willebrand Snell, al que se atribuye generalmente su invención, con objeto de determinar la medida de un grado de meridiano terrestre, empleándole todavía veinte años después el inglés Norwood al calcular la distancia entre Londres y York; siendo muy digno de notarse que, a pesar de los adelantos que Francia se atribuye en el siglo XVI, ufanándose no poco y con razón de su ilustración matemática, no se pensó en un trabajo análogo al que por inicitiva de Felipe II realizó Esquivel, hasta el tiempo de Luis XIV, ó séa en la segunda mitad del siglo siguiente. La empresa de Esquivel, de quien dice Ambrosio de Morales que le conoció y trató con amistosa familiaridad, y que era hombre de ingenio excelente, singular industria y doctrina increible en todo género de Matemáticas, se miró entonces como una de las más gloriosas del reinado de Felipe II.

(Continuará.)

ACISCLO F. VALLÍN

CONCEPTO DE LA INVESTIGACIÓN EXPERIMENTAL

EN ESPAÑA (1)

SEÑORES:

Bien seguros podéis estar que si mucho empeño mostrásteis en elevarme à este sitio, á pesar de mis ingénuas protestas de incompetencia, no ha sido menor el empeño mío en corresponderos como merecéis. Pero como que el empeño sólo no basta para llevar á cumplido término un obra humana, sino que es preciso que le informe un determinado caudal de conocimientos, desconfío con justo motivo, conseguir colocarme al nivel de vuestra inteligencia, no contando más que con mis deseos y mi voluntad.

Dos razones poderosas agobian en estos momentos mi ánimo, por haber tenido la debilidad de aceptar un cargo que cada día reviste más importancia, debida á la acumulación de la que le han legado por sus altos merecimientos todos los que le han desempeñado en cursos anteriores. Es la primera, la de reconocerme con débiles fuerzas para presentaros un trabajo puramente personal y repleto de originalidad sobre algún asunto científico todavía obscuro ó desconocido, digno del alto concepto que merece esta Corporación, si de esto se

(1) Dicurso leído en la sesión inaugural del curso de 1893-94 de la Sección de ciencias exactas, físicas y naturales del Ateneo de Madrid, por D. José Codina Castellví, Secretario primero de dicha Sección.

tratara; y es la segunda, hija de mi carácter, ya que se trata de presentar un trabajo que promueva y sostenga viva discusión durante todo el curso, la de reconocerme con el mínimum de afición á discutir, lo cual siempre representará un obstáculo para mantener animadas las discusiones, si vosotros no estáis dispuestos á vencerlo con la misma espontaneidad con que yo os lo manifiesto. Y á fe que este año tal obstáculo sería más patente, porque recordaríais las animadas siempre y con frecuencia candentes discusiones del curso pasado, merced á la continua intervención y á estar siempre dispuesto á la pelea el celoso y distinguido secretario primero de aquella Mesa. Cofiando, pues, en que mi incompetencia será de sobra subsanada por vosotros y que el mismo empeño que mostrásteis para elevarme inmerecidamente á este sitio, lo mostraréis para disimular ó aminorar mi ineptitud, dejo este género de consideraciones y paso á otro orden de cosas.

El tema fué para mí motivo de profunda y persistente preocupación. Deseando que tuviera tanta importancia como en esos casos se exige, y tantos aspectos como los diversos ramos científicos que constituyen las ciencias naturales, y á la par que fuera de actualidad despertara gran interés, pensé que se podía tratar de nuestra situación económica, nada halagüeña, desde el fecundo punto de vista de las ciencias naturales, ó de algún asunto de higiene, para ver si vuestras importantes discusiones trascendían más allá de este local, en directo provecho del país. Sin embargo, nuestro dignísimo Presidente tuvo la feliz idea de proponer como tema un estudio sobre la investigación experimental en España, tema en cuyo enunciado va involucrada la importancia, la actualidad y hasta el interés que puede despertar y que yo prohijé, aunque después de no pocas dudas, de no escasos temores y de no pequeñas vacilaciones; dudas, temores y vacilaciones, hijos unos de las dificultades con que tenía que tropezar para desarrollarlo con suficiente competencia, dependientes otros de su vastísima extensión y engendrados los demás por las reflexiones poco consoladoras á que se presta, en este vital

asunto, nuestra querida España. Á pesar de estos escrúpulos, en mi sentir muy fundados, el tema fué aceptado, porque además de su importancia intrinseca y de la actualidad que siempre pude revestir en nuestra nación, nunca está de más insistir sobre cuestiones de tanta trascendencia, no sólo dentro de la vida científica, sino dentro de la vida común, nacional. Y digo insistir, poque ya el mismo que propuso el tema, nuestro querido Presidente, con la fluidez de palabra y la pericia que le distinguen, trató este asunto en el discurso de apertura de la Universidad Central, hace seis años.

Dado el relevante mérito de persona tan ilustrada como el Catedrático aludido, bien me podía enamorar de su brillante discurso, y, haciéndolo mío, leéroslo en tan solemne ocasión, único modo tal vez de salir airoso en mi empresa; pero como que si así procediera, por el mero hecho de no poner nada de mi parte, podríais tacharme, con sobrada razón, cuando menos de descortés, he determinado someter à vuestra ilustradísima consideración el Concepto que me merece la investigación experimental en España, concepto que, si no tiene el valor del discurso mencionado, como de antemano podéis suponer, tiene para mí el mérito de patentizaros los deseos que me han guiado á cumplir con los deberes materiales de mi cargo y con los morales que me unen con vosotros.

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Así en el orden de los fenómenos de la naturaleza, como en el orden de las manifestaciones humanas, se pasa sucesiva y paulatinamente de lo sencillo á lo complicado y á lo complejo, y de lo fácil á lo difícil, y no pocas veces á lo que antes había sido calificado de imposible. Partid de aquella masa informe de materia protoplasmática, primer vestigio rudimentario de organización, que no por ser rudimentario es menos completo, en la cual podréis demostrar todas las funciones que distinguen á los seres vivos de los inertes, y ob

TOMO CXLIX

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servaréis que se pasa insensiblemente á la organización formal con solo limitarse y revestirse de membrana una pequenísima parte de aquel protoplasma; de esta primera forma celular, verdadero intento de individualización, á otra que tiene además en su interior un núcleo distinto del resto de substancia, que representa el primer esbozo del aparato generador; y de esta segunda forma á otra más complicada, resultado de la aglomeración de dos ó más elementos celulares, y de éstas á otras cada vez más complejas, hasta llegar á los organismos de los extremos más apartados de las series animal y vegetal. Partid de aquellas groseras armas de defensa ó de aquellos sencillos vestuarios de los pueblos primitivos, y observaréis una suave escala de perfeccionamiento á través de los siglos, hasta llegar á las ingeniosas maravillas industriales de nuestro tiempo.

Gradación análoga se observa en el orden de la investigación científica. Si contemplamos á través de la historia el desarrollo de las ciencias, veremos que se han empleado para la investigación medios cada vez más complejos y que los métodos utilizados al principio para las cuestiones científicas más diversas, han sido aplicados más tarde, según sus afinidades, á un determinado sistema de conocimientos. El razonamiento puro, al que tan profundas concepciones le debe la metafísica y la filosofía, ha sido el primer medio de investigación que se ha empleado y que, nacido con la humanidad, pretendió explicar todos los fenómenos, tanto objetivos como subjetivos, que conocemos. El método deductivo y la meditación pura, apropiados y exprofesos para rendir los mejores frutos del cultivo de las ciencias abstractas, son inútiles, cuando no perjudiciales, cuando quieren aplicarse al estudio de las ciencias naturales como único ó principal medio de investigación. Viven aún en nuestros días y se citan continuamente las verdades metafísicas, los principios morales y los pro cederes matemáticos debidos á los célebres filósofos de la antigüedad, Pitágoras, Sócrates, Platón, etc., á los cuales llegaron, valiéndose sólo del puro razonamiento; pero nadie se

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