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creación de nuevas industrias y la mejora de las conocidas y por la interminable lista de inventos de utilidad práctica individual ó colectiva que con tanta razón nos sorprenden, nos maravillan y nos admiran.

(Continuará.)

JOSÉ CODINA CASTELLVÍ

IMPORTANCIA DE LA QUÍMICA EN LA CONSTRUCCIÓN (1)

Costumbre tradicional es, al ingresar en esta docta Corporación, declararse indigno de recibir honra tan preciada, achacando sólo á excesiva benevolencia vuestra los sufragios obtenidos por el nuevo Académico; pero basta tender la vista por ese estrado, en que tienen asiento las personalidades más ilustres de la ciencia española, para demostrar que las frases que tantas veces habéis oído son hijas de esa modestia que tan bien se compadece con el verdadero mérito. Y por eso, yo, que me conozco, que sé cuán superior es á mis fuerzas la carga, no por honorífica menos pesada, que habéis echado sobre mis hombros, no encuentro palabras que hagan resaltar la ingenuidad de mi profunda gratitud por la distinción de que he sido objeto, y que jamás hubiera osado pretender. Al llamarme à vuestro seno, quizá hayáis pensado en el único mérito que puedo alegar: haber consagrado la mejor parte de la vida á la enseñanza en la Escuela de Ingenieros de Caminos, ministerio de que no me he apartado mientras no me lo vedó la falta de salud; pero este mérito que, desgraciadamente para mí, sólo depende de un número harto crecido de años, no basta á justificar vuestra elección,

(1) Discurso leído en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en la recepción del Ilmo. Sr. D. Manuel Pardo, celebrada el 11 de Noviembre de 1894.

que véome precisado á atribuir á la indulgencia de amigos cariñosos, de sabios maestros, de aventajados discípulos.

Mi confusión sube de punto al venir á reemplazar en este sitio á un químico insigne, á D. Magin Bonet y Bonfill, que tan alto supo colocar su nombre en esta Academia, en la Cátedra de Análisis química de la facultad de Ciencias, en la de Química aplicada del antiguo Instituto Industrial, en tantos y tantos trabajos en que dió á conocer su saber profundo, sus condiciones excepcionales de hábil experimentador, sus poderosas iniciativas.

Pertenecia Bonet á esa raza de hombres que viven para la ciencia y que en ella cifran todas sus aspiraciones, prescindiendo cuasi en absoluto de cuanto no se relaciona con su disciplina: joven aún, el año 1857, mucho antes de sentarse entre vosotros, escribe una notabilísima Memoria sobre la Fermentación alcohólica del zumo de la uva, é indicación de las circunstancias que más influyen en la calidad y conservación de los líquidos resultantes; trabajo que le valió la merecida honra de ser premiado por esta Academia, galardón que me dispensa de elogiar una obra sobre la que ha recaído veredicto de tanta autoridad.

Notable mi dignísimo antecesor bajo muchos aspectos, sobresalía por la precisión y habilidad con que efectuaba las análisis químicas más delicadas: en este punto no es posible rayar á mayor altura. Ya se tratase de aguas naturales ó medicinales, de substancias orgánicas, de los minerales más complejos, la pericia de Bonet era indiscutible é indiscutida; todas sus análisis, en algunas de las cuales va su nombre asociado al de otro químico ilustre, con el que le unía amistad estrechísima, el inolvidable Sáenz Díez, son otros tantos modelos de corrección en los procedimientos y de exactitud en los resultados.

Vivia Bonet para la Academia, la Cátedra y el Laboratorio; á ellos dedicaba sus trabajos incesantes, mas sin desdeñar otras labores que, si bien juzgó siempre secundarias, bastan para acreditar sus dotes de pensador, á la par que de

hombre atento á los adelantos de las artes. Ora iniciando la fabricación del yodo y la de la sosa de algas en la costa de Asturias; ora reseñando, en corto número de páginas, las mejoras más salientes que en la preparación de productos químicos é industriales estudió el año 1856 en su viaje por Francia, Austria y Alemania, se ve siempre al hombre de criterio recto que, sin descuidar los pormenores, abarca el conjunto y da á conocer con claridad sus líneas generales. Al leer la Memoria que acabo de citar, escrita hace cerca de cuarenta años, sorprenden las noticias que se encuentran respecto de algunas industrias, muy conocidas hoy, pero que constituían verdaderos secretos en aquella época. Merece consignarse como ejemplo la rápida descripción que hace de la fábrica de Krupp, porque patentiza á la vez la tenaci- › dad de carácter que distinguía á Bonet. Provéese de recomendaciones para el célebre industrial; va á Essen; llama á sus puertas, pero inútilmente; continúan cerradas, y con exquisita galantería despiden á nuestro químico, pues aquellos umbrales nadie los traspasa, à fin de que la publicidad no destruya la inmensa riqueza labrada por Krupp en la misma industria que arruinó á su padre. Cualquiera creería que Bonet dió por fracasada su empresa: no era hombre para cejar ante obstáculos de esa indole. Marcha á Dortmund, donde existe una fundición levantada sobre planos semejantes á la de Essen, por la Compañía del camino de hierro de Westfalia; pero no queda satisfecho, porque la fábrica sólo produce aceros de primera calidad, y sabe que Krupp prepara otros menos costosos. Visita entonces nuevos establecimientos; traba relaciones con íntimos del célebre alemán que, por favor especialísimo, penetraron en el templo de Essen; descorre el velo del santuario y logra exponer en brevísimos renglones los fundamentos de los problemas industriales que perseguía. Y no creáis que señalo un arranque genial é insólito del gran químico: todo lo contrario; tal era su manera de ser, su idiosincrasia, como ahora se dice; y si en Alemania recurre à ardides, no son menos notables los que emplea en

Francia para arrancar ciertos secretos de la fabricación de vinos en Burdeos. Estos hechos retratan de cuerpo entero á D. Magin Bonet.

Como pensador profundo se revela en sus escritos, que, no por ser de escaso volumen, carecen de substancioso jugo. Aun cuando sean bien conocidos de todos vosotros, debo citar dos de los más interesantes. Me refiero, en primer lugar, al discurso que sobre la constitución ó formación del individuo ó de la especie en Química, leyó en este mismo recinto, al tomar la investidura de Académico de número, en Febrero de 1868, y al trabajo magistral acerca de las relaciones que existen entre la Química analítica y las demás ciencias, que sirvió de tema á su discurso de inauguración del curso de 1885 á 1886 en el paraninfo de la Universidad Central.

En cuantos encargos recibió del Gobierno, que fueron muchos, y algunos muy delicados, dió constantes muestras, no ya de incansable labor y de múltiples conocimientos, sino de una tenacidad que nada podía quebrantar y que no cedía ante ningún obstáculo. Para no citar más que un ejemplo, recordaré su gestión en la Comisión permanente de pesas y medidas: cuantos trabajos se han realizado por ésta en el larguísimo periodo de cerca de treinta años llevan la marca indeleble de su celoso Secretario, al cual se deben los resultados obtenidos, fruto de una envidiable asiduidad que no desatiende el pormenor más insignificante.

Y ya que, aunque en desaliñado estilo, haya procurado trazar los rasgos que distinguían á D. Magin Bonet como hombre de ciencia y de administración, no estará de más que dedique brevísimos renglones á sus condiciones personales. De aspecto rudo, parco en palabras, de temperamento enérgico, incapaz de disimular sus ideas, cualquiera hubiera juzgado, dejándose guiar por las apariencias, que era Bonet hombre atrabiliario, de escasa sensibilidad y poco inclinado á la filantropía; cualidades que, por otra parte, es común atribuir á los que, como él, han permanecido siempre célibes. Error profundo; bajo aquella corteza áspera palpitaba un co

TOMO CXLIX

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