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cruda mañana de Enero y otra vez entre rosales, cuyas espi. nas dejaron llagado todo su cuerpo; por espacio de diez años, durmió en un cesto de vendimiar, completamente desnuda y sin abrigo alguno. Refiérese también en ella que Ana María de Jesús rezaba juntamente con Santa Teresa y le cortaba el cabello.

Aunque los documentos estudiados ningún rasgo nuevo añaden al carácter de Santa Teresa, tal como la historia y la tradición lo han conservado, es indudable que dan mayor relieve á algunos de ellos. Muéstrannos la noble abnegación de aquella alma sublime, que siente mil veces más el daño espiritual del calumniador que la horrible falsedad contra ella inventada, la sencillez y gracia encantadoras de su trato, unidas á la dulzura de su palabra, que rebosaba siempre una celestial alegría y aquella comunicación con su Creador, que la guiaba á través de todos los peligros del mundo, para llegar radiante de gloria à la beatitud eterna, como faro que alumbra la nave en obscurisima noche, para alcanzar el puerto deseado á través de mares procelosos.

MANUEL SERRANO Y SANZ.

CULTURA CIENTÍFICA DE ESPAÑA EN EL SIGLO XVI (1).

(Continuación.)

No hemos de terminar este capítulo referente à las Ciencias Exactas sin hablar, siquiera sea brevemente, de sus más inmediatas aplicaciones á la construcción de Obras públicas y al Arte de la guerra, en que tan alto renombre alcanzaron nuestros arquitectos é ingenieros civiles y militares durante casi todo el siglo XVI.

Los trabajos sobre Mecánica en toda Europa se reducían entonces á prolijos comentarios sobre las obras de Aristóteles; y sin embargo nuestros archivos contienen multitud de noticias acerca de los instrumentos y aparatos que se construían en la casa de la Contratación de Sevilla y en la Academia de Felipe II, de Madrid, y por gran número de particulares, con otros relativos à las máquinas y artificios que se ensayaron y fueron premiados por el Gobierno. Merece entre otros mención especial el invento de Diego Rivero, maestro de astrolabios, para achicar el agua de los buques con bombas de metal, en reemplazo de las de madera que antiguamente se usaban: importante y peregrina invención en aquella época, por la cual Rivero pidió y obtuvo como premio una pensión vitalicia de 60.000 maravedises y el valor de las bombas (2).

(1) Véanse los núms. 591, 592 y 593 de esta REVISTA.

(2) El 13 de Octubre de 1531 se nombró una comisión que las exami

Con el descubrimiento de América idearon nuestras atarazanas modelos de embarcaciones para la navegación de altura, antes desconocidas, y enviaron maestros constructores y carpinteros de ribera á enseñar este arte á todas las naciones maritimas (1). Infinidad de proyectos brotaron entonces en España de los que hoy corresponden á Obras públicas: la hidráulica y todas las obras que se relacionan con las aguas, iniciadas en pequeño por los árabes, alcanzaron grande importancia, combinadas con el progreso de las Matemáticas, hasta el punto de conservar todavía nuestra patria la fama de sus conocimientos en esta materia. La nivelación de los ríos, y los grandes proyectos de su canalización, algunos de los cuales no se han realizado hasta nuestro siglo; los informes de sabios é ingenieros sobre la navegación fluvial, entre los cuales descuella el de Fernán Pérez de Oliva sobre el Guadalquivir (2); los estudios sobre inundaciones y pantanos; las peticiones de nuestras comarcas sobre obras de esta indole, y la venida de muchos extranjeros á trabajar en tan vastos proyectos, son pruebas inequívocas de la importancia

nara, y, habiendo sido favorable el informe teórico, se hizo el ensayo práctico el 25 de Noviembre en la célebre nave Santa María del Espinar, dando el asombroso resultado de que con la tercera parte de gente se producía doble efecto. En virtud de estos hechos, el 12 de Enero de 1532 se concedieron á Rivero los 60.000 maravedises, y se mandaron adoptar sus bombas en la nave Mar Alta que iba á hacer el viaje á Nueva España. Informaron unánimemente los marinos á su vuelta, declarando que, habiéndose visto en grandísimo peligro, sólo á las bombas de Rivero debieron su salvación, y, en consecuencia, el 16 de Octubre del mismo año, y á propuesta de los jueces, se mandaron usar las bombas de metal en todos los buques, anticipándonos muchos años á Europa en esta invención. Ejemplo que demuestra la actividad con que se procedía en aquellos tiempos en estas cuestiones; la rapidez con que se hacían los ensayos; el rigor con que en ellos se procedía; y la prontitud y largueza con que el Gobierno premiaba los inventos útiles. (1) Es notabilísima la Real Cédula fecha 15 de Enero de 1550, en la que se concedió privilegio para fabricar por diez años las naos de su invención á D. Alvaro de Bazán; y también la obra titulada: «De la Instrveion nauthica, para el bven | Vso, y regimiento de las Naos, su traça, y gouierno conforme á la altura de México. | Compuesta por el Doctor Diego garcia de Palacio del Consejo de su Magestad, y so Oydor en la Real audien. | cia de dicha Ciudad-Mexico, en Casa de Pedro Ocharte, 1587 »

(2) Razonamiento que hizo el maestro Pérez de Oliva en el Ayuntamiento de la ciudad de Córdoba Sobre la navegación del río Guadalquivir. Corre impreso entre sus obras, edición de Madrid, 1787.

grande que tuvieron en España. Aquí trajo Antonelli sus más grandiosos proyectos, y aquí y en nuestra lengua escribió Juanelo Turriano la obra de máquinas más completa de aquel siglo, realizando maravillas mecánicas que han llegado como leyendas y cuentos fantásticos hasta nuestros días. De aquella época también data la mayoría de los proyectos que ha resucitado la vertiginiosa industria de nuestro siglo; de tal modo que las canalizaciones, desde la de Panamá, que idearon Saavedra, Hernán Cortés, Galván y López de Gomara, abriendo la era de esas grandes empresas destinadas á transformar las condiciones habitables y la fuerza productiva de nuestro planeta, y la del Ebro en Aragón, hasta la del Lozoya, se estudiaron en tan felices tiempos.

Causa, en efecto, verdadero asombro el recordar que siete años no más después de haber descubierto Núñez de Balboa el Océano Pacífico y tomado posesión de él en nombre del Rey de España, Angel Saavedra, el primer precursor de Lesseps, propusiera la apertura del istmo de Darien; y que poco más tarde el inmortal conquistador de Méjico mandara estudiar el proyecto de un canal marítimo en Tehuantepec, diciendo en sus relaciones à Carlos V que sería aquél algún día el paso preciso entre Europa y Asia. Y es de notar además, que ya por entonces se fijaron los tres parajes que actualmente han indicado los más distinguidos ingenieros de Europa, informando al Emperador los promovedores de idea tan atrevida que, aprovechando el curso natural de los ríos, rectificándolos y profundizándolos en algunos sitios, se conseguiría con gasto reducido la inmensa ventaja de una comunicación fácil y rápida entre ambos Océanos. En 1523 proponía el navegante Antonio Galván á Carlos V la apertura de un canal interoceánico, fácil de realizar por los cuatro puntos principales que señalaba en sus planos, y que la ciencia moderna ha reconocido reunen las mejores condiciones para llevar a cabo tan gigantesca como utilísima empresa; diciendo á este propósito Chevallier lleno de admiración por tales proyectos: ¡Cuánta grandeza y arrojo demostraban los espa

ñoles en el siglo XVI! Nunca vió el mundo tanta energia, actividad ó buena fortuna. No veían obstáculos, ni ríos, ni de siertos, ni montañas, aunque fuesen más altas que las que dan carácter imponente al suelo de su patria. Construían grandes ciudades ó creaban flotas, y reunidos en corto número lanzábanse sin vacilar á la conquista de vastos imperios como si procediesen de raza de gigantes ó semidioses. Cuanto era menester para correlacionar climas y océanos, verificábanlo los españoles como por encanto, y en vano la Naturaleza procuraba atajarles el paso al través de ambas Américas: cuanto mayores eran los obstáculos, mayor era la gloria que superándolos alcanzaban...»

Respecto de obras arquitectónicas poco hemos de decir, porque basta una sola ojeada por el suelo de la Península para admirar á porfía esas magníficas catedrales, esos templos, y esos palacios suntuosos que hacen exclamar á Napoleón al entrar en la catedral de Burgos: «Esto debería estar cubierto con una funda y enseñarse como un tesoro», y á Carlos V, poniendo el pie en el alcázar de Toledo: «Hasta ahora no he conocido que era Emperador»; quedando asombrados los más ilustres viajeros de todos los países ante la verdadera maravilla del monasterio del Escorial, obra la más portentosa de las artes modernas, y de la que dice el Sr. Caveda: ¿Qué pide el genio de las artes al conjunto sorprendente de sus robustas masas, à la pureza y valentía de sus perfiles, á la hermosura y lucidez de sus líneas, al tacto con que se han combinado sus proporciones? El Escorial como morada de un monarca, como templo cristiano, corresponde á la grandeza de la nación española en el siglo XVI; y, como monumen. to artístico de gran suntuosidad, revela por una parte el buen gusto arquitectónico de aquella época en nuestra patria, y por otra los adelantos y progresos de la mecánica, cuyos más difíciles problemas se ven resueltos con admirable sencillez hasta en los más leves pormenores de tan atrevida construcción. Con legitimo orgullo patrio puede decirse que el insigne arquitecto Juan de Herrera escribió en aquellas masas de

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