Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Ven acá, falsa y refalsa,
Falsa, te vuelvo á decir,
El dia que me vendiste
¿Cuánto te dieron por mí?

Me dijistes « jagua va!»
Al tiempo que me la echaste;
No me dejaste mirar

La falsedad con que hablaste.

«El pañuelo que me diste
De puntillas de alamares,
Yo pensé que eran firmezas,
Y eran puras falsedades.

Si eran puras falsedades,
Señora, perdone usté;
Que yo he caido en mi yerro,
Y sé que me enmendaré.

Dijiste que te enmendabas, No te has querido enmendar; Daré cuenta á la justicia Para alivio de mi mal.

No des cuenta á la justicia,
Mírame con caridad;

Que si prenden á tu amante
Lágrimas te ha de costar.

Si es que lágrimas me cuesta,
Te lo juro por mi nombre,
Es el baberte querido,
Picaro, traidor, mal hombre.

Picaro, traidor, mal hombre Señora, sé que lo he sido; Á tus plantas muy humilde Por eso perdon te pido.

Por mí, ya estás perdonado,
Por mi padre, no lo sé;
Ven mañana á la oracion,
La respuesta te daré.

Aquí me teneis, señora,
Con muchisima humildad
Esperando la respuesta
Que me tenias que dar.

La respuesta que te doy
Es que mi padre no quiere
Que yo me case contigo,
Por la condicion que tienes. »

Desciendes de mala rama,
No lo puedes remediar:
Las mujeres y caballos
Por casta se han de buscar.

Del jardin salen las rosas,
De la marina los peces,
De mi corazon traiciones
Para ti que las mereces.

Dentro de mi pecho tengo
Una mesa de cristal,
Donde juegan á los naipes
Mi amor y tu falsedad.

Á mí no me gustan plantas,
Mozo bueno, escuche usté,
Lo que me gustan son obras,
Y esas no las tiene usté.

Una palabra me diste
Que nunca me cumplirás;
Yo sí cumpliré la mia
De no olvidarte jamás.

Aunque en una cruz te pongas Vestido de Nazareno,

Y las tres caidas des,

En tus palabras no creo.

La palabra que me diste
Á la orilla de la fuente,
Como fué cerca del agua,
Se la llevó la corriente.

La vara de san José
Todos los años florece:
La palabra de los hombres
Se ha perdido, y no parecc.

Todos los hombres son falsos,
Zalameros y embusteros.
Al que le toque esa china
Que se la eche en el sombrero.

Todo el que no fuese hombre
Para cumplir su palabra,
Que se quite los calzones,
Y que se ponga unas naguas.

En los arcos de Toledo

Han hecho una cárcel nueva Para los enamorados

Que dan palabra, y la niegan.

Si en tu casa no me quieren,
Á tí tampoco en la mia;
Nos iremos á una cueva,
Como santa Rosalia.

¿De qué le sirve á tu madre
Machacar en hierro frio,
Si ha de tener á su lado
Lo que tiene aborrecido?

Se pone tu madre y dice:
Que se alegra de mi mal;
Si la lengua se le balda,
Yo tambien me he de alegrar.

Tu gente no está gustosa
De que me quieras á mí;
No es ninguna penitencia
Que se tenga que cumplir.

Cada cual siente su pena
Yo siento la mia doble :
No me quieren en tu casa,
Porque dicen que soy pobre.

Si tu madie me desprecia,
Porque dice que soy pobre,
El mundo da muchas vueltas :
Ayer se cayó una torre.

Anda diciendo tu madre
Que conmigo estás perdiendo,
Y estás ganando conmigo
Un veinticinco por ciento.

Déjame, prenda, por Dios,
Platicar, aunque sea pobrez
Que un grillo vale dos cuartos,
Y con todo, se le oye,

Corre, ve, y dile á tu madre
Que no hable mal de mi,
Que pérdidas y ganancias
Todas caerán sobre tí.

Contigo, siempre contigo,
Contigo y hasta morir;

Pero con tu madre no,

Porque ha hablado mal de mi.

Me han dicho que andas haciendo
Pesquisas de mi linaje;

¡Como si tú descendieras
De algunos Abencerrajes !

Serás dueña de mi vida, Si sabes corresponder; Solo temo la mudanza, Porque al fin eres mujer. Tомо II.-16

« AnteriorContinuar »