Mi caballo me costó Ciento cincuenta doblones, Y mi mujer solamente Dichos y amonestaciones.
¡Arriba, caballo moro, Sácame de este barranco! Que me viene persiguiendo El del caballito blanco.
¡Arriba, caballo moro, Sácame de este arenal! Que me vienen persiguiendo Los del águila imperial. (')
Me metí á contrabandista De tabaco y de aguardiente, Y me pillaron los guardas: ¡Ahora sí que sale fuerte!
Me metí á contrabandista Por ver si ganaba algo, Y he perdido el corazon, Y tambien el contrabando.
¿ Dónde están los cuerpos buenos Que los busco y no los hallo?
Unos están en presidio,
Los otros al contrabando.
(1) Que me viene persiguiendo
La partida é Villareal,
Sin duda los del águila imperial son los franceses, y la partida de Villareal será alguna de las muchas que se han formado en Andalucía para perseguir contrabandistas ó bandidos.
Ya mataron á Frangollo, (') El guapo de Encinas Reales, El que venia vendiendo Tabaco por los lugares.
A aquel que quiere y no puede Gozar de su libertad,
No es menester que lo entierren; Que enterrado en vida está.
¿De qué le sirve al cautivo Tener los grillos de plata Y las cadenas de oro, Si la libertad le falta?
Maldita sea la cárcel
Y el que la labró de piedra; Á las doce de la noche
Me metieron dentro de ella.
(1) No he podido adquirir noticias ningunas biográficas acerca de este personaje, que debe ser famoso en Encinas Reales por sus guapezas y hazañas de monta, al par de José María, Botija, Julian Cereto y tantos otros héroes de trabuco y canana cuyos nombres corren en boca del vulgo, y cuyas aventuras se encuentran dignamente relatadas en romances de ciego y relaciones de cortijo.
Ministriles y alguaciles, Toda la justicia plena, Me vinieron á prender En casa de mi morena.
Á las doce de la noche, Niña, me llevaron preso, Y para mayor dolor
Me ataron con tu pañuelo.
Salí al patio de la cárcel, Miré al cielo, y di un suspiro: ¿Dónde está mi libertad
Que tan pronto la he perdido? ('
Yo perdi mi libertad,
La prenda que mas queria, Ya no puedo perder más, Aunque perdiera la vida.
Estaré siempre llorando Mi triste cautividad, Hasta que del cielo baje Mi carta de libertad.
Si hubiera alguno en el mundo Que la libertad me diera, Me echara un hierro en la cara Y esclavito suyo fuera.
(') Preguntaba yo en la cárcel
Vueltos los ojos al cielo : ¿Dónde está mi libertad?
¿Dónde está, que no la veo?
Pulidita carcelera, Sácame de esta prision; Te daré el anillo de oro Que me dió el bien de mi amor.
El anillo que me diste Se lo di á la carcelera, Que me quitase los grillos Y la libertad me diera.
Estas rejas son de bronce Y estas paredes de piedra, (') Mis amigos son de vidrio..... Por no quebrarse no llegan.
¡En libertad me querias, Y ahora, preso, me aborreces! ¡Desgraciado aquel que vive Á voluntad de los jueces!
¡Preso en la cárcel estoy Amarrado à una columna, Y no me vienes ȧ ver, Corazon de piedra dura!
Preso en la cárcel estoy Y no me vienes á ver : Digo que no tienes alma Ni corazon de mujer.
(1) Mal haya quien me metió En esta cárcel de piedra.
¿Eras tú la que decias En varias conversaciones, Que me habias de amparar Si me vieras en prisiones?
Aunque estoy prisionerillo Yo tendré mi libertad; Y esos gustos que has tenido Te se han de volver pesar.
Yo no siento el estar preso, Ni en calabozo dormir; Pero siento las razones Que me mandas á decir.
Á las rejas de la cárcel. No me vengas á llorar; Ya que no me quites penas, No me las vengas á dar. (1)
El pajarito en la jaula Se divierte en el alambre; Así me divierto yo En las rejas de la cárcel.
(1) Á las rejas de la cárcel
No me venga usté con llanto; Véngame usté con pesetas Para aliviar mi quebranto.
Á las rejas de la cárcel No me vengas con belenes, Que me pones la cabeza
Como molino que muele.
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