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para volver á España al lado de la reina, despues de nombrado un embajador que le era completamente adicto, Amelot, presidente del parlamento de París, y hombre de vastos conocimientos y práctica diplomática, aun permaneciese la princesa en Vers alles, sin saberse la causa, y dando lugar á que se hiciesen sobre ello juicios tal vez temerarios. Es lo cierto que parece haber despertado los celos de la Maintenon, y llegado este caso no pudo prolongar mas su permanencia; con lo cual se resolvió á volver á Madrid, no sin traer carta blanca para nombrar un ministerio y dirigir el gobierno á su antojo (1).

Los reyes mismos salieron de la córte á esperarla, y llegaron hasta Canillejas, donde la encontraron, y despues de abrazarla con efusion la invitaron á tomar asiento en la régia carroza, honra desusada, que ella tuvo bastante discrecion y política para no aceptar. En Madrid tuvo un recibimiento de reina (5 de agosto, 1705), y pueblo y nobleza mostraron el mayor júbilo de volverla á ver. La reina estaba loca de gozo, y lo singular es que Luis XIV. escribiera ensalzando con entusiasmo las prendas de la princesa, y esperando que seria el remedio de los males de España, como antes habia supuesto que era la causadora de ellos.

(4) Memorias de Noailles, tomo II.-Idem de Berwick, y de Tessé.-William Coxe inserta, como siempre que trata de estos asuntos, varias cartas curio as de

Luis XIV., de Felipe V., de la princesa de los Ursincs, de Torcy, y de otros personages que figuraban en estos enredos.

Orri y Amelot la habian precedido, á fin de tener preparado lo que á cada uno segun su cargo le correspondia (1).

Pero es ya tiempo de que volvamos á anudar las operaciones de la guerra, en las cuales verémos cómo influyó el gobierno que hubo antes y despues del re greso de la de los Ursinos.

Como todo se habia consumido en el malhadado sitio de Gibraltar, ejército, caudales, artillería y municiones, y las pocas tropas que quedaban se hallaban repartidas en las guarniciones y fronteras, los enemigos se aprovecharon de esta circunstancia para recobrar á Marban y Salvatierra, y apoderarse de Valencia de Alcántara y de Alburquerque (mayo, 1705). Y despues de amagar por un lado á Badajoz, por otro á Ciudad-Rodrigo, pero sin emprender el sitio de ninguna de estas plazas, se retiraron á cuarteles de refresco. Acaso influyó en esta retirada la muerte repentina del almirante de Castilla don Juan Tomas Enriquez de Cabrera, el gran atizador de la alianza de Portugal contra Felipe V. de España (2).

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Habiendo después enviado los aliados á Portugal un refuerzo de quince mil hombres al mando del general Peterborough, se prepararon á emprender una campaña vigorosa. Y en tanto que el archiduque, y el de Darmstadt, y el de Peterborough, partiendo de Lisboa con la grande armada anglo-holandesa recorrian todo el litoral de España por la parte del Mediterráneo, sublevando algunas de sus provincias contra la dinastía dominante y en favor de la casa de Austria, en los términos que luego referirémos, el ejército enemigo de Portugal volvió sobre Badajoz, con ánimo al parecer de ponerle formal asedio (octubre, 1705). Mandaba entonces las tropas inglesas el general Galloway, Fagel las holandesas, y las portuguesas el marqués de las Minas. A socorrer la plaza, estrechada hacía ya mas de ocho dias, acudió el mariscal de Tessé, y aunque el número de sus tropas era muy inferior á las de los aliados, no lograron estos impedirle el paso del rio (15 de octubre). Metió en ella un socorro de mil hombres; y puestos luego los dos ejércitos en ademan de combate, y despues de hacerse fuego por algunas horas, retiráronse los aliados, herido mortalmente Galloway, y abandonando multitud de cureñas, municiones y otros efectos de guerra. Con esto acabó la campaña de Portugal por este año de 1705.

cumentos importantes.-Macanáz, Memorias MS., cap. 33.-San Felipo, Comentarios.-Noticias indi

viduales de los sucesos, etc. tomo VII. del Semanario Erudito.Belando, P. I., c. 35.

Mas no por eso tenia nada de lisongera la situacion de España. Pronunciábanse las provincias de Levante en favor del archiduque, como hemos indicado, y de lo cual darémos luego cuenta separadamente, y la marcha y conducta de los hombres del gobierno contribuía no poco á empeorar, en vez de mejorar aquella situacion. Se habian hecho algunos cambios en el personal antes del regreso de la princesa de los Ursinos el marqués de Rivas habia sido separado de nuevo, y los negocios de su ministerio se dividieron otra vez, quedando los de Estado á cargo del marqués de Mejorada, los de Hacienda y Guerra al de don José de Grimaldo, muy estimado de los reyes. Pero quejábase la de los Ursinos del difícil remedio que tenian las discordias y divisiones creadas durante su ausencia. Al mismo tiempo el embajador Amelot, que se habia propuesto seguir una línea de conducta opuesta á la de sus antecesores, y solicitar la cooperacion de los ministros en vez de mostrar pretensiones de gobernarlos, se quejaba de su indolencia y de su abandono; de que sería imposible restablecer el órden en los negocios públicos; de la oposicion á las miras de Luis XIV. que la reina habia alimentado antes, y aun duraba; de que los soldados se desertaban por falta de pan, los oficiales pedian su retiro, todo el mundo reconocia la falta de dinero, y nadie se cuidaba de buscarlo); de que los grandes no pensaban

(1) Ya en principio del año habia apelado el rey á un recurso

sino en recobrar su antiguo poder, y tener al rey en perpétua tutela; de que el descontento del pueblo crecia, y las conjuraciones de los magnates se multiplicaban.

Por su parte el ministro de Hacienda Orri, afanado por proporcionar recursos con que atender á las necesidades de la guerra, no se atrevió á restablecer sus antiguos proyectos, la tentativa de un nuevo impuesto personal estuvo á punto de producir una rebelion, toda proposicion para levantar fondos era combatida, y el gran economista tuvo que apelar á un do

extraordinario, por cierto bien gravoso, con el titulo de donativo. «Necesitando, decia el real decreto, la justa defensa de estos reinos de medios correspondientes á los crecidos gastos de la guerra, y no bastando el producto de las rentas reales, ni el de otros medios extraordinarios que hasta aqui han podido servir de algun alivio; ha sido preciso recurrir al medio que el Consejo de Castilla me propuso, del repartimien to general por via de donativo en todas las provincias del reino; y conformándome con lo que el inismo Consejo y ministros de él me han representado sobre este punto: Ordeno y mando que por via de donativo general se cobre luego en todas las ciudades, villas y lugares de estos reinos un real á cada fanega de tierra labrantia; dos reales á cada fanega de tierra que contenga huerta, viña, olivar, moreras, ú otros árboles fructiferos; cinco por ciento de alquileres de casas, y en las que habitáren sus dueños el valor que regularmen

te tendrian, si se arrendasen; cinco por ciento de los arrendamentos de dehesas, pastos y molinos; cinco por ciento de los arrendamientos de los lugares y términos que los tuvieren á pasto y labor, cuya paga fuere en maravedis; cinco por ciento de fueros, rentas, y derechos, excepto los censos; un real de cada cabeza de ganado mayor cerril, vacuno, mular y caballar; ocho maravedis de cada cabeza de ganado menudo, lanar, cabrio y de cerda: que la paga de estas cantidades sea integra, sin que por razon de carga de censo ú otra alguua se haga baja ni descuento; que ante las justicias de cada una de las ciudades, villas y lugares presenten todos los vecinos relacion jurada de los bienes que cada uno tiene y posee, pena de perdimiento de lo que ocultase.... etc. En Madrid á 28 de enero de 1705 años.-A don Miguel Francisco Guerra, gobernador del real Consejo de Hacienda.» MS, de la real Academia de la Historia,

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