Imágenes de páginas
PDF
EPUB

que no logró su propósito, hizo prisionero al mariscal francés Villeroy, que fué reemplazado por el intrépido Vendôme. Un ejército de cincuenta mil franceses, enviado por Luis XIV., habia penetrado en Italia, obligado al príncipe imperial á levantar los sitios de Mantua y de Goito, y á concentrar sus fuerzas entre Mantua y el Pó. A apoderarse del pais que domina el Pó y á arrojar á los alemanes de Italia dirigía sus miras y sus movimientos el general francés. En tal estado salió Felipe de Nápoles (2 de junio, 1702); fué visitando las plazas y guarniciones españolas de la costa de Toscana, recibió felicitaciones de la república de Génova, y el 11 desembarcó en Finale, donde le esperaba el gobernador de Milan príncipe de Vaudemont con gran cortejo de damas y caballeros, y donde hizo multitud de mercedes de grandezas y títulos, y dió libertad á algunos oficiales alemanes prisioneros que le fueron presentados, diciéndoles: «<Id >> al ejército imperial, y decid á mi primo el príncipe >Eugenio que pronto me verá al frente de mis tro>>pas.» Prosiguiendo su viage á Milan, salióle al encuentro cerca de Alejandría el nuncio de S. S., aquel mismo de quien dijimos en el primer capítulo que habia venido á España á tratar de la paz á nombre del pontífice, y que habia encontrado á la reina en Monserrate. Alli acudieron tambien á saludarle los duques de Saboya, padres de su esposa la reina de España, y despues de mútuos agasajos y de algunas conferen

cias volviéronse aquellos á Turin, y el rey continuó su jornada á Milan, donde llegó el 18 (junio, 1702), é hizo su entrada á caballo, y recorrió las calles en medio de las mas vivas aclamacioces de los milaneses (1).

Todo era en Milan festejos y regocijos; mostráronsele tan de corazon adictos aquellos naturales, que á diferencia de los catalanes, aragoneses y napolitanos, ni siquiera le indicaron que les jurára sus fueros; adhesion á que el rey correspondió tambien por su parte; pero las fiestas y agasajos no le impidieron pensar en los aprestos de guerra para salir á campaña, como lo verificó el 1.° de julio (1702), despues de dejar ordenadas las cosas del gobierno (2). En Cremona, donde se reunieron los generales y se celebró gran consejo, determinó el rey mandar en persona un cuerpo de treinta mil hombres, con el duque de Vendôme, y el conde de Aguilar, general de la caballería estrangera: otro de veinte mil habia de mandar el príncipe de Vaudemont, con el marqués de Aytona, maestre de campo general; y distribuidas convenientemente las demas fuerzas, se puso en mar

(4) Journal du voyage d' Italie.-Macana, Memorias, MSS. tom. I., cap. 7.-William Coxe, Historia de Felipe V., c. 6-Belando, Historia civil, P. II. c. 8 5 9. (2) Seguia despachando con él el secretario Ubilla, y cuenta Macanaz que alli facultó á Ubilla pa

ra que en lo sucesivo estuviera sentado mientras el rey despachaba; «cosa, añade, que jamás se »habia visto, pues hasta entonces »el secretario del despacho uni»versal siempre habia asistido mientras duraba el despacho hin»cado de rodillas. >>

cha el ejército combinado (20 de julio), dividido en columnas, de las cuales la izquierda era la del rey, con resolucion de pasar el Pó. No lejos de este rio encontró el de Vendôme, que se habia adelantado con una parte de la columna del rey, un cuerpo respetable de tropas imperiales (26 de julio), el cual, despues de un combate obstinado, fué completamente derrotado y deshecho, con mas de mil muertos y heridos, y con pérdida de muchos pertrechos de guerra y trece estandartes, que se trajeron á la iglesia de Nuestra Señora de Atocha en Madrid. Llamóse aquel el campo de la Victoria, y aquella misma noche apresuróse el rey á comunicar tan fausta nueva, asi á la reina de España, su esposa, como á Luis XIV., su abuelo, el cual publicó el parte en Versalles con mucha pompa y haciendo grande elogio del jóven monarca español.

Desde aquel dia todos los movimientos y operaciones de la campaña fueron importantes. En mas de dos meses que asistió á ella Felipe, apenas se dió un dia de descanso; en unas partes acometía él mismo á la cabeza de los escuadrones, en otras intimaba las plazas y las rendia, y en otras recorria las líneas á caballo en medio de los mayores peligros, sin querer ni espaldar, ni otra

tomar ni cota de malla, ni peto, defensa alguna. Para unir mas las tropas de ambas naciones, mandó que á la escarapela encarnada, que era la de los españoles, se aña diera la blanca, que era

[ocr errors]

la francesa, y que los franceses á su vez juntáran á la escarapela blanca la encarnada de los españoles, quedando asi confundidas las divisas de las tropas de ambos reinos. En uno de los mas recios combates, el que se dió á la parte meridional del Pó, orillas del canal de Tezo (44 y 15 de agosto, 1702), pasó el rey cerca de cuarenta horas sin dormir, y casi sin tomar alimento. En esta célebre batalla murió, por parte de los austriacos, el príncipe de Commerci, el mas hábil de sus generales y el mas querido del príncipe Eugenio; por parte de los franceses, el veterano marisca! de Crequi con otros generales; el mismo Felipe fué herido, aunque no de gravedad, y una bala de cañon mató á un oficial que estaba á su lado. No se distinguió menos por su valor y serenidad en el sitio de Borgoforte.

«Repárese, dice un ilustrado historiador español >>de aquel tiempo, que el dia de Santiago fué el pri>>mero que el rey marchó con el ejército en batalla; >>dia de Santa Ana derrotó á los enemigos en el cam>>po de la Victoria; dia de la Asuncion en el de Luz»zara, y dia de la Natividad de Nuestra Señora se le » rindió Guastalla; todas cuatro fiestas celebradas de >> los españoles, y de gran devocion de los señores re»yes (). Condujéronse tambien bizarramente el du

(1) Macanaz, Memorias, tomo I. c. 8.-San Felipe, Comentarios, tom. I. A. 1702.-Memorias de Tessé, tom. I.-Journal du vo

yage d'Italie.-Belando, P. II. capítulo 40 á 13. - Botta, Storia d'Italia.

que de Vendôme, el de Saboya, que mandaba las tropas de su estado, el conde de San Esteban de Gormaz, el de Monteleon, el virey marqués de Villena, y otros ilustres generales españoles. Al de Vendôme púsole el rey por su mano el toison de oro en premio de su comportamiento en esta campaña. El resto de ella se pasó tomando casi todas las demas plazas que ocupaban los imperiales.

A fines de setiembre se retiró Felipe V. á Milan, con ánimo de regresar á España, donde urgía ya su presencia á causa de sucesos que estaban ocurriendo en otros estados de los dominios españoles, y muy especialmente en la península y en la córte misma. Desde Italia escribió al rey Cristianísimo dándole las gracias por los eficaces socorros que le habia enviado, y Luis XIV. le contestó alabando su conducta en la guerra. Habeis correspondido, le decia, durante la campaña, á lo que yo esperaba de vuestro valor, y >> las pruebas que de él, habeis dado muestran que >sois digno de vuestra sangre y del trono en que el >Señor os ha colocado. El amor de los españoles au>>menta á proporcion de la gloria que habeis adquiri>>do, y antes de vuestro regreso á España os doy con >> placer todas las alabanzas que ya sabía yo habíais >>de merecer, las cuales no deben pareceros sospe>chosas, siendo yo el que os las tributo, porque solo »alabaré en vos lo digno de elogio, asi como os daré >>consejos en punto á vuestros defectos, deber que me

« AnteriorContinuar »