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INTRODUCCIÓN.

Durante la impresión del tomo II de Documentos de Cuba parecieron algunos de que no hay constancia en el Archivo de Indias, y por no interrumpir el orden cronológico se reservaron para principio de este tercero, donde se insertan, siendo más de notar entre ellos tres memoriales del P. Fr. Bartolomé de las Casas presentados el año 1516, proponiendo remedio á las necesidades de la isla, y principalmente al mal tratamiento de los indios.

Decía el representante', que por el trabajo excesivo de las minas de oro habían muerto siete mil indígenas en el espacio de tres ó cuatro meses; noticia evidentemente exagerada, como solían serlo las que el buen Obispo de Chiapa redactaba con propósito de estimular á los Consejeros reales á reprimir las libertades de los conquistadores y encomenderos primitivos. Los procuradores de la isla de Cuba protestaron contra la exactitud de tales informaciones, por las que se podría creer que la explotación de sus lavaderos había tenido una importancia que jamás alcanzó.

No dejaría ciertamente de influir el trabajo en la disminución de aquellos indígenas, que á ninguno estaban acostumbrados. Años después informaba el Licdo. Vadillo, que se acababan á más andar, pero á ello concurrían el cam

1 Documento núm. 291.

2 En 1540.-Documento núm. 371.

VI

bio de lugar, de hábitos y de alimentación, las enfermedades epidémicas y los alzamientos.

Es de presumir que los memoriales del P. las Casas contribuyeron á la expedición de Cédulas reales y ordenanzas, prohibiendo en absoluto echar indios á las minas, por más que los encomenderos, sostenidos por las autoridades. civiles y eclesiásticas, quisieran probar que antes que perjudicial les era provechoso el ejercicio minero, entreteniendo sus ocios y librándoles de vicios y tentaciones. De todos modos, las ordenanzas dictadas sucesivamente, limitando al servicio doméstico las labores, y decretando al fin la libertad completa, tanto de los indios cubanos de repartimiento como de los que por esclavos se habían llevado abusivamente de otras islas ó del Continente, resistidas con tenacidad por la lucha del interés contra la razón, como acreditan los documentos del tomo precedente y los que aquí siguen, hubieron de cumplirse, por la perseverancia con que el Gobierno de la nación las sostuvo sin contemplaciones y sin atender á los pronósticos repetidos de ruina y de miseria.

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Por evitarlas con tiempo se trasladaron al Perú y á Tierra Firme algunos vecinos cuya falta, unida á la de los que formaron la expedición de Hernando de Soto á la Florida, con saca de mucho ganado caballar y vacuno, aceleró la decadencia.

En la visita pasada por el Obispo el año 1544, se computó la población de la isla en 660 españoles, poco más de 1.000 indios y 840 negros. Baracoa, Trinidad y Santi

1 Documentos números 439, 458, 488.

2 Documento núm. 421.

VII

Spiritus se habían desplobado y repoblado con mala fortuna, no siendo muy buena la de Puerto-Príncipe. Solamente tres centros daban señales de vitalidad; Bayamo, sostenida por la agricultura y ganadería; Santiago, al amparo de las autoridades á que daba residencia, y la Habana, porque el puerto servía de escala y carenero á la navegación de Nueva España y Tierra Firme. En la segunda de estas poblaciones, la obligación impпesta á todo el que tuviera repartimiento de indios, de construir casa de piedra ó ladrillo, había mejorado la edificación primitiva de caña y paja. En la última se había cuadruplicado el vecindario y empezaban á cubrirse sus necesidades; sin embargo, las rentas reales en total no alcanzaron ya el año 1539 á cubrir el gasto de los dos mil pesos á que ascendían los sueldos y pensiones'.

por

El estado efectivo de la isla en estos tiempos, la escasez de sus recursos y aun la disposición de los terratenientes, mal avenidos y no mejor gobernados, se hacen notorios el hecho sólo de no poder resistir el ataque de corsarios de escasa fuerza, atraídos por la fama general de riqueza de las Indias.

Uno entró en el puerto de Santiago el año 1538, y gracias á la rara circunstancia de hallarse cargando cueros un mercante español (porque años se pasaban sin parecer ninguno), y á que disparó algunos cañonazos, se volvió á la mar sin hacer daño 3, pero en la Habana no halló obstáculo parecido; se apoderó sin resistencia de la población y la saqueó sin gran provecho. Con el escarmiento, se cons

1 Documentos números 345, 347, 358, 380.

• Documentos números 341, 342, 351, 356.
• Documentos números 324, 325, 326, 328, 352.

• Documentos números 328, 329, 352.

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truyó allí un simulacro de fortaleza, torre de piedra cercada de tapial y terraplén sin foso, donde se montaron seis piezas de artillería que ni daban confianza á los del pueblo ni menos temor á los extraños. Así lo dijeron los vecinos al Gobierno del Emperador al declararse la guerra con Francia en 1442, pidiendo urgentemente y con repetición artillería y armas con que defenderse '. Estos elementos fueron concedidos, no así enviados 2, de modo que al arribar á Santiago por Julio de 1554 un corsario luterano nombrado en las relaciones insertas (por demás interesantes), Jacques de Sores, sorprendió á la población y sacó á los habitantes más de 60.000 pesos. Carenó con mucha calma sus embarcaciones; adquirió noticias y prácticos; se trasladó á la Habana, desembarcando con banderas desplegadas, y porque algo le resistieron el alcaide de la fortaleza y sus cuatro hombres de guarnición, no sabiendo conducirse el Gobernador ni dádole los vecinos el rescate con que esperaba duplicar el de Santiago, incendió el pueblo, dejándolo por el suelo, destruyó las estancias inmediatas, y con el saqueo y muertes de blancos y negros consumó en un momento la ruina de todo aquello que trabajosamente se había ido levantando en un período de treinta años.

Alonso de Sosa escribía entonces con verdad : «Tres ó cuatro navíos de franceses se han hecho tan señores de esta mar, como lo es el Emperador del río de Sanlúcar,

CESAREO FERNÁNDEZ DURO.

1 Documentos números 429, 431, 436, 458, 474, 478, 480, 485, 486, 489.

2 Documentos números 475, 476.

Documentos números 492, 494.

• Documentos números 494, 495, 498.

5 Documento núm. 492.

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