El Monasterio de Piedra: Las leyendas del Montserrat; Las cuevas de Montserrat

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Imp. y fundición de Manuel Tello, 1885 - 408 páginas
 

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Página 323 - Al pisar el umbral del ermitaño de Montserrat, nuestros antepasados miraban con admiración la sanidad, beatitud y dulcedumbre que por entre las huellas de las vigilias y ayunos aquellos rostros respiraban. Orar y trabajar, esta era su vida; bien como en el Oriente hundiéronse un tiempo á meditar en los desiertos los Antonios, los Pablos, los Jerónimos, figuras portentosas que asombran y llenan las soledades del Egipto, de la Palestina y de la Tebaida.
Página 323 - ... llevaban á la boca, de donde con mucho amor se la tomaban. Las primeras lumbreras de la iglesia estudiaron al Señor en el claro y sublime libro de la naturaleza que á sus ojos estaba abierto ; y ¡ qué ideas de Dios, de la inmensidad, de la vida eterna debieron tener los solitarios de Montserrat? ¿Cómo no pensar en Dios, cuando les rodeaban sus maravillas? ¿Cómo no abismarse en la inmensidad de Dios, cuando sobre sus cabezas encorvábase inmensa é infinitamente la bóveda de los cielos,...
Página 97 - Voto a Dios que • me espanta esta grandeza y que diera un doblón por describilla ; porque ¿a quién no sorprende y maravilla esta máquina insigne, esta riqueza? Por Jesucristo vivo, cada pieza vale más de un millón, y que es mancilla que esto no dure un siglo, ¡ oh gran Sevilla ! Roma triunfante en ánimo y nobleza. Apostaré que el ánima del muerto por gozar este...
Página 322 - Diablo. miraban con pavor los derrumbaderos, que de pico en pico se prolongan hasta el abismo del río; ora masas pardas é inmensas amenazaban sus cabezas; y ora al doblar la punta de una roca, tendíase á su vista un vasto panorama, en cuyo fondo asomaban tal vez cumbres nevadas. El viento traíales en sus alas caprichosas las armonías del órgano y del canto, cuyos sones profundos y lejanos cobraban algo de fantástico y temeroso al quebrarse en aquellos colosos fríos de roca, bien como los...
Página 323 - ... pajarillos obedecían la voz de los ermitaños de Montserrat, y como si un instinto sobrenatural les revelase la sencillez é inocencia de aquellos hombres inofensivos, bajaban cariñosos á partir amigablemente la comida que ellos llevaban á la boca, de donde con mucho amor se la tomaban. Las primeras lumbreras de la Iglesia estudiaron al Señor en el claro y sublime libro de la naturaleza, que á sus ojos estaba abierto; y qué ideas de Dios, de la inmensidad, de la vida eterna debieron tener...
Página 322 - ... la suya. La copio, pues, aun cuando haya de salir perjudicada mi pobre prosa con introducir en ella la prosa galana y castiza de Piferrer. «Una naturaleza horrible, dice, arredraba á nuestros antepasados que subían á las ermitas por las varias y peligrosas escaleras que á ellas conducen; ora como colgados en el aire miraban con pavor los derrumbaderos que de pico en pico se prolongan hasta el abismo del...
Página 258 - ... se fijó el precio de cada una á noventa y cinco ducados, dándole el monasterio la madera de roble. Trabajó su obra en Monistrol, y la adornó con relieves, que han merecido los elogios de todos los profesores. En las...
Página 321 - ... zafiros y 5 rubíes, y remataba en un navio de oro y diamantes, que valía 18,000 pesos, pesando el todo más de dos arrobas. Un monje flamenco la trabajó en el mismo monasterio con varias piezas y joyas del tesoro, y estuvo 37 años en concluirla.
Página 322 - El viento traíales en sus alas caprichosas las armonías del órgano y del canto, cuyos sones profundos y lejanos cobraban algo de fantástico y temeroso al quebrarse en aquellos colosos fríos de roca, bien como los últimos ruidos del mundo que dejaban atrás, ó por mejor decir, como los acentos intermedios entre el mundo y el cielo á que caminaban. Altas, muy altas aparecían las ermitas ; todas en la cima de los peñones, todas aisladas en los aires, como puntos de esperanza; y la senda, como...
Página 196 - La respuesta del magistrado catalán fue explicar el privilegio que tocante á la curación de su persona les competía, añadiendo que de la misma manera con que había procurado conservar el derecho del impuesto, iba á conservar el de asistirle y cuidarle. Entonces fué cuando la municipalidad barcelonesa dió al mundo...

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