Antológia española: Coleccion de poesías líricas, Volumen1

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Karl W. Hiersemann, 1875 - 394 páginas
 

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Página 163 - Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido!
Página 164 - Despiértenme las aves con su cantar sabroso no aprendido ; no los cuidados graves de que es siempre seguido el que al ajeno arbitrio está atenido. Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanza, de recelo.
Página 277 - NO he de callar, por más que con .el dedo, Ya tocando la boca, o ya la frente, Silencio avises o amenaces miedo. ¿No ha de haber un espíritu valiente? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
Página 164 - Y como codiciosa de ver y acrecentar su hermosura, desde la cumbre airosa una fontana pura hasta llegar corriendo se apresura. Y luego sosegada el paso entre los árboles torciendo, el suelo de pasada de verdura vistiendo, y con diversas flores va esparciendo. El aire el huerto orea y ofrece mil olores al sentido, los árboles menea con un manso ruido, que del oro y del cetro pone olvido.
Página 143 - No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.
Página 259 - Pues andáis en las palmas, ángeles santos, «que se duerme mi niño, tened los ramos». Palmas de Belén, que mueven airados los furiosos vientos, que suenan tanto, no le hagáis ruido, corred más paso, «que se duerme mi niño, tened los ramos». El niño divino, que está cansado de llorar en la tierra por su descanso, sosegar quiere un poco del tierno llanto, «que se duerme mi niño, tened los ramos».
Página 96 - Si de mi baja lira tanto pudiese el son, que un momento aplacase la ira del animoso viento, y la furia del mar y el movimiento; y en ásperas montañas con el suave canto enterneciese las fieras alimañas, los árboles moviese, y al son confusamente los trajese; no pienses que cantado sería de mí, hermosa flor de Gnido, el fiero Marte airado, a muerte convertido, de polvo y sangre y de sudor teñido...
Página 143 - Muéveme, en fin. Tu amor, y en tal manera que aunque no hubiera cielo yo Te amara y aunque no hubiera infierno Te temiera. No me tienes que dar porque Te quiera; pues aunque lo que espero no esperara lo mismo que Te quiero Te quisiera.
Página 95 - Divina Elisa, pues agora el cielo con inmortales pies pisas y mides, y su mudanza ves, estando queda, ¿por qué de mí te olvidas y no pides que se apresure el tiempo en que este velo rompa del cuerpo, y verme libre pueda...
Página 99 - Escrito está en mi alma vuestro gesto, y cuanto yo escribir de vos deseo ; vos sola lo escribistes, yo lo leo tan solo, que aun de vos me guardo en esto. En esto estoy y estaré siempre puesto ; que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomando ya la fe por presupuesto. Yo no nací sino para quereros ; mi alma os ha cortado a su medida ; por hábito del alma misma os quiero.

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