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Virreina sale de su Palacio montada a caballo, acompañada de muchos caballeros, su caballerizo y familiares, para el real Alcázar de Chapultepec, pasando de allí a una casa de campo y huerta en la Ribera de San Cosme, en donde tuvo un opíparo banquete, y a la tarde un primoroso festejo, con gran golpe de música, restituyéndose después del anochecer, a su palacio.'

Cuando ya no podemos seguir las comitivas, nos mezclamos entre los corrillos y allá se habla, ponderándola en gran manera, de la hermosísima cruz de fierro que acaban de poner en la Catedral, "de unas tres varas, con su veleta grande, grabada en uno y otro lado la oración de SANCTUS DEUS, y en medio de ella un óvalo de a cuarta, en que se puso por un lado una bellísima cera de AGNUS con su vidriera, y en otro lado una lámina en que se esculpió a Señora Santa Prisca, abogada de los rayos."

Más allá, dos canónigos, tres beneficiados y tres capellanes de monjas comentan la nueva nómina que acaba de traer la última flota de Veracruz, y algo parecido en su terreno, hacen varios escribanos de cámara y corchetes del Santo Oficio.

Entretanto, del Imperial convento de Santo Domingo, Fray José Fonseca padre presentado y Comisario del Santo Rosario, va "al arquillo principal del baratillo grande, donde se erigió un primoroso altar que pasaba de las azoteas, colgado de ricas telas de plata y oro, guarnecido de grandiosas fuentes de plata, y en su medianía la Santísima Imagen de Nuestra Señora del Rosario, a quien juraron por su patrona y abogada; y a las cinco de la tarde vino un rosario del Imperial convento de Ntro. Padre Santo Domingo, con toda su comunidad, y la más exquisita música de esta ciudad; uno de los religiosos dijo una doctísima plática promoviendo el culto y devoción del Santísimo Rosario, la concurrencia fué en extremo grande, los artificios de fuego exquisitos."

Las señoras que en gran número salen de misas del altar del Perdón, hablan de que la Virreina estrenó un collar de corales y unos guardamesíes de rosa y oro, que se casa Lupe Luyando con el Capitán Elizaldo, y que no se casa Concha Pérez con Jacinto Martínez; que Teresa Castañeda se va de monja a la Concepción, y que se despide mañana con un chocolate en la reja del costado del convento;... que quién predica en la Profesa y quién deja de predicar en San Francisco en la próxima cuaresma.

La cuaresma significaba en aquellos tiempos cuarenta días de

ayuno, cuarenta días de sermón, de repasar el catecismo y de arreglar las cuentas con Dios. Se cerraba con la Semana Santa que era en México algo muy grandioso y conmovedor. Sobre ese tiempo leemos noticias como las siguientes: "De orden de S. E. se echó bando en las partes acostumbradas, previniendo que la mañana siguiente a las nueve no anduviesen coches hasta el sábado venidero, después de que se cantase la gloria, porque se había experimentado en otros años el que algunas personas no guardaban esta práctica, andando en sus forlones hasta dadas las doce del Jueves Santo. En el día nombrado el Sr. Virrey después que volvió de la Catedral, hizo la función del Lavatorio en el salón de Palacio, cantó el Evangelio el Lic. D. Francisco Esquivel, su capellán, y le dió a cada uno de los pobres después de lavados, lienzo y paño para vestidos, algunos pesos, que dicen darían a cada uno en todo hasta 60 pesos. Por la noche de ese gran jueves, todo el mundo en silencio recorría los monumentos, y el cronista apuntó: muy adornados estuvieron los monumentos de las iglesias de esta ciudad; pero la de más ventaja fué la de nuestro Padre San Agustín, que se iluminó toda, y llegaron sus luces a tres mil cuatrocientas ochenta y dos, y cuarenta candiles; también hubo curioso que contó los sujetos decentes que iban en la última procesión del Santo Entierro, y pasaron de tres mil.

El viernes por la noche los Sres. Virreyes y su familia asistieron de incógnitos en la santa Iglesia Catedral a las tinieblas, que se cantaron con la mayor magnificencia y con especialidad el MISERERE con un gran golpe de música, dispuesto por su maestro de capilla, el célebre Jerusalem; el concurso fué innumerable y la función se acabó a las diez de la noche.

La mañana de Pascua, desde la cárcel arzobispal al Sagrario, se colgaron las calles vistosamente, regándolas de flores y poniendo arcos en ellas para la procesión que salió, del Divinísimo Sacramento, para que cumpliesen con el precepto los reos de ella, que pasaron de más de cuarenta, iba mucha clerecía con luces, la música de la iglesia, los cuatro curas, y el más antiguo de ellos llevaba a Su Majestad bajo un rico palio de tisú y sus varas de plata de martillo; detrás iba de respeto una rica estufa, la que tiraban corpulentas mulas; el refresco fué con la misma pompa y el concurso numeroso... fué numerosa la concurrencia que a la ida y a la vuelta se mantenía en las calles, las que se vieron alfombradas de flo

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res, y en todas ellas diversidad de clarines, chirimías e instrumentos de música..."

¡Qué diéramos ahora por que en nuestras cárceles resplandeciese otra vez la Pascua florida, y que se les llevase a los presos para su regeneración el Santísimo Sacramento, en vez de los actuales medios de "reforma": la marihuana y el trapo rojinegro!

Después de la Cuaresma venía con más fuerza y con un motivo elevado el período de alegría espiritual; estas Pascuas dice el diario: "muchas de las familias de esta ciudad han pasado a divertirse a los deliciosos pueblos de Tacubaya, Mixcoac, Coyacán, San Angel y San Agustín de las Cuevas, el más distante, de tres leguas; en ellos hay hermosas casas de campo, amenos jardines, crecidas huertas con todo género de exquisitas y delicadas frutas, abundantes aguas en pulidas fuentes, pilas y tanques, en sus cercanías; tiene frondosos lugares los que pasean frecuentes, teniendo opíparos banquetes, festejos y armoniosa música y diversión de todo género de juegos."

Estos rasguitos y otros mil que constan en diarios ingenuos y sin tesis ninguna que probar, y que pueden leer nuestros lectores con gran fruición, nos ponen en el verdadero felicísimo escenario en que florecieron nuestros cristianos antepasados del siglo XVIII, y no las caricaturas copiadas de Moratin, con que quiso calumniar a su propia patria un desgraciado escritor.

Muchos ilustres caballeros de la ciudad de México quedan juntamente encomiados con la sola vívida narración que nos hace el diario sobre la fundación de la Cofradía de Caballeros Cocheros del Santísimo Sacramento; dice así: "Hase formado (1758) una cofradía del Santísimo Sacramento, aprobada por S. Ilma., de los caballeros mozos patricios de este reino, para servir de cocheros al Divinísimo, siempre que salga de viático para los enfermos, del principal curato del Sagrario de esta santa Iglesia, sirviendo en los días festivos, dos de ellos, el uno de cochero y el otro de sotacochero, con sus cuatro mulas, y los demás días uno con sólo un tronco, asistiendo desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche, habiéndose obligado a mantener las mulas y pagar a los mozos que las cuidan; han hecho uniformes, libreas encarnadas con galones y ojales de plata, chupas y vueltas de lustrina (raso) blancas, y en el pecho de la casaca un escudo de oro con el Divinísimo; las botas blancas. Principiaron a servir desde el Jueve San

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