Imágenes de páginas
PDF
EPUB

Por aquella sierra baje una víbora serpiente;

con su veneno me mate .si yo dejo de quererte.

Por cima de tu rodete canta un pulido canario; baja por tu linda frente a beber agua a tus labios.

¿Por dónde principiaré a dibujarte, ángel bello, si eres hermosa del pie hasta el último cabello?

Por entre espinas y abrojos, salada, me atrevo a entrar a quitarte los enojos

y a volver a tu amistad.

Por esta calle agua va

y por la otra agua viene;
si hasta las aguas se juntan,

¿qué han de hacer los que se quieren?

Por la calle abajo va

una cordera sin madre;
si no me la quita Dios,
no me la ha de quitar nadie.

Por la carretera abajo no tengo nada que ver; por la carretera arriba tengo todo mi querer.

Por la carretera, por la carretera,

el pañuelo de mi novia

mira como colorea...

Por la mañana eres rosa,

al mediodía clavel,

por la noche clavellina,

lucero al amanecer.

Por la vía pasa el tren; por la carretera, gente; por tu puerta paso yo, morena, sólo por verte.

Por más que la gente diga, por más que la gente hable, de ti ya no me separan

ni Dios, ni el mundo, ni nadie.

Por más que pienso y repienso nunca me explico la causa, que siendo tus ojos negros produzcan perlas tan blancas.

¿Por qué mandaste tocar las campanas del olvido, si no has podido apagar el calor que has encendido?

Por querer a una rubita, rubita de pelo rubio,' olvidé a una morenita que valía medio mundo.

Porque estoy arrepentido,

de tal modo te lo cuento; que entre mi boca y tu oído no quiero que esté ni el viento.

Porque sabes que te quiero me estás haciendo penar; como he sabido quererte, también te sabré olvidar.

Por testigo, la enramada; por techumbre, el firmamento, y no obstante, a los seis meses lo sabía todo el pueblo.

Por ti, morena, por ti, pasé yo la mar salada; la pasé en el mes de enero, cuando llovía y nevaba.

Por tres amores suspiro y tengo esperanza yo: por el de mi madre, el tuyo y por el amor de Dios.

Por tu moño diera un duro, por tus horquillas dos reales, por tus rizos dos pesetas: ahí tienes los treinta reales.

Por una ingrata mujer, que me llamaba de tú, me encuentro desesperado, sin dinero ni salud.

Por una Pepita muero, Pepita y no de melón; Pepita de carne y hueso, Pepa de mi corazón.

Por unos ojitos negros alma y vida diera yo; por unos ojos azules, alma, vida y corazón.

Preso me llevan al moro, amarrado con cordeles,

por decir a una morena:

Más hermosa que el sol eres.

Primero tengo que ver una liebre con albarda, y encima una carga de agua, que dejarte de querer.

Pues los cariños te ofenden, le pido a Dios de los cielos que de aquel a quien estimas tengas que sufrir desprecios.

¡Qué buena mocita eres! ¡Qué buena moza te has hecho! Delgadita de cintura,

abultadita de pecho.

¿Qué es aquello que reluce

en aquellos retamales?

Los ojos de mi morena,

que parecen dos cristales.

Qué gustito será oír

de tu boquita, salero,

cuando te pregunte el cura:

<<¿Lo quiere usté?—Sí, lo quiero. »>

¿Qué harán dos que amando están, heridos de una centella,

si ella calla de temor

y él calla de temor de ella?

« AnteriorContinuar »