La luna, para salir, licencia le pide al cielo; y yo, para hablarte a ti, pido licencia primero. La madre que te crió merecía una corona, y tú te mereces dos, hermosa y blanca paloma. La mañana de San Juan cuaja la almendra y la nuez, y se anudan los amores de los que se quieren bien. La mujer que quiere a un hombre con gusto y con interés, aunque la amistad se acabe, no se le quita el querer. La noche clara y serena es muy buena pa rondar; para los enamorados es mejor la obscuridad. La pena que a mí me mata, a nadie puedo decir; como nadie te conoce, se burlarían de mí. X La pena y la que no es pena, todo es pena para mí; ayer penaba por verte, y hoy peno porque te vi. La pimienta es chica y pica y desazona el guisado; tú, como eres chiquitita, el corazón me has picado. La primera vez que te vi La pura verdad te digo; te daría la mitad. La que quiere ser amada La rosa de Alejandría en tu mano floreció; La rosa que más quería, la arrancan de mi jardín; ¿qué me importan otras flores, si la más bella perdi? La rosita en el rosal, si no la cortan, se pasa; lo mismo te ocurre a ti, si tus padres no te casan. Las alas del corazón se me parten de tristeza, de ver que estás en el mundo y para mí ya estás muerta. Las barandillas del puente se menean cuando paso; de ti solita me acuerdo, a las demás no hago caso. Las cortinas de tu cama son de terciopelo negro; entre cortina y cortina, tu cara parece un cielo. Las estrellas y el lucero me sirven de compañía, para pasear tu calle más de noche que de día. Las estrellitas del cielo cada una tiene su nombre; la mia se llama Rita, la llamo y no me responde. Las estrellitas del cielo las cuento y no están cabales. ¡Faltan la tuya y la mía, que son las más principales! Las estrellitas del cielo parecen ojos de Dios. Los ojos de mi morena estrellas del cielo son. Las estrellitas del cielo quise una noche contar; pero no conté tus ojos y salió la cuenta mal. Las gentes andan diciendo que nos queremos los dos; yo me alegro que lo digan, queriéndote tanto yo. Las lágrimas de tus ojos resbalan sobre tu boca como gotas de rocío cayendo sobre las rosas, + Las morenas hizo Dios Las mujeres son las flores Las palomas en el campo van diciendo: Nieve, nieve; yo te digo por lo claro, morena, que si me quieres. Las penitas que yo tengo Las penitas que yo tengo no me las pueden quitar; se las cuento a todo el mundo y a nadie le importa na. Las rosas con que te adornas ya de su olor no presumen, que el perfume de tus labios es mejor que su perfume, |