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El mismo historiador dice que este monarca fue elegido rey de Sobrarbe y Rivagorza por los naturales de aquellos estados, á consecuencia de haber sido muerto á traicion su hermano D. Gonzalo en el puente de Monclus por un caballero vasallo suyo llamado Ramonet de Gascuña (1). De este modo sc aumentó el reino de Aragon con nuevos territorios; si bien todos ellos amenazados por los musulmanes, que dominaban en todas las plazas vecinas.

El hecho mas notable de este rey, poco glo- . rioso para él y su reino, fue el de haberse declarado tributario del Papa. Tambien dejó el rito muzárabe de los godos por complacer á la corte de Roma, á la cual segun se ve estaba enteramente sometido. Muchas reflexiones se agolpan á vista de tan ciega sumision y tan impropio vasallage. No eran por cierto los aragoneses de entonces parecidos á los que despues desaprobaron con arrogancia aquel tributo en el reinado de Don Pedro II, ni á los que mas tarde resistieron el establecimiento de la inquisicion en aquel reino, y sacaron á Antonio Perez de las garras del santo oficio. En cuanto al rito muzárabe no es tanto de

estrañar que cediesen pronto los aragoneses, quienes no estaban apegados á las leyes y usos góticos co

(1) Anales, tomo 1.o, fol. 20, col. 2.a

mo los súbditos de los reyès de Castilla: aun estos, si bien repugnándolo, hubieron de someterse á la voluntad del monarca en este punto de liturgia.

Sucedió á D. Ramiro su hijo D. Sancho Ramirez, que tambien llegó á reinar en Navarra por la desastrosa muerte de D. Sancho en Peñalen. Este ilustre monarca, ademas de haber ganado á los moros cuanto tenian en las montañas, bajó á tierra llana, conquistó á Barbastro, á Bolca, á Monzon y otros pueblos y castillos, mandó poblar á Ayerbe, y teniendo sitiada á Huesca murió de un flechazo. Ni fueron menos apreciables sus tareas legislativas. Ya hemos visto cómo arregló las diferencias entre navarros, aragoneses y sobrarbinos, y de qué modo mejoró los fueros antiguos.

de

A consecuencia de las bulas que impetró este monarca de la santa Sede para distribuir las rentas de las iglesias, monasterios y capillas que nuevo se fundasen en su reino, y de las que se edificasen y dotasen en los lugares ganados de los infieles, empezó á disponer de aquellas rentas para las necesidades públicas; pero su hermano D. Garcia, obispo de Jaca, y D. Ramon Dalmao, prelado de Roda, le hicieron tal oposicion y angustiaron tanto su conciencia, que al fin hizo penitencia pública en Roda á presencia del obispo Dalmao, por haber echado mano de los diezmos y primicias, y mandó restituir lo que habia tomado á la iglesia de Roda. Si es cierto que esta habia llegado á verse

arruinada por dicha causa, como refiere Zurita (1), no le faltaba fundamento al obispo para hacer una reclamacion legal; pero si como se infiere de la misma narracion de los hechos se oponian los obispos porque consideraban como un sacrilego esceso el tocar á las rentas eclesiásticas para emplearlas en las urgencias de la guerra; daban prueba de poca ilustracion y patriotismo, tanto mas cuanto que en aquella contienda con los sarracenos se trataba, no de injustas conquistas dimanadas de la ambicion, sino de recobrar un reino usurpado, y de entronizar la religion cristiana en lugar del mahometismo. Como quiera que sea, está patente la preponderancia que habia adquirido ya el clero, la debilidad de los monarcas en someterse á sus intimaciones (2).

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Despues de D. Sancho Ramirez ocuparon el trono dos reyes á cual mas bizarros: el primero, que fué D. Pedro, tomó á Huesca y recuperó á Barbastro , que habia vuelto á perderse; y el segundo, llamado D. Alonso el Batallador por los

(1) Anales, tomo 1.o, fol. 27 vuelto, col. 1.a

(2) Léase con reflexion todo el pasage en el lugar citado de los anales de Zurita, y se verá como este historiador, sin atreverse á desaprobar aquella penitencia del rey, justifica indirectamente la aplicacion de las rentas eclesiásti- . cas á una guerra tan justa.

muchos encuentros que tuvo con los moros, se apoderó de Zaragoza. Entonces se consolidó la monarquía aragonesa: los reyes pudieron atender mas á los objetos que constituyen la civilizacion, y los pueblos ya mas seguros y considerados con las franquicias que les daba el régimen municipal, aspiraron con buen éxito á asegurar sus derechos contra las invasiones del poder.

Tambien conquistó aquel esforzado monarca á Tudela, Tarazona, Alagon, Epila, Calatayud, Bubierca, Alhama y Ariza; y considerando que desde Daroca á la ciudad de Valencia, por las continuas guerras y entradas todos los lugares estaban desiertos, fundó y mandó poblar la ciudad de Monreal, estableciendo en ella la nueva orden militar del Santo Sepulcro, fundada á imitacion de la que con el mismo nombre habia en la Palestina, con objeto de asegurar los caminos y facilitar de este modo la conquista de los reinos de Valencia y Murcia, proyecto utilísimo que acredita el celo y capacidad de tan ilustre soberano. Mancilló sin embargo tanta gloria con el testamento que dejó hecho, en el cual nombraba por sucesores de sus estados á las órdenes militares del Temple, del santo Sepulcro y los hospitalarios de S. Juan.

El pueblo aragonés, aunque obediente à sus monarcas, conocia demasiado sus derechos, y estaba muy distante de pasar por tan desatinado

pro

testamento. En consecuencia se juntaron las cortes, compuestas no de los magnates solos, sino de estos, los mesnaderos y caballeros, , y y los curadores de las villas y ciudades del reino (1), para tratar de la eleccion de un rey. Habiendo acaecido esto por los años de 1134, se ve que entonces se componia la representacion nacional en Aragon de aquellos tres brazos, y que no dudaban del derecho que les correspondia de elegir un monarca á su arbitrio; pues sin buscarle al principio de régia alcurnia pensaron en nombrar á un magnate, señor de Borja, llamado D. Pedro de Atares. Dos ricos hombres rivales de este llamados D. Pedro Tizon de Cuadreita y D. Pelegrin de Castellezuelo, pudieron disuadir de este propósito á las cortes, y por acuerdo de las mismas fue elegido rey el infante D. Ramiro, hermano del difunto D. Alonso, á pesar de que era monge profeso y sacerdote en la orden de S. Benito. Los navarros no se conformaron con esta eleccion y nombraron á D. Garcia Ramirez, restableciendo su independencia. Asi lo refiere Zurita, escritor diligentísimo, y de gran crédito en las cosas de Aragon; atendiendo á lo cual no puedo conformarme con la opinion del Sr. Trag

(1) Zurita Anales, tomo 1.°, fol. 11 vuelto, col. 2.a

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