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nes sobre los escritores Columela, Quintiliano, Lucio Séneca y Lucano. Aunque la materia sobre que escribió el primero se prestaba poco á las galas del lenguaje (1), no obstante ningun escritor del siglo de Augusto le aventajó en correccion y elegancia. Su facundia y flexibilidad de ingenio campean en el libro del cultivo de los huertos que escribió en verso, á diferencia de los otros once prosáicos (2). Los inteligentes alaban mucho los preceptos agrarios de Columela, y ellos acreditan el buen estudio que se hacia en España, y la importancia que en ella se daba á la agricultura.

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¿Quién mas atinado, mas metódico y profunque Quintiliano en las Instituciones oratorias, ó por mejor decir en el tratado de educacion que legó á la posteridad para aprovechamiento de la juventud? ¡Con qué acierto la dirige por el camino de la sabiduría! ¡Qué perspicacia, qué sensatez y qué juicios tan imparciales sobre los escritores que califica! Este libro se ha considerado siempre

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(1) Hortorum quoque te cultus, Silvine, docebo,
Atque ea quæ quondam spatiis exclusus iniquis
Cum caneret lætas segetes, et munera Bacchi
Et te magna, Pales, necnon cœlestia mella,
Virgilius nobis post se memoranda reliquit.

como un tesoro por los humanistas, y prueba que en España se cultivaban las letras con grande esmero y buena direccion, cuando tales escritores producia.

Lucio Séneca atesoró las mejores doctrinas que sobre la moral habian profesado los escritores gentiles, esponiéndolas con novedad y mucha lozanía de ingenio. En la filosofia natural (segun el estaque entonces tenia) mostró vastos conocimientos ademas se ejercitó en la tragèdia, género que apenas habian cultivado los romanos. Fue tan gran

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de su reputación que todos los escritores imparciales de aquellos tiempos, y de los posteriores le han colmado de elogios (1).

Lucano, enérgico, vigoroso, sostuvo la causa de la libertad con elevados pensamientos y nervioso estilo, en la viciosísima y degradada corte de Neron. Al fin muere asesinado por el monstruo, recitando versos, como Séneca hablando de filosofia con su esposa Paulina.

Hé aquí cuatro escritores españoles que des pues del siglo de Augusto dieron prez á la literatura latina, y pábulo agradable á las almas que aun respiraban en silencio el aura de la libertad.

No me ocuparé en analizar las composiciones

(1) Sobre este punto vease á D. Nicolas Antonio, Bibliotheca vetus lib. 1, desde el párrafo 88 en adelante.

de estos ingenios, porque el plan de esta obra solo admite consideraciones generales, y rápidos juicios que den á conocer en grande los adelantamientos progresivos de la sociedad española. El exámen analítico de las composiciones pertenece á una obra de crítica literaria que yo no me he propuesto escribir. Por la misma razon no entraré en el exámen de Floro, Pomponio Mela, Marcial, Silio Itálico y otros españoles que cultivaron la literatura latino pagana. Ademas de que el mérito peculiar de cada uno de ellos, está ya bastante calificado por los críticos, asi nacionales como estrangeros. Quien lea con meditacion los escritores latinohispanos notará en algunos de ellos cierta originalidad, un caracter diferente del tipo latino. Los que ofrecen mayores muestras de esta fisonomia nacio+ nal que no se ve en la literatura de los italianos, son Lucano, Marcial y Séneca. En la energia, noble patriotismo y altiva independencia del primero, en la agudeza y copiosa abundancia del segundo, y en el giro conceptuoso del tercero, se ven las calidades del ingenio español, tal como se desplegó con tanta libertad en las grandes composiciones dramáticas del siglo XVII. Aquellas calidades han dado margen á grandes defectos, no hay duda; pero tambien es preciso confesar que se compensan muy ventajosamente con infinitas preciosidades, dando á la literatura un caracter propiamente nacional.

Contrapuesta á la pagano-latina se alzó desde el siglo IV en adelante otra literatura que llevaba diferentes miras; que fundada en principios mas severos, no tenia por objeto el agrado sino la utilidad y la persuasion; que anunciaba doctrinas. contrarias al sistema sensual del paganismo, y era la verdadera espresion de la sociedad, que iba renovándose y tomando otra direccion con las máximas del Evangelio. Estos escritores eclesiásticos no poseian las formas de los del siglo de Augusto; pero en su lenguaje menos elegante anunciaban verdades eternas y agradables á la muchedumbre. Ellos decian al pueblo, todos los hombres son hijos de Dios é iguales ante su tribunal; la caridad es la virtud por escelencia, la esclavitud es contraria á las leyes divinas, los ricos que acusan y maltratan á sus esclavos son peores que ellos. Esta doctrina tan filantrópica entusiasmaba al pueblo, que nunca habia oido preconizadas estas máximas de interes general, y de tan trascendental beneficencia,

Contribuyeron á propagar esta celestial doctrina varios escritores españoles, cuyas obras estan citadas en la Biblioteca de D. Nicolas Antonio (1); y algunos de ellos se ejercitaron en la poesía sagrada. Juvenco fue el primero que cultivó este gé

(1) Bibliothec. vet. tom. I.

nero (1); y aunque se hace mas recomendable por la piedad que por la elegancia de los versos, abrió el camino á otros que habian de coger laureles en esta gloriosa carrera. Tal fue Prudencio que escribió con mucha facundia y elegancia, por mas que hayan querido deprimirle algunos críticos. Contra estos prevalece el testimonio de Erasmo, Juan Sichardo, José Escaligero, y otros autores de nota que hacen de Prudencio los mayores elogios.

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La ruina del imperio romano trajo consigo la total decadencia de la literatura latina, y la barbarie que tiranizó luego á la Europa. No obstante los godos que desde el tiempo del emperador Valente se habian mezclado con los romanos y redado en parte su civilizacion, se condujeron con mas humanidad que los otros bárbaros del norte. En España habian entrado como un torrente devastador los alanos, vándalos y suevos, talando destruyendo los monumentos públicos, los establecimientos industriosos y literarios: parecia llegado el tiempo de la total ruina de su cultura; pero afortunadamente los godos prevalecieron sobre

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(1) Asi lo testifica Venancio Fortunato en la vida de S. Martin por medio de los siguientes versos.

Primus enim docili distinguens ordine carmen,
Majestatis opus metri canit arte Juvencus.

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