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porque no tuviesen órden ó porque recelasen algun engaño de parte de los sitiados. El jeneral que mandaba en la isla tuvo tiempo para correr con otras tropas á la bateria y contener al batallon de San Marcial: parece que ningun oficial habia tomado parte en la sedicion, que no tuvo cabeza , y que aun antes de la llegada del jeneral los oficiales mismos del cuerpo disuadieron de su intento á varias compañías. Al dia siguiente fueron fusilados ocho granaderos acusados de haber sido los autores del movimiento.

Este acontecimiento causó sumo terror, y los habitantes de los edificios esteriores huían á Cádiz, temiendo que las tropas que manifestaban públicamente en la isla ei mal espíritu que las animaba, no entregasen sus puestos, y en trasen los franceses á sangre y fuego.

El jeneral que desempeñaba el mando de la isla, dió cuenta al gobierno de que no pudiendo defender este punto á causa de la posicion que habia ocupado el enemigo, y del escaso núme ro y malas disposiciones de sus tropas, habia resuelto abandonarlo y retirarse á la cortadura. Añadia que no obstante el castigo impuesto á los ocho soldados de San Marcial, no podia absolutamente contar con la tropa ni confiar enteramente en los oficiales. El gobierno mindó reunir una junta de jeaerales que habiendo ecsa

minado el parte del comandante de la isla, se convenció de que su situacion era en estremo crítica. Las córtes reunidas el 29 de setiembre tomaron conocimiento del estado de los negocios, y decidieron no sin alguna oposicion que el rey podia salir de Cádiz y trasladarse al campo del duque de Angulema. S. M. acordó pasar el 1.o de octubre al puerto de Santa María, y el 30 de setiembre publicó el decreto siguiente.

ESPAÑOLES :

»Siendo el primer cuidado de un rey el procurar la felicidad de sus súbditos, é incompatible esta con la incertidumbre sobre la suerte futura de la nacion y de sus individuos, me apresuro á calmar los recelos é inquietud que pudiera producir el temor de que se entronize el despotismo, ó de que domine el encono de un partido.

>>Unido con la nacion he corrido con ella hasta el último trance de la guerra; pero la ley imperiosa de la necesidad obliga á ponerle un térmico: en el apuro de estas circunstancias solo mi poderosa voz puede ahuyentar del reino las venganzas y las persecuciones: solo un gobier no sábio y justo puede reunir todas las voluntades, y solo mi presencia en el campo enemigo

puede disipar los horrores que amenazan esta isla gaditana, á sus leales y beneméritos habitantes y á tantos insignes españoles refugiados en ella.

»Dedicado pues á hacer cesar los desastres de la guerra he resuelto salir de aquí el dia de mañana; pero antes de verificarlo quiero publicar los sentimientos de mi corazon haciendo la manifestacion siguiente:

1.° >>Declaro de mi libre y espontánea voluntad, y prometo bajo la fe y seguridad de mi real palabra, que si la necesidad ecsijiere la alteracion de las actuales instituciones políticas de la monarquía, adoptaré un gobierno que haga la felicidad completa de la nacion afianzando la seguridad personal, la propiedad y la libertad civil de los españoles.

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2. »De la misma manera prometo libre y espontáneamente, y he resuelto llevar y hacer llevar á efecto un olvido jeneral, completo y absoluto de todo lo pasado, sin escepcion alguna, para que de este modo se restablezca entre to dos los españoles la tranquilidad, la confianza tan necesaria para el bien comun y que tanto anhela mi paternal corazon.

3. >>En la misma forma prometo que cua lesquiera que sean las variaciones que se hagan serán siempre reconocidas, como reconozco,

las deudas y obligaciones contraidas por la 'nacion y por mi gobierno bajo el actual sistema. 4. >>Tambien prometo y aseguro que todos los jenerales, jefes, oficiales, sarjentos y cabos del ejército y armada, que hasta ahora se han mantenido en el actual sistema de gobierno, en cualquiera punto de la Península, conservarán sus grados, empleos, sueldos y honores. Del mismo modo conservarán los suyos los demas empleados militares y los civiles y eclesiásticos que han seguido al gobierno y á las córtes, ó que dependen del actual sistema, y los que por razon de las reformas que se hagan no pudieren conservar sus destinos, disfrutarán á lo menos la mitad del sueldo que en la actualidad tuvieren.

5.° >>Declaro y aseguro igualmente que así los milicianos voluntarios de Madrid, Sevilla y de otros puntos que se hallen en esta isla, como cualesquiera otros españoles refujiados en su recinto que no tengan obligacion de permanecer por razon de su destino, podrán desde luego regresar libremente á sus casas, ó trasladarse al punto que les acomode en el reino con entera seguridad de no ser molestados en tiempo algu no por su conducta política ni opiniones anteriores, y los milicianos que lo necesitaren obtendrán en el tránsito los mismos ausilios

que

los individuos del ejército permanente. Los españoles de la clase espresa la y los estranjeros que quieran salir del reino, podrán hacerlo con igual libertad y obtendrán los pasaportes correspondientes para el pais que les acomode.

Cádiz 30 de setiembre de 1823. Fer"nando "

El monarca salió de Cádiz el 1.o de octubre: el duque de Angulema le esperaba en el puerto de Santa María, como igualmente el presidente de la rejencia de Madrid y el ministro de estado , que se habian apresurado á salir de la córte tras el duque de Augulema para apoderarse del ánimo del rey al instante que recobrase la libertad. Tambien el jeneral Ballesteros habia corrido á felicitar al príncipe. La noticia de la libertad de Fernando divulgóse rápidamente por la Península española, y la alegría y la inquietud se pintaron en casi todos los rostros. El regocijo que inspiraba un suceso que ponia venturoso fin á la guerra era jeneral, y no obstante cada cual temia que el rey siguiese una marcha opuesta á sus opiniones y á sus intereses. Los verdaderos amigos de la monarquía, los que querian cerrar para siempre la puerta á las revoluciones, recelaban que el partido de la rejencia ó furibundo rodease al monarca y le hiciese una pintura poco fiel del estado de la nacion, al mismo

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