Imágenes de páginas
PDF
EPUB

tiempo que en les absolutistas predominaba el miedo de que los acentos de la razon resonasen en les oidos de Fernando y de que no triunfasen sus intereses y sus opiniones. Mas la incertidumbre duró breve espacio de tiempo, porque circuló luego el decreto que á la letra decia así,

EL REY..

>>Bien públicos y notorios fueron á todos mis vasallos los escandalosos sucesos que precedieron, acompañaron y siguieron al establecimiento de la democrática Constitucion de Cádiz en el mes de marzo de 1820: la mas criminal traicion, la mas vergonzosa cobardía, el desacato mas horrendo á mi real persona, y la violencia mas inevitable, fueron los elementos empleados para variar esencialmente el gobierno paternal de mis reinos, en un código democrático, orijen fecundo de desastres y desgracias. Mis vasallos acostumbrados á vivir bajo leyes sabias, moderadas y adaptadas á sus usos y costumbres, y que por tantos siglos habian hecho felices á sus antepasados, dieron Lien pronto pruebas públicas y universales del desprecio, desafecto y desaprobacion del nuevo réjimen constitucional. Todas las clases del estado se resintieron á la par de unas instituciones, en

que preveian señalada su miseria y desventura.

Gobernados tiránicamente en virtud y á nombre de la Constitucion, y espiados traidoramente hasta en sus mismos aposentos, ni les era posible reclamar el órden ni la justicia, ni podian tampoco conformarse con leyes establecidas por la cobardia y la traicion, sostenidas por la violencia, y productoras del desórden mas espantoso, de la anarquía mas asoladora y de la indijencia universal.

El voto jeneral clamó por todas partes con. tra la tiránica Constitucion: clamó por la cesa❤ cion de un código nulo en su orijen, ilegal en su formacion, injusto en su contenido: clamó finalmente por el sostenimiento de la santa relijion de sus mayores, por la restitucion de sus leyes fundamentales, y por la conservacion de mis lejítimos derechos que heredé de mis antepasados, que con la prevenida solemnidad habian jurado mis vasallos.

No fue estéril el grito jeneral de la nacion: por todas las provincias se formaban cuerpos armados que lidiaron contra los soldados de la Constitucion: vencedores unas veces y vencidos otras, siempre permanecieron constantes á la causa de la relijion y de la monarquia : el entusiasmo en defensa de tan sagrados objetos nunca decayó en los reveses de la guerra; y

prefiriendo mis vasallos la muerte á la pérdida de tan importantes bienes hicieron patente á la Europa con su fidelidad y constancia, que si la España habia dado el ser y abrigado en su seno á algunos desnaturalizados hijos de la rebelion universal; la nacion entera era relijiosa, monárquica y amante de su lejítimo soberano; la Europa entera, conociendo profundamente mi cautiverio y el de toda mi real familia, la mísera situacion de mis vasallos fieles y leales, y las mácsimas perniciosas que profusamente esparcian á toda costa los ajentes españoles por todas partes, determinaron poner fin á un esta• do de cosas que era el escándalo universal, que caminaba á trastornar todos los tronos y todas las instituciones antiguas cambiándolas en ireli jion y en inmoralidad.

Encargada la Francia de tan santa empresa, en pocos meses ha triunfado de los esfuerzos de todos los rebeldes del mundo reunidos por desgracia de la España en el suelo clásico de la fidelidad y lealtad. Mi augusto y amado primo el duque de Angulema, al frente de un ejército valiente, vencedor de todos mis dominios, me ha sacado de la esclavitud en que jemia restituyéndome á mis vasallos fieles y constantes.

Sentado ya otra vez en el trono de San Fernando por la mano sábia y justa del Omnipo

TOMO III.

2

tente, por las jenerosas resoluciones de mis pocerosos aliados y por los denodados esfuerzos de mi amado primo el duque de Angulema y su valiente ejército, deseando proveer de remedio á las urjentes necesidades de mis pueblos, y manifestar á todo el mundo mi verdadera voluntad en el primer momento que he recobrado mi libertad, he venido en decretar lo siguiente: 1.° son nulos y de ningun valor todos los actos del gobierno llamado constitucional (de cualquiera clase y condicion que sean) que ha dominado en mis pueblos desde el dia 7 de marzo de 1820, hasta hoy 1.o de octubre de 1823 declarando, como declaro, que en toda esta época he carecido de libertad, obligado á sancionar las leyes y á espedir las órdenes, decretos y reglamentos que contra mi voluntad se meditaban y espedian por el mismo gobierno: 2. apruebo todo cuanto se ha decretado y ordenado por la junta provisional de gobierno y por la rejencia del reino, creada aquella en Oyarzum el dia 9 de abril, y esta en Madrid el dia 23 de mayo del presente año, entendiéndose interinamente hasta tanto que instruido competentemente de las necesidades de mis pueblos, pueda dar las leyes y dictar las providencias mas oportunas para causar su verdadera prosperidad y felicidad, objeto constan

te de todos mis deseos. Tendréislo entendido y lo comunicareis á todos los ministerios. Rubricado de la real mano Puerto de SautaMaria 1.o de octubre de 1823. A D. Victor Saez,"

El triunfo de la rejencia no era ya dudoso, puesto que no solo se hallaba confirmado por el decreto que acabo de copiar, sino tan. bien por otras demostraciones, y porque en todo se seguia el plan concertado en Madrid. El monarca salió de Cádiz en estremo airado, segun se supo, por la conducta que con él habian observado decia que á mas de los numerosos disgustos que habia sufrido, detestaba cuanto se habia hecho durante la época constitucional, Mas habian transcurrido cerca de cuatro años de revolucion; opiniones nuevas y nuevos intereses se habian confundido con los intereses y las opiniones antiguas; y cuando tan útil era escuchar á los hombres de ideas distintas para ecsaminar atentamente lo que convenia determinar, vióse el rey rodeado de ajentes y de partidarios de la rejencia, que aprovechándose de su prevencion no desperdiciaron medio alguno de fascinarle sobre la manera de terminar la revolucion. Sin embargo no estaba tan remoto el año de 1814, y su ejemplo debiera haber servido de freno en 1823: Fernando á su

« AnteriorContinuar »