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dais poner vras armas en la cassa del dcho collegio, Con que tambien se pongan las mias en el mas preminente lugar en reconocimto del patronasgo uniuersal que por derecho y autoridad appca me pertenesse en todo el estado de las yndias, ffa en tordesillas a ueynte y dos de junio de mil y quinientos y noventa y dos años. Yo EL REY. por mdo del Rey nro. Sr. Juan Vazquez”.

Largos años debían pasar, no obstante, sin que saliese de los estrechos límites de la Cédula el cristiano y progresista deseo de S. M. Los cortos pontificados y largas vacantes que siguieron al año 1592; la escasa población, suma pobreza y grandes riesgos de la ciudad de Coro, capital de la Diócesis; el mismo estado incipiente de Caracas, capital civil de la Gobernación; y aún la falta absoluta de clero que rigiese con tino la marcha de semejante instituto: todas estas causas (pero principalísimamente el divorcio que, de hecho e impuesto por las circunstancias, existía entre el Obispo, establecido regularmente en Santiago de León, y la Catedral, fundada en Coro, amén de la tenaz resistencia que opuso esta ciudad al urgente traslado de la Mitra) todas estas causas, decimos, hicieron que los Prelados se contentasen para la pública formación de su clero con la cátedra de Latinidad y la enseñanza de los Conventos, y encaminasen todos sus esfuerzos al dicho traslado, acto fundamental y previo para cualquier plan definitivo en el desarrollo del Seminario Tridentino.

Por eso, en este laudable empeño trabajaron todos los Obispos, desde Fr. Pedro de Agreda, que inició las primeras ideas al respecto, hasta D. Juan López Agurto de la Mata, quien, una vez conseguida de hecho la traslación del Cabildo eclesiástico, ordenó las actividades judiciales que colocaron oficialmente en Santiago de León la capital de la Diócesis. Y por cierto que una de las causas alegadas por el Procurador episcopal D. Bar

tolomé Navas Becerra en favor de su tesis fue que "se podra fundar Zeminario"; y en Real Cédula fecha en Madrid el 20 de julio de 1637, hizo valer S. M. el mismo considerando cuando trató directamente al Obispo acerca de la traslación oficial del Obispado 2.

Tentativa de D. Fr. Mauro de Tovar.

Cuando el traslado jurídico acaeció, ya el mismo Illmo. Sr. Agurto había muerto. Tocó, pues, a su sucesor el fraile benito D. Mauro de Tovar, emprender la obra del Seminario por tanto tiempo suspirada. No fue tardo en hacerlo el nuevo Pastor, pues habiendo tomado posesión de la Sede en 20 de diciembre de 1640, por enero del 41 inició autos para la erección del instituto y tras ellos trató sucesivamente el punto en Cabildo eclesiástico. En junta de 17 de mayo siguiente acordaron los canónigos: "que la erección del Seminario y Colegio se hiciese en interin en una casa, que era de la Iglesia, y estaba junto a ella, y por lo que el Cabildo e Iglesia debía contribuir, se descontasen cada año 150 pesos de alquiler, el que o se aumentaría o se disminuiría en adelante: y que el Mayordomo de Fábrica fuese desde luego labrando allí lo necesario para su uso" 3.

A pesar de la actividad del señor Tovar, no hubo tiempo para hacer cosa alguna: antes de un mes de la resolución del Capítulo, en 11 de junio de 1641, acaeció el terrible terremoto de San Bernabé, que redujo a ruinas la ciudad incipiente y trajo consigo multitud de necesidades de mayor urgencia, pues frailes y monjas, clérigos

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V. "Informasson...sobre los Inconvinientes q. ay p* estar la catedral en coro. .": Arch. Arz.- Expte "sobre la translacon de la Igl' Cath": Arch. Arz.- "Anales Eclesiásticos" de Mons. Nicolás E. Navarro, Caracas, 1929, p. 66.

(3) V. Arch. Cab. Ecleso de Caracas cit. por Mons. Nicolás E. Navarro en "Anales Eclesiásticos", p. 71.

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y muchos vecinos pobres subsistieron "habitando en corrales bajo de arboles sin casa ni comida", perdió la Catedral buena parte de sus bienes, y el propio Pastor quedó "con su familia en un corral, sin casa ni rancho, expuesta su salud y perdiéndose los muebles" 4.

Después, la reposición económica debió de ser muy lenta, atendidas las circunstancias, y la vida del Obispo estuvo continuamente amargada por las acaloradas controversias religioso-civiles que tanto le destemplaron el ánimo hasta su paso a la Sede de Chiapa.

Reemplazado el Sr. Tovar por el Illmo. Sr. D. Fr. Alonso Briceño, este Prelado tardó cerca de ocho años en tomar posesión de la Diócesis; y cuando por fin lo hizo en julio de 1661, no juzgando oportuna su venida a Santiago de León, donde aun hervían los bandos y parcialidades, resolvió quedarse en Trujillo, y allí permaneció hasta su muerte, acaecida el año de 1668.

D. Fr. Antonio González de Acuña

Rasgos biográficos.

Para sucederle, fue nombrado el ilustre dominico peruano D. Fr. Antonio González de Acuña, a quien cupo la gloria de la erección y primitivo establecimiento de nuestro Seminario de Santa Rosa, base robusta sobre la cual se asentó cincuenta años después la Real y Pontificia Universidad de Caracas.

Nació este egregio Prelado en Lima en 1620, hijo de D. Francisco González y Doña Catalina de Acuña y Ara

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V. Arch. Cab. Ecleso de Caracas cit. por Mons. Nicolás E. Navarro en "Anales Eclesiásticos", p. 73.

gón. Adolescente aun, entró en la Compañía de Jesús, cuyo noviciado cambió luego por el de la Orden de Predicadores para vestir hábito dominicano en el Convento limeño del Rosario antes de 1640. Estudió Filosofía y Teología en las acreditadas aulas de este mismo Convento y tuvo grado de Doctor en la Universidad de San Marcos, donde sirvió la Cátedra de Teologia Moral. Sirvió también otras cátedras en los estudios de su religión, y dentro de ella ganó sucesivamente los grados de Presentado y Maestro con tanta fama de virtud y letras que mereció le designase su Provincia para representarla en Roma en Capítulo General, hacia donde salió en 1657, investido a la vez con el encargo de Procurador de la Universidad de S. Marcos ante la Corte de Felipe IV.

Entre los muchos escogidos religiosos que de todas partes del mundo concurrieron al Capítulo General, sobresalió por su grande ilustración el P. González de Acuña; y con tales circunstancias de estimación y mérito, que el Reverendísimo de la Orden Fr. Juan Bautista de Marinis, "le condecoró con el provincialato de Tierra Santa, y con el carácter de socio le mantuvo siempre a su lado”: señalada distinción que revela con elocuencia cuál era la cultura que recibían los americanos en las aulas del Continente, y a qué alturas llegaban en el desarrollo de sus facultades mentales sin necesidad de salir de su nativo suelo. Además del desempeño de las obligaciones inherentes a su alta posición, ocupóse con eficacia en algunos negocios de su patria: obró como Procurador en la canonización de la excelsa Virgen Rosa de Santa María, y publicó de 1659 a 1670 por lo menos seis obras españolas, latinas o italianas, históricas y biográficas unas, teológicas y jurídicas otras, entre las cuales sobresalen el "Compendio de la Historia de la Pro

(5) Manejó tan bien la lengua latina que, según el "Teatro" de Terrero (Caracas, 1926, p. 37) su Vida de Santa Rosa está escrita "en aquel celebérrimo y elevado estilo que aplaudió y aún admiró Roma por una de las piezas más delicadas de esta lengua".

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Copia de un retrato de la época, hecho según Acuerdo dado por el Consejo Universitario en 1 de Setiembre de 1929.

Trieroma de la Lit. y Tip. Vargas

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