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PRIMER PERIODO

1567 1673

PRIMERA PARTE
La enseñanza pública

Consideraciones generales

Apenas habían transcurrido veinticuatro años desde la fundación definitiva, en el hermoso valle de los caracas, de la ciudad de Santiago de León, cuando ante la loable y varia actividad de aquellos valientes españoles, cuyas recias e infatigables manos empuñaban aun las agresivas armas conquistadoras, aparece por primera vez la consideración oficial de una escuela pública de primeras letras.

Ni fueron parte los negocios naturales de la fundación, ni la continuada y cruenta lucha con los aborigenes, ni el ensanche y crecimiento de la nueva villa, ni la multitud de circunstancias de tan varia indole que llenan las numerosas páginas de las primitivas actas capitulares, para que padeciese mengua o detrimento aquel esforzado espíritu de perpetuar de una manera definitiva en el Nuevo Mundo todas las instituciones del Viejo Continente, que es tan determinante de la gloriosa colonización española, como si la Madre Patria, no debilitada aun por aquellos sus ochocientos años de lucha con los moros ni por el siempre victorioso empuje de sus tercios y caballeros en Austria y en Flandes y en Italia, aburrida

de dominio temporal y anhelosa de inmortalizar aquende el Atlántico su fe, su sangre, su literatura y el subido abolengo de su tradición, hubiera querido renacer ella misma, joven y multiplicada, en las Indias, con todas las vigorosas caracteristicas de su elevado espíritu civilizador. Por ello, puso a los americanos bajo las mismas leyes de sus reinos; encontró en el alto pensamiento de sus teólogos y en la clara mentalidad de sus jurisconsultos las más nobles y benignas instituciones de conquista y de dominio; unió su sangre generosa con la sangre indigena; fundó pueblos, gobernaciones, capitanías y virreinatos dotados de vida personal, verdaderos organismos que en desarrollándose formaron las actuales nacionalidades; en una palabra, se comunicó en alma y cuerpo, hasta donde las circunstancias lo hicieron posible, no digamos a sus colonias (que no puede llamarse colonias a pueblos que gozaron tales inauditas concesiones) sino a sus lejanos y extensos dominios de ultramar.

Y viniendo a la instrucción pública, que es el aspecto peculiar que conforme a nuestro propósito en este trabajo hemos de ver, quiso la Madre Patria que en cada pueblo de América fuese creciendo según las posibilidades y circunstancias del ambiente, tal cual había acontecido en las provincias peninsulares y con las mismas prerrogativas y privilegios que en ellas; y así, por disposición tan generosa cuanto rara y justa, brotó espontáneamente la instrucción en cada lugar, a la par de las otras manifestaciones de cultura; y por manera insensible y progresiva, los pueblos mismos fueron educando y formando (bajo la mirada de la común Metrópoli, pero dentro de su propio seno) a los hombres representativos de su gradual evolución, que es como decir que se fueron formando y educando a sí mismos, sin romper por una parte con sus peculiares factores económicos, climatéricos, indígenas y geográficos, fuentes de futura individualidad, y por la otra sin perder aquel sello común que ora emanaba de la

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