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levantar las tumbas á lo largo de la vía que circuía la ciudad, formando una vasta Necrópolis que nos atestiguan á maravilla los interesantes restos sepulcrales que todavía subsisten, y de otros, cuyo recuerdo nos han transmitido antiguos escritores.

Empezando nuestra descripción de Sur á Norte, encontramos señales evidentes de un monumento sepulcral en la carretera de Valencia á Barcelona, emplazado sobre la antigua calzada en la parte oriental de la ciudad saguntina. En el año 1745 el conde de Caylús, á la sazón capitán general de estos reinos, dispuso la recomposición de este camino, y con tal motivo se practicó desmonte en la falda de la montaña, frente á las casas números 53 y 55 de la entrada de la población desde Valencia. Descubriéronse jaspes de hermosísimos y variados colores, pulimentados y taladrados algunos de ellos, los que fueron destinados al trascoro de la iglesia parroquial: en derredor aparecieron restos de construcción de importantes edificios, en uno de los cuales formaba su pavimento el mosaico de la figura 24 (1). Tenía este mosaico 32 palmos de largo y 22 de ancho, cuyas tesellæ representa

(1) Disertación histórica sobre el pavimento que se descubrió el día 19 de Abril de 1745, junto al arrabal de San Salvador de la villa de Murviedro, reconocido de Orden de S. M. por ntro. Académico el Sr. D. Miguel Eugenio Muñoz, en los días 11, 12 y 13 de Junio del mismo año.

Se guarda este m. s. en la biblioteca de la Real Academia de la Historia, Est. 27., gr. 6.a, E. núm. 179. Esta minuciosa disertación va acompañada de dibujos á la aguada, representando los planos de las escavaciones, y de los varios objetos encontrados. El Sr. Muñoz cree que el pavimento mosaico pudo ser de un templo dedicado á Baco, y los edificios inmediatos, unos baños.

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ban con los más hermosos colores, á Baco montado sobre una pantera, coronado de pámpanos y con un ramo de vid en la mano izquierda, llevando al hombro el thyrso. Al rededor de la figura, hay una greca formada de sarmientos plantados en cuatro jarrones que están colocados en los ángulos, y varios geniecillos vendimian las uvas que figuran pendientes de pámpanos. Este mosaico apareció en el centro de la actual carretera de Valencia; á cuatro palmos de profundidad hacia el Este, corrían varios muros que afectaban la forma exagonal, con algunos compartimientos muy pequeños, parecidos á lagares (?). «Por la parte superior cerca de la pared de Septentrión, se hallaron pedazos de columnas de mármol y las basas de piedra negra, también labradas, tableros rotos de mármol aserrado y con letras romanas que no pudieron (aunque muy claras) atarse á contexto alguno, muchos huesos de cuerpos humanos y allí mismo las monedas de Adriano, Faustina y Maximino, y el invierno anterior se había sacado una piedra disforme con un copioso letrero, y por no poderla mover la hicieron pedazos» (1).

(1) Loc. cit. En estas ruinas apareció una piedra con un timón entre dos delfines: nosotros hemos recogido la inscripción núm. 26, y la cabeza sig. 28. D. Fernando VI mandó construir una casita para la conservación del mosaico, pero facilitábase la llave á los visitantes, y poco a poco se lo llevaron hasta que á los muchachos acabaron de destruir el edificio que lo custodiaba. D. Francisco Puig, beneficiado de Murviedro, reprodujo este mosaico con las mismas medidas y colores en un piso de azulejos de su casa; y también hizo componer una copia con teselas de otros mosaicos, D. Francisco Fabian y Fuero, Arzobispo que fué de Valencia, en cuyo museo público de la biblioteca de palacio se guardaba, y de él se sacaron varias copias.

El príncipe Pío, que pudo estudiar estas ruínas, las atribuyó con mucho acierto á un panteón. Los pequeños jaspes taladrados, creyó que debieron servir para la formación de los tabiques del sepulcro, pues no de otro modo los antiguos arreglaban con alambres las divisiones y puertas. Para corroborar esta hipótesis, añade, que en el templo de Santa Constancia de Roma, el cual sirvió de panteón, se encuentra otro mosaico alusivo á Baco (1).

Á poca distancia de estas ruinas, en la calle Real, núm. 129, aun se descubrió en 1886 una lápida marmorea con interesante inscripción sepulcral y vestigios de la tumba de que formaba parte. Nos referimos á la inscripción núm. 53 de nuestra colección, en donde, á más de los objetos romanos encontrados junto á élla, nos indica claramente que la vía romana pasaba por aquel sitio, y el monumento allí levantado formaba parte de la Necrópolis saguntina, según costumbre de los romanos de sepultar los muertos en ambos lados del camino. Gneyo Bebio Eros Quiloniano, y su mujer Oppia Montana, habían erigido en vida este monumento sepulcral, y en él fueron enterrados en sus propios jardines (IN SVIS HORTEIS SITI SVNT), cuyo sepulcro tenía veinte pies en la vía y otros tantos

(1) Inscripciones y antigüedades del reino de Valencia, en el tomo VIII de las memorias de la Real Academia de la Historia.

D. Agustín Sales y D. Enrique Palos, también describieron el mosaico saguntino, y sus m. s. se conservan en el archivo general de Alcalá de Henares, sección de Estado, legajo núm. 2,921.

en el campo. Aparecieron estos restos arqueológicos al abrirse los cimientos para una bodega, y nosotros que presenciamos las excavaciones, pudi

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mos ver á 1 metro de profundidad los muros que formaban la cámara sepulcral, con fustes de columna rotos, trozos de ungüentarios de vidrio y

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